Culturas
Rodrigo Cuevas: “La ultraderecha da morbo, es como cuando alguien se saca un grano. No puedes evitar mirar”

Con su Manual de cortejo dejó de ser un privilegio reservado para las no muchas personas que lo conocían. Llevó muiñeiras y xiringüelus mucho más allá de los Picos de Europa y consiguió que cientos de miles de oyentes le prestaran su atención. Rodrigo Cuevas (Uviéu, 1985) forma parte de la nueva onda del folclore contemporáneo que asombra en tierra propia y ajena. Un músico excepcional que hibrida la música popular más joven con la tradición que él considera “lo común”.
Con un Premio Nacional de Músicas Actuales 2023 todavía fresco en la estantería, Cuevas acaba de estrenar Manual de romería, donde se aleja del intimismo que lo precede para “hacer a la gente bailar”. Irreverente en las palabras y vanguardista en la voz, el asturiano atiende a El Salto una hora antes de subir al escenario del Teatro García Barbón (Vigo) con un dispositivo policial alrededor propio de una alerta terrorista de máximo nivel.
Parece que escogisteis el día para venir a tocar. Tenemos a 50 metros el centro neurálgico de las luces de Navidad de Galicia y se van a encender en media hora. Tú que sabes de esto, tú que has escrito un manual, ¿esto es una romería o qué es?
Es una romería kitsch. Hortera en su máxima potencia. En el concierto de ayer me dio mucho juego. Es un chiste. Convertirse en un meme, pero a costa de contaminar y consumir una cantidad de recursos tremenda. Y hacer gala de eso. Como la gente sólo piensa en el dinero, pues es lo que tenemos. Todo por la ventana. Champán por las tetas. Pero bueno, Vigo por suerte no es esto es un lugar maravilloso menos en estos meses.
¿Puede ser que esa hibridación entre lo tradicional y el contemporáneo que haces en tu música también esté condicionado por esta vida que llevas? Pasar de vivir en una aldea remota a meterte en espacios urbanos más hostiles para tocar.
Pues creo que esa dualidad puede que no sea tan cierta. Sí que quizás acontece que, desde las ciudades más grandes como Madrid, el rural parezca algo más estereotipado, más de cuento. Pero para las personas que vivimos más cerca del mundo rural o cerca de las ciudades pequeñas eso está más naturalizado. ¿Quién no tiene la casa de la familia en la aldea? En esos casos, no veo tanta dualidad entre lo rural y lo urbano que a veces desde fuera se propone.

¿Cómo influyen esos mundos que habitas en tus trabajos de investigación, en tus procesos creativos? ¿Qué papel juegan tus lenguas, especialmente el asturianu?
Un papel protagonista. Fundamental. En este disco, en el Manual de romería, casi todo el tiempo se habla de esas vivencias, de las travesuras que vivimos en mi aldea, que está muy lejos de esa imaginería bucólica y pastoril que se tiene de la vida allí. En Galicia también viví en la aldea y sí que es cierto que existe esa parte bucólica porque el paisaje es hermoso y la paisanaje, rural. Tiene ese punto, pero es mucho más excéntrico y mucho más loco del que se piensa desde las ciudades. Mucho más outsider. No tengo dudas de que la vida en las ciudades es mucho más normativa que en las aldeas. Entonces, todo esto me inspira mucho y es fundamentalmente de lo que hablo.
Leí en una entrevista que hiciste con La Marea que las personas y las causas que están en los márgenes tienen que apoyarse. El movimiento queer, las defensoras del asturianu, del gallego, el ecologismo... ¿A eso también le cantas?
Claro. Creo que defendiendo unas causas y despreciando otras lo único que haces es un favor al heteropatriarcado, que es el que manda al final. Todas las violencias vienen de un mismo sentido. Si no somos capaces de verlo, lo que hacemos es facilitarle las cosas a quien está oprimiendo.
El gay tiene el rol en la sociedad de poder llamar la atención de todo el mundo. La bollera ni siquiera. Está en la invisibilidad de la invisibilidad“
Este disco es mucho más fiestero que el anterior. Se nota esa intención. Pero aun así hay ciertos momentos en los que vuelves a la infancia. Dime, ramo verde es una canción que conmueve en esa vuelta al pasado. ¿Ya sabías que estabas en los márgenes siendo tan pequeño?
No lo tengo claro. Tienes una consciencia de que no eres como los demás. Que algo pasa. No sabes lo que es porque no lo sabes verbalizar. Nadie te lo explica. Pero sí que te enteras de que hay cosas que a los demás les vale y a ti no. Que necesitas de otras cosas o vas por otros caminos. Lo más característico, lo que marca los patios del colegio, es el tema del fútbol. Es lo que marca quién está dentro de la norma y quién no.
¿Tú jugabas al fútbol?
No (se ríe). Miento. Durante un tiempo sí que jugué porque tenía una muy buena amiga, a la que evidentemente le llamaban marimacho, que jugaba muy bien y, en esa momento, sí. Pero no jugábamos a la altura a la que los que dominaban el patio exigían. Sólo cuando era una pachanga (ríe).
Con todos esos cambios que se van notando en cada nuevo trabajo, ¿qué partes de ti crees que te quedan por explorar con la música?
Quiero explorar más partes, esto lo tengo claro. ¿Pero sabes qué pasa? Que esas partes que tengo que explorar, son partes que aún no conozco de mí. Si no, ya estaría en ellas. Con la edad vas cambiando y eso te va llevando a hacer otras cosas. Espero hacer muchas cosas más porque aún voy a cambiar mucho en la vida.
Esto va a salir publicado mañana, que es 25N. Voy por ahí. ¿Es más fácil transgredir siendo marica qué siendo bollera en el mundo del arte?
Seguro que sí, porque siendo gay tienes un foco por ser hombre que no tiene una mujer. Es la invisibilidad total. El gay tiene ese rol en la sociedad que puede llamar la atención de todo el mundo. La bollera ni siquiera tiene esa facilidad. Yo creo que tengo el privilegio de poder usar la sexualidad y la sensualidad desde el escenario como herramienta. Creo que ellas no tienen esa facilidad. Están en la invisibilidad de la invisibilidad.
Veo que en X (antes, Twitter) no te cuesta nada meterte en todos los charcos de la actualidad social y política. En un de ellos, defendías a la nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, ante las críticas que recibía desde la izquierda por una foto con un traje regional delante de una virgen.
Se entendió mal y lo rematé diciendo “cierro comentarios porque no tengo tiempo pa bloquearos y se me revuelve el estómago. Pd: no juzguéis a nadie por sus creencias o la ropa que lleve” (ríe). Claro, es que llegamos a unos puntos... ¿No se puede ser feminista y religiosa? Decimos que las mujeres musulmanas pueden ser feministas, pero una mujer católica no puede entonces. Nos creemos que por ser de izquierdas ya tenemos un pensamiento crítico y creo que es mucho más complejo que rebotar todo lo que aparenta ser de izquierdas. Para mí eso es ser de izquierdas. Trabajar en el pensamiento crítico. En la comprensión. En la complejidad de las personas. En las incoherencias de las personas y en las contradicciones. En sus riquezas. Sobre todo, sin prejuzgar. Eso es de primero de antifascismo. No se juzga a nadie por su pensamiento ni creencias ni color de piel ni origen.
¿Y cómo estás viviendo las romerías ultras de la calle Ferraz desde tu aldea?
Me da tanta lástima que se le dé tanto foco. Caemos en su provocación. El día que más hubo allí eran 9.000 personas. ¿Cuánta gente hubo el otro día en Bilbao en la manifestación contra el fascismo? No lo sé porque ni siquiera lo leí porque la sacan del foco. ¿Cuánta gente está día a día manifestándose contra lo Gobierno de Israel? Hay muchas más cosas realmente interesantes y constructivas a las que no le ponemos la atención que merecen. Le damos el foco porque da mucho morbo la ultraderecha. Es gente que va en contra de su propia existencia porque va en contra de la existencia del ser humano y del desarrollo de la historia. Están condenados a desaparecer igual que desapareció el feudalismo. A la ultraderecha les pasa lo mismo. Es como ver a alguien sacándose granos. Es desagradable, pero es imposible no mirar.
A ti la ultraderecha ya te intentó amenazar con la censura.
Estando Vox en la concejalía de Festejos de Xixón dijeron claramente que nadie que defendiese el asturianu iba a actuar allí. Pero ya los largaron. Tarde, pero los largaron.
El fascismo se combate con cultura. Es lo que une un extremo con el otro“
¿Crees que en el norte estamos más protegidos de ese españolismo exacerbado o es un espejismo?
Yo también creía que en España estábamos a salvo de la ultraderecha. Parece que ese partido lleva toda la vida, pero no. En Francia ya llevan muchos años con Marine Lee Pen y en Polonia y Hungría. Esa presencia lleva muchos años en otros lugares y hasta hace menos de una década parecía que aquí nos librábamos. Que éramos más serenos, que no iba a pasar. Y aquí está. No nos podemos confiar. ¡Cuidado en las elecciones, Galicia!
¿Al fascismo se le frena cantando?
El fascismo se combate con cultura. Estoy convencido. Por encima de cualquiera otra cosa. La cultura es la argamasa de la sociedad. La cultura popular la compartimos todos. El que está más en el extremo de la derecha como el que está en el otro lado. Decía Lauren Postigo, presentando a Concha Piquer en el programa Cantares: “Por una orilla del río de la guerra cantaba Concha Piquer Ojos verdes, mientras que por la otra orilla del río de la guerra Miguel de Molina cantaba la misma canción”. Cantaban la misma canción. Creo que es lo único que nos puede recordar que compartimos muchísimas cosas como personas que somos. Suena naif, pero es así. Son muchas más cosas las que compartimos y sólo tenemos que vivir en el respeto, que creo que no abunda. A mí desde el escenario me gusta defender todo eso. Darle al público acervo popular. La cultura es la que nos vincula con las cosas que son inertes. Si no, no son nada. Tú encuentras esta butaca en una casa en la que vas a vivir y puedes quemarla. Pero si es el asiento en el que tu abuelo te cantaba las nanas de niño, ya no lo quemas. La materia es la misma, no cambia, pero a través de la cultura nosotros le damos ese valor. A los territorios, a los montes, al paisaje. Es muy valioso, es antifascista.
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