Análisis
Los intereses de Trump en el Caribe fuerzan el choque con la Colombia de Petro

En un contexto de creciente tensión en el Caribe entre Estados Unidos y Venezuela, Washington arremete contra el presidente colombiano, Gustavo Petro, convertido en una de las principales voces críticas contra la política intervencionista de Donald Trump.
Conmemoración del primer año de Gobierno de Gustavo Petro y de la Batalla de Boyaca. Autoría: Andrea Puentes - Presidencia
Conmemoración del primer año de Gobierno de Gustavo Petro y de la Batalla de Boyaca, el 7 de agosto de 2023. Autoría: Andrea Puentes - Presidencia
@eduardogiordano@masto.es
5 nov 2025 06:00

Ante la proximidad de las elecciones legislativas y presidenciales del año próximo, Colombia sufre la mayor embestida contra el presidente Gustavo Petro y sus políticas progresistas por parte del Gobierno de Donald Trump. Un primer antecedente del actual conflicto fue la negativa del Gobierno de Petro a recibir dos aviones de migrantes deportados por Estados Unidos en condiciones que Colombia consideraba indignas, de vulneración de sus derechos humanos, lo que originó un primer conflicto diplomático poco después de asumir Trump, en enero de 2025. Las tensiones continuaron durante todo el año, y más recientemente, Petro denunció un intento de golpe de Estado promovido por su excanciller Álvaro Leyva con apoyo de políticos derechistas colombianos, narcotraficantes y representantes republicanos de Florida al Congreso de Estados Unidos muy cercanos al Secretario de Estado, Marco Rubio.

El conflicto siguió escalando con la campaña estadounidense de bombardeos con misiles a lanchas rápidas que navegan por el Caribe, asesinando a sus ocupantes y acusándolos sin pruebas de transportar droga. En uno de sus discursos, Petro recordó a Trump que los grandes cargamentos de cocaína no salen en lanchas desde las playas del Caribe sino en contenedores cargados en los grandes puertos, principalmente del Pacífico colombiano y de Ecuador, y que los asesinatos de ciudadanos con misiles, aun si esas lanchas transportaran droga, deben considerarse ejecuciones extrajudiciales penadas por la legislación internacional.

Petro recordó a Trump que los grandes cargamentos de cocaína no salen en lanchas desde las playas del Caribe sino en contenedores cargados en los grandes puertos, principalmente del Pacífico colombiano y de Ecuador

En un tono crecientemente belicista, Trump se refirió a Petro como “líder del narcotráfico que incentiva la producción masiva de drogas”, una acusación que por su inverosimilitud produce estupor y hasta hilaridad entre la población de Colombia y en las cancillerías de otros países que conocen los entresijos de la política colombiana.

En el plano regional, el conflicto se va desarrollando por etapas. El primer objetivo del Gobierno de Donald Trump es hostigar al Gobierno de Venezuela con una campaña que combina la propaganda política con la intimidación armada. La fantasiosa invención del Cartel de los Soles, una supuesta organización narcotraficante promovida por altos cargos del Gobierno de Nicolás Maduro, sigue el guion escrito por agencias de inteligencia estadounidenses para crear un casus belli con Caracas.

El presidente Donald Trump ha calificado al presidente venezolano, Nicolás Maduro, como el cabecilla de esa supuesta red de narcotráfico que estaría incrustada en la burocracia estatal. Tras esa primera definición de enemistad, empezaron los bombardeos con misiles desde aeronaves estadounidenses a pequeñas embarcaciones que circulan por el mar Caribe.

Hubo supervivientes en una sola de las lanchas atacadas y, según el presidente de Colombia, uno de estos ataques se dirigió contra un ciudadano colombiano, un pescador de Santa Marta

Según la versión de Washington, serían narcolanchas que trafican con cocaína, pero no hay pruebas de haber localizado ningún cargamento de droga tras el hundimiento de 14 embarcaciones y el asesinato de los 57 civiles que las tripulaban. Hubo supervivientes en una sola de las lanchas atacadas y, según el presidente de Colombia, uno de estos ataques se dirigió contra un ciudadano colombiano, un pescador de Santa Marta. Gustavo Petro afirmó además que la principal motivación para que Estados Unidos emprenda una guerra colonialista en esa región del Caribe no es el tráfico de drogas, sino la ambición por el petróleo venezolano.

Adicionalmente, Donald Trump ha descubierto que Colombia no es un país dócil para la ejecución de sus planes imperiales, que “no se arrodilla”, y que Gustavo Petro es un líder díscolo, que interpreta su propia partitura y no la música que a Washington le gustaría escuchar. Y además, tiene su propia agenda en política exterior, y con su prédica en foros internacionales denuncia los genocidios perpetrados por gobiernos fascistas y rechaza los crímenes contra la Naturaleza y la Humanidad. ¿Hay algo más alejado ideológicamente de lo que representa un ultraderechista y multimillonario conservador como Donald Trump?

La ‘descertificación’ en la lucha antinarcóticos

El Gobierno de Donald Trump anunció el 15 de septiembre que ‘descertificaba’ a Colombia por incumplimiento de sus obligaciones en la lucha antidrogas. Esto implica que ya no se certifica que el país ha combatido contra el narcotráfico de manera eficaz, para ser merecedor de la confianza y el apoyo económico de Estados Unidos. La descertificación supone suspender la colaboración de Estados Unidos con Colombia en la persecución de los delitos vinculados al narcotráfico, desde la producción y tráfico de drogas hasta el lavado de activos a través de la banca internacional.

El comunicado oficial de la Casa Blanca afirma: “El cultivo de coca y la producción de cocaína han alcanzado récords históricos bajo la presidencia de Gustavo Petro, y sus fallidos intentos de llegar a acuerdos con los grupos narcoterroristas solo han exacerbado la crisis”. El comunicado deplora que se haya frenado la erradicación forzosa de la coca y cuestiona la lentitud de los programas de sustitución de cultivos, pero no menciona que han aumentado los decomisos de droga y que durante el Gobierno de Petro hubo 700 extradiciones de narcos, principalmente a Estados Unidos.

Trump ha descubierto que Colombia no es un país dócil para la ejecución de sus planes imperiales, que “no se arrodilla”, y que Gustavo Petro es un líder díscolo, que interpreta su propia partitura

Según el comunicado, Washington podría reconsiderar su decisión si Colombia adoptase “medidas más agresivas para erradicar la coca y reducir la producción y el tráfico de cocaína”. Petro replica que la erradicación forzosa fue un fracaso, que en lugar de golpear al campesinado hay que ganarse al campesinado, y demuestra con cifras el éxito de su política contra los grandes narcos: “El Gobierno que yo represento es el que más cocaína ha incautado en el mundo”, afirmó en su conferencia de prensa del 23 de octubre.

La retórica trumpista esconde algunos hechos fundamentales. Los cultivos de hoja de coca no han decrecido pero tampoco se han incrementado al ritmo del Gobierno anterior, de Iván Duque, un aliado de Estados Unidos cuya campaña se financió con fondos del narcotráfico. La descertificación se apoya en los datos estadísticos de incremento de cultivos de la ONU, que para 2023 calculó que había en Colombia 253.000 hectáreas sembradas de coca, un máximo histórico. Pero al identificar por satélite las zonas cultivadas, no se tuvo en cuenta que existen áreas de productividad mucho más alta que otras áreas que fueron abandonadas.

Gustavo Petro explicó en conferencia de prensa, apoyado en una amplia documentación cartográfica, que “de las 250.000 hectáreas totales, 80.000 están abandonadas” y desde hace tres años no producen hoja de coca. Además, se ha conseguido implementar la política voluntaria de sustitución de cultivos en otras 22.000 hectáreas que estaban sembradas con coca. Existen zonas como el Cañón del Micai —ocupado militarmente por el ejército “sin causar un solo muerto”— que alcanzan una productividad mucho más alta que otras regiones cultivadas con coca. Esta diferencia de productividad por hectárea fue omitida en los cálculos realizados para el informe de Naciones Unidas, lo que daría según Petro una visión distorsionada del mapa real de la producción de coca en Colombia.

Petro recuerda a Trump que los verdaderos narcotraficantes no viven en Colombia, sino cerca suyo, en Miami, y que cuentan con aliados en la derecha política colombiana y estadounidense

Por otra parte, Petro defiende los resultados positivos de su estrategia de lucha contra el narcotráfico, y recuerda que fue él quien denunció desde el Congreso las alianzas de los políticos de la derecha colombiana con el narcotráfico, lo que llamó “la gobernanza narcoparamilitar” —con especial impacto en la región Caribe—, que llevaron a la cárcel a 35 senadores de la República, una tercera parte del total. Y le recuerda al presidente de Estados Unidos que los verdaderos narcotraficantes no viven en Colombia, sino principalmente cerca suyo, en Miami, y que cuentan con aliados en la derecha política colombiana y estadounidense.

Según comentaron algunos medios, Petro habría reaccionado contra las medidas de Trump afirmando que “llegó el momento de sacar las bases militares estadounidenses del país”, rompiendo el acuerdo celebrado en 2009 entre Álvaro Uribe y Barak Obama, por el cual se cedía el uso de siete bases de manera compartida para combatir conjuntamente el narcotráfico y el terrorismo. De este modo, se pondría fin a varias décadas de presencia directa del Ejército estadounidense en el país, una cooperación militar que se vio reforzada desde la puesta en marcha del Plan Colombia. Esta invitación a la salida de las tropas extranjeras iría acompañada de la integración de las capacidades defensivas de Colombia en una nueva configuración defensiva dentro del ámbito sudamericano.

Escenarios de conflicto con Estados Unidos

Gustavo Petro denunció en varias ocasiones las políticas belicistas del Gobierno de Donald Trump. Lo hizo desde el principio del genocidio en Gaza, hace dos años, y reiteró repetidas veces su condena al apoyo de Estados Unidos al Estado sionista y al ejército de Israel. En septiembre pasado, al asistir a su última Asamblea de la ONU como presidente de Colombia, subió el tono de sus críticas y llegó a instar en las calles de Nueva York, megáfono en mano, a que los soldados estadounidenses desobedecieran las órdenes del presidente que supusieran cometer crímenes de guerra. Petro invitó también en su discurso a conformar una coalición internacional (militar) como alternativa para frenar el genocidio en Palestina y, más en general, para defender los derechos de la Humanidad. Esta idea, que recibió respuestas favorables de unos pocos países y en general indiferencia, quedó desactivada tras el alto el fuego acordado para Gaza en las negociaciones entre Trump y Hamás. Como represalia por las denuncias de Gustavo Petro, el Departamento de Estado le revocó la visa de entrada a Estados Unidos, el país que alberga la sede de Naciones Unidas.

El congresista republicano Carlos Giménez, de origen cubano y representante de Florida, acusó al presidente Petro de haber amenazado con “derrocar” al presidente Trump, después de la entrevista emitida por UniNoticias, en la que Petro afirmó que se podría “cambiar a Trump de diversas maneras”, mediante una renuncia voluntaria (inconcebible) o a través de procesos institucionales vigentes en la legislación estadounidense. Sin embargo, el congresista ultraconservador desgranó su interpretación sesgada para afirmar: “Gustavo Petro decidió aliarse con las narcodictaduras terroristas de la región. Por ello, será tratado como el paria que es y no tendrá embajador en Estados Unidos mientras siga colaborando con el Cartel de los Soles”.

Donald Trump respondió a las críticas de Gustavo Petro con falsedades, calumnias y mucha exaltación, y formuló una clara amenaza con su estilo característico: “Mejor que cierre los campos de la muerte de inmediato, o Estados Unidos se los cerrará por su cuenta y no lo hará de forma amable”, espetó en un mensaje de su red social.

Estados Unidos suspendió la ayuda económica a Colombia, estimada en 240 millones de dólares e incluyó a Petro en la Lista Clinton junto con delincuentes vinculados al narcotráfico y el lavado de activos 

La replica de Petro pone las cosas en su debido contexto: “Le da rabia al señor Trump que yo no apoye a los norteamericanos con el Ejército colombiano para ayudar a invadir Venezuela. ¡No señor! ¿A qué estúpido colombiano se le puede ocurrir ayudar a invadir donde están sus primos, sus sobrinos, su gente colombiana, que hay cuatro millones, para que los maten como en Gaza?”

Estados Unidos suspendió de inmediato la ayuda económica a Colombia, estimada en 240 millones de dólares. En medios económicos conservadores se anticipaba también el fantasma de una posible subida de aranceles sobre las exportaciones colombianas. Sin embargo, el senador republicano Bernie Moreno —de origen colombiano— comunicó el 22 de octubre la decisión presidencial de no aumentar aranceles: “Aumentando aranceles solo dañas a la gente del sector privado que está del lado de Estados Unidos”, dijo. En su lugar, se acordaron medidas directas y sanciones contra Gustavo Petro, su familia y allegados. Las represalias inmediatas consistieron en incluir al presidente, su esposa, uno de sus hijos y su ministro del Interior, Armando Benedetti, en la llamada Lista Clinton, o más propiamente de la OFAC (Office of Foreign Assets Control), una agencia del Departamento del Tesoro que se ocupa de hacer cumplir las sanciones económicas impuestas a países extranjeros por el Gobierno estadounidense. La inclusión en la Lista Clinton, más allá de sus efectos prácticos, supone una estigmatización y un daño reputacional significativo, ya que en Colombia se suele incluir en ella a los delincuentes vinculados al narcotráfico y el lavado de activos.

Petro respondió a esta injustificada sanción en sus redes sociales “Lo que hace el Tesoro de Estados Unidos es una arbitrariedad propia de un régimen de opresión”, afirmó. En la práctica, esto supone que los bancos colombianos puedan bloquear cuentas o tarjetas de los clientes afectados, y hasta que rechacen abrir una cuenta al presidente de la República por temor a las represalias del sistema financiero global. La patronal Asobancaria confirmó que los bancos deberán cumplir con los “estándares internacionales” de la OFAC, y que dicho cumplimiento no es opcional sino obligatorio. De hecho, el ministro del Interior anunció consternado, pocos días más tarde, que le habían bloqueado sus tarjetas de crédito. 

La inclusión del presidente colombiano y sus allegados en esa lista es una intervención política directa del Gobierno estadounidense en la contienda electoral y política de 2026. La anunciada suspensión de la ayuda estadounidense a Colombia sería temporal, hasta las elecciones de 2026, y su reanudación quedaría supeditada a que ganase un candidato favorable a los intereses de Washington. No obstante, el Gobierno colombiano relativizó la importancia de esa “ayuda” exterior, ya que está destinada a empresas y entidades estadounidenses (principalmente USAID), sin que el Estado colombiano intervenga en su gestión o distribución.

Este conflicto se desarrolla en un entorno de confrontación extendido al conjunto de la política internacional belicista del presidente estadounidense. Petro fue el primer mandatario en condenar a Donald Trump por su complicidad con Benjamin Netanyahu en el genocidio del pueblo palestino. Las tensiones fueron creciendo como consecuencia de los bombardeos estadounidenses con misiles a lanchas que navegan en aguas internacionales del mar Caribe, mayoritariamente de origen venezolano; aunque también se reportó la desaparición de un pescador de Santa Marta tras el bombardeo de una lancha, según denunció Petro.

La inclusión del presidente colombiano y sus allegados en esa lista es una intervención política directa del Gobierno estadounidense en la contienda electoral y política de 2026

La ofensiva retórica que ha lanzado el conservadurismo estadounidense contra el mandatario colombiano es una maniobra tan burda que sólo puede prosperar entre los propios adeptos, porque carece de toda lógica y veracidad. En realidad, Petro fue el presidente que consiguió mayores éxitos en la lucha contra el narcotráfico, precisamente por haber abandonado las viejas e inútiles estrategias de erradicación forzosa. En efecto, durante los tres primeros años de Gobierno de Gustavo Petro, se incautaron casi 2.500 toneladas de cocaína, un 65% más que durante los cuatro años de Gobierno de Iván Duque. En la Marcha por la paz, la soberanía y la democracia realizada en Bogotá el 24 de octubre de 2025, Gustavo Petro señaló a los grandes carteles narcos como responsables directos de la tensión en aumento: “La Junta del Narcotráfico quiere que se rompan las relaciones entre Estados Unidos y Colombia. Y lo está logrando”.

Fortalecer las reformas del Gobierno del cambio

A pesar del distanciamiento geoestratégico de Colombia con respecto a Estados Unidos, el país sigue avanzando internamente en su transformación política. El discurso de Petro durante la Marcha por la Paz concluyó con un llamamiento al pueblo colombiano a involucrarse en la Asamblea Constituyente, a la que en ese momento él mismo convocó, para defender y consolidar las reformas sociales y políticas impulsadas por el gobierno del Pacto Histórico (PH) y boicoteadas sistemáticamente por la oposición.

El próximo candidato del Pacto Histórico será el senador Iván Cepeda (65% de los votos), un luchador por los derechos humanos cuya trayectoria representa lo opuesto a la vieja política uribista 

En estos mismos días, en medio de las agresiones y amenazas de Estados Unidos, la sociedad colombiana dio un ejemplo de la vitalidad y empoderamiento en condiciones adversas con la consulta interna para elegir candidato a la presidencia por el Pacto Histórico, con una participación total de 2.646.083 votantes. Ganó la consulta el senador Iván Cepeda (65% de los votos), un luchador por los derechos humanos cuya trayectoria representa lo opuesto a la vieja política uribista vinculada al narcoparamilitarismo. Esta expresión de democracia interna dentro de la formación izquierdista permitió consolidar las bases del proyecto político del PH, demostrando una vigorosa respuesta ciudadana pese a las presiones del exterior.

Mientras tanto, el Gobierno de Gustavo Petro sostiene aun con dificultades los diálogos de paz abiertos con las guerrillas y con grupos paramilitares, tras haber llegado a acuerdos de cese el fuego y de desmovilización de algunos sectores hasta ahora minoritarios, pero sin cejar en su empeño de agotar hasta el último día de su presidencia en avanzar por el camino de la Paz Total. Un ejemplo reciente fue la celebración en Qatar, con mediación del Estado catarí, de una primera ronda de diálogo con la mayor organización narcoparamilitar de Colombia, el Clan del Golfo, rebautizado ahora como Ejército Gaitanista de Colombia. Según el comunicado oficial del Ministerio de Exteriores de Qatar, “las partes acordaron establecer una mesa de diálogo en Doha y continuar el proceso de negociación”.  Al mismo tiempo, el presidente Petro afirmó que volvería a mantener negociaciones con la principal guerrilla, el ELN, superando el actual momento de parálisis de ese proceso de paz.

En favor de Petro pesan también los resultados socioeconómicos de su gestión. La economía colombiana viene creciendo por encima de la media de los países de su entrono. El desempleo se redujo a mínimos históricos, a pesar de las reformas laborales que supuestamente causarían un efecto adverso. Con su nueva matriz energética, en Colombia se han puesto límites a la extracción y el consumo de carbón y combustibles fósiles, potenciando la generación de energías limpias. Se ha incrementado la producción de alimentos, aprovechando el potencial agrícola del país y recalificando tierras de uso ganadero para la agricultura. Y se ha mantenido una cotización fuerte del peso colombiano y una inflación relativamente baja respecto a períodos anteriores. Tan pujante ha sido el impulso económico dado al país que, según los analistas financieros, la bolsa de valores alcanzó récords y sería la más valorizada a nivel global, tanto este año como durante los tres últimos años.

Por supuesto, incrementar el valor de las acciones de las grandes empresas no es un objetivo del plan económico del Gobierno de Petro, el cual se centra en la economía real y en fortalecer el estado social de derecho, mejorando la vida de los sectores populares. Pero es una prueba irrefutable de que la economía ha prosperado cuando incluso a los más ricos les ha ido mejor en sus negocios.

Colombia está en camino de una profunda transformación que hasta ahora no ha hecho más que comenzar. Posiblemente otroGobierno del Pacto Histórico, con mayor representación en el Congreso y después de una convención Constituyente que formalice las reformas básicas, las ya aprobadas y las bloqueadas por la oposición, sea un horizonte que entre en colisión con las políticas de la oposición derechista aliada de Donald Trump.

En su apasionado discurso durante la Marcha por la Paz, la Soberanía y la Democracia, Petro dirigió su mirada al futuro y proyectó ante sus entusiastas seguidores, congregados masivamente en la Plaza Bolívar, la idea de “un futuro democrático todavía más amplio de lo que este gobierno pudo hacer, porque estamos a mitad de camino y no podemos volvernos en ese camino”. La enorme participación popular y el alentador resultado de la consulta para elegir el candidato del Pacto Histórico parecen darle la razón.

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