Editorial
Del verano del consentimiento al verano de los pinchazos
Iba a ser el verano del consentimiento. El 19 de julio se iba a aprobar la ley de libertad sexual. La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género daba por hecha la previsible aprobación sin cambios en el Senado y Victoria Rosell se aventuraba por la mañana a declarar: “Este será el verano del consentimiento y del solo sí es sí”. La ministra de Igualdad, Irene Montero, también lo tenía por seguro y decía en el Senado: “Desde hoy las agresiones sexuales, el acoso sexual en el trabajo o en la vía pública, la trata con fines de explotación sexual y la explotación sexual serán violencias machistas”.
Pero la aprobación por sorpresa de una enmienda —que solo cambia una letra de la redacción del texto— retrasaba hasta finales de agosto la aprobación de la ley orgánica de garantía integral de la libertad sexual y desdibujaba la campaña que tenía preparada el Ministerio de Igualdad. La etiqueta #SíEsSíFest que aglutinaba una serie de mensajes en tono positivo y naif (“la única estrella de tu vida sexual eres tú”) no solo quedaba desdibujada por el bache del Senado, sino que era arrollada por una actualidad que, junto a los incendios, ha colocado en primer plano el fenómeno de los pinchazos.
A lo largo del verano, decenas de mujeres han denunciado situaciones como esta: mientras se encontraban en un entorno festivo, notaban un pinchazo en el brazo o la pierna y luego se sentían con mareos o somnolencia. Hay varios casos en investigación sin que hasta ahora pueda acreditarse con seguridad la intención de estos pinchazos. La traca final de fiestas que tiene lugar en la última semana de agosto ha seguido dando lugar a titulares que alertan sobre este fenómeno: “Veintiún detenidos y cinco denuncias por pinchazos en la cuarta noche de Aste Nagusia”, “La Feria de Murcia, en alerta contra los pinchazos a mujeres”, “Dos nuevas denuncias por pinchazos a chicas en El Puerto”.
El Ministerio de Igualdad intentó posicionar la idea de que “sí es una palabra sexy”, pero lo cierto es que el mensaje que se repite a las mujeres cuando van a salir de fiesta es “cuidado con los pinchazos y no sueltes la copa”, un mensaje difícil de contrarrestar con un texto legal por mucho que este contemple agravar las penas a las agresiones sexuales que se produzcan bajo sumisión química.
La investigadora Nerea Barjola advertía en El Salto de cómo a través de las informaciones sobre pinchazos a mujeres se restaura una narrativa que no es nueva y que ella ha analizado minuciosamente en relación al crimen de Alcàsser. Si no se cambia la mirada, estos mensajes solo sirven para cimentar el régimen político del terror sexual que mantiene a las mujeres en constante alerta y tiene graves consecuencias en forma de merma de sus derechos.
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