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El día 15 marzo hay convocada una huelga global por el clima, bajo el lema #fridaysforfuture miles de adolescentes llevan meses manifestándose en un movimiento iniciado por una adolescente sueca, a estas alturas muy conocida, Greta Thunberg. Greta un día se deprimió por la situación del planeta y el negro futuro que le esperaba a ella y a otros jóvenes, y convenció a sus padres para dejar de comer carne y de volar en avión, y finalmente dejar de ir a la escuela todos los viernes, hasta que su país cumpla los compromisos adquiridos en París en el año 2015. Greta tuvo la ocasión de hablar en Katowice, en la COP21, y su discurso se hizo viral por su energía y contundencia, vale la pena recordar sus palabras:
“Vosotros solo habláis de crecimiento económico verde eterno porque tenéis miedo de ser impopulares […] Nuestra biosfera está siendo sacrificada para que la gente rica en países como el mío tengan la oportunidad de vivir con lujo. Es el sufrimiento de muchos el que paga los lujos de pocos […] Y si las soluciones dentro del sistema son tan difíciles de encontrar quizás deberíamos cambiar el propio sistema.”
Meses después de aquello, el supuesto “periodista independiente” Cory Morningstar ha convertido el discurso disruptivo y antisistema de Greta en una defensa del neoliberalismo desbocado y sin freno.
¿Cómo ha sido posible? En una serie de siete larguísimos artículos (el tiempo de lectura de la serie completa llega a las 14 horas, lo cual desanima a cualquiera e invita a quedarse apenas en la superficie), Cory va desgranando una serie de afirmaciones falsas, establece relaciones entre personas basándose en hechos anecdóticos y sustenta todo su discurso en una filosofía chatarra y nociva. Merece la pena dedicar unos minutos a analizar cómo se manufactura la desmovilización, para el consenso, con el objeto de desarrollar un sentido crítico que se sustente en algo más que la reactividad epidérmica que veo en muchos amigos y activistas.
Narrativas
Cory inicia su serie poniendo las cartas sobre la mesa, en un ejercicio de honestidad, a través de sus artículos tratará de crear una historia, una historia dirigida a nuestras emociones, a continuación reproduzco la cita con la que inicia toda su exposición:
“¿Cómo es posible para ti ser tan fácilmente engañado por una simple historia, porque estás siendo engañado? Bueno, ello se debe a una cuestión central que es la implicación emocional. Cuanto más emocionalmente implicado estés en algo en tu vida, menos crítico y menos objetivamente observante serás” David JP Phillips The Magical Science of Storytelling.
¿Cuál es la historia que nos cuenta Cory? Se dirige, como bien propone Phillips, al punto débil del activista, su miedo irracional a ser manipulado ¿Y si todo lo que hacemos, nuestro consumo, nuestro trabajo, nuestras protestas, nuestras reivindicaciones y postura política, en realidad sirven para apuntalar aquello que destetamos y contra lo que luchamos?
En esta historia hay un maestro de marionetas, como en la canción de Metallica:
"Maestro de marionetas, estoy tirando de tus hilos
Torciendo tu mente y rompiendo tus sueños
Cegado por mí no puedes ver nada
Solo dices mi nombre y oigo tu grito de terror
¡Master! ¡Master!"
Alguien que mueve los hilos entre bambalinas, y que se sitúa muy cerca de la omnipotencia, mientras que el activista se sitúa muy cerca de la impotencia. Nuestra experiencia en esta sociedad, tan gigantesca para un individuo, favorece este sentimiento de impotencia que es tan bien alimentado por Cory, y nuestra forma de pensar, en términos lineales de causa y efecto en lugar de en términos de sistema, favorece que atribuyamos aquello que vemos a las acciones de alguien malvado y casi omnipotente. Es una narrativa que encuentra eco fácil en nosotros, y un auténtico clásico de la desmovilización.
Entrando en los detalles, la historia que nos cuenta Cory es que la clase dirigente, que dirige las grandes corporaciones, está creando un estado de alerta en la población. Este estado de alerta les servirá para aplicar unas políticas, concretamente un llamamiento a un esfuerzo extraordinario de movilización similar a una situación de guerra, el llamado Green New Deal, y que detrás de esa política lo que se encuentra es la mercantilización de la naturaleza. Como veremos más adelante, esta historia es en parte falsa, y en parte está sustentada en afirmaciones que si bien no se pueden denominar falsas, carecen de base sobre la que sustentarse.
Obviar los hechos inoportunos
Como buen “periodista independiente” Cory no deja que la realidad le estropee una buena historia. Si hablamos de Greta Thunberg el sentido común más elemental debería llevarnos a sus actos y sus palabras, a lo que esta persona dice, a su discurso, y a lo que hace, sin embargo esto no aparece en la historia de Cory.
Thunberg no es una ecocelebrity como Leo di Caprio, que hace llamamientos a concienciarnos del problema mientras vive con la huella de carbono de un millón de personas comunes. En el caso de que tenga que viajar a Nueva York, Greta se plantea ir en barco mercante, para no coger el avión, uno más de los gestos de austeridad de este adolescente.
Tampoco aparece citado su discurso en Katowice, que ya comentamos al principio de este artículo. Sí se cita su discurso igualitario en Davos:
"Hay quienes dicen que la crisis climática es algo que hemos provocado todos. Pero esa es solo otra mentira conveniente, porque si todos somos culpables, entonces nadie tiene la culpa. Y alguien sí tiene la culpa. Algunas personas –algunas compañías y algunas personas que toman decisiones en particular– han sabido exactamente los valores incalculables que sacrifican para producir cantidades inimaginables de dinero"
Tan solo para mencionar que Greta subió un discurso muy similar a la red tres días antes. Según Cory esto sería una prueba de que alguien ha escrito ese discurso por ella, que se sabía lo que iba a decir, y que se buscaba que dijese eso.
Magnificar hechos triviales
Toda esta historia de Cory está salpicada de anécdotas que supuestamente son pruebas irrefutables de la conspiración orquestada que está utilizando a Thunberg para alarmar a la población. Por poner un ejemplo, una foto en un tren se utiliza para establecer una relación entre Jennifer Morgan y Greta. Morgan es la directora ejecutiva de Greenpeace internacional. Parece de lo más normal que cualquier directivo de una organización ecologista quiera hacerse una foto con Greta, pero no, debemos dar por supuesto que Morgan es la mano que mece la cuna de Thunberg, y debemos dar por sentado que Greenpeace es el diablo, aunque lo único que dice el texto sobre Greenpeace es lo siguiente:
"El mundo no debería exceder un incremento de temperatura global de 1º C solo para demandar que no exceda de 2ºC en 2009".
Una dramática rectificación, sin duda, pero ello no convierte a Greenpeace en el epítome de la defensa del capitalismo desbocado. A lo largo del texto de Morningstar debemos asumir como acto de fe que personas como Naomi Klein, Michael Moore o Bernie Sanders son auténticos puntales del capitalismo más extractivo, militarista y salvaje a la altura de Milton Friedman y Frederick Hayek, o que movimientos como Democracy Now o el 15-M son de pseudoizquierda.
Toda esta historia comienza con un tweet, el tweet de Ingmar Rentzhog, un emprendedor que ha creado We don't have time, una red social para valorar a empresas por su desempeño en la lucha contra el cambio climático. Según Morningstar We don't have time ha incluido a Thunberg y otra joven activista como asesora especial para los jóvenes de la fundación sin ánimo de lucro creada en torno a la compañía, como prueba deja un enlace que conduce a la página About de We don't have time, página que no contiene mención a Thunberg. Sí que se menciona en ella a Jamie Margolin, la otra joven activista nombrada, aunque se especifica que no recibe ninguna compensación.
Thunberg y su familia han desmentido cualquier relación con We don't have time, mediante un comunicado en sus redes sociales, en cualquier caso, el estilo de Morningstar a lo largo de toda la serie es el mismo, relacionar a personas con empresas, organismos y compañías, lo cual resulta bastante fácil, todos trabajamos en alguna de ellas, a excepción, claro está, de las personas “independientes”. Una vez establecida la relación de esa persona con una compañía cualquiera, se asume que la citada compañía es tremendamente dañina sin necesidad de ninguna prueba.
Hacer afirmaciones falsas
Como ya hemos explicado la historia que nos cuenta Morningstar es la de un manipulador casi omnipotente que se aprovecha de Thunberg para crear un estado de alarma social que permita llevar adelante un Green New Deal que abra la puerta a la comercialización de la naturaleza y el cobro por servicios medioambientales.
Lo cierto es que por lo que sabemos hasta ahora sobre el New Green Deal, no es cierto que abra la puerta a la comercialización de la naturaleza y al cobro por servicios medioambientales. En realidad, si nos atenemos a la resolución presentada ante el congreso de EEUU por Alexandria Ocasio-Cortez parece que va en la dirección contraria. Lejos de las grandes soluciones de geoingeniería para capturar carbono apuesta por:
“Retirar los gases de efecto invernadero de la atmósfera y reducir la polución restaurando los ecosistemas naturales mediante probadas soluciones de baja tecnología que incrementen el almacenamiento de carbono en los suelos, como la preservación de suelos y la reforestación.”
Entre otras medidas como apostar por una agricultura familiar y más diversa.
La dañina ideología de Cory Morningstar
Si la narrativa de Morningstar toca emocionalmente a los activistas es porque comparten con él/ella una visión común del mundo, de la sociedad y de cómo funciona. Esto es quizás lo más grave porque supone un obstáculo para la unión de todos los interesados en un esfuerzo cooperativo. Veamos en detalle algunas afirmaciones que de forma implícita o explícita aparecen en la serie de artículos:
Si nuestro comportamiento favorece a una empresa, queda invalidado. Si la sociedad se mantiene, y se reproduce, aunque nunca podamos trazar una imagen estática de ella, ya que siempre está cambiando, es porque, en la terminología de Sorokin, los sistemas culturales tienden a acoger lo similar, y readaptarlo, y rechazar lo que es distinto (ello no quiere decir que no puedan existir conductas contraculturales, la sociedad no es lo mismo que su cultura hegemónica). Si uno tiene un martillo todo se convierte en clavo. Si lo importante es el dinero, se intentará hacerlo de cualquier cosa
Es imposible estar libre de que nuestro comportamiento sea usado por otro, lo importante es que la suma de consecuencias que tenga sea positiva.
Los actos contraculturales, o antisistema, son los únicos que tienen validez, no sirve de nada protestar o “decir la vedad al poder”. Los actos de un individuo dependen de sus creencias y valores, de las historias que considera válidas, pero en la sociedad tenemos narrativas en disputa. Dar visibilidad a un problema grave y global, y hacerlo con una retórica que cuestiona el sistema, como lo hace Thunberg, no es neutral, favorece más a una narrativa frente a otras posibles (como por ejemplo el discurso de Steven Pinker de que vivimos en el mejor de los mundos posibles), ello tiene consecuencias en las creencias de las personas y en sus acciones futuras.
Todos los capitalistas son iguales y todos los que no estén conmigo están contra mí. Quizás algunas propuestas de la socialdemocracia nos resulten del todo insuficientes, pero ello no lo hace equiparable al negacionismo de Trump y del partido republicano norteamericano.
Solo las empresas se pueden aprovechar de los cambios de la opinión pública. No creo que haya nadie, ninguna empresa, llevando a un “estado de alarma climático” a la población. En Madrid no veo a gente aterrada dando vueltas en círculos. Sí creo que hay analistas políticos y think tanks que interpretan datos, y que saben cómo piensa la juventud y pueden intentar usarlo, haciendo propuestas que interesen a los jóvenes. En cualquier caso, un “estado de alarma climático” no sólo favorece a las empresas de la “economía verde”, favorece a todo aquel que proponga acciones contra el cambio climático y el deterioro ecológico, incluyendo aquí a todos los actores de la economía social y solidaria, a los agricultores que desarrollan modelos de agricultura ecológica y sostenible, etc. De la población depende que alternativa se vea más favorecida, en cualquier caso la conciencia de un problema es información que se usará para posteriores acciones, y estás pueden ser muy variadas, e incluso pueden favorecer a los disidentes.
Las reformas sirven para salvar el sistema. Los sistemas están en continuo cambio y evolución y siguen una trayectoria, lo que quiere decir que las variables que queramos observar evolucionan en el tiempo. Puede haber discontinuidades, claro, por ejemplo una revolución armada que cambia de golpe la distribución de bienes, pero incluso esa fuerte discontinuidad depende de pequeñas “reformas” graduales, cambios en el apoyo de la población y en los medios materiales de que dispongan los insurgentes revolucionarios. Para evaluar una acción concreta, como puede ser movilizarnos por el clima, y ver si esta favorece un cambio positivo, negativo, o neutro (primero hay que establecer normativamente cual es la dirección del cambio deseada, claro), deberíamos tener una teoría sobre el cambio social, pero no veo que Cory Morningstar haga mención a ninguna. El “periodista independiente” sí establece al menos la dirección deseada del cambio, y este es el fin del “sistema capitalista”. Puedo estar de acuerdo con él, a pesar de la ambigüedad de esa propuesta (el sistema capitalista podría llegar a su fin, por ejemplo, por la muerte del penúltimo ser humano), pero no aporta ninguna idea sobre cómo alcanzar ese difícil objetivo, o como valorar en función de él la acción concreta de movilizarnos o no por el clima.
Parece claro, y hay datos fehacientes de ello, la generación que está ahora llegando a la mayoría de edad es más progresista que las anteriores, y a las preocupaciones por la desigualdad económica y la discriminación racial y de género une una importante preocupación medioambiental. Ello abre oportunidades al activismo en este nuevo ciclo de protesta, que está comenzando de nuevo, tras el que se inició en mayo de 2011, y que viene de la mano de una clara preocupación ecologista, con la huelga estudiantil por el clima o el movimiento Extinction/Rebelion, aunque de momento está llegando bastante descafeinado a nuestro país.
Es evidente que los think tank conservadores son conscientes de esta situación. Parece más probable y sensato tratar de influir manufacturando la desmovilización mediante infiltrados (gracias a la redes ni siquiera hace falta dar la cara), que una rocambolesca historia de corporaciones que llevan a la población a un “estado de alarma” para “mercantilizar la naturaleza”, una propuesta de la ecología medioambiental (no confundir con la economía ecológica), que ya ha fallado con los permisos negociables de emisión de carbono, y que en la práctica es inviable.
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Cory Morningstar es UNA periodista (mujer). Una rápida búsqueda en Internet basta para comprobar esto (incluso para verla físicamente en Vimeo siendo entrevistada en el programa Karyn Strickler-Vote Climate, ya hace 8 años, denunciando las mismas cosas que ahora). Estoy de acuerdo en que la crítica de Morningstar a Greta Thunberg puede ser desafortunada en muchos puntos, pero este artículo de El Salto en la que se critica a Morningstar sin ni siquiera saber quien es (¡la confunden con un hombre!) realmente parece poco serio por des-informado, lo cual no hace sino restarle credibilidad y renovar sospechas de ‘intereses en juego’. Sería de agradecer un periodismo más riguroso y de investigación, una pieza mejor articulada en la que se evalúe con más seriedad la relevancia o no de las acusaciones de Cory Morningstar, quien lejos de ser una “infiltrada” que “no da la cara”, es una activista ecologista radical anti-capitalista que trabaja en esta línea desde hace años (según wrongkindofgreen.org, Cory es “una activista ejemplar y de amplia experiencia en varias ONGs, buena madre, hábil jardinera, una persona honesta con empatía y pasión por la gente y la naturaleza”). Para hacer un periodismo medianamente serio mejor sería investigar y comprobar antes de publicar, ¿no? Ante estos ataques a ciegas, se queda una con más dudas y sospechas que antes...