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Colombia
Las elecciones que se ganaron un año antes
La fotografía muestra a Gustavo Petro y Francia Márquez dándose la mano, rodeados de colaboradores y amigas. Muestra una alianza exitosa entre las clases medias de Bogotá y las clases populares del Cauca, una de las zonas más empobrecidas de Colombia. La victoria electoral de Petro y Márquez del 19 de junio de 2022 comenzó mucho antes. Una posible fecha es el 28 de abril de 2021. Aquel día, en plena pandemia, miles de personas salieron a la calle para protestar contra la reforma tributaria que el presidente Iván Duque había introducido siguiendo el libreto conocido de la doctrina del shock. El Paro Nacional estalló en las principales ciudades del país. Los hijos de las clases medias y empobrecidas de las ciudades se unieron a los sindicatos y a los pueblos originarios. Juntos obligaron al Gobierno de Duque a dar marcha atrás y se cobraron la dimisión del ministro de Hacienda que había propuesto la reforma.
Pero no se trataba solo de fiscalidad. La protesta del Paro Nacional, que fue reprimida con toda la dureza por parte de la policía y las fuerzas armadas, mostró la cara criminal del Estado colombiano: 83 personas murieron durante las manifestaciones y demostraciones según los observadores independientes. 2.053 fueron detenidas arbitrariamente, se produjeron 1.661 casos de violencia policial y 35 de violencia sexual. La situación era insostenible.
América Latina
Protesta militarizada y masacres Colombia: el Paro Nacional entierra la reforma tributaria y pone en jaque al Gobierno de Duque
El rastro de muerte, que ha convertido a Colombia en un país con miles de víctimas y desaparecidos, con ocho millones de desplazados, no se borraba con la marcha atrás de unas medidas económicas planteadas cuando la normalidad de crímenes y persecución de la disidencia ya había recuperado su ritmo habitual. En abril de 2021 se había cerrado el breve periodo en el que pareció posible implementar los acuerdos de paz de La Habana firmados por el anterior Gobierno, de Juan Manuel Santos, y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Habían vuelto los asesinatos de líderes sociales —1.200 han sido asesinados desde la firma del acuerdo de paz— y, como consecuencia de ello, cientos de guerrilleros volvieron a las armas.
La energía movilizada por un nuevo país que estaba naciendo de las ruinas del proyecto neoliberal y narcocriminal que encabezó Álvaro Uribe Vélez iba a acoplarse al vuelo del Pacto Histórico, un proyecto político de centro e izquierda encabezado por el exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Nada sustituye la palabra de las calles y las protestas pero, por primera vez, un proyecto electoral podía aprovechar el impulso del Paro Nacional para cambiar también las instituciones. Así lo celebraba Francia Márquez la noche del 19 de junio, esa que quedará marcada en la historia del país: “Después de 214 años, logramos un Gobierno popular, el Gobierno de la gente de las manos callosas, de los nadies y las nadies de Colombia”.
Colombia
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No es un secreto la precariedad con la que nace el Gobierno Petro-Márquez, los límites marcados por la legalidad vigente y por el poder institucional, mediático, social, militar, paramilitar y policial —con el temible Escuadrón Móvil Antidisturbios a la cabeza— agrupado en torno al uribismo. Por encima del “patrón criminal”, Uribe, el nuevo Gobierno deberá enfrentarse a la oligarquía terrateniente del país, que desde la independencia de Colombia, hace 214 años, ha esclavizado, asesinado, violado y secuestrado a miles de personas para sacar adelante su proyecto elitista, capitalista y patriarcal.
Después de cinco años, Petro ha propuesto implementar los acuerdos de paz de La Habana de manera íntegra y crear mesas regionales de diálogo con los actores aun armados como las disidencias de las FARC, el ELN o el Clan del Golfo. Es la hora del cambio por la vida, ha reclamado Márquez. El “vivir sabroso” que propugna la vicepresidenta electa —que ha realizado la campaña entre fuertes medidas de seguridad por la amenaza del paramilitarismo— afectará al beneficio del capital colombiano e internacional. El Gobierno prohibirá el fracking y el glifosato, tiene previsto aumentar en diez billones de pesos el presupuesto de educación y renegociar los tratados de libre comercio. Pero el termómetro del posible éxito de la fórmula presidencial será la capacidad de llevar a cabo una reforma agraria inclusiva, que ponga fin a la semiesclavitud y el régimen feudal en el que sobrevive buena parte del país, así como a la dependencia de otras zonas del cultivo de coca para la elaboración de pasta base de cocaína.
Sacar a Colombia de la posición que históricamente ha tenido en Latinoamérica, que le ha convertido en un socio subyugado a Estados Unidos, que tiene ocho bases militares en el país, y reforzar su soberanía y sus lazos de dependencia con su entorno geográfico implicará un ejercicio de inteligencia y resistencia. Hay que contar con que muchas contradicciones enajenarán a parte de los sectores sociales más combativos que han visto con esperanza la victoria de un futuro para Colombia. Seguramente, un día no muy lejano la concordia y los abrazos que a lo largo de la campaña se han dado Márquez y Petro, los representantes de dos colombias que se han encontrado en un camino hacia la paz y la convivencia, serán cosa del pasado. Pero quedémonos un momento en ese momento del 19 de junio de 2022, un momento que comenzó a ser posible un año antes, un momento que la gente de las manos callosas esperaba desde hace cientos de años. Vale la pena quedarse a vivir una temporada en la fotografía de ese triunfo histórico.