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Antes de que Villenueve aceptase dirigir la segunda parte de Blade Runner había dejado una filmografía con películas muy dignas. Como gran virtud parece tener que sabe cuándo no comprar un ticket para un barco que se va a hundir. Sicarios 2 es el ejemplo de ello. No quiso estar en el proyecto y ha servido como confirmación de que Hollywood se quiere empeñar en hacer secuelas y en destruir una parte importantísima de una buena obra de arte, el factor casual, también conocido como estado de gracia.
Un buen dúo, una buena trama, una buena dirección y una buenísima fotografía dieron lugar a Sicarios, con varios momentos brillantes en su primera parte en un cúmulo de buenas decisiones que siempre necesitan ese golpe de fortuna y de química intangible. Las últimas escenas de Benicio del Toro son de lo mejor de su filmografía. Sin embargo, en esta segunda parte se traiciona a sí misma. Todo lo bueno tienen un principio y un final claramente marcados por lo que para retomar se tiene que traicionar el espíritu. Aunque nos quieran vender la moto con la nueva entrega, Harrison Ford era un replicante sí o sí. Y si por la industria fuera se sacarían de la manga un rescate del Titanic para volver a hundirlo.El título de la película jugaba con lo evidente: ¿Quién es el sicario? ¿El de la DEA o el mexicano que trafica con cocaína? Benicio del Toro es un asesino sin escrúpulos y Josh Brolin un militar de los que todos sabemos que existen pero nos quieren hacer creer que no. Y a partir de ahí surgía una trama. ¿Qué falla en Sicarios 2? Que Del Toro se vuelve un niñero y Brolin un sensiblón.
Sin ningún tipo de remordimiento, tiran a la basura todo lo fantástico de la primera entrega para tener excusas y alargar lo que seguramente será una dinastía de películas que puede que acabe más perdida que Transformers. Incluso hay varias escenas en las con las quieren hacerte un guiño y decirte que sí, que claro, que estás viendo Sicarios. Pero no cuela. En Sicarios el bien y el mal era la frontera difícil de discernir y no la de México y EE.UU, pero porque la bondad nunca entraba en juego. Esta secuela acaba con todo eso y hay mejores superhéroes que en los cómics.
La película no se equivoca tanto como mal sabor de boca deja el final. Durante un buen rato te encuentras con una buena historia y una buena conducción. Mantienen la atmósfera, la edición de sonido sigue dando protagonismo al estruendo de las balas y en la primera media hora deja a las instituciones militares en una posición muchísimo más negativa que la primera parte de la saga. Pero es que los últimos 35 minutos son un terrible error, de esos que no tienen justificación.
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Por suerte siguen saliendo joyas de género como Hereditary.