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Cárceles
Explicar a tu hijo que su padre está en prisión: el cuento que da luz a este gran tabú
“La cárcel es una especie de jaula grande donde la Policía encierra a los ladrones. Lo he visto en pelis y me lo ha dicho gente”. “La cárcel es mala, pero nunca he visto una”. “La cárcel es una casa pequeña que tiene una cama”. “En la cárcel te encierran porque has hecho algo malo”. Así describen las prisiones niños y niñas de entre cuatro y 10 años. Este gran tabú que ensombrece a cientos de familias cuyos allegados sufren condena se ve magnificado cuando el preso es su progenitor. Ahora, la edición del cuento ¿Dónde está papá?, la cárcel explicada a los hijos de quienes cumplen condena viene a suplir este gran hueco en el que la incertidumbre y el sufrimiento se aúnan en personas que todavía no son capaces de entender las implicaciones de la vida adulta.
Escrito por la profesora de derecho penal y penitenciario en la UNED Laura Delgado e ilustrado por la artista Lorena Zamora, ambas residentes en Alcalá de Henares, la obra surgió tras las visitas que la primera de ellas realizaba a prisión. Actualmente el proyecto se encuentra en un proceso de microfinanciación colectiva. “Vi que los niños lo pasaban muy mal en los locutorios, a través de los cristales. Se agarraban a los barrotes para no querer alejarse de sus padres”, introduce Delgado.
“Piensan que quizá sus hijos les dejen de querer por haber delinquido o que no querrán saber nada de ellos, por eso es una realidad muy difícil de abordar”, dice Laura Delgado, autora del cuento
Las dudas sobre cómo relatar al hijo pequeño que su padre cumple condena asolan tanto al propio interno como a la familia que sigue en libertad. “La mayoría no saben cómo afrontar la situación y muchos optan por mentir. Dicen que papá está fuera del país, o trabajando en una fábrica. Sobre todo, quieren evitar estigmatizar al crío”, añade la experta. La incertidumbre se acrecienta para la persona en prisión: “Piensan que quizá sus hijos les dejen de querer por haber delinquido o que no querrán saber nada de ellos, por eso es una realidad muy difícil de abordar”.
Orientado al público infantil desde los cuatro hasta los 12 años, el cuento es un intento, quizá el primero del sector del libro, de acercar una situación demasiado común para lo que la sociedad está preparada para ver. Ideado desde el más profundo cuidado y delicadeza, durante la documentación, Delgado contactó con un amigo suyo, profesor en Valencia de niños de unos cinco años. Le dijo que le preguntara en clase qué es la cárcel.
“Empezaron a dramatizar diciendo que eran sitios sucios, que dormían en el suelo o no les daban de comer. Uno de ellos también dijo que los presos se sentían solos y que se les podía visitar los fines de semana. Tenía información de primera mano. Ahí imaginé lo que tenía que ser para este crío que otros diez chiquillos dijeran que la gente que está dentro es mala o que había matado”, desarrolla la especialista en derecho penal y penitenciario.
Preguntas de niños que no saben responder los mayores
Nicolás, el protagonista del cuento, encarna el desconocimiento y el miedo que cualquier potencial pequeño lector siente si tiene a su padre en prisión. “En la obra nos hacemos eco de las recomendaciones de los profesionales hacia las personas cuidadoras de los menores de edad. Al final, se trata de realizar un ejercicio muy complicado de decir la verdad y no mentir por proteger, aunque no se vaya al detalle de lo sucedido”, aclara Delgado. Por eso, la comunicación emocional abierta y bidireccional se torna imprescindible a la hora de crear un clima de seguridad donde el niño o la niña pueda ir avanzando poco a poco. “Y de la mano de su madre, porque ella también está pasando por lo mismo, y es importante que el hijo lo vea”, apuntilla la escritora.
El cuento supone una bolsa de respuestas a preguntas que un adulto solo ha podido objetivar una vez escuchado a los más pequeños con detenimiento. De esta forma, a lo largo de sus 20 páginas Nicolás sabrá qué es la cárcel, cómo se vive dentro, qué puede hacer su padre mientras cumple condena, cuándo podrá ir a verle, cómo serán esas visitas.
La forma, imprescindible para el mensaje
Más allá del contenido, la forma en la que se esboza esta obra infantil esconde tiene un porqué. Delgado, cuando se planteaba cómo materializar el mensaje, se decantó porque fuera el padre y no la madre quien cumpliera prisión, así como un niño y no una niña quien protagonizara la trama. “Documentándome vi que esta era la opción correcta”, se reafirma. Así lo argumenta: “Por un lado, la situación de las mujeres presas es totalmente diferente. Además, el patrón suele ser este, en el que entra el padre y la madre se queda como cuidadora. Por otro lado, decidió que fuera un niño porque son ellos quienes más reproducen el rol delincuencial de sus progenitores. Las niñas tienen más facilidad para apartarse de esa senda”.
Tampoco se ha dulcificado el contenido. Las cárceles son lugares violentos y hostiles, por lo que el gris, el hormigón, las torres de control y las concertinas aparecen en las ilustraciones de Lorena Zamora. Conocida artísticamente como Lola Blazzze, escogió la acuarela con algunos elementos de collage para ilustrar las palabras escritas por Delgado, a las que engalana con un trazo fino, bien medido y acertado. “A Nicolás, el protagonista del cuento, le encanta la papiroflexia y quería que ese material estuviera presente en el cuento porque le da una calidez que me parece muy necesaria a este tema tan crudo”, explica.
“Pensé mucho en cómo reflejar al padre, por ejemplo, aunque finalmente no aparezca. También medité mucho en cómo pintar la cárcel”, comenta la ilustradora Lorena Zamora
Zamora no se ha librado de sus propios debates internos. Ser quizá la mayor y primera referencia para un niño o niña con su padre en la cárcel es algo que rebosa responsabilidad, y ella lo sabe. “Si queremos combatir los clichés con el cuento mismo, yo no podía reproducirlos en mi proceso de creación. Pensé mucho en cómo reflejar al padre, por ejemplo, aunque finalmente no aparezca. También medité mucho en cómo pintar la cárcel”, comenta la también encargada del diseño de la obra.
Imprimir en prisión, cerrar el círculo
Por el momento, tanto Delgado como Zamora se han embarcado en la última fase de la financiación de este proyecto, que han querido y necesitado socializar. “Lo más reconfortante de todo es que tu trabajo se vea reflejado y que pueda atender a los más vulnerables, como son los niños, en este tipo de situaciones, pero para eso necesitamos que salga adelante el crowdfunding”, enfatiza la ilustradora.
Además, intentan que el cuento sea impreso en los talleres de la prisión de Valdemoro, en Madrid. “No es algo que tengamos confirmado, pero sí hemos hecho algunas pruebas de imprenta. A nosotras nos encantaría poder involucrar a los internos que cumplen condena en la elaboración del propio cuento, y si no se puede hacer, les tendremos en cuenta para imprimir las postales o ilustraciones que acompañan los diferentes packs del crowdfunding”, concluye Delgado.