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Crisis financiera
Parte de guerra de una semana de pánico financiero
Ocho días después del inicio del pánico financiero a ambos lados del Atlántico, las sucursales abren, los depositantes pueden sacar su dinero, si hay problemas ahí están los bancos centrales como prestamistas de último recurso. El miércoles los mercados daban por segura la quiebra de uno de los decanos de la vieja banca europea; el jueves Credit Suisse recuperaba su cotización en bolsa. Es cierto que hicieron falta 50.000 millones en préstamos del regulador bancario suizo: persiste, junto con la sombra del rescate —público o privado— la idea de un sistema financiero en explosión constante, ahora por las consecuencias de las rápidas subidas en los tipos de interés.
En este parte de guerra, la gran banca ha adelantado posiciones aprovechando el respaldo implícito o explícito de las autoridades monetarias: el principal banco europeo, el HSBC, se ha quedado con la filial británica de la firma californiana cuya quiebra inició las hostilidades. Los cuatro grandes bancos norteamericanos han hecho lo propio —30.000 millones de dólares mediante— con el First Republic, otra entidad mediana afectada por la salida de depósitos y el pinchazo del sector tecnológico. Todos han sufrido en Bolsa —el miércoles, Credit Suisse, Societe Generale y Monte dei Paschi veían suspendidas sus cotizaciones y el español Sabadell se hundía un 9%—, pero se recuperaron en una jornada.
La gran banca ha adelantado posiciones aprovechando el respaldo implícito o explícito de las autoridades monetarias
Gana Biden, que ha exorcizado de momento el fantasma del rescate “con dinero de los contribuyentes”. “No se protegerá a los inversores de los bancos”, señaló el presidente de EE UU en su intervención tras la apertura de los mercados el lunes 13. “Asumieron un riesgo conscientemente, y cuando el riesgo no da sus frutos, los inversores pierden dinero. Así funciona el capitalismo”, dijo en referencia a la quiebra del Sillicon Valley Bank. El problema es qué entendemos por rescate: ¿inyección directa de capital? No, de eso no ha habido (de momento). ¿Compra masiva de bonos? ¿Préstamos? ¡Siga leyendo!
En conversación con El Salto, el economista Juan Vázquez Rojo apunta otro ganador: “El lobby tecnológico presionó para que se rescataran los depósitos [del Silicon Valley Bank]”, señala, en uno de los puntos flacos del discurso de Biden. El fondo federal de garantía de depósitos (la FDIC) ha permitido desde el lunes que los depositantes, en su mayoría empresas tecnológicas, pudieran retirar su dinero sin límite alguno —el tope estaba en 250.000 dólares antes de la quiebra—, pese al hecho de que el banco no había entrado en el programa de seguro de depósitos de la autoridad federal.
A la espera de lo que decida la Reserva Federal norteamericana en su reunión del día 22 de marzo, ganan también los bancos centrales. La credibilidad de su política contra la inflación permanece después de que el BCE mantuviera la subida de medio punto en los tipos de interés que había anunciado semanas antes del caos. Y lo han hecho mientras garantizaban (o anuncian que garantizarán) el funcionamiento normal del sistema financiero si vuelven los problemas.
Sidecar
Crisis financiera Do you remember Lehman Brothers?
Rescate público-privado
El relato es algo más complejo —y más circular— que este recuento incompleto de ganadores. “Las medidas de la Fed hacen más sencillo para el banco atender una crisis de retirada de depósitos, pero no la frena”, explica Juan Vázquez. Más sencillo porque desde el lunes la Reserva Federal dará préstamos de un año para atender estas retiradas de fondos y el banco podrá presentar como garantía bonos del tesoro u otros títulos considerados de alta calidad. ¿Pero no eran estos bonos, comprados por los bancos bajo el supuesto de que su precio no bajaría, aquellos cuya venta forzosa a pérdida había producido precisamente sus problemas de liquidez?
“Normalmente el valor de esta garantía se mide al precio de mercado”, señala Vázquez, como en el ejemplo de las llamadas operaciones de repo, con las que los bancos pueden obtener liquidez de un día para otro. “La novedad ahora es que el valor de los bonos se va a medir con su precio nominal”. En otras palabras, en vez de vender apresuradamente los bonos para atender las reclamaciones de depósitos, los bancos pueden pedir prestado a este programa de la Fed, y esta a su vez aceptará como garantía los bonos al precio que tenían en el momento de su compra. Del domingo al jueves, el recién creado Bank Term Funding Program ya había prestado a los bancos estadounidenses 11.900 millones de dólares, según la Fed.
“El problema es que ahora, con los tipos más altos, hay alternativas más seguras que te dan más rentabilidad. Mucha gente está sacando sus depósitos para comprar letras del tesoro. Es tapar un agujero para crear otro”, apunta Vázquez. Una situación que persistirá si, como el BCE, la Fed sigue obcecada en el objetivo de inflación y mantiene las subidas. “Yo creo que sí van a subir tipos. De lo contrario estarían mandando un mensaje, que es que los problemas del sistema son graves”, opina el economista.
Problemas: un día después de que el banco central suizo sacara la manguera de crédito para salvar la cotización y las retiradas de depósito del Credit Suisse, los inversores seguían apostando a la quiebra. El coste de la cobertura a cinco años ante posible impago de los títulos de Credit Suisse permaneció por encima de los 1.000 puntos básicos (en febrero estaba en el entorno de los 300) durante toda la jornada del jueves. “Para asegurar 10.000 euros en títulos del Credit Suisse, tienes que pagar 1.000 euros”, explicaba en su cuenta de Twitter el periodista alemán Holger Zschaepitz.