Palestina
Embargo de escaparate, pasillo de guerra: las bases de EEUU al servicio de Israel

Pedro Sánchez proclama a bombo y platillo un embargo total de armas a Israel, presume de cerrar puertos y espacio aéreo, pero calla lo esencial, que es que las bases de Rota y Morón siguen funcionando como pasillo logístico desde Estados Unidos hacia Tel Aviv. Esto no es una hipótesis, sino que es un hecho. En octubre de 2024, el buque estadounidense MV Sagamore hizo escala en Rota cargado con material militar con destino al puerto israelí de Ashdod, justo después de que el Gobierno hubiera anunciado que no lo permitiría. En diciembre del mismo año, el Middle East Eye reveló otro envío de más de mil toneladas de munición a Israel en un barco que también pasó por instalaciones estadounidenses en España. Es de suponer que, dada la situación estratégica de nuestras bases, estas se siguen usando con asiduidad para abastecer de armas a Israel.
Todo esto se produce en contra del marco legal del Convenio de Cooperación para la Defensa entre España y EE.UU., que es claro:
– Su artículo 2.2 limita el uso de las instalaciones a objetivos dentro del ámbito bilateral o multilateral pactado, y establece que cualquier otro uso requiere autorización previa del Gobierno español.
– El artículo 24.1 reafirma la plena soberanía de España sobre su territorio y espacio aéreo.
– El artículo 25.5 obliga a que vuelos o cargas con objetivos fuera del Convenio obtengan autorización expresa de Madrid.
¿En qué artículo entra el envío de armas a Israel? En ninguno. No es defensa bilateral —porque no protege a España ni a Estados Unidos—, ni es una operación OTAN ni un mandato internacional en el que España participe. Por tanto, está fuera del Convenio y solo puede hacerse si el Gobierno español da su visto bueno. Es decir, si esas armas pasan, es porque Sánchez lo tolera.
El contraste con la historia es brutal. En octubre de 1973, durante la Guerra del Yom Kipur, el ministro de Exteriores Laureano López Rodó comunicó a Washington que España no permitiría que sus bases se usaran, ni directa ni indirectamente, para apoyar a Israel. Y Estados Unidos se vio obligado a montar el puente aéreo de la Operación Nickel Grass desde Azores, porque desde España no pudo.
Hoy, en cambio, lo que nos vende Sánchez es una escenificación, ya que nos anuncia vetos en público mientras en la práctica las armas siguen fluyendo por Rota y Morón. El marco jurídico existe y los precedentes también. Lo que le falta a Sánchez es valor para defender lo que es justo y le sobra cobardía para colaborar con los genocidas.
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