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Chile
“El gobierno de Boric juega con una Constitución que impide cualquier acción transformadora”
Alondra Carrillo Vidal fue una de las cinco candidatas de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo para formar parte del Convención Constitucional y la única que fue finalmente elegida para formar parte de este órgano encargado de redactar una nueva constitución para Chile. El resultado de ese trabajo, que comenzó en julio de 2021, fue un texto sometido a votación el 4 de septiembre de este año en un plebiscito en el que ganó el “no” a la nueva Carta Magna.
Es psicóloga clínica y fue vocera de la Coordinadora 8 de Marzo entre 2018 y 2020. En el año 2006, siendo estudiante de secundaria, se unió al movimiento estudiantil que entonces empezó a organizarse en un proceso que culminó con el estallido del 19 de octubre de 2019.
Carrillo Vidal va a estar varias semanas en Europa para participar en una serie de encuentros políticos que han surgido en torno al Festival Los Pueblos Quieren que se celebró en octubre en Montreuil, Francia, organizado por la Cantina Siria. Con estos encuentros, activistas de diferentes países pretenden compartir las experiencias recientes que vienen marcadas por la capacidad de incidencia de un feminismo de masas, un contexto al que en Chile se suma el revulsivo que ha supuesto la experiencia constituyente que Carrillo no da por cerrada. Pasó por Madrid para estar en el acto Ríos buscando su cauce, el pasado 1 de diciembre.
Te politizaste en lo que se llama “la Revolución Pingüina”. ¿Qué es esto y cómo te atraviesa a ti en particular?
La Revolución Pingüina es el nombre que adquiere una movilización estudiantil que marcó a nuestra generación. Se inicia el año 2006 contra los efectos segregadores y contra el desmantelamiento de la Educación Pública, producto del marco institucional de la educación en Chile, que fue impuesto por la dictadura cívico militar. Fue un momento de irrupción callejera por parte de diversos sectores de la sociedad, pero particularmente con mucha fuerza de los sectores secundarios. Yo estaba en la escuela secundaria en ese momento y es el punto de arranque de un proceso de movilización que el año 2011 tiene un momento de mucho auge, una vez que esta misma generación pasa del espacio secundario a la educación universitaria. La fuerza de este movimiento permite, entre otras cosas, una crítica generalizada de la ausencia de derechos sociales en el marco del Estado subsidiario y una crítica a la forma en la que se había administrado una institucionalidad neoliberal prácticamente inalterada desde la dictadura y durante toda la transición pactada.
Mi participación fue la participación de una estudiante secundaria de base. Yo estaba en primer año de secundaria y el movimiento estudiantil me encontró en un colegio particularmente cargada de una memoria militante. Era un colegio que había sido un espacio de un espacio político relevante durante la dictadura y que tenía esa memoria también, que tenía fuerzas políticas en su interior. Y esas fuerzas políticas comienzan a abrir espacios de discusión política, de debate, instancias asamblearias e instancias también de conexión política con las escuelas más movilizadas de mi comuna.
Yo soy parte de un sector del sur oriente de Santiago, de parte de los barrios de la clase trabajadora, obreros, y en la construcción de ese tejido es que yo comienzo a observar y a ser parte de una dinámica que había sido totalmente ajena a mi vida hasta ese momento, ausente de cualquier espacio de participación política y que empieza a poner algunas coordenadas. Me sentí en una posición testigo, pero también comenzando a observar y a sentirme parte de esos ejercicios de discusión política, de democracia directa.
Para la altura del 2014 el feminismo comienza a aparecer como una fuerza social por sí misma, que atraviesa muchos más espacios, además de aquellos involucrados en la lucha directamente estudiantil, y que comienza a perfilarse como un movimiento transversal
En esos inicios de los que me hablas, el año 2006 o durante ese de 2011, ¿dirías que el movimiento que se produce ya es feminista o irrumpe luego el feminismo? ¿Como crees que se relaciona esta revolución social con el feminismo?
El feminismo en Chile tiene una larguísima historia que comienza a inicios del siglo XX y que ha estado siempre presente en la historia del movimiento obrero y del movimiento social. Sin embargo, el 2006 y el 2011, para quienes participábamos de estas movilizaciones de manera muy intensa y que le dedicábamos gran parte de nuestra actividad, esta dimensión no estaba tan imbricada, no estaba tan presente y se fue abriendo paso gracias a la insistencia y a la porfía feminista de muchas compañeras que estaban organizadas fuera del movimiento estudiantil y que empezaron a llevar esos debates dentro del movimiento estudiantil.
El año 2012 se conforma La Alzada, que es una pequeña colectiva que expresa en Santiago una realidad que también tiene lugar en otros puntos del país, que es una politización feminista del debate político abierto por el movimiento estudiantil. Y el año 2013, Melissa Sepúlveda llega a la cabeza de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, uno de los espacios en ese momento más dinámicos y más relevantes de la política estudiantil y es la primera presidenta feminista en una presidencia de una federación universitaria en Chile. El año 2014, con el impulso de la presidencia de Marissa Sepúlveda, se desarrolla el primer encuentro y primer congreso por una educación pública no sexista. Y esta dimensión, este vector de politización feminista, va desarrollándose, desplegándose crecientemente. Y el año 2016, con la irrupción de Ni una menos, y luego el 2017 y el 2018 son los momentos en que con mayor fuerza esta politización feminista del conflicto estudiantil se desarrolla y abre camino también a un nuevo momento de irrupción de masas del movimiento feminista en Chile.
Y esa es la dimensión que refiere a la politización del conflicto estudiantil. Pero ya para la altura del 2014, 2015, 2016, el feminismo comienza también a aparecer como una fuerza social por sí misma, autónoma, que atraviesa muchos más espacios, además de aquellos involucrados en la lucha directamente estudiantil y que comienza a perfilarse como un movimiento transversal. Quizá uno de los rasgos más relevantes del feminismo del último ciclo sea su presencia en prácticamente todos los espacios que se estaban organizando —socioambientales, por la vivienda, por condiciones laborales dignas— y una acción política feminista masiva.
América Latina
América Latina El despertar de Chile
En octubre de 2019 de pone el foco en Chile por el estallido social. 2018 y 2019 son también los años de las huelgas feministas más potentes. ¿Cómo se relacionan las huelgas feministas con lo que pasó en Chile a partir de octubre de 2019?
El proceso de la huelga general feminista en Chile se comienza a desarrollar en el año 2018 en una decisión conjunta que da lugar a la existencia de la coordinadoras 8 de Marzo, pero que también se asume por diversos sectores del movimiento social y que permite poner sobre la mesa tres cuestiones que van a ser centrales luego. Por una parte, la articulación y la movilización social transversal contra lo que el movimiento feminista llama la “precarización de la vida”, es decir, ya no uno u otro aspecto parcial de la conflictividad neoliberal, sino un diagnóstico generalizado de una tendencia al deterioro creciente y a la precarización creciente de las condiciones de vida de la amplia mayoría de la población, y que son apuntadas también como las que hacen posible y mantienen, reproducen continuamente también la violencia patriarcal contra la que se ha levantado el movimiento feminista en Chile durante los últimos años. Entonces tiene esa dimensión de un diagnóstico y de apuntar a una crisis de precarización de la vida. Y señala también que tiene responsables políticos. Y esos responsables políticos son quienes han administrado esas condiciones de precariedad durante las últimas décadas en Chile. Esto va a estar muy fuertemente presente también en la revuelta iniciada el 18 de octubre del 2019.
Por otra parte, el llamado a una acción que es al mismo tiempo un hito y un proceso. Ese hito es un hito de interrupción de la normalidad neoliberal y un llamado a no volver a esa normalidad nunca más a levantar un proceso creciente de movilización que pueda abrir una nueva etapa histórica en nuestro país, que permita echar abajo la institucionalidad neoliberal y darnos una institucionalidad democrática que permita combatir esta tendencia a la precarización de la vida.
Y en una tercera dimensión, esta huelga general feminista, una de las movilizaciones más masivas después la dictadura, tiene lugar el 8 de marzo del 2019 y permite llegar al momento de la revuelta, al estallido que se da el 18 de octubre, con un movimiento feminista fortalecido y con una orientación de proceso que se inscribe dentro de la revuelta popular.
Esta íntima relación entre los procesos de autoorganización y movilización feminista y la revuelta popular queda ratificada en dos momentos, también alrededor del 25 de noviembre, cuando irrumpen las tesis en medio de la de la protesta popular, en medio de la revuelta abierta y el 8 de marzo del 2020, que es la última gran movilización de masas de de la revuelta antes del encierro por la cuarentena del covid y que muestra ya ese 8 de marzo que varios meses después de iniciada la revuelta, esta sigue abierta y es marcadamente también una revuelta feminista. Una revuelta que pone en el centro de la vida de las mujeres y de las niñas, que pone en el centro la denuncia y la crítica de la violencia patriarcal y también el deseo de una organización radicalmente distinta de la vida del poder en Chile.
Hablaremos de ese proceso constituyente, pero voy a empezar preguntándote por el resultado. En la votación del 4 de septiembre se rechaza el texto constitucional propuesto, y se rechaza con una mayoría amplia. ¿Podrías dar algunas claves de cómo interpretar ese resultado?
Voy a tratar de ir respondiendo esto en distintos niveles. El primero que habría que situar es el carácter de esta elección. A diferencia de todos los otros eventos electorales de la historia de nuestro país pero especialmente también, a diferencia de los últimos diez años de votación de eventos electorales, el plebiscito de salida del proyecto constitucional tiene el carácter de ser una votación obligatoria con inscripción automática. Y esto significa que hay varios millones de personas que no habían participado de los eventos electorales previos ni de la definición de convencionales constituyentes, ni tampoco de la elección presidencial y que sí se hacen parte de este evento electoral. Es decir, hay una participación popular extraordinariamente elevada que hace que esta elección sea la fotografía política más compleja y más completa que haya en nuestro país en los últimos, en las últimas décadas.
Lo segundo que sería importante decir es que el rechazo expresado en el plebiscito del 4 de septiembre no tiene un único sentido, tiene múltiples sentidos y eso es posible de identificar rápidamente desde el momento en el que se empiezan a indagar en las razones que hay detrás de la decisión de rechazar el 4 de septiembre y que nos lleva a nosotras a mantener una pregunta, como una pregunta necesaria de construir y de presentar: ¿Que es qué fue rechazado el 4 de septiembre? Por una parte, sin duda que hay una dimensión del rechazo que supone una valoración del proyecto constitucional y un reparo a algunos aspectos del proyecto constitucional en algunos sectores de la población. Estos reparos dicen relación con cuestiones asociadas a la propiedad de los fondos de pensiones, la propiedad de la vivienda, dicen relación también con un rechazo a las a la idea de que, por ejemplo, la plurinacionalidad pudiera representar una fragmentación de la identidad nacional y también un rechazo o incluso una valoración positiva de diversos aspectos del texto constitucional, pero que en su conjunto no resultaban ser tan persuasiva como los aspectos que podían resultar problemáticos o que podían encender alertas o temores en la población. Pero también expresa, sin duda, una evaluación política del órgano constituyente por sí mismo, de su capacidad de representar y de llevar adelante la tarea que le fue encomendada. Expresa una valoración también del gobierno de Gabriel Boric y expresa también una valoración de las condiciones de vida de la población, que son hoy peores que ayer.
Junto a este carácter necesariamente plural del rechazo, es decir, de esta diversidad de dimensiones que se pusieron en juego en el resultado electoral del 4 de septiembre también, sin duda, hay que mencionar la profunda desigualdad en la posibilidad de acceder tanto al proyecto constitucional como a la información relativa a este proceso, como una desigualdad, no solamente en términos de que la campaña del “apruebo” y la campaña del “rechazo” tuvieron muy desiguales recursos, participación en televisión pública, vocería, etcétera, sino también en la desigualdad a nivel social, es decir, en la imposibilidad de amplios sectores de la población de acceder incluso al texto constitucional. Esto por los obstáculos concretos la imposibilidad de acceder al proyecto, de poder conocerlo, de poder debatirlo, la premura del tiempo, entre otras determinaciones de esas características.
No es posible afirmar que si la gente hubiese podido conocer el proyecto constitucional más allá de esta campaña de desinformación lo hubiese aprobado, pero sí es necesario señalar también este marco
Pero también, obviamente, por supuesto, la campaña de desinformación y de mentiras activas divulgadas. No es posible afirmar que si la gente hubiese podido conocer el proyecto constitucional, más allá de esta campaña de desinformación, de mentiras y de esta desigualdad, lo hubiese aprobado, pero sí es necesario señalar también este marco, que no es posible desatender porque también configuró el proceso de relación con el proyecto constitucional y con la decisión del 4 de septiembre.
En lo que refiere a los sectores organizados con una vocación antineoliberal al movimiento social que se autorepresentó por primera vez en la institucionalidad política chilena en el marco del proceso constituyente es muy importante para nosotros también reconocer que nos embarcamos en una enorme tarea de enormes proporciones, tanto en su alcance de masas como en la envergadura y en la dimensión simultánea de todos los conflictos que desarrollamos con precarias herramientas organizativas y comunicacionales.
Entonces, para nosotras también la identificación del sentido del rechazo, esta desigualdad en el acceso al conocimiento del proceso es también la orientación de una tarea para el futuro. ¿Cómo podemos organizarnos desde el movimiento social, desde los sectores con una vocación antineoliberal, desde los sectores que buscamos la apertura de un camino de justicia y dignidad para toda la población en Chile para que no vuelva a ocurrir que cuando nuestro pueblo nos busque, no nos encuentre? ¿Cómo podemos asegurarnos de estar ahí en cada uno de los territorios del país, con una capacidad común de despliegue que pueda hacer frente a lo que nos tocó enfrentar en esta ocasión, que es el cierre institucional de muy diversas autorías en la defensa de la institucionalidad pinochetista que hoy continúa vigente?
¿Sigue vigente aun con el triunfo electoral de Boric?
La institucionalidad pinochetista en Chile está configurada en múltiples niveles, pero está consagrada en el nivel más elevado en la Constitución del 80. La Constitución del 80, con el resultado electoral del 4 de septiembre, permanece vigente. Ese es el efecto jurídico del rechazo y por lo tanto, la Constitución impuesta por la dictadura y toda la institucionalidad que se sigue de ese marco constitucional permanece vigente. Y hoy el gobierno de Gabriel Boric juega en esa cancha, trazada por una Constitución diseñada para impedir cualquier acción transformadora y que, en palabras de Jaime Guzmán, tiene el propósito de asegurar que, sea quien sea que gobierne, está obligado a ser más o menos lo mismo que la dictadura hubiese querido hacer. Esa es el la neutralización política y el marco abusivo diseñado por una Constitución destinada a salvaguardar los beneficios de los sectores que se enriquecieron con la dictadura cívico militar y que hoy vuelven a ostentar ese poder. Sin embargo, esta vigencia sin duda que está sobre pilares de arena, los sectores del régimen, los sectores afines al régimen, los sectores que estuvieron por el rechazo, saben que la Constitución del 80 está en una bancarrota social que no tiene ningún respaldo y la amplia mayoría de la población sigue demandando una nueva constitución. Sin embargo, hoy efectivamente, permanece vigente la Constitución del 80 y lo va a seguir hasta que no tengamos la posibilidad de reemplazarla por una Constitución que eche por tierra los pilares de este régimen que hoy están protegidos.
El proceso constituyente en Chile no inicia ni termina con el acuerdo institucional que dio lugar al itinerario de la Convención Constitucional y a los plebiscitos que hemos atravesado
¿Cómo fue tu participación en ese proceso? ¿Fue realmente un proceso democrático y participativo, o más bien uno en el que los sectores más politizados se implicaron mucho sin que la participación llegara sectores más amplios? ¿Dónde os deja el resultado del 4 de septiembre?
El proceso constituyente en Chile no inicia ni termina con el acuerdo institucional que dio lugar al itinerario de la Convención Constitucional y a los plebiscitos que hemos atravesado. Inicia antes de eso, con el con la revuelta popular, con un proceso de autoorganización popular masivo que se desarrolló en el país y continúa en la vigencia de la necesidad de contar con un marco institucional que pueda permitir hacer avanzar una respuesta al desastre que ha generado la vida neoliberal en Chile. El hecho de que este proceso no inicie ni termine con el itinerario institucional es también una muestra de que el rechazo deja planteados los mismos problemas que dieron lugar a todo el proceso que hemos atravesado.
El proceso institucional en el que nosotras decidimos tomar parte, como lo hicieron amplios sectores del movimiento social y sectores auto organizados luego de la revuelta popular, se desarrolló en un escenario sumamente complejo. Se desarrolló en un marco de tiempo acotado, en medio del encierro y de las condiciones de limitación de la acción callejera dados por la pandemia del covid-19, y también en un contexto de agudización y profundización de la crisis económica que redundaron en una desmovilización significativa durante los últimos años. Y en ese sentido, efectivamente, la demanda por un proceso, por una Asamblea Constituyente, en el que se involucraran activamente amplios sectores de la sociedad, encontró un obstáculo, un límite también en las condiciones en las que se desarrolló el proceso constituyente, en el que se volcaron efectivamente los sectores más organizados, largamente organizados, establemente organizados del movimiento social y que plasmaron allí también reivindicaciones y orientaciones programáticas construidas durante un largo tiempo de confrontación antineoliberal. Nosotras fuimos parte de esas voces. Nuestra voz se construyó desde el movimiento social, se construye desde el movimiento social feminista y desde la autoorganización vecinal territorial que se levantó al calor de la revuelta popular. Eso acompañó todo el desarrollo de nuestro proceso y es el programa de la huelga general feminista el que nosotras defendimos adentro del proceso constituyente.
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Los feminismos chilenos muestran su fuerza mientras cae el crédito de Piñera
El Encuentro Plurinacional de las que Luchan reúne a 3.000 mujeres mientras el grito “el violador eres tú” continúa extendiéndose. Las chilenas convocarán una huelga productiva y reproductiva el 8 de marzo.
Sin embargo, la imposibilidad de involucrar a amplios sectores en el proceso constitucional, la imposibilidad de contar con los recursos para llegar a todo el país, los límites que se impusieron al órgano constituyente para impedir el desarrollo de una tarea de esa envergadura, la indisposición total por parte de los medios de comunicación para desarrollar esos ejercicios de formación y de discusión popular amplia, así como la debilidad organizativa de las organizaciones del movimiento social luego de la pandemia, luego de la crisis económica que estamos viviendo. Son todas dimensiones que configuraron límites muy importantes al desarrollo amplio de este proceso. ¿Qué viene ahora o cuál es el futuro que se abre en este momento? Es algo extremadamente incierto en Chile.
Hay cuestiones hoy que están presentes y que no estaban ayer como una articulación nacional del movimiento social, por ejemplo, de múltiples organizaciones del movimiento social que hoy se articulan en la Coordinadora de Movimientos Sociales y que tienen niveles de articulación nacional que no existían previo al proceso constituyente. Por lo tanto, la posibilidad de generación de procesos comunes, de espacios comunes para el pensamiento político, para interrogar este presente tan difícil en el que nos encontramos y poder imaginar las trayectorias posibles de una reconstrucción por abajo de la capacidad movilizatoria y de la defensa programática de la. De tomar el proyecto constitucional como la síntesis programática de muchas de nuestras reivindicaciones y poder también discutir sobre las ausencias, los vacíos, aquello que no está presente en el texto constitucional y que reviste caracteres de urgencia, como la necesidad de un programa económico de superación neoliberal. Son todas cuestiones que no estaban antes, que están ahora y que son positivas para imaginar un futuro en el cual pueda ir configurándose la irrupción de una fuerza política y social de la mano de estos ejercicios de organización que llevan tantos años en Chile desarrollándose, que vienen desarrollándose desde la Revolución Pingüina y que y que también tienen experiencia o reúnen experiencias de movilización muy diversas, muy heterogéneas antineoliberales.
Pero es un momento difícil, porque hay sectores que durante la revuelta no tuvieron la posibilidad de irrumpir, hoy en un escenario de debilitamiento como el que está configurado sí, han pasado a una línea mucho más ofensiva y eso es la extrema derecha y eso es el populismo de extrema derecha, encarnado, entre otros, por el partido de la gente encarnado por el Partido de la Gente, por el Partido Republicano, que están encarnando una posibilidad de profundización de la de la respuesta neoliberal a este conflicto. Y eso lo hemos visto en otros territorios, lo estamos viendo pasar en Italia, lo vimos pasar en Brasil con Bolsonaro, lo estamos viendo avanzar también en diversos sectores de España y es una cuestión todavía abierta.
El internacionalismo ha sido una dimensión central del feminismo que hemos venido construyendo y, en esa clave, los procesos de huelga feminista de los últimos años han sido extremadamente relevantes para inspirar y para contagiar nuestra propia acción política
Recientemente ha habido un intento de despenalización del aborto en Chile, pero la oportunidad quedó cerrada. Este aspecto se introdujo en el texto constitucional rechazado. ¿En qué punto está la lucha por los derechos reproductivos en Chile?
Efectivamente, en medio del proceso constituyente, la cuestión del aborto apareció en dos sentidos. Por una parte, el Congreso votó un proyecto de despenalización del aborto en un país donde el aborto es considerado un delito, es parte del Código Penal, y lo rechazó. Y, por otra parte, en el proceso constituyente, paritario por primera vez en la historia de la humanidad, con una fuerte participación de sectores del movimiento feminista, los derechos sexuales y reproductivos avanzaron al punto de ser reconocidos como derechos fundamentales. Este avance de la mano de la auto representación del movimiento feminista y también de alianzas transversales feministas dentro y fuera de la convención constitucional nos da una orientación acerca de cómo podemos seguir avanzando. Hay sectores que han depositado en el reconocimiento de la interrupción voluntaria del embarazo con rango constitucional una de las razones para el rechazo. Pero sin embargo en diversos instrumentos de medición incluyendo por ejemplo la encuesta Feedback, que salió poco después del resultado del plebiscito, incluso el aborto, que es una de las dimensiones más controversiales del programa feminista, aparece con una aprobación superior al 60%. Han sido los sectores de ultraderecha los que han intentado hacer retroceder al movimiento feminista en este plano luego de la derrota electoral del plebiscito. Pero, sin embargo, constituyen hoy un sector minoritario de la población. Yo creo que podemos confiar en que este proceso de avance del reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos como derechos fundamentales puede seguir profundizándose mientras llevemos adelante la tarea que las compañeras argentinas iluminaron tan claramente que la despenalización social del aborto, es el reconocimiento del carácter de clase que tiene esta reivindicación y la necesidad de poder seguir contando con un marco que reconozca y proteja la autonomía sexual y reproductiva de las mujeres.
¿Qué relaciones crees que entre el feminismo de España y el feminismo de Chile?
Para nosotras el internacionalismo ha sido una dimensión central del feminismo que hemos venido construyendo. Y en esa clave, por supuesto que el proceso en España, también en Italia, en Polonia, los procesos de huelga feminista de los últimos años han sido extremadamente relevantes para inspirar y para contagiar nuestra propia acción política. Hemos observado también las dificultades y los obstáculos que han tenido acá en España con mucha atención. Hemos observado la irrupción de discursos de odio al interior del movimiento feminista. Hemos observado el debate sobre la violencia de género y su procesamiento institucional. Y permanentemente estamos atentas a ir observando el devenir de uno de los movimientos feministas más potentes de los últimos años y que nos permitió iluminar en Chile el proceso de la huelga en un país donde la huelga está prohibida para el sector público y fuertemente limitada para el sector privado. Y por lo tanto, esos contagios internacionales e internacionalistas son también parte de lo que queremos intencionar con esta ruta de encuentros políticos y el paso por España, primero por Catalunya, Barcelona y luego aquí en Madrid tienen ese propósito y buscan permitir la mantención de esos vínculos internacionalistas propios de ésta, de este nuevo ciclo del movimiento feminista.
Y para nosotras es también muy importante que desde los feminismos que aquí se desarrollan, desde las y no solamente los feminismos, hemos tenido una agenda de encuentros con organizaciones antineoliberales, con las comunidades chilenas en la diáspora, acá en Europa, con organizaciones sociales de base, creemos que es muy importante poder transmitir los desafíos políticos, los procesos políticos que hemos enfrentado, los procesos políticos que desarrollamos en la organización de la huelga, en la revuelta popular, en el proceso constituyente y cómo hoy estamos sacando balances para la continuación del proceso de lucha antineoliberal que está abierto en Chile.