We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Crisis climática
Extinction Rebellion. El ecologismo en la cuenta atrás
El movimiento ecologista británico viene marcado por la lucha contra el fracking a lo largo y ancho de sus territorios en los últimos años. Los resultados de esta lucha, por ahora mezclados, están aún pendientes de dirimirse, pero hace poco que ha aparecido en escena otro actor con el potencial de aportar mucho en el futuro más inmediato. Se trata de la Extinction Rebellion, un grupo que empezó a hacer ruido en internet hace un mes con un mensaje más bien sencillo: afrontamos una catástrofe climática sin precedentes. Hay que hacer algo lo antes posible.
Y realmente siguen este punto al pie de la letra al exigir al gobierno de Theresa May una economía con cero emisiones para 2025. La alternativa, la extinción como la llaman. Entiéndase aquí la del precario equilibrio entre la raza humana y el planeta Tierra. Dejando de un lado las posibilidades reales de alcanzar la descarbonización de la economía para 2025 y los costes sociales del mismo, o si las enormes consecuencias que el cambio climático tendrá en las próximas décadas tienen la capacidad para forzar una extinción de la humanidad, el mensaje recalca la urgencia de afrontar esta lucha climática si queremos garantizar la existencia de un futuro que merezca la pena ser vivido para todas las personas del planeta.
Pero todo palidece con la acción de este sábado 17 de noviembre cuando, de acuerdo a una planificación de más de un mes, centenares de activistas cortaron los cinco puentes más céntricos de Londres: Blackfriars, Waterloo, Westminster, Lambeth y Southwark. Y cortados quedaron durante horas. Aproximadamente cien detenidxs. Ningún medio en todo Reino Unido y hasta en el extranjero dejó de hacerse eco de la noticia. Aseguran que esto es solo el inicio.
Este sábado 17 de noviembre centenares de activistas de Extinction Rebellion cortaron los cinco puentes más céntricos de Londres durante horas.
Qué duda cabe de que estas acciones, para las personas con poco o nulo contexto, bien parecen perogrulladas. Pero hemos de recordar el aviso del IPCC del mes pasado de que solo tenemos 12 años para hacer algo si no queremos que el cambio climático se lleve por delante cualquier posible mitigación. O como, de superarse el 1,5ºC de incremento de la temperatura global, se duplicarían las consecuencias catastróficas, y especialmente en la región mediterránea. La ventana de oportunidad cada vez es más estrecha y lejana, y para poder aprovecharla va a hacer falta más que buenas palabras.
Extinction Rebellion ha elegido como metodología la desobediencia civil no violenta, como ilustran las aciones aquí comentadas. Su objetivo queda claro: visibilizar sus reclamaciones lo máximo posible, así como interrumpir el flujo de capitales para desesperanzar al poder. El tiempo, como nos recuerdan, apremia. Por supuesto, esta forma de reivindación no es novedosa ni mucho menos: tanto en el medio virtual como en las calles nos recuerdan que sus influencias son el movimiento sufragista, los derechos civiles y la lucha anticolonial de Ghandi ji. Pero tampoco es ajena al movimiento específicamente ecologista: ha formado parte fundamental de la lucha por salvar Hambach, en Extremadura se cortaban carreteras con regularidad hace diez años para evitar que se instalara una refinería de petróleo. Y, como sabemos, las mujeres consiguieron el derecho al voto, la población negra estadounidense la Ley de derechos civiles, India la independencia, Hambach el apoyo de la opinión pública alemana y aquella refinería jamás llegó a funcionar.
La Extinction Rebellion, tan sui generis, tiene razón en mantener la validez de la desobediencia civil en estos tiempos. Es más, evidencian que es la única manera que tiene el movimiento ecologista de marcar la agenda informativa. Quizás, la política.
La Extinction Rebellion, tan sui generis, tiene razón en mantener la validez de la desobediencia civil en estos tiempos. Es más, evidencian que es la única manera que tiene el movimiento ecologista de marcar la agenda informativa. Quizás, la política.
Es complicado hacer frente a climas de represión contra la ciudadanía, no hay más que pensar en la Ley Mordaza en España. El esfuerzo por frenar el extractivismo de petróleo, carbón y gas natural va a requerir una urgencia nunca vista que muchos intereses empresariales y políticos van a intentar silenciar. Cerrar para siempre la página de la nuclear en nuestra historia, repleta de muertes, enfermedades, tensiones geoestratégicas, concentración de la producción de energía en manos del oligopolio y herencia de miles y miles de años de residuos radiactivos para nuestrxs descendientes, además de una redistribución de abajo arriba al mantener el Estado los grandes costes de esta forma de energía (todo sea por el balance de beneficios de Iberdrola, Endesa...) ha marcado la lucha durante décadas de personas lúcidas, fuertes y ágiles. Sin que hayan alcanzado la victoria definitiva todavía.
Pero la lucha continúa y el ejemplo de Extinction Rebellion nos recuerda qué es importante, qué se puede hacer y el poco tiempo que nos queda. La cuenta atrás ha empezado y esa es la carta que al ecologismo le toca jugar. Sin catastrofismos, pero con apuro, inspirando a una ciudadanía muy apaleada. Empieza la cuenta atrás.
Relacionadas
Ecofeminismo
COP29 Bakú Las voces de los pueblos en la COP29
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Granada
Granada La Calahorra exige respeto para su acuífero y la paralización de la planta de Biogás y dos macrogranjas
Esta lucha contra la extinción humana -la Tierrra seguirá dando vueltas aunque desaparezca el último humano-, se opone al negacionismo de Trump, Bolsonaro, Casado y otros aulladores que solo buscan alcanzar o mantenerse en el poder a costa de explotar los prejuicios del exodo masivo a EEUU y Europa -causantes principales del cambio climático- de personas que lo pierden todo con los desastres provocados por el propio cambio climático.
Es una lucha entre quienes quieren detener el apocalipsis y quienes buscan aprovecharse de él, prometiendo mantener los privilegios de un crecimiento que tiene limites tasados.