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Universidad
Universidades de destrucción masiva
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
En la próxima década, la Oficina Presupuestaria Congresional estimaba que Estados Unidos destinará 500 mil millones de dólares a mantener y modernizar el arsenal nuclear del país. Casi 100.000 dólares por minuto. Una estimación independiente asciende el total durante los próximos 30 años hasta 1,7 billones. En un informe de julio de 2019, la administradora de Seguridad Nuclear Nacional, Lisa Gordon-Haggerty escribió: “El mundo de la seguridad nuclear no ha estado tan ocupado desde la Guerra Fría”.
Además de la generosa financiación, llevar a cabo estas actualizaciones supondrá grandes cantidades de capital científico, humano y técnico. En gran parte, el gobierno de EEUU y las empresas contratistas esperan obtenerlo de las universidades del país.
Al mismo tiempo, EEUU lleva varios años reduciendo sus compromisos en materia de control de armas nucleares y reducción de riesgos pese a las obligaciones del Artículo VI del Tratado de no proliferación, que obliga a avanzar hacia el desarme nuclear.
En agosto de 2019, Estados Unidos se retiró oficialmente del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio, al poco probaron un misil prohibido de acuerdo con el mismo. La Revisión sobre la Postura Nuclear de 2018 expandía las circunstancias bajo las cuales el país consideraría el uso de armas nucleares, exigiendo el desarrollo de dos nuevos sistemas de armas nucleares marinos de bajo rendimiento.
Varios países en las Naciones Unidas han reconocido los impactos humanitarios y medioambientales de las armas nucleares: debatiendo, adoptando, firmando y ratificando varios tratados, como el de Prohibición de Armas Nucleares.
Pese a estos debates, las universidades americanas han seguido tejiendo conexiones con el complejo armamentístico nuclear. Pese a que los estudiantes y el profesorado se hayan opuesto a la participación de estas en la investigación y desarrollo de armas nucleares a lo largo de los últimos 70 años. Sin embargo, esta relación sigue en pie.
Las universidades son partícipes del complejo nuclear por medio de los cuatro canales listados más abajo. A cambio de su colaboración, reciben financiación, acceso a instalaciones para su investigación y a oportunidades laborales para sus estudiantes.
1) Gestión directaUn grupo de universidades gestionan de manera directa varias actividades relacionadas con las armas nucleares con el apoyo del gobierno federal. Colectivamente, estos contratos valen miles de millones de dólares anuales. Estas universidades incluyen las de California, Texas A&M, Johns Hopkins, Rochester y el MIT.
2) Asociaciones institucionalesLa Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA por sus siglas en inglés) mantiene varias colaboraciones con universidades estatales y nacionales. Estos acuerdos formales permiten a las instituciones colaborar en sus investigaciones y a compartir personal y experiencia. También proveen a los equipos investigadores de las universidades con financiación y acceso a instalaciones, como los laboratorios de la NNSA. El informe desgrana más de 30 acuerdos así con universidades en 18 estados.
3) Programas de investigación y asociaciónAdemás de los acuerdos institucionales, existen varias conexiones entre universidades y complejo armamentístico nuclear en cuanto a proyectos de investigación. En un informe presentado ante el Congreso en julio de 2019, la NNSA señala que se han entregado más de 65 millones de dólares como subvenciones. Este dinero ha ido a parar a instituciones académicas en los últimos años para programas de custodia. Si a las subvenciones les añadimos subcontratas de los laboratorios de la NNA, la cantidad total que reciben las universidades es superior a los 150 millones anuales.
4) Programas de desarrollo de personalEl que fuera secretario del Departamento de Energía, Rick Perry, ha escrito que encontrar la “próxima generación de personal, científicos, ingenieros y técnicos de primera clase, es una gran prioridad”. Por medio de estos acuerdos con universidades, programas de entrenamiento y becas de investigación, la NNSA crea opciones para el desarrollo de este personal futuro.
Un objetivo de este informe es facilitar el conocimiento acerca de las relaciones entre universidades y desarrollo e investigación de armas nucleares. Una base que ayude a las comunidades de personal universitario, estudiantes y administraciones a tener serios debates internos y pasar a la acción. Muchas personas dentro de las universidades no participarían en la producción de armas químicas y biológicas si de ellas dependiera. Por las mismas razones humanitarias, ninguna universidad debería buscar una asociación con otro tipo de armas de destrucción masiva: las nucleares.
Mientras que las universidades estadounidenses han jugado un papel clave en el desarrollo y continuación de armas nucleares, ahora piden a las ciudades y estados del país que rechacen el programa armamentístico y que presionen al gobierno para que apoye reducciones de su arsenal, la firma y adopción del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. De acuerdo con la investigación presentada, este informe ofrece las siguientes recomendaciones para las universidades:
Recomendaciones• Ofrecer mayor transparencia sobre sus relaciones con el complejo armamentístico nuclear.
• Poner fin a toda producción de armas nucleares y deshacer cualquier contrato relacionado con esta actividad.
• En aquellos contratos con aplicaciones duales, no solo armamentísticas, deberán ofrecer mayor transparencia y crear procesos específicos para la revisión ética de su investigación.
• Luchar por la reinversión de los fondos destinados al desarrollo armamentístico, que deberían destinarse a la no proliferación y a causas medioambientales.
• Unirse a varias ciudades y estados para demandar que el gobierno federal apoye el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y a frenar la desregulación sobre el control de armas nucleares.
La lista completa de universidades.Traducción de Raúl Sánchez Saura.