Drogas
Fentanilo: la droga que destruye Estados Unidos y golpea las puertas de América Latina

Más de 100.000 personas murieron en EE UU por sobredosis de fentanilo en 2023. Esta droga sintética amenaza con revolucionar el mercado mundial de los estupefacientes y provocar una “epidemia” en toda América Latina.

@Gera_Szalkowicz / IG gera.sz

22 sep 2024 06:00

Hace unos meses, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, lanzaba una advertencia en una entrevista en Infobae: “Es solo cuestión de tiempo para que el fentanilo se convierta en epidemia en Latinoamérica”. Aunque conviene tomar con pinzas toda enunciación futurológica proveniente de la Casa Blanca y el Pentágono, los efectos de esta droga están empezando a sentirse al sur del Río Bravo. ¿Hay riesgo real de que la predicción de la general Richardson se cumpla? ¿Se está haciendo algo para prevenirlo?

Qué es el fentanilo

Conocida como “la droga zombi” o con seudónimos callejeros como Rey Marfil, Chiva blanca, Tango o Asesinato 8, el fentanilo es un opioide sintético aprobado en los 60 para ser utilizado como analgésico y anestésico. Se trata de una sustancia depresora del sistema nervioso que tiene un amplio uso médico en cirugías, cuidados paliativos o en posoperatorios por su rápido efecto para calmar el dolor agudo.

Pero en la última década su producción y comercialización se expandió aceleradamente en el mercado ilegal de las drogas, principalmente en Estados Unidos y Canadá. Su efecto es 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina, por lo que su incorrecta dosificación o la mezcla con otras sustancias multiplica las posibilidades de sobredosis mortales, sobre todo si se produce al margen de los controles oficiales.

La fabricación ilegal de fentanilo es sencilla y económica. Se produce en modestos laboratorios urbanos y, a diferencia de los narcóticos de origen natural, no requiere materias primas cultivadas en zonas remotas como la hoja de coca o la amapola utilizada para fabricar heroína.

La fabricación ilegal de fentanilo es sencilla y económica. Se produce en modestos laboratorios urbanos. La intensidad de esta droga permite, además, que el contrabando de cantidades reducidas genere una alta rentabilidad

La intensidad de esta droga permite, además, que el contrabando de cantidades reducidas genere una alta rentabilidad. Se suele vender en ampolletas, en polvo o en pastillas, tiene un efecto similar al de la heroína y, por su bajo costo, suele utilizarse como sustancia de corte o relleno, lo que magnifica su letalidad.

Su potencial altamente adictivo y su toxicidad derivaron en EE UU en una crisis descomunal que terminó de explotar durante la pandemia. Según Brian Clark, agente especial de la Administración de Control de Drogas (DEA), “el fentanilo es la causa de la crisis de drogas más devastadora de la historia de EE UU. Es barato de fabricar, fácil de disimular y mortal para quienes lo consumen”.

Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), 107.543 personas murieron en ese país en 2023 por sobredosis de fentanilo, un promedio de 294 por día.

Efecto derrame

Esta epidemia en Norteamérica se ha convertido en una amenaza para América Latina, aunque hay miradas divergentes sobre la magnitud de su impacto.

Para Candice Welsch, directora de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito para la Región Andina y el Cono Sur, “el mercado ilegal del fentanilo se ha instalado oficialmente en Latinoamérica”. El organismo destaca que autoridades de varios países de la región han hecho saltar las alertas ante el incremento de las incautaciones de fentanilo médico.

Por su parte, Gustavo Zbuczynski, presidente de la Asociación de Reducción de Daños de la Argentina (ARDA), explica a El Salto: “Las posibilidades de que el fentanilo se instale en América Latina depende de muchos factores, como el consumo de opiáceos que cada país tenga. Las culturas más similares a la norteamericana tendrán más posibilidades de ser afectadas. Si bien no hay una gran cultura de opiáceos en la región, deberíamos estar preparados; lo que se está viendo es que la aparición de fentanilo parece ir bajando de norte a sur”.

Para Candice Welsch, directora de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito para la Región Andina y el Cono Sur, “el mercado ilegal del fentanilo se ha instalado oficialmente en Latinoamérica”

Sin dudas, el principal damnificado es México, que comparte esos complejos 3.185 kilómetros de frontera con EE UU y una extendida industria narco para proveer al principal país consumidor de drogas en el mundo. Los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación se han convertido en los mayores artífices de la producción y tráfico ilegal de fentanilo. Según cifras del Gobierno mexicano, en el último sexenio se decomisaron más de 1,4 millones de toneladas de precursores, 7,6 toneladas de fentanilo y se destruyeron casi 2.000 laboratorios clandestinos. 

La problemática excede las implicancias del negocio ilegal y pasa a ser un tema de salud pública. En su último informe, la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) revela que en 2023 se registraron en México 430 casos de atención por consumo de fentanilo, mientras en 2022 habían sido 333, concentrados en los estados del norte. 

Julián Quintero, sociólogo colombiano y director de la Corporación Acción Técnica Social, explica a El Salto esta localización del conflicto: “Hay mucha gente deportada de EE UU que ya está enganchada a los opioides, al fentanilo, y que cuando intenta regresar no puede pasar y se queda en la frontera demandando fentanilo”.

Quintero, que trabaja hace más de 15 años en el estudio de drogas, se muestra más cauto respecto a la expansión del negocio al resto de Latinoamérica: “Es baja la probabilidad básicamente porque la región no tiene un antecedente tan marcado en el uso de opioides como ocurrió en EE UU con la crisis de la oxicodona, que fue generada por la propia industria farmacéutica y sentó las bases de la alta dependencia y la llegada del fentanilo”.

“Hay mucha gente deportada de EE UU que ya está enganchada a los opioides, al fentanilo, y que cuando intenta regresar no puede pasar y se queda en la frontera demandando fentanilo”, explica sociólogo colombiano Julián Quintero

Sostiene, además, que en Latinoamérica hay una tendencia mayor al consumo de sustancias estimulantes en vez de a las depresoras y que, “al representar el principal mercado de drogas del mundo, para un narcotraficante es mucho más rentable apuntarle al mercado estadounidense o el canadiense. Seguramente sí lo veremos circulando en la región pero no en el volumen ni en la magnitud de EE UU”.

Bajando hacia Centroamérica y Suramérica, casi todas las miradas coinciden en que, por ahora, el problema radica más en el desvío de fentanilo desde centros médicos que en su producción ilegal, aunque crecen las alertas por un eventual aumento de su circulación y consumo.

El Gobierno de Honduras creó un comité para investigar casos por fentanilo luego de encontrar precursores de esta sustancia en laboratorios que se cerraron. Y en Panamá, una investigación judicial reveló que unos 50 funcionarios médicos y administrativos del complejo hospitalario del Seguro Social participaron en el robo y desvío de 19.000 dosis de fentanilo.

En Costa Rica, el director del Organismo de Investigación Judicial advirtió la tendencia al desplazamiento de la marihuana y la cocaína —que han bajado de precio— por el fentanilo, mientras que el exministro de Seguridad Gustavo Mata alertó que “los cárteles mexicanos están buscando subsidiarias para producir en cada país y elaborar esta droga tan agresiva que va a crear zombies a nivel mundial”.

En Costa Rica, el director del Organismo de Investigación Judicial advirtió la tendencia al desplazamiento de la marihuana y la cocaína —que han bajado de precio— por el fentanilo

En Suramérica, los registros relacionados con este opioide sintético son más recientes. En Brasil, hubo tres incautaciones en el estado de Espíritu Santo en el último año. Si bien la droga provenía de desvío hospitalario, en dos de ellas el fentanilo médico fue manipulado en laboratorios clandestinos.

En Argentina se dio el caso más grave. El 2 de febrero de 2022, 24 personas murieron intoxicadas en la provincia de Buenos Aires tras consumir cocaína que había sido mezclada con carfentanilo, una de sus variantes más fuertes. En julio de 2023, las autoridades decomisaron una encomienda con 500 ampolletas de fentanilo en la provincia de Misiones mientras que en enero de este año detuvieron a una banda que vendía esta droga, entre otras, en el barrio porteño de Chacarita.

Posteriormente, la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires alertó sobre “un aumento en el consumo de fentanilo en el país” y la Dirección General de Aduanas creó un registro para regular la importación y exportación de esta sustancia.

En Colombia también se han presentado decomisos de ampolletas de fentanilo en ciudades como Medellín, Bogotá, Tuluá y Cúcuta, y solo un caso de intoxicación masiva en Cartagena sin ninguna víctima fatal. Su consumo, al momento, también es marginal.

La geopolítica de las drogas

La epidemia del fentanilo en EE UU provocó el declive del mercado de la cocaína, lo que modificó las rutas del narcotráfico. Lo explicó nítidamente en un post Gustavo Petro, el primer presidente progresista de Colombia, país clave en la geopolítica del narcotráfico: “Ha cambiado la estructura del mercado de la cocaína. Las áreas de cultivo de plantas de coca y la localización de laboratorios buscaban trazar rutas hacia el norte por el océano Pacífico o hacia el Caribe. Las rutas recorrían Centroamérica, las islas del Caribe y México hacia EE UU. Estas rutas comienzan a cambiar. Ahora van hacia el sur. Abandonan las costas y penetran al otro lado de la cordillera de los Andes hacia la selva amazónica”.

Petro argumenta que “es por esto que Ecuador, de ser un país pacífico, ha superado en violencia a Colombia”. Y coincide en el trasfondo: “¿La razón?: el mercado de la cocaína se desplomó en EE UU, reemplazado por uno peor: el del fentanilo”.

El 2 de febrero de 2022, 24 personas murieron intoxicadas en la provincia de Buenos Aires tras consumir cocaína que había sido mezclada con carfentanilo, una de sus variantes más fuertes

El mandatario viene exhortando en los foros internacionales a modificar el enfoque hacia las drogas, tras décadas de fracasos en los planes militaristas patrocinados por Washington. En julio pasado, planteó ante el Consejo de Seguridad de la ONU: “Si mañana la comisión de Naciones Unidas sobre las drogas declara que la cocaína es legal, mañana se acaba la guerra en Colombia”.

El abordaje de las políticas públicas, hegemonizado por el prohibicionismo, parece ser la clave de una problemática que no solo mata a usuarios sino que regenera un sistema de muerte alrededor del negocio narco, que va expandiendo sus tentáculos en toda América Latina. Un drama continental que ahora choca de frente contra un nuevo reto.

Para Zbuczynski, “la probabilidad de que se instale el fentanilo en Latinoamérica depende de cómo hagamos las cosas. Se necesita un cambio del 100% en las políticas de drogas, que actualmente no solo penalizan y persiguen a los usuarios sino también a los que cuidamos a los usuarios. Hay que ir hacia políticas de reducción de daños, que no pongan el eje en la demonización de la sustancia que incrementa el deseo de consumo. Así tendremos menos probabilidades de que ocurra lo que está pasando en EE UU”.

Quintero complementa: “Las medidas necesarias están claras: prevención del consumo desde la perspectiva de la salud pública y no desde el castigo, acceso a salas de consumo supervisado y a material higiénico, acceso a la naloxona, que es el antídoto para revertir la sobredosis de los opioides, proveer sustancias en un contexto de reducción de riesgos y daños. Pero también la legalización es la mejor manera de contener una epidemia de opioides, que la gente pueda comprar de manera legal y certificada, consumir en lugares regulados. En definitiva, lo peligroso no son las drogas sino las políticas prohibicionistas”.

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yermag
yermag
23/9/2024 10:14

Un buen artículo, sólo le falta erradicar la palabra "epidemia", que nada tiene que ver con el fentanilo, la heroína o cualquier otro opiáceo. Igual que hay gente que le gusta la montaña rusa, hay otra mucha gente que detesta la montaña rusa, o los opiáceos o cualquier otra cosa. Es imposible que el fentanilo lo pruebe todo el mundo, porque no gusta a todo el mundo, igual que es imposible que una droga se extienda como una gripe. La palabra epidemia deber reservarse sólo para enfermedades contagiosas, y usar una droga NO es algo contagioso, pensemos que en los momentos álgidos de esa mierda de mil mezclas llamada "caballo", sólo el uno por ciento de la población española se metía esa sustancia adulterada y encarecida gracias a su estatus de ilegalidad, de manera que no hubo nunca ningun muerto por "heroína", de hecho no hubo heroína, eran muertos por la prohibición que causaba bruscos cambios en los niveles de pureza de la morfina callejera. Por lo demas excelente artículo.

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3jackdaws
3jackdaws
22/9/2024 16:02

Estados Unidos es un país enfermo a todos los niveles y nos transfiere a nosotros toda su mierda. Habría que desconectar inmediatamente de este imperio moribundo.

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