Centrales nucleares
“Radioactivo” es un espectáculo irresistible

Una nueva película muestra las experiencias de las mujeres en el accidente nuclear de Three Mile Island.
Las mujeres de Three Mile Island.
Las mujeres de Three Mile Island. Beyond Nuclear
Universidad Estatal de Nueva York
25 mar 2024 02:36

Artículo publicado originalmente en Counterpunch.

Radioactive: The Women of Three Mile Island es el título de un largometraje documental recién estrenado, dirigido, escrito y producido por la galardonada cineasta Heidi Hutner, profesora de humanidades medioambientales en la Universidad de Stony Brook, escuela insignia de la Universidad Estatal de Nueva York.

Con datos y entrevistas muy convincentes, ella y su equipo de producción, también de gran talento, han elaborado una obra maestra del documental.

Conecta los proverbiales puntos del desastre de la central nuclear de Three Mile Island en 1979, y lo hace de forma brillante.

El documental ya ha recibido numerosos premios cinematográficos y se ha proyectado en los últimos meses en Nueva York -ganando el “Premio del Público al Mejor Documental” en el Festival Dances With Films-, Harrisburg (Pensilvania), Sarasota (Florida), Dubuque (Iowa), Long Island (Nueva York), el Festival Internacional de Cine First Frame de Nueva York y el Festival de Cine Medioambiental de Washington D.C., y pronto será la película destacada en el Festival de Cine #SHEROESForChange de Kat Kramer en Los Ángeles y en el Festival de Cine Cinequest en San José, California, así como en el Festival de Cine sobre el Uranio en Río de Janeiro en Brasil. Y habrá giras por todo Estados Unidos.

Un residente tras otro de la zona que rodea Three Mile Island es entrevistado y habla del cáncer generalizado que se ha producido en los años posteriores al accidente, una tasa de cáncer muy superior a la normal. Los relatos que se comparten en el documental son desgarradores.

Un residente tras otro de la zona que rodea Three Mile Island es entrevistado y habla del cáncer generalizado que se ha producido en los años posteriores al accidente, una tasa de cáncer muy superior a la normal. Los relatos que se comparten en el documental son desgarradores.

Un denunciante que había trabajado en la central nuclear cuenta a Hutner el intento deliberado y exhaustivo de General Public Utilities, propietaria de TMI, de ocultar la gravedad del accidente y sus emisiones radiactivas, especialmente las de yodo 131 y xenón 133, cancerígenos.

Una abogada, Lynne Bernabei, implicada en litigios a raíz del accidente, dice que el encubrimiento de Three Mile Island “fue uno de los mayores encubrimientos de la historia”. Mientras tanto, la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos, que “se supone que debe proteger al público”, ha estado entonces y desde entonces sólo “interesada en promocionar la industria [nuclear]”. Esto es corrupto“, afirma la abogada Joanne Doroshow, ahora profesora de la Facultad de Derecho de Nueva York y directora del Centro para la Justicia y la Democracia. Se presentan muchos ejemplos de ello.

El documental se centra en las mujeres, que están mucho más expuestas que los hombres a los efectos de la radiactividad. Mary Olson, bióloga, fundadora y directora del Gender & Radiation Impact Project, afirma en la película que quienes establecieron las normas de radiación en Estados Unidos desde el inicio de la tecnología nuclear en 1942, basaron los impactos en un varón de ”25 a 30 años“ ”definido como caucásico“. Dijo: ”Se ha llegado a conocer como el 'Hombre de Referencia“. Sin embargo, Olson cita los resultados de investigaciones según las cuales ”la radiación es 10 veces más dañina para las mujeres jóvenes“ y ”un 50 por ciento más dañina para una “mujer comparable” que para el “Hombre de Referencia”, que es “más resistente” a la radiactividad que una mujer.

Olson cita los resultados de investigaciones según las cuales “la radiación es 10 veces más dañina para las mujeres jóvenes” y “un 50 por ciento más dañina para una ”mujer comparable“ que para el ”Hombre de Referencia“, que es ”más resistente“ a la radiactividad que una mujer.

Está el científico Dr. Aaron Datesman, que ahora está llevando a cabo un importante estudio cromosómico sobre el impacto de la catástrofe en la salud de los habitantes de la zona y sobre cómo se ha perjudicado a la gente a pesar de las negativas de la industria nuclear. Este estudio se basa en su reciente e innovador trabajo ”Radiological Shot Noise“, publicado en Nature.

Y más y más.

Tras la proyección del documental en el Cinema Arts Centre de Huntington, Long Island, a la que yo asistí, hubo una mesa redonda en la que participaron Hutner, cuatro mujeres que aparecen en el documental y su editor, Simeon Hutner, que también es productor.

El debate fue moderado por Kelly McMasters, autora del libro de memorias Welcome to Shirley, A Memoir of an Atomic Town, y profesora de la Universidad de Hofstra, en Long Island. En su libro, McMasters atribuye los numerosos casos de cáncer de su pueblo natal, Shirley, en Long Island, a las emisiones radiactivas de los tres reactores nucleares que funcionaban en el adyacente Laboratorio Nacional de Brookhaven, reactores que ahora están cerrados.

Desde el público, Catherine Skopic, de Manhattan, que viajó a Long Island para el estreno del documental en Huntington, dijo que la película ”va a hacer olas“. Relató la relación entre el accidente de TMI y los problemas nucleares contemporáneos. Entre ellos, el plan de Holtec International, ahora propietaria de las centrales nucleares cerradas de Indian Point, a 25 millas al norte de la ciudad, de ”verter un millón de galones de agua radiactiva“ en el río Hudson, del que ”siete comunidades obtienen su agua potable“, y el vertido similar de los últimos meses por la Tokyo Electric Power Company desde sus centrales nucleares de Fukushima Daichi, accidentadas en 2011, en el océano Pacífico.

En su libro, McMasters atribuye los numerosos casos de cáncer de su pueblo natal, Shirley, en Long Island, a las emisiones radiactivas de los tres reactores nucleares que funcionaban en el adyacente Laboratorio Nacional de Brookhaven, reactores que ahora están cerrados.

Hutner, al hablar de la atención prestada a las mujeres en Radioactivity: The Women of Three Mile Island, explica: ”Tras las catástrofes sanitarias y de seguridad, a menudo son las mujeres las que luchan sobre el terreno, y una y otra vez a lo largo de la historia nuclear, estas mujeres son gaseadas, silenciadas, tildadas de histéricas y 'radiofóbicas'. El resultado de tal silenciamiento: perdemos información significativa sobre la historia, la ciencia y la salud nucleares“.

Hutner prosigue: ”Lo que he desenterrado tras más de 20 años de investigación ecofeminista es estremecedor: las investigaciones de la Dra. Alice Stewart sobre el peligro de los rayos X para los fetos en el útero; los escritos de Rachel Carson sobre la radiación y la bioacumulación; o las advertencias de la Dra. Helen Caldicott sobre los peligros de las armas nucleares y su defensa de la paz y la salud médica vital como médico (ha sido atacada sin piedad e injustamente por críticos masculinos por motivos sexistas); el estudio de Mary Olson sobre el alarmante peligro de la radiación para las niñas y las mujeres; el activismo descolonizador de Leona Morgan para proteger a las comunidades indígenas de la extracción y el envenenamiento por uranio, y del vertido de residuos radiactivos en tierras nativas; la narración de historias de la poeta activista Kathy Jetnil-Kijiner sobre el sufrimiento de las mujeres que abortaron en las Islas Marshall tras el bombardeo nuclear del 67 por parte de Estados Unidos. Hay un sinfín de historias como éstas.

“Al borrar las voces de esas mujeres, al convertirlas en luz de gas, los hombres han borrado historias humanas significativas, la ciencia y la investigación”, afirma Hutner. “Es una maniobra sexista clásica. Llaman radiofóbicas, histéricas e incapaces de entender la ciencia a las mujeres y a quienes hablan de los peligros de la tecnología nuclear. Como explican las mujeres de Radioactive, cuando hablaron en las audiencias y reuniones de la Comisión Reguladora Nuclear, haciendo preguntas inteligentes sobre la veracidad de las afirmaciones de la empresa nuclear y la NRC, y armadas con información detallada sobre su corrupción y encubrimiento -lo que realmente ocurrió-, se rieron de ellas, se burlaron, les dijeron que 'se fueran a casa a hacer galletas'.

Como explican las mujeres de Radioactive, cuando hablaron en las audiencias y reuniones de la Comisión Reguladora Nuclear, haciendo preguntas inteligentes sobre la veracidad de las afirmaciones de la empresa nuclear y la NRC, y armadas con información detallada sobre su corrupción y encubrimiento -lo que realmente ocurrió-, se rieron de ellas, se burlaron, les dijeron que 'se fueran a casa a hacer galletas'.

”Por eso hicimos Radioactivo. El público necesita saber y comprender cómo se le está mintiendo, cómo se han ocultado bajo la alfombra aspectos clave de las catástrofes nucleares y los impactos de la radiación. Y a qué precio. Se trata de la vida y la muerte. Por eso nos centramos en historias de mujeres enterradas, y en posteriores proyectos cinematográficos que esperamos realizar como parte de una serie, incorporaremos las voces silenciadas de los grupos indígenas negros, morenos y de mujeres afectados de forma desigual por los desastres nucleares“.

Y añade: ”La película no podría llegar en un momento más importante por varias razones. Ahora que en algunos círculos se habla de la energía nuclear como “respuesta” a nuestra crisis climática, creemos que cualquiera que vea esta película sacará la inequívoca conclusión de que la energía nuclear debe descartarse“.

”TMI forma parte de una larga lista de desastres medioambientales y encubrimientos que han causado graves daños a las comunidades circundantes, que durarán décadas“, continuó Hutner. ”Fue y sigue siendo la lección de lo que ocurre cuando una corporación y una industria carentes de integridad, reguladas por una agencia completamente capturada por esa industria, se ponen a cargo de la vida de las personas“.

”TMI ocurrió hace 44 años. Pero en lo que respecta a los sistemas destinados a proteger la salud y la seguridad del público frente a los peligros nucleares, nada ha cambiado y, de hecho, sólo han empeorado", concluyó Hutner.

Traducción de Raúl Sánchez Saura. 

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