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Comunicación
La pandemia de los globos sonda
Ante la necesidad de tomar decisiones rápidas y el miedo de que sean polémicas o impopulares, en la prensa proliferan encabezados del tipo “el Gobierno se plantea”, una técnica de comunicación política que recibe el nombre de “globo sonda”. ¿Qué son, hacia dónde vuelan y cómo pueden explotar?
La incertidumbre generada por la pandemia ha avivado la necesidad de estar permanentemente informados. Además de la evolución sanitaria y los progresos científicos, la ciudadanía se plantea con preocupación qué será de su futuro a corto y medio plazo. En el futuro se atisban cuestiones que hace unos meses parecían imposibles: implantación de una renta mínima, regularización de migrantes, la extensión de la educación telemática o la intervención de sectores estratégicos. Los que miran más allá prevén recortes de partidas públicas, la revitalización del sistema de deuda, un debate sobre derechos individuales y colectivos, la redefinición de las bases de la democracia y/o de la economía productiva.
El Gobierno ha de tomar decisiones con premura y, ante el miedo de que sean polémicas o impopulares, en la prensa aparecen encabezados con la fórmula “el Gobierno se plantea”. Una vez la información ha echado a volar, al poco tiempo llega la respuesta de expertos, analistas y ciudadanos con vocación de contertulios en columnas de opinión, redes sociales, debates familiares y ahora también en las terrazas. En ocasiones, el planteamiento original cristalizará teniendo en cuenta la respuesta social y se matizará. En otras, la necesidad de la medida no contemplará marcha atrás, aunque la ciudadanía podrá haber sido tenuemente prevenida de los cambios.
Esta estrategia, conocida en términos de comunicación política como globo sonda, se ha vuelto una práctica habitual que convive con noticias, fake news y análisis sesgados, obligando al ciudadano a recluirse en la indiferencia, la intoxicación o la frustración. Profundizan en la misma los profesores de comunicación política Jordi Rodríguez Virgili (Universidad de Navarra) y Óscar Luengo (Universidad de Granada), David Jiménez —autor de El Director— y David Sabater, politólogo y consultor de ATREVIA.
El globo sonda como estrategia de comunicación
El globo sonda, contextualiza Sabater, es una técnica vinculada al ámbito de la comunicación política e institucional. Parte de entidades que necesitan sondear de forma constante la opinión pública para desarrollar sus estrategias. Además, son actores de interés para el debate colectivo. Existe una predisposición a recibir y valorar la información que generan o que se vinculan a su acción. Se trata de organizaciones con un acceso privilegiado a canales de comunicación, profesionales de la información y grupos de interés, a través de los que pueden filtrar mensajes al conjunto de la ciudadanía.
Tradicionalmente, la utilización de esta técnica se ha vinculado a pulsar la opinión pública sobre un tema concreto como la adopción de una nueva iniciativa política que podría resultar controvertida y suponer un excesivo desgaste al gobierno. Es una forma rápida de valorar el terreno para perfilar políticas públicas y posicionamientos políticos, sin necesidad de vincular este trabajo de prospección a la acción real del Ejecutivo o de un partido. La ausencia de canales o fuentes oficiales que respalden el globo sonda siempre sirve como última línea de defensa, permitiendo todo tipo de matizaciones o incluso la negación de las informaciones atribuidas. Sin embargo, la utilización del globo sonda va más allá.
La ausencia de canales o fuentes oficiales que respalden el globo sonda siempre sirve como última línea de defensa, al permitir matizaciones o incluso la negación de las informaciones atribuidas
Permite crear opinión pública respecto a un tema y la movilización de electores afines. En un ecosistema mediático como el actual, esta movilización se puede traducir en miles de activistas y simpatizantes en redes sociales y servicios de mensajería móvil que respalden la hipotética acción del gobierno. Hoy más que nunca, es posible generar campañas relámpago aprovechando las dinámicas de plataformas como Twitter.
De igual forma que poner a nuestro organismo en contacto controlado con ciertos virus nos ayuda a generar anticuerpos, inyectar el anuncio de una medida poco popular puede ayudar a que su aprobación sea mejor percibida, restándole gravedad. “Vacunar” a la opinión pública es habitual en el campo de las medidas fiscales, como la subida de ciertos impuestos o el anuncio de nuevos gravámenes.
La teoría del establecimiento de agenda afirma que los medios de comunicación tienen una fuerte influencia a la hora de elegir los temas que son noticia, y por tanto condicionan la información que llega a la opinión pública. En un momento en el que como ciudadanos podemos acceder a más información de la que podemos procesar, “ser noticia” no siempre es fácil para formaciones políticas.
Por este motivo, es habitual ver a determinadas formaciones políticas lanzar globos sonda que ni siquiera cuentan con una base real, sino que tan solo pretenden poner el foco sobre el partido en cuestión y granjearle una atención que no habría podido conseguir de otra manera. En este caso, el globo queda desdibujado y se convierte en lo que denominamos dogwhistles: mensajes dirigidos a la activación de simpatizantes y nichos de votantes muy predispuestos a la movilización, con cuya ayuda un partido intenta hacerse hueco en la agenda mediática y el debate colectivo.
Para ilustrar la idea de globo sonda a modo de vacuna, podemos pensar en el que el gobierno de Rodríguez Zapatero lanzó acerca de retrasar la edad de jubilación en plena crisis financiera y que cosechó más de siete mil comentarios de todo tipo en dos días. En el caso de globos sonda con vocación de dogwhistles, Vox se ha destacado impulsando debates sobre el uso de armas, la expulsión masiva de inmigrantes o marcando la agenda de Twitter.
Utilidad con inteligencia y el riesgo de la explosión
¿Son los globos sonda estrategias inherentes al sistema actual? Jordi Rodríguez Virgili asegura que hay debates que son “muy difíciles de medir”. “¿Cómo se va a interpretar una medida concreta? ¿Cómo van a reaccionar los periodistas o algunos sectores? De forma excepcional, tomados con inteligencia, pueden ser útiles. Aunque si una presión surte efecto, se volverá a presionar y puede poner en una posición de debilidad al gobierno”.
David Sabater advierte de otros efectos no deseados para el impulsor del globo, que acaban dañando su imagen. “El uso constante de este tipo de filtraciones puede acabar por trasmitir una imagen de inconsistencia y falta de iniciativa política, de forma que parezca que, por ejemplo, un gobierno toma decisiones según el rumbo de la opinión pública y sin una hoja de ruta clara”.
Este politólogo matiza, sin embargo, que no todos los temas son susceptibles de ser sondeados. “Hay temas tan serios que los ciudadanos no suelen ver con buenos ojos que se hayan cedido al debate público antes de pasar por una deliberación más profunda”. El globo sonda, recuerda Sabater, insinúa una idea que será sucesivamente interpretada por líderes de opinión y actores sociales, quienes pueden acabar por desdibujarla. “Puede darse cierto efecto boomerang muy poco beneficioso para los impulsores de la filtración. Los medios no favorecidos por la filtración pueden verse agraviados si estas maniobras son constantes, al igual que la ciudadanía puede empezar a sentir recelo del hecho de que tantas informaciones no autorizadas salgan a la luz”, afirma David Sabater.
La inclusión de la sociedad como actor y la aparición de multitud de medios de propagación indetectables o intoxicados, hacen casi imposible su detección a nivel analítico. “Tiene tantos parámetros que ahora mismo las ciencias sociales no pueden arrojar mucha luz”, sostiene el profesor Óscar Luengo.
La pandemia manda globos sonda
A falta de remedios y vacunas que mitiguen la pandemia, la cobertura informativa se ha convertido en la medicación cotidiana para aliviar —o agravar— el estado del ciudadano. Entre las recetas emitidas por los laboratorios de poder y dispensadas por los medios, se han extendido algunas que parecen ser globo sonda. La duda sobrevuela sobre las decisiones que tomaron las administraciones para mitigar los efectos del covid-19. Si las medidas de confinamiento fueron telegrafiadas en directo con un aparente apoyo popular, con la crisis italiana actuando como vacuna, los globos volaron anticipando otras medidas sociales y la desescalada.
Si las medidas de confinamiento fueron telegrafiadas en directo con un aparente apoyo popular, con la crisis italiana actuando como vacuna, los globos volaron anticipando otras medidas sociales y la desescalada
Semanas antes de su confirmación, los medios se hacían eco de los borradores de las sucesivas ampliaciones del estado de alarma, el uso de mascarillas, las condiciones para salir a la calle o hacer deporte al aire libre. Otros globos pincharon, como el aislamiento de asintomáticos en hoteles y polideportivos, el pasaporte de inmunidad o un país sin bares ni hoteles hasta finales de año. Al comparar la reacción en redes sociales de los globos sonda con medidas aperturistas respecto a los globos restrictivos, se puede intuir la diversidad de las fuentes y que las segundas tienden a fomentar mayor reacción.
“El formato de gobiernos de coalición tiende a generar más filtraciones”, apunta Luengo. Una guerra que se ha hecho ostensible en el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Al respecto, David Jiménez comenta: “En lugar de informar con datos, rigor y reporterismo, el periodismo español nos ofrece militancia, propaganda y las dos Españas”. “Diarios que durante tres meses sólo ven errores en el Gobierno de Sánchez y otros que sólo los ven en el de Ayuso. ¿No se dan cuenta de lo ridículo que es su periodismo monolítico, de trinchera y sin otra intención que empujar la agenda de un partido concreto?”. El ex director de El Mundo afirma que una razón de ese periodismo es ideológica y de afinidad, pero apunta que “sin duda los intereses económicos son clave”.
A comienzos de abril, las portadas acapararon titulares en referencia a los nuevos Pactos de la Moncloa, tras las reiteradas apelaciones a estos de Sánchez. A día de hoy es difícil saber si el impacto fue positivo o una simple cortina de humo. Semanas después, se publicaba un controvertido estudio del CIS. En dicho análisis se incluía una pregunta que sugería limitar la capacidad de los medios en pos de evitar noticias falsas. La cuestión arrojó que una amplia mayoría de ciudadanos estaba a favor y enseguida fue catalogado como globo sonda por distintas asociaciones periodísticas dado el sesgo y el riesgo de la pregunta.
“Se percibe mucha improvisación desde Moncloa y que no existe un plan de comunicación”, apunta Luengo. Rodríguez Virgili amplía: “Ahora los procesos de toma de decisiones públicas son mucho más rápidos y tienen menos controles. Se vio en la limitación de las rebajas a los pequeños comercios. Tienes claro cuatro ideas, las sacas, luego cuando se entra en detalles la gente se te echa encima y te ves obligado a rectificar”. Por su parte, David Jiménez señala que la raíz de la confusión “ha sido unas veces por la premura de la situación y otras, como en las semanas en las que las preguntas en ruedas de prensa en Moncloa se filtraban, con una clara intencionalidad de proteger a Sánchez y sus ministros del periodismo incómodo”. El periodista sostiene que los medios “han contribuido a la desinformación al escoger bandos políticos, cuando su único bando debía ser la gente. Como lector he echado de menos historias humanas que se impusieran a los números y los datos”.
Entre informaciones, anuncios y globos sonda, las noticias se llenaban de ciudadanos saltándose las medidas de confinamiento, aglomeraciones, fiestas en terrazas y ceremonias religiosas clandestinas, sembrando la duda de si estas informaciones pretendían hacer llegar algún tipo de mensaje o si las redes sociales también marcan la agenda y la óptica mediática.
Los globos que sobrevuelan la actualidad
Superada la primera fase de la emergencia sanitaria, llega el momento de paliar las impredecibles consecuencias a nivel económico y social. Todo es una incógnita a la que se añade la complejidad de límites hasta ahora inexplorados, pero la sensación generalizada es la de que habrá que tomar medidas impopulares. En una sociedad fuertemente polarizada, se hace inevitable el choque y el cisma de la opinión pública.
Uno de los temas que ya está encima de la mesa es el de aumentar la recaudación vía impuestos. Tal y como ha ocurrido en otras emergencias, la primera declaración de intenciones ha sido una tasa covid propuesta por Unidas Podemos o Más País para gravar a los patrimonios más altos, aunque la ministra de Hacienda se mostraba reticente y apostaba por otros impuestos. En la misma comparecencia Montero acallaba los rumores que abren la puerta a posibles recortes en el sector público. Esta posición choca con las últimas declaraciones del vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, quien vinculaba la financiación europea a la adopción de reformas estructurales o con los recortes que planea la Junta de Andalucía. Mientras tanto, aun desmentido, el globo sonda de la bajada de sueldos públicos ya ha echado a volar.
Otra medida que parecía ciencia ficción es el establecimiento de una renta mínima. Aunque todo apunta a que se aprobará en el próximo consejo de ministros, el debate en torno a su aplicación lleva volando desde hace varias semanas, cosechando el apoyo de propios y extraños, así como feroces críticas en los círculos de la oposición. Cabe destacar que algunas de las primeras informaciones sobrestimaron ampliamente el alcance de las ayudas. Por otro lado, relacionado con la falta de mano de obra en el campo, el comienzo de la crisis abrió el melón de la regularización de migrantes sin papeles, cristalizando en un decreto insuficiente. Las regularizaciones de Portugal y la reciente de Italia, vuelven a activar el debate.
Ante la falta de certezas de cómo será septiembre, los gobiernos autonómicos y el Ministerio de Educación y el de Universidades lanzan al cielo ciertas directrices y el propio contacto con el aire las reviente o eleva
El próximo curso escolar es una interrogante no solo para la comunidad educativa, sino también para sectores derivados como el de la vivienda, el laboral o el transporte. Ante la falta de certezas de cómo será septiembre, los gobiernos autonómicos y el Ministerio de Educación y el de Universidades lanzan al cielo ciertas directrices y el propio contacto con el aire las reviente o eleva. Se ha hablado de limitar la asistencia de alumnos, un sistema que combine la educación presencial y a distancia, con las autonomías y universidades con la última palabra. El debate está servido y el consenso parece una quimera.
Aunque parezca lejano, la finalización del modelo de ERTEs supone un nuevo reto que podría poner sobre la mesa la intervención o nacionalización de ciertas empresas estratégicas, pasos que ya ha empezado a dar Italia con la aerolínea Alitalia, Alemania de forma parcial con Lufthansa y Francia que, a pesar de haber mostrado cierta predisposición, ha abierto la posibilidad de una posible intervención por parte de la Comisión Europea. Resulta cuanto menos desconcertante que dicho tema apenas haya salido a la luz en nuestro país.
“Seguramente, el Gobierno tenga una agenda de cuándo es el momento adecuado para anunciar ciertas medidas. Hay mucha incertidumbre, no es una crisis convencional y el método utilizado es el de ensayo y error”, señala Luengo. Rodríguez Virgili indica que “gestionar la incertidumbre en la excepcionalidad es complicado. Se está aprovechando para introducir cuestiones que no estaban en la agenda. Hay muchos temas en la mesa y así es más fácil testar la reacción y dar una respuesta en una dirección o en otra”. Jiménez añade otros factores: “Pasados los primeros días, la política partidista lo invadió todo. ¿Cómo es posible que la trifulca de una partitocracia mediocre sea más importante que el drama sanitario y económico del siglo? En España todo está contaminado por la política sectaria y el periodismo más que nada”.
“¿Cómo es posible que la trifulca de una partitocracia mediocre sea más importante que el drama sanitario y económico del siglo? En España todo está contaminado por la política sectaria y el periodismo más que nada”, reflexiona David Jiménez
Otros debates como el que está aconteciendo acerca de la legislación laboral, los restos de la burbuja inmobiliaria, el modelo energético, la transformación del tejido productivo o los propios hábitos de consumo, podrían poner más en jaque a una conciencia acomodada en los cimientos del viejo sistema. Cabría entonces preguntarse si la conciencia social es causa o efecto de la necesidad de este tipo de técnicas de comunicación poco honestas.
La pescadilla que se muerde la cola
Son varias las hipótesis que podrían implicar la proliferación de globos sonda: la desafección hacia la clase política, una sociedad alejada de la realidad o el despotismo de los gobernantes que la guían. Su proliferación deja entrever el salto entre política, sociedad y realidad.
Según David Jiménez, “hay una parte importante de la audiencia que no quiere verdades incómodas. Lo que no se ajusta a sus prejuicios, es directamente falso”. Para él, los medios “podrían renunciar a formar parte de esos bandos, pero han escogido porque es mucho más cómodo. Enfrentarte a políticos y empresarios que presionan —sostiene—, es duro, pero más lo es hacerlo a tus lectores”. No considera que haya desafección a la política “un rechazo que está degenerando en odio hacia quien no piensa como yo. Conseguimos algo que era difícil: salir más divididos de una gran crisis”.
Luengo afirma que “los gobiernos se han acostumbrado a dejarse guiar mucho por la opinión pública”. “El abuso de esta táctica comunicativa pone de manifiesto cierta inmadurez respecto a las cuestiones políticas”, añade Rodríguez Virgili
Por su parte, Luengo afirma que “los gobiernos se han acostumbrado a dejarse guiar mucho por la opinión pública”. Rodríguez Virgili destaca que “el abuso de esta táctica comunicativa pone de manifiesto cierta inmadurez respecto a las cuestiones políticas”. Considera la política global, y en particular la española, “muy de corto plazo y de tactismo”, lo que genera una sociedad desconectada. “Ahora vemos cómo la gente se agolpa en los bares sin ser consciente de la gravedad de la situación. Es la pescadilla que se muerde la cola: ¿tenemos los políticos que nos merecemos o esta política crea desafección, desapego o inmadurez?”.
Al confrontar con la comunicación más sobria de otros países como Alemania, Portugal o Nueva Zelanda, sale a relucir la desconfianza y los sentimientos. “Los países mediterráneos tendemos a ser más emocionales y eso genera mayor polarización”, en palabras de Luengo. Por su lado, Jiménez se muestra contundente al apuntar hacia la falta de rigor del periodismo español. “No hay separación entre opinión e información. La mayoría de los artículos se publican sin supervisión, edición o verificación”. Vaticina la llegada de una nueva crisis para el periodismo: “Muchos medios dependerán de favores políticos para sobrevivir. Saben que no pueden sobrevivir por la calidad o la independencia porque carecen de ambas”.
Sin embargo, de entre los posibles caminos emerge el poder del conocimiento y de la ciudadanía como motores de transformación. Al respecto, Rodríguez Virgili apunta que “hay veces que echamos la culpa a los políticos, pero también es responsabilidad del ciudadano saber qué políticos están trabajando por la comunidad o por sus intereses”. Para él, se están viendo numerosas cuestiones que invitan a reflexionar sobre qué es la política y el liderazgo, y concluye que “es el momento de levantar la cabeza y pensar en el bien común por encima de los legítimos intereses partidistas”.
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Muy interesante y las opiniones ponderadas y con criterios. Se ve que se ha buscado expertos y no tertulianos. Se agradecen estos artículos más trabajados y pausados
Muy interesante el artículo. Al relacionarlo con la "profecía autocumplida" del sociólogo Robert K. Merton se me amplía el horizonte interpretativo. No da el poder puntada sin hilo. El globo sonda cumple el papel de profecía. En su condición de anuncio, desencadena los acontecimientos para que se ajusten al pronóstico. Somos los actores ciegos de la profecía. Cómo en el guión de la tragedia griega, nos ajustamos a su fatalidad implícita. Los centros del control social de masas saben de la eficacia de este mecanismo social, casi ciego como la colonia de hormigas. Y lo emplean cada vez más y mejor
Es difícil distinguir el error involuntario, la incompetencia y la maldad. Sin duda, son momentos de fuerte presión, pero se están haciendo muchas cosas mal, que generan más incertidumbre