2025, año cero de la trampa de Tucídides y en el que al libre mercado se le cayó la careta

La guerra comercial y las barbaridades neocoloniales de Donald Trump que han marcado este año no son más que el comienzo de una guerra por la hegemonía y una muestra de la caducidad de las viejas fórmulas de la globalización.
Trump Xi Jiping
El presidente de Estados Unidos. Donald Trump y el de China, Xi Jinping.

@econocabreado.bsky.social

Coordinador de la sección de economía

28 dic 2025 06:30

“Fue el ascenso de Atenas y el miedo que esto provocó en Esparta lo que hizo inevitable la guerra”, escribió Tucídides, un historiador griego que cinco siglos antes de Cristo escribió Historia de la guerra del Peloponeso. En ella, el historiador narra que Esparta era la potencia hegemónica dentro del mundo griego, pero que Atenas crecía rápidamente en todos los factores, tanto económicos como bélicos. Los espartanos vieron dicho ascenso como una amenaza y comenzaron unos años de reacción mediante bloqueos comerciales, chantajes y presiones que acabaron desatando la batalla entre las dos potencias, la conocida como Guerra del Peloponeso.

Ya en el siglo pasado, el politólogo estadounidense Graham Allison, asesor de varias administraciones en la Casa Blanca en materia de toma de decisiones en tiempos de crisis y guerra, acuñó el término “la trampa de Tucídides” para referirse a esos momentos históricos en los que una potencia hegemónica está perdiendo su estatus frente a un nuevo poder emergente y, con su resistencia, acaba llevando a ambas a una guerra que dirime quién será la nueva nación que domine y controle las reglas del mundo.

2025 ha sido el año en el que Trump ha dado el primer paso para llevarnos a la trampa de Tucídides porque le tiene miedo a su Atenas, la China del Partido Comunista

Tras leer estos dos párrafos, estoy seguro que cualquier lector ya debe tener a Estados Unidos y China en su mente. El último habitante de la Casa Blanca ha roto todas las reglas del juego que ellos mismos impusieron en las últimas décadas. La guerra comercial iniciada por Estados Unidos este 2025 ha desmontado todos los consensos económicos y políticos de las últimas décadas. A los aranceles se le suma las soflamas neoimperialistas de la administración Trump sobre Groenlandia o Panamá. Y, para finalizar el año, ataques e intimidaciones a países con petróleo o tierras raras como Venezuela o Nigeria. Todo un cúmulo de batallas que huelen a guerra fría. 2025 ha sido el año en el que Trump ha dado el primer paso para llevarnos a la trampa de Tucídides porque le tiene miedo a su Atenas, la China del Partido Comunista. 

El libre mercado y la globalización convino a Occidente mientras podíamos seguir esquilmando los recursos del sur, aprovecharnos de su mano de obra barata y manejando a dichos países a nuestro antojo, bajo el yugo de nuestro poder económico, tecnológico y, cuando hiciera falta, bélico. Sobre todo, claro está, el de la potencia hegemónica que marcaba las reglas del juego desde la II Guerra Mundial, los Estados Unidos. Si querías entrar en los mercados financieros internacionales, debías abrir tu economía a las potencias occidentales y eliminar aranceles. Si querías que el FMI te prestara dinero, tener una silla en los clubs de países que toman las decisiones o si pretendías salir de la miseria o avanzar en procesos descolonizadores, debías siempre abrir tu economía. Los aranceles eran el enemigo número uno del progreso… hasta que China creció lo suficiente como para dar miedo a su Esparta.

Estados Unidos ha roto la baraja de la globalización porque ya no es el gran beneficiado de esta, ahora debe competir con China y las reglas actuales no le convienen

Que el país que fue el encargado de forzar al resto del planeta a abrir sus fronteras y eliminar las barreras al comercio sea el mismo que ahora las levanta con más fuerza que nunca no es casual. Estados Unidos ha roto la baraja de la globalización porque ya no es el gran beneficiado de esta, ahora debe competir con China y las reglas actuales no le convienen. Y cuando un gigante con economía planificada como ese empieza a poner en duda y peligro la hegemonía económica y geopolítica de Estados Unidos, entonces el libre comercio ya no gusta tanto. Los mantras de décadas se borran de un plumazo y se da el pistoletazo de salida a la guerra comercial que sin duda ha marcado este 2025.

Estamos ante la muerte de la ideología que mantuvo un consenso entre las élites y clases dominantes de Occidente y buena parte de las élites del sur global. Lo que todavía está por ver es cuál será el resultado y qué florecerá en este impasse. Estamos en aquello que Gramsci llamó “interregno”, ese terreno donde lo de antes queda viejo y lo nuevo todavía no se acaba de dibujar y donde, como decía el italiano, aparecen los monstruos, en referencia al fascismo del pasado siglo. En este interregno el fascismo tiene el pelo rubio y la piel anaranjada. 

El uso de aranceles por parte de Trump no tiene ningún tipo de lógica de rehabilitación de su economía interior, el Make America Great Again, tal y como insiste en señalar la verborrea de su presidente. Los aranceles indiscriminados, sin tener en cuenta a qué productos y servicios se les impone, no sirven para aupar a las industrias locales en los casos en los que dichas industrias ni tan siquiera existen, no pueden suplir la demanda interna o no consiguen igualar el precio ni con la ayuda del impuesto a las importaciones. Esos aranceles los acaban pagando los norteamericanos. El déficit estadounidenses se está aliviando gracias a que Trump está sangrando a sus conciudadanos, no porque las potencias y productores extranjeros lo estén pagando.

Toda estrategia tiene un único fin que se lee entrelíneas en cada acción de la Casa Blanca: fortalecer a Estados Unidos frente a China, hacer retroceder al gigante asiático y obligar al resto de Estados a elegir en qué bando van a estar en este nuevo periodo de guerra fría

Pero da igual, porque la guerra comercial de Trump nunca ha ido enfocada a satisfacer a los ciudadanos de su país, sino a apretar las tuercas al resto de potencias mediante su poder de compra y la coacción de que el mayor mercado del mundo te cierre las puertas o las entorne un poco. La política comercial de Trump tan sólo se puede entender desde un punto de vista neoimperialista. Toda estrategia tiene un único fin que se lee entrelíneas en cada acción de la Casa Blanca: fortalecer a Estados Unidos frente a China, hacer retroceder al gigante asiático y obligar al resto de Estados a elegir en qué bando van a estar en este nuevo periodo de guerra fría.

No ha sido una simple batalla de aranceles. Tan sólo en 2025 hemos presenciado amenazas de Trump que pretenden hacerse con las rutas comerciales presentes y futuras (Panamá y Groenlandia). Limitaciones y prohibiciones a las empresas tecnológicas chinas en tierras europeas o estadounidenses, algo impensable hace tan sólo diez años. Cotos a las exportaciones de materias raras por parte de China, lo que puede bloquear la producción de microchips y otras tecnologías en todo el planeta, o los ataques directos a la la industria del automóvil eléctrico chino o de los sectores de renovables donde los de Xi Jiping están dominando en tecnología y precios, poniendo en riesgo la industria del coche en occidente o su dominancia sobre los hidrocarburos. La lista de estas acciones ha sido interminable durante el año que cierra.

Mientras tanto, a la Unión Europea no sabe ni por dónde le pega el aire. “Europa es la única que creyó en la globalización cuando existió de verdad, los demás hacían que creían, y es la única que sigue creyendo en ella”, afirmaba con sabiduría el ensayista y periodista en una entrevista con El Salto. En medio de una dura guerra comercial en la que la gran potencia se repliega y rompe las reglas del juego del libre mercado para no perder la carrera ante una potencia emergente con una economía planificada por un partido comunista, Europa sigue poniendo los intereses de los “mercados”, ese concepto que usamos para referirnos mayormente a los fondos de inversión estadounidenses, por encima de las acciones político-económicas estratégicas que se deberían estar ejecutando, ya no sólo para no caer en la irrelevancia en al batalla hegemónica entre EEUU y China, sino para que no acabemos siendo el nuevo sur global en un par de décadas, pasando primero por gobiernos fascistas en la mayoría de los 27.  

Más allá de alguna tímida sanción a las tecnológicas estadounidenses o las también escasas inversiones estratégicas como poner algunos millones para que se fabriquen chips o satélites en Europa, la Comisión Europea y la mayoría de los Estados miembro han practicado la genuflexión ante Trump, aceptando los aranceles, las injerencias políticas y apoyos a partidos fascistas europeos por parte del presidente y de Elon Musk, las amenazas a los reguladores de Bruselas, los envites contra Dinamarca por el tema de Groenlandia o, la peor de todas, aceptando en su mayoría aumentar el gasto en defensa la 5% del PIB, dinero que acabará en su gran mayoría en las cuentas de resultados de las principales empresas de armamento estadounidenses.

Cada vez más países están eligiendo bando en esta nueva guerra fría y China es la que más convence y atrae

Mientras tanto, los BRICS, ese club de países hartos del orden establecido dirigido por Estados Unidos, no paran de crecer y avanzar en la consecución de un mundo multipolar. Puede que no les importe tanto si China es o no la nueva Esparta, de momento, pero sí que están hartos de aguantar las injerencias de Estados Unidos. Y aquí no hablamos sólo de la Administración Trump, sino de todos los gobiernos estadounidenses de las últimas décadas. Están hartos de las reglas financieras a las que han sido sometidos, cansados de los sistemas globales que les han esquilmado bajo falsas promesas de progreso y cabreados de que no se les tenga en cuenta en los grandes clubs y centros de decisión global como las Naciones Unidas o la OTAN, donde tan sólo les dan una silla a algunos de ellos casi por caridad y con paternalismo, pero donde realmente pintan muy poco. Cada vez más países están eligiendo bando en esta nueva guerra fría y China es la que más convence y atrae.

Posiblemente esto último, la guerra hegemónica entre Estados Unidos y China, entre la OTAN y los BRICS, entre el mundo unipolar y el multipolar, sea lo que marque la historia en la próxima década. La globalización también ha expandido la batalla, que ya no va a darse entre dos ciudades griegas, sino entre dos mundos más divididos incluso que durante la Guerra Fría. 

Más que analizar lo que ya se ha roto y desmontado ante nuestros ojos, es interesante pensar en los posibles futuros a los que nos enfrentamos. China no va a abandonar su agenda expansionista por los países del sur por mucho que Trump patalee o que algunos países como Argentina le den la espalda. Como demuestra la expansión del club de los BRICS, hay decenas de países hartos del imperialismo estadounidense y han decidido probar con otro que, aunque tenga tintes de un nuevo imperialismo comercial, no es tan sanguinario y fascista como el practicado por la Casa Blanca. 

El Make America Great Again sólo se puede dar a golpe de hacer China pobre again. Y eso está claro que no va a ocurrir o que no será nada fácil

Pero la pregunta crucial de este momento histórico es qué hará Estados Unidos. Esa es la principal cuestión que intentan resolver analistas de todo tipo y que Trump es capaz de desechar a golpe de post en su red social. Lo que está claro es que Estados Unidos ha dado el pistoletazo de salida a una nueva era. El Make America Great Again sólo se puede dar a golpe de hacer China pobre again. Y eso está claro que no va a ocurrir o que no será nada fácil. En este 2025 se ha lanzado la primera lanza en la nueva batalla por la hegemonía. Trump ha comenzado, y nos ha hecho caer, en la trampa de Tucídides. 

Río Arriba
Esteban Hernández
“La globalización está rota por completo y lo que hace Trump es impugnar el sistema”
Entrevista en formato podcast y vídeo sobre los nuevos movimientos geopolíticos y la lucha hegemónica entre Estados Unidos y China en la nueva era de Trump.
Río Arriba
Aníbal Garzón
“EEUU es una economía de guerra y los BRICS le vienen bien para justificar su escalada militar”
Entrevista en formato podcast y vídeo sobre el nuevo mundo bipolar, la guerra por la hegemonía entre Estados Unidos y China, y el papel que cumple en esa batalla el club de países emergentes BRICS.
Río Arriba
Ruth Ferrero-Turrión
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Entrevista en formato podcast y vídeo sobre el nuevo panorama geopolítico, la guerra por la hegemonía y el papel de la Unión Europea.
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