Filosofía
Bifurcaciones: entre el desastre y la esperanza #covid-19

El horizonte nos habla de un interregno que puede moverse hacia el totalitarismo, hacia las fauces de un nuevo Leviatán que profundice las desigualdades y la violencia del capitalismo, o hacia una sociedad que ponga frenos a la lógica del capital a través de la democracia, una economía y una institucionalidad centradas en la vida y lo común.

Bifurcaciones
Fotografía de Gorka Beunza | Instagram: @gorkabeunza


Miembro del Instituto DM
1 may 2020 10:00

“Pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas”, afirmaba Albert Camus por boca de uno de los personajes de La Peste ―todo un clásico para los tiempos que corren―. Probablemente tenía razón. Hemos asistido con estupor a la propagación de una pandemia que ha dado la vuelta al mundo, y cuyo brote afecta ya a alrededor de 210 países. Su virulencia se cuenta ya en cientos de miles de vidas. Por si esto fuese poco, a esta crisis sanitaria mundial hay que sumarle una crisis económica cuyo balance de pérdidas podría dejar en pañales el escenario de la Gran Recesión. Y es que las medidas para contener el contagio del virus, el confinamiento y la paralización de la actividad productiva, están provocando un shock en la economía real de grandes proporciones.

Pero no nos engañemos: la situación económica previa al brote del covi-19 era de todo menos normal. Los vientos de recesión y crisis no dejaban de soplar y el crecimiento estaba ralentizándose globalmente. De hecho, algunos economistas poco sospechosos de pesimismo, como el keynesiano James Kenneth Galbraith, llegaron a hablar del “fin de la normalidad”. Si bien algunos pudieron tildar de exagerado su diagnóstico, después de la pandemia probablemente todo el mundo compre el eslogan ¿Pero de qué normalidad hablamos?

Desde la Gran Recesión, diversas voces críticas han alertado de que el capitalismo podría encontrarse en un callejón sin salida. Al menos el capitalismo tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Entre otras cosas, y siguiendo a Galbraith, podríamos decir que la crisis de 2008 puso de relieve las dificultades del capitalismo global para encauzarse y estabilizarse de nuevo en la senda del crecimiento. Para el economista keynesiano el problema tendría que ver, entre otras cosas, con las directrices económicas del paradigma neoliberal, con el inmenso proceso de financiarización de la economía al que hemos asistido desde la década de los 70 del siglo XX hasta nuestros días.

Las finanzas ya no están en disposición de alentar ningún ciclo económico de crecimiento real. El sector financiero privado habría servido de “motor” durante treinta años, impulsando diversos ciclos empresariales que al final han acabado convirtiéndose en procesos especulativos ―la gran burbuja inmobiliaria fue su máxima expresión―. Tras las políticas de austeridad y las medidas monetaristas de expansión cuantitativa ―inundar los mercados con liquidez― no hemos asistido a ninguna nueva fase de crecimiento que haya afectado a la producción, el consumo o el empleo como en décadas anteriores. Más bien hemos padecido elevados niveles de precarización y un estancamiento mitigado por la máquina de imprimir dinero.

Desde una perspectiva marxista, podemos considerar crecimiento y crisis como dos caras de la misma moneda. Si por algo se caracteriza el modo de producción capitalista es por estar asediado por turbulencias sistémicas inscritas en su propia dinámica de acumulación. En sus quinientos años de vida, el capitalismo histórico se ha encontrado con diversas crisis periódicas que ha sorteado reformulándose. Y lo ha hecho a través de procesos de “destrucción creativa” ―si utilizamos la terminología de Schumpeter― o, mejor, de reestructuraciones que han permitido recomponer la tasa de ganancia de las élites capitalistas y relanzar el ciclo de acumulación.

¿En qué se diferencia la crisis de 2008 de otras crisis? Probablemente en que ni las estrategias de deslocalización industrial, ni los gastos en innovación tecnológica, ni la aparición de nuevos mercados, ni reorganizaciones avanzadas en los ámbitos de la producción y la distribución parecen estar dando resultados en términos de rentabilidad ―se lucha por márgenes menguantes de beneficio―. Como vimos, el recurso a las finanzas ―cada vez más depredadoras― tampoco permite animar un ciclo expansivo de reproducción del capital. La pandemia del coronavirus ha llegado justo en un escenario marcado por estas tendencias, sembrando de incertidumbre un panorama que ya era de por sí sombrío.

Virus, crisis y autoritarismo

La contención del covid-19 ha confinado a millones de familias en sus hogares. La mayoría de gobiernos han decretado Estados de alarma o similares para hacer frente a la pandemia, suspendiendo libertades civiles e induciendo una paralización casi total de la actividad laboral por imperativo sanitario. Las instituciones financieras ―nuestros particulares jinetes del apocalipsis― tildan ya la situación económica de catastrófica. El shock sobre la economía real se reflejará este año en una caída de la economía global de un 3% según el Fondo Monetario Internacional. Por supuesto, esta caída se declinará de manera muy diferente según los países. En el caso de Estados Unidos, el Financial Times establece analogías con la Gran Depresión, anticipando un período de miseria, destrucción de empleo y penuria social.

Y es que no se ha visto una contracción económica de este tipo desde el Crack del 29. En el caso español las cifras del FMI hablan de una caída del 8% del PIB para este año ―el peor escenario contemplado por el Banco de España habla de un 13’6%―. Nuestras analogías sólo tienen parangón con los peores años de la autarquía franquista ―salvando las distancias―. De hecho, estos datos empequeñecen los de la crisis de la burbuja inmobiliaria, cuando el PIB se precipitó un 3’7% en 2009. Lo peor se lo llevarán el turismo y el mercado laboral, el paro aumentará por encima del 20%. Aunque también se manejan cifras bastante más dramáticas que harían subir el paro diez puntos por encima de esa previsión. En cualquier caso, la última Encuesta de Población Activa no augura nada bueno con 285.600 empleos menos.

Así las cosas, lo que está por venir sólo puede calificarse de seísmo. El legado de la última crisis dejó un mercado laboral altamente precarizado. De hecho, el fruto de los años de la mal llamada “recuperación” (2014-2017) no fue otro que un inmenso trasvase de riqueza de abajo hacia arriba. En 2018 supimos que los costes laborales unitarios se habían reducido un 10% por encima de la media europea, mientras que los beneficios empresariales y las rentas de capital aumentaban un 6%. Las rutilantes cifras macroeconómicas de aquellos años ocultaron que el incremento del empleo se manufacturó a golpe de temporalidad, empobrecimiento salarial e inseguridad. Si a ello le sumamos las políticas de austeridad, el ataque a la sanidad pública, la educación pública o los desahucios, sólo podremos concluir que la sociedad española antes del coronavirus ya era tremendamente desigual ―10 millones de personas se encuentran hoy en riesgo de pobreza y más de la mitad de la población no llega a fin de mes―.

La situación económica previa al brote del covid-19 era de todo menos normal. Los vientos de recesión y crisis no dejaban de soplar y el crecimiento estaba ralentizándose globalmente.

Pero las cifras adelantadas por el FMI sólo pueden hacernos pensar en un escenario muchísimo peor que el experimentado hace una década. Por otro lado, en la medida en que el norte de Europa rehúsa mutualizar las deudas ―utilizará el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y otros dispositivos para realizar préstamos―, podemos esperar un horizonte de endeudamiento y un recrudecimiento de las experiencias vividas en 2008 en todo el sur europeo. Queda aún por ver qué sucederá con la cuantía del Fondo de Recuperación y sus instrumentos de financiación (se manejan cifras en torno al billón y medio), y si ganan definitivamente la batalla los préstamos ―lo que pide el norte― o las transferencias. La pregunta seria aquí es si la UE quiere sobrevivir al impacto o no.

Por si esto fuese poco, sobre la situación de crisis se cierne la sombra del Estado de alarma, cuyos poderes excepcionales no dejan de introducir más incertidumbre en la ecuación. Mientras tanto, los medios retratan día sí y día también a individuos “díscolos” que rompen el confinamiento, haciendo de ellos sujetos ejemplares de sanción. Sin embargo, no aparecen casos de violencia policial en las televisiones: sobre la arbitrariedad de las fuerzas del orden se cierne un silencio sólo roto por las redes y la prensa crítica. Asusta pensar en este poder excepcional cuando proyectamos sobre el futuro próximo la figura de la crisis. Sobre todo por la gravedad de la misma.

¿Qué sucederá con la protesta durante el proceso de “desescalada” de la pandemia? ¿Cómo se restablecerán los derechos y libertades civiles? ¿Colisionarán los imperativos biopolíticos de “distancia social” con el derecho a la protesta? Actualmente el abc de las intervenciones policiales en época de confinamiento lo marca la criticada “Ley Mordaza” ―pendiente de derogación―, cuya arbitrariedad se ha reforzado con las recomendaciones de Interior para unificar las multas, muy poco garantistas. Así las cosas, la tentación autoritaria está en el aire. Y nada se opone a que el “regreso a la normalidad”, que será socialmente convulso dada la crisis en ciernes, insista en la matriz autoritaria de un Estado de alarma que en ocasiones se confunde con el de excepción. Asistiríamos así a una vuelta de tuerca del neoliberalismo punitivo que ha marcado la última década.

Interregnos

El escenario político actual viene marcado por la incertidumbre de una crisis económica inédita en lo que llevamos de siglo. Como vimos, en ella convergen dos turbulencias diferentes. Por un lado, el largo ciclo de la crisis de beneficios de un capitalismo guiado por máximas neoliberales, leído por autores como Immanuel Wallerstein como una crisis estructural ―un momento de cambio sistémico―. Por otro lado estaría la crisis del covid-19, un coyuntura que acelera todas las inercias y problemas de una economía global que lleva gripada desde la última gran crisis. Según el FMI parece que nos encontramos a las puertas de la Gran Depresión del siglo XXI. No está de más apuntar que el lenguaje de las instituciones financieras es siempre performativo, y que debido al poder que tienen en sus manos, tienden a normalizar de antemano sus predicciones: siempre hay algo de profecía autocumplida en sus afirmaciones. Lo que no significa que no vayan a materializarse ―sobre todo si se hace poco por evitarlo―. En el caso Europeo, a menos que cambien las cosas, parece que se repetirá una nueva fase de austeridad y endeudamiento para el sur. Pero este escenario es distinto al de 2008: en aquel momento los partidos de la tercera vía gozaban aún de cierto crédito; ahora el tablero político está polarizado en torno a una extrema derecha que ha ganado poder ―también a escala mundial―.

Si los gobiernos europeos no toman medidas contundentes para afrontar la crisis, planes de choque focalizados en salvar a la población de la miseria, terminarán por institucionalizar la pobreza de buena parte de la sociedad. Y esta adquirirá rasgos mucho más inhumanos. La extrema derecha, en su afán por nacionalizar los conflictos e imponer una agenda racista y autoritaria, podría crecerse en una esfera pública cada vez más populista. Y siempre hay candidatos para el papel de cirujano de hierro y medios gustosos de regalar focos. Por tanto, los efectos de las decisiones políticas actuales afectarán profundamente a lo que entendemos como democracia, y habrá que preguntarse si una sociedad con tasas de desigualdad desorbitadas puede denominarse como democrática en algún sentido ―ni siquiera formalmente―.

Si seguimos a Wallerstein en sus impresiones sobre la “crisis estructural” del capitalismo, tendremos que convenir que esta crisis del covid-19 es un peldaño más en una larga transición hacia otro tipo de sociedad o sistema económico-político. Y no hay una senda marcada de antemano. El horizonte nos habla de un interregno incierto que puede moverse hacia el totalitarismo, hacia las fauces de un nuevo Leviatán que profundice las desigualdades y la violencia del capitalismo, o hacia una sociedad que ponga frenos a la lógica del capital a través de la democracia, una economía y una institucionalidad colectiva distintas ―centradas en la vida y lo común―.

Sólo la respuesta de una multitud organizada, capaz de oponerse a una crisis que se vislumbra como una nueva forma de tiranía, podrá poner freno a la espiral de la desigualdad y marcar una senda política distinta.

Desde un punto de vista realista, si quiere amortiguarse el daño sobre la mayoría, una crisis de la magnitud anunciada sólo puede afrontarse con una reforma fiscal verdaderamente progresiva en diversas escalas. La Gran Depresión y el desastre de la Segunda Guerra Mundial se afrontaron con una elevaciones de los impuestos a la riqueza ―Roosvelt los llevó a tributaciones de un 94% en Estados Unidos―. Además de permitir la financiación de un plan de salvación, equilibrarían las grandes desigualdades y desconcentrarían la riqueza. Algo más que justo si tenemos en cuenta que la última crisis se ha saldado con cientos de nuevos millonarios y enormes transferencias de riqueza del trabajo a los beneficios y rentas de capital.

Medidas como la Renta Básica Universal Incondicional ―financiadas de urgencia a través de políticas monetarias y luego fiscales, como propone Guy Standing― permitirían distribuir los recursos de manera que nadie quedase en la estacada. Sin embargo, apuestas como la española por un ingreso mínimo vital, una medida asistencial para personas vulnerables, dejará a mucha gente fuera por bienintencionados que sean sus objetivos. Y no deja de ser una respuesta muy débil sumada al fiasco de las medidas relativas a alquileres e hipotecas. Por otra parte, renunciar a mutualizar la deuda a escala europea tendrá consecuencias muy lesivas ―en España parece que ya se ha renunciado a presionar por esa vía―. Cualquier arreglo que no abra la posibilidad de reformular la arquitectura desigual y neoliberal de la UE, sólo aplazará la crisis en una huida hacia adelante que tendrá grandes costes.

Es difícil prever lo que pueda pasar en medio de un desplome económico como el anunciado, pero será fundamental que todos los colectivos y personas que hoy luchan confinados, que trabajan sobre los problemas más acuciantes de la crisis, converjan más adelante en calles, plazas y protestas. Los funcionarios del capitalismo y sus fondos buitre ―como Blackrock y Blackstone― ya han tomado posiciones para sacar tajada del desastre desde sus asépticos despachos. Sólo la respuesta de una multitud organizada, capaz de oponerse a una crisis que se vislumbra como una nueva forma de tiranía, podrá poner freno a la espiral de la desigualdad y marcar una senda política distinta: poniendo el foco en lo común frente a la lógica del beneficio privado. Siguiendo el guion de Albert Camus en La peste, lo mejor que nos puede pasar es redescubrir la misma verdad que encontraron sus personajes en medio de un mar de tinieblas: que ante los grandes males no hay salida individual que valga, y que lo único que podrá resguardarnos de la tormenta es el apoyo mutuo. También será la mejor virtud para transitar hacia una sociedad que merezca la pena ser vivida.

Sobre o blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas as entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Comunidad de Madrid
Pandemia La Fiscalía abre diligencias por primera vez por muertes sin asistencia en domicilio durante la pandemia
Los padres de Francisco Rodríguez fallecieron en su domicilio de Madrid tras contagiarse de covid-19 y después de llamar de manera recurrente para conseguir asistencia médica que no consiguieron a tiempo.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Presentan la primera demanda por mayores muertos en domicilios sin traslado hospitalario durante el covid
Los padres de Francisco murieron sin recibir traslado hospitalario ni asistencia médica a tiempo cuando enfermaron por covid-19 en su domicilio de Madrid, entre mediados de marzo y principios de abril de 2020.
Sanidad
Investigación La exclusión hospitalaria de mayores durante el covid en Madrid precedió a la existencia de protocolos
El primer protocolo de la Consejería de Sanidad sobre derivación a hospitales de pacientes de covid residentes en centros de mayores es del 18 de marzo, pero la disminución de residentes derivados empezó el 7 de marzo, según una investigación.
#59139
1/5/2020 18:35

Luchamos contra nosotros mismos. Nunca ha habido mayor conciencia anticapitalista, de tener claro que asi caminamos derechitos hacia el desastre se mire por donde se mire, y sin embargo... nunca ha habido mayor fuerza práctica a favor del sistema en el que vivimos... Nunca ha habido menos deseo de otra cosa. Somos absolutamente esclavos del sistema. Y pese a vivir totalmente esclavizados por él, con el deseo absolutamente subsumido en él, nunca ha habido mayor "experiencia de libertad". Por supuesto hablo de occidente. Pero no solo. El deseo del sujeto y el deseo social se mueve hacia la apliación de la experiencia de libertad, y ahí está el problema de la "revolución", jamás hemos hecho una revolución que amplie dicha experiencia de libertad. Aunque sea una puta ficción esa libertad. El sistema y los privilegios y privilegiados por él establecidos apenas se van a ver combatidos en la práctica a no ser que la miseria y el sin futuro alcance cuotas casi absolutas. Y aun así, si eso sucede, aun conseguirán nuestra ayuda para combatirnos a nosotros mismos...

La lucha contra este sistema destructor de la vida es una lucha contra los privilegiados de él que lo defenderan a muerte, pero sobre todo contra nosotros mismos... De no ser asi nada detendría el cambio. ¡Menuda la que nos aguarda! AR.

4
0
Sobre o blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas as entradas
Laboral
Laboral Investigada unha rede empresarial que explotaba a 82 migrantes nunha granxa de Lugo
Polo de agora, tres persoas responsables da granxa de Begonte centran as investigacións da Garda Civil. As 82 persoas explotadas vivían nun hotel de Ordes (A Coruña) que non tiña sequera licencia de hostalaría.
Galicia
Galicia ¿Quién es quién en Greenalia? La empresa que quiere otra celulosa en Galicia y arrasa olivares en Andalucía
Los tentáculos del entramado empresarial tras esta corporación tocan a gran parte de la oligarquía gallega. Desde medios de comunicación como 'La Voz de Galicia' hasta equipos de fútbol como el Deportivo o entidades financieras como Abanca.
Salario mínimo
Pacto bipartito Trabajo y sindicatos acuerdan la subida del salario mínimo en 50 euros sin el apoyo de la patronal
Díaz anuncia un acuerdo con los sindicatos que llevará al Congreso de Ministros de forma “inminente” la propuesta del Ministerio de Trabajo. Los sindicatos proponían una subida de 66 euros y la patronal, de 34 euros.
Hidrógeno
Descarbonización Los planes de expansión del hidrógeno en Europa chocan con la falta de energía verde para producirlo
La escasez de hidrógeno producido con renovables y el exiguo desarrollo del aluvión de proyectos anunciados ponen en entredicho la estrategia de descarbonización en Europa, según un informe de Global Energy Monitor.
Madrid
Justicia El fiscal general del Estado, en el alambre, declara como investigado ante el Supremo
Álvaro García Ortiz acude al alto tribunal a explicar su versión de las filtraciones denunciadas por el entorno de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Es la primera vez que un fiscal de su categoría declara como investigado.

Últimas

Energías renovables
Energías renovables en Madrid El Centro Cultural Palomeras quiere ser autosuficiente, los préstamos de sus vecinos pueden conseguirlo
Una universidad pública y una cooperativa de energías renovables lideran el proyecto de préstamos que quiere convertir en autosuficiente al histórico centro educativo vallecano, y que busca reunir 150.000 en financiación ciudadana a un interés ético.
Israel
Sionismo Maccabi - Baskonia: no colaboremos con la banalización del mal
El partido de basket en Gasteiz es una oportunidad de oro para mostrar nuestra determinación a no contribuir al blanqueamiento del Estado genocida de Israel, oponiéndonos decididamente
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Sin materiales, sin protección adecuada y sin financiación: los bomberos de Madrid denuncian “abandono”
La contaminación de los equipos de protección de cinco bomberos en un incendio en una nave de reciclaje hace levantar de nuevo la voz de los sindicatos, que ya tienen denunciada ante el TSJ de Madrid, la falta de financiación.
Más noticias
Cine
El Salto recomienda Diez películas y series en Filmin para acercarse a la diversidad de Andalucía
Una selección realizada por la periodista de El Salto Aurora Báez Boza sobre las mejores películas y series para descubrir las diversidades que habitan dentro de Andalucía
Dana
Tres meses de la dana “Aquí no llovió casi nada”
VV.AA.
Un vecino de Benetússer explica cómo la riada arrasó y cambió para siempre las vidas de miles de personas.
El Salto Radio
EL SALTO RADIO Cultura y resistencia desde América del sur
Cuatro historias sonoras de experiencias creativas y comunitarias en algunas ciudades de Perú, Argentina y Paraguay
Opinión
Opinión Monetizadores de la estupidez
Ser un chalado anticiencia puede llevar a pasearte por radios, televisiones y streamings porque eres rentable para gente sin un mínimo de ética periodística.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición Sánchez resucita el decreto ómnibus con más ayudas a los propietarios
El Gobierno anuncia un acuerdo con Junts para reflotar el decreto que permite revalorizar las pensiones con nuevos avales estatales para caseros. El presidente se compromete a convocar una moción de confianza.

Recomendadas

Medio rural
Reportaxe As mulleres rurais soñan con deixar de ser heroínas
A falta de servizos básicos no rural é a primeira pedra no camiño de quen quere vivir e desenvolver os seus proxectos fóra da cidade. Aínda así, o rural galego atópase á cabeza en canto a titularidade feminina respecto á media do Estado español.
Literatura
Letras Galegas Da Sección Feminina do franquismo ao Cancioneiro Popular Galego: o pobo é quen canta e baila
As cantareiras protagonizarán o Día das Letras Galegas de 2025. Beatriz Busto e Richi Casás fálannos delas, de Dorothé Schubarth, do Cancioneiro Popular Galego e da dificultade de acceder aos arquivos sonoros que conservan as súas voces.
Jaén
Andalucía Lopera no quiere que Greenalia especule con sus olivos
Decenas de pequeños olivareros de la Campiña Norte de Jaén podrían perder sus terrenos en beneficio de una empresa que quiere talar los árboles para instalar siete parques fotovoltaicos.