Elecciones
Javier Ramírez, el concejal de Almeida que adelanta a Vox por la derecha

Autoritario y alérgico al feminismo, el concejal Javier Ramírez ha gastado miles de euros en banderas de España y flores para engalanar iglesias. Acumula sentencias en contra por vetar proposiciones de la oposición. Retiró a martillazos una placa de Largo Caballero y ha desalojado despensas solidarias. Hasta en el PP admiten que “las ha liado muy gordas”. Y a pesar de todo, repite en la lista de Almeida al Ayuntamiento de Madrid.
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Javier Ramírez, aquí con Martínez Almeida, durante un izado de la bandera nacional en Fuencarral-El Pardo, uno de los dos distritos en que es concejal. Foto: Ayuntamiento de Madrid
20 may 2023 06:00

En Madrid se produce una paradoja informativa. Mientras el resto de España padece una incesante turra mediática propagada desde la capital, tan centralista que proyecta el mundo como si se acabara en Carabanchel, la gente de Carabanchel no tiene donde enterarse de lo que pasa en su barrio porque (casi) nadie se dedica a contarlo. En la ciudad que concentra las mayores cabeceras, televisiones y radios de ámbito estatal, el periodismo local es raquítico y menguante, una especie en extinción. Por ello, los distritos madrileños suelen ser zonas de sombra informativa sin apenas escrutinio.

A principios de siglo, las tramas de corrupción más toscas y mundanas del Partido Popular aprovechaban que allí nunca se ponía la lupa para otorgar sin pudor contratos a dedo, licencias bajo cuerda o mordidas hasta en las verbenas. Para los cuadros de la formación agraciados con un cargo, los distritos siempre fueron un destino cómodo y bien remunerado. Ante la ausencia de focos, algunos se desmelenan. El caso del concejal del PP Javier Ramírez (Madrid, 1971) es paradigmático. En 2019 entró por los pelos en el Ayuntamiento gobernado por José Luis Martínez-Almeida. Tras el pacto con Ciudadanos, se le asignó la presidencia de los distritos de Fuencarral-El Pardo y Chamberí, ambos de mayoría conservadora. Pero cuatro años después ha acabado soliviantado hasta a los afines. “Es que las ha liado muy gordas”, admiten incluso dentro del PP.

Ramírez ha gastado decenas de miles de euros para izar banderas rojigualdas y usaba dinero público para regalar flores a iglesias. “Está en el PP como podría estar en Vox”, resume un edil de la oposición

“Sin duda ha sido el concejal de distrito más polémico”, afirma Diego Casado, periodista del diario digital Somos Chamberí, cuyo marcaje informativo ha evitado que los excesos de Javier Ramírez hayan pasado inadvertidos. El edil ha vetado iniciativas feministas, desahuciado a asociaciones vecinales y dinamitado órganos de participación ciudadana. También fue el concejal que ordenó retirar a martillazos una placa dedicada al socialista Largo Caballero, mientras ha gastado decenas de miles de euros para izar banderas rojigualdas y usaba dinero público para regalar flores a iglesias. “Está en el PP como podría estar en Vox”, resume un edil de la oposición. Una escena reciente en el Pleno de Chamberí corrobora esa afirmación. El pasado mes de marzo, el portavoz de Vox se dirigió a Jimena González, mujer trans y representante de Más Madrid, como “don Jaime”. El concejal Ramírez, presidente del Pleno, ni se inmutó. Cuando Jimena encendió su micrófono y rogó que exigiera una rectificación ante “la evidente y notoria falta de respeto”, Ramírez respondió tajante: “No es cuestión de orden. Apréndase el reglamento”.

Su compadreo con la formación de Santiago Abascal, que aupó a Almeida a la alcaldía apoyando su investidura, ha sido constante desde el principio de mandato. A finales de 2019, en el primer Pleno de Chamberí, Ramírez expulsó a un grupo de feministas por increpar a Javier Ortega Smith, el líder de la ultraderecha en el Ayuntamiento de Madrid, que días antes había negado la violencia machista durante un acto institucional por el 25-N. En la siguiente sesión, sin embargo, permitió que un grupo de simpatizantes de Vox gritaran “asesinos” a los representantes de la oposición, que abandonaron sus asientos ante la permisividad de Ramírez con los insultos: el concejal del PP no quiso expulsar a ninguno de los asistentes porque era “navidad”.

El PP como estilo de vida

La gestión de Javier Ramírez en Fuencarral-El Pardo y Chamberí ha sido un buen 'spoiler' de lo que puede ocurrir en la ciudad de Madrid a partir del próximo 28 de mayo si Almeida necesita incorporar a Vox para mantener la alcaldía. "Aunque Ramírez es muy del Partido Popular, porque siempre ha vivido de él. La información que aporta en su perfil profesional del portal de transparencia del Ayuntamiento de Madrid no refiere ni una sola ocupación en la empresa privada. Todos sus trabajos llegaron a través del partido. En los años noventa fue director del centro cultural municipal Casa de Vacas del parque de El Retiro durante la alcaldía de José María Álvarez del Manzano. En 2006, Esperanza Aguirre le nombró director gerente del Instituto de Realojamiento e Integración, un organismo público de la Comunidad de Madrid para erradicar el chabolismo. En 2015 se convirtió en director gerente de la Empresa Municipal de la Vivienda en la localidad de Boadilla del Monte, al oeste de la capital y uno de los epicentros del caso Gürtel. Además ha trabajado como asesor de la Junta Municipal de Retiro. Décadas de empleos de libre designación a cargo del erario público que le han permitido atesorar un patrimonio inmobiliario de medio millón de euros en varias propiedades, entre ellas una vivienda en Marbella. También declara 160.000 euros en planes de pensiones, es socio de la Real Sociedad Española Hípica Club de Campo y posee una embarcación 'Hurricane', según su ficha en el portal de transparencia.

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El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el concejal Javier Ramírez, en julio de 2019. Foto: Ayuntamiento de Madrid.
“Desde el principio desistió en recibirnos a las asociaciones y no ha querido tener ninguna relación con nosotras”, apostilla Carmen Espinar, de la asociación vecinal La Flor

En 2019, Almeida incluyó a Javier Ramírez en el puesto número 15 en la lista del PP al Ayuntamiento de Madrid. Un aparente puesto de salida, aunque hubo suspense. En aquellas elecciones municipales que ganó Manuela Carmena liderando la candidatura de Más Madrid, los populares cosecharon su peor resultado de la historia en la capital: apenas 15 concejales, pero suficientes para formar mayoría junto a Ciudadanos y Vox. El PP recuperó el Ayuntamiento tras cuatro años de paréntesis de gobierno de izquierdas. Durante ese lapso, Guillermo Zapata estuvo al frente de Fuencarral-El Pardo, distrito situado al noroeste de la ciudad. “Dejé un distrito funcionando, con proyectos en marcha y muy activo a nivel vecinal, pero cuatro años después todo eso se lo han cargado”. Su sucesor en la Junta Municipal de Fuencarral-El Pardo ha mostrado “un desprecio absoluto al movimiento vecinal”, apunta Meritxell Tizón, portavoz del PSOE en este extenso distrito de casi 250.000 habitantes. “Desde el principio desistió en recibirnos a las asociaciones y no ha querido tener ninguna relación con nosotras”, apostilla Carmen Espinar, veterana de la asociación vecinal La Flor, del populoso Barrio del Pilar.

Ramírez ha sido un Atila implacable contra el asociacionismo y la participación ciudadana. “Para nosotros lo importante son las personas, no los colectivos”, advertía en una entrevista en 2019 a Somos Chamberí. “Fue muy reticente a hacerla y tuvo que ser a través de un cuestionario por correo electrónico que respondió casi a los dos meses”, hace saber su autor, Diego Casado. En Fuencarral-El Pardo, Ramírez ha acabado con las cabalgatas de reyes que promovía el vecindario y con todas las fiestas populares sin raigambre religiosa. Tampoco ha tenido piedad a la hora de desalojar a asociaciones de espacios municipales, aunque albergaran despensas solidarias de alimentos para familias vulnerables.

Ocurrió en el barrio de Las Tablas, uno de los PAUs del norte de Madrid que vota mayoritariamente a la derecha. “La mayoría de nuestros socios es gente cercana al PP”, subraya Lorenzo Álvarez, presidente de la asociación vecinal, en la nave de un edificio industrial a la que se mudaron hace dos años. Por ella pagan 1.400 euros al mes para seguir ofreciendo a sus 2.000 familias socias un “servicio que debería prestar el Ayuntamiento”. En este desarrollo urbano construido hace veinte años, flanqueado por las sedes de Telefónica, BBVA y Telecinco, todavía faltan equipamientos públicos esenciales como un centro de salud, un polideportivo, un centro cultural o una biblioteca.

En el momento del desalojo del la sede de la AV Las Tablas albergaba “más de 25.000 euros en comida donada” que gestionaban 50 voluntarios para ayudar a 200 familias de todo el distrito. “Pidió desmontar la despensa en siete días o mandaba a la Policía Municipal”, asegura el presidente de la asociación

En 2013, el Ayuntamiento gobernado por Ana Botella (PP) cedió a la asociación mediante una autorización demanial un antiguo palomar de tres plantas para que lo gestionasen como un aula de ecología, aunque el edificio acabó convirtiéndose en un dinámico espacio de encuentro vecinal, el único del barrio, con una amplia oferta cultural y de ocio. Por ejemplo, clases de pilates, yoga o zumba que Ramírez consideraba “no permitidas” y justificaron la orden de desalojo en junio de 2020. En ese momento, el palomar de Las Tablas albergaba “más de 25.000 euros en comida donada” que gestionaban 50 voluntarios para ayudar a 200 familias de todo el distrito golpeadas por la pandemia. “Pidió desmontar la despensa en siete días o mandaba a la Policía Municipal”, asegura el presidente de la asociación de Las Tablas. Lorenzo Álvarez cree que al concejal “le tuvieron que dar un toque desde la alcaldía” porque no cumplió su amenaza, aunque el desalojo acabaría produciéndose meses después.

“Esto no es Venezuela”, espetó tras prohibir a una asociación de Chamberí recoger alimentos en la puerta de supermercados 

En aquellas fechas, Javier Ramírez prohibió a otra asociación vecinal del distrito instalar mesas en la puerta de supermercados para recoger alimentos destinados a esas familias vulnerables. En la notificación argumentaba que no se apreciaba “un interés público excepcional” para conceder el permiso. En un posterior Pleno, Ramírez se justificó con menos tacto. “Esto no es Venezuela”, proclamó. En Chamberí, el edil ha dejado sin sede a una veintena de colectivos (desde AMPAS a un club de ajedrez) que autogestionaban la Casa de Cultura, otro espacio municipal cedido durante el mandato de Manuela Carmena que también acogía una despensa solidaria. Más de 20.000 personas firmaron contra el desalojo y cientos se manifestaron en la calle. Durante la protesta, Ramírez mandó a la Policía Municipal para multar a los vecinos que instalaron sendas mesas plegables con las que recoger firmas de apoyo. Meses después, un juzgado anuló la sanción de 600 euros, obligando al Ayuntamiento a devolver el importe con intereses. Según la sentencia, se había “forzado la normativa” para castigar a los convocantes de la protesta.

Constitucionalista, pero no mucho

Javier Ramírez es el concejal del Ayuntamiento de Madrid con más gastos de protocolo y representación, casi tantos como el alcalde. Se trata de una partida destinada habitualmente a comidas institucionales, flores, trofeos y distinciones. Pero Ramírez ha empleado más de 15.000 euros de este monedero municipal para engalanar parroquias durante actos litúrgicos (es el único edil que lo ha hecho) o encargar “banderitas” de España y ejemplares de bolsillo de la Constitución que repartió en centros educativos. Una Constitución que el propio Ramírez ha vulnerado estos años, según los tribunales. El PSOE ha conseguido en dos ocasiones que un juzgado sentencie que el concejal “constriñe derechos fundamentales” al vetar de forma injustificada propuestas de la oposición en el Pleno de Fuencarral, como una destinada a la prevención de agresiones homófobas.

“Siempre ha utilizado el argumento de que eran asuntos que excedían sus competencias, y así nos ha inadmitido seis o siete iniciativas estos años. Hemos pasado un mandato terrible”, explica Meritxell Tizón, del PSOE de Fuencarral

“Siempre ha utilizado el argumento de que eran asuntos que excedían sus competencias, y así nos ha inadmitido seis o siete iniciativas estos años. Hemos pasado un mandato terrible”, explica Meritxell Tizón, del PSOE de Fuencarral. Los Plenos de distrito, que se celebran una vez al mes con representación de todos los grupos municipales, han sido una constante algarada tanto en Fuencarral-El Pardo como en Chamberí por la actitud autoritaria e incendiaria de Ramírez. La socialista Tizón enumera “descalificaciones, retiradas arbitrarias del turno de palabra y expulsiones”. La portavoz adjunta de Más Madrid en Chamberí, Berta Gámez, reporta incidentes similares. “Ya no sé cuántas veces ha expulsado a los vecinos. Le podríamos llamar déspota, pero en realidad ha sido muy poco inteligente al tratar con un desprecio tremendo a la gente”, afirma Gámez aportando una anécdota ilustrativa. “En el último Pleno del mandato tuvo un gesto muy feo con su propia coordinadora de distrito. Como era la última sesión, abrió un turno de palabra a todos los grupos para despedirnos. Después, la coordinadora pidió hablar porque también quería decir unas palabras. Ramírez le respondió: “No, tú no hablas”. Levantó la sesión y se fue. Si es así con una persona cercana, cómo no será con los demás”.

“Me gustan más las femeninas que el feminismo”, dijo el concejal en un par de ocasiones en el pleno de Fuencarral, y quien se estrenó retirando pancartas que recordaban a las mujeres asesinadas

La oratoria no es una de las virtudes de Javier Ramírez, coinciden sus adversarios políticos, aunque el edil del PP ha sido muy elocuente para manifestar su alergia al feminismo. “Me gustan más las femeninas que el feminismo”, dijo en un par de ocasiones en el pleno de Fuencarral el concejal que estrenó sus distritos retirando pancartas que recordaban a las mujeres asesinadas por la violencia machista y ha rechazado debatir iniciativas sobre la celebración del 8 de marzo. “En otra ocasión vino a decir que le preocupaba que un hijo suyo acudiera a un centro de igualdad municipal porque ahí se adoctrinaba a las mujeres contra los hombres. Lo curioso es que lo dijo durante el debate de una propuesta de Vox para cerrar el espacio de igualdad del distrito, a lo que se opuso el PP”, comenta la socialista Meritxell Tizón.

En el 151 aniversario del nacimiento de Francisco Largo Caballero, el concejal de Chamberí ordenó retirar a martillazos la placa que recordaba al dirigente socialista, una iniciativa de Vox que respaldaron en el Pleno de la ciudad PP y Ciudadanos

La aversión de Ramírez contra la Ley de Memoria Democrática, que tilda como una “aberración”, le sitúa en el marco discursivo de Vox. Incluso ha ejercido como brazo ejecutor de los planes de la ultraderecha. El 15 de octubre de 2020, en el 151 aniversario del nacimiento de Francisco Largo Caballero, el concejal de Chamberí ordenó retirar a martillazos la placa que recordaba al dirigente socialista en el lugar donde se encontraba la casa natal del que fuera presidente del Consejo de Ministros de la República durante la Guerra Civil. De este modo, Ramírez no tardaba ni dos semanas en hacer realidad una iniciativa de Vox que respaldaron en el Pleno de la ciudad PP y Ciudadanos. El PSOE ha pedido en los tribunales la restitución de la placa, colocada en los años ochenta con el respaldo de todas las fuerzas políticas, y que acabó en un almacén hecha añicos. Un juzgado dio la razón a los socialistas, aunque el consistorio de Almeida recurrió la sentencia y el litigio todavía no se ha resuelto.

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El concejal Javier Ramírez repite en la lista de Martínez Almeida (en la foto también, en mayo de 2022), pero esta vez en el número 33, con pocas posibilidades de repetir. Foto: Ayuntamiento de Madrid.

Bares, qué lugares

En aquellos meses posteriores al confinamiento, mientras desalojaba despensas solidarias de espacios municipales, Javier Ramírez se mostró mucho más empático y generoso con los hosteleros de la calle Ponzano de Chamberí, epicentro del 'ayusismo' y símbolo de la nueva normalidad alentada por la presidenta de la Comunidad de Madrid que hizo de las cañitas y el terraceo su estandarte. En esta zona conocida como el fortín de Isabel Díaz Ayuso (allí ha vivido ella y su familia) se cuentan más de 70 bares casi consecutivos, a los que Ramírez permitió la instalación de decenas de 'terrazas covid' sobre plazas de aparcamiento. “La calle era una inmensa terraza de casi un kilómetro, durante la pandemia ha sido un infierno”, rememora Pilar Rodríguez, de la asociación vecinal El Organillo. “Lo que pasó en Ponzano fue una absoluta barbaridad. Hubo vecinos que tuvieron que cambiar la habitación de sus hijos pequeños a la zona interior de la vivienda porque no se podía dormir por el ruido”, denuncia Berta Gámez, de Más Madrid. Como si el ruido de las terrazas no fuera poco tormento, Ramírez decidió por su cuenta y riesgo emprender unas obras con un presupuesto de 800.000 euros para ampliar las aceras de la calle Ponzano que han sido otra pesadilla para los residentes. Según Gámez, “el ancho de las aceras no permitía que las terrazas se ajustasen a la ordenanza municipal después de la pandemia”, y la reforma se emprendió desde la Junta Municipal de Chamberí, no desde el Área de Obras, “que es lo habitual”. El resultado han sido meses de caos y obstáculos para viandantes que han acabado con la paciencia de familias que protestaron colocando pancartas contra el ruido donde antes colgaban banderas de España.

El polémico edil repite en las listas de Almeida para las próximas elecciones municipales, pero ha descendido hasta el puesto 33. Ni en las previsiones más optimistas se contempla que pueda renovar su acta

“A nuestro local llega mucha gente poniendo a parir a Ramírez diciendo que no vuelven a votar al PP”, asegura la representante de la asociación El Organillo. “Porque no estamos en contra de las terrazas, sino contra el desmadre. Es la privatización del espacio público, de la calle por la que tenemos que pasar para salir y entrar a nuestras casas, es algo incompatible”. Ahora mismo, finalizadas las obras, en Ponzano también han desaparecido las terrazas. Además, el pasado mes de enero entró en vigor la declaración de Zona de Protección Acústica Especial. El vecindario, sin embargo, teme que se trate de una tregua trampa. “Almeida ha prometido que no pondrá más terrazas en Ponzano si gana las elecciones, pero Ramírez le ha dicho a algunos hosteleros que en cuanto pasen las elecciones les volverá a dar la licencia de terraza”, advierte Pilar Rodríguez.

En el Partido Popular algunas voces coinciden en que lo ocurrido en Ponzano ha sido “una vergüenza” que compromete el futuro de Javier Ramírez. El polémico edil repite en las listas de Almeida para las próximas elecciones municipales, pero ha descendido hasta el puesto 33. Ni en las previsiones más optimistas se contempla que pueda renovar su acta. El concejal del PP que ha mostrado más sintonía con la ultraderecha no estará en un hipotético gobierno municipal con Vox. “Es que no ha hecho absolutamente nada, seguimos teniendo los mismos problemas y necesidades que hace cuatro años”, concluye Meritxell Tizón, del PSOE de Fuencarral. “Aquí se ha llevado bastante mal con la gente del PP”, revela Carmen Espinar de la asociación vecinal La Flor. “Es muy mal gestor, no tiene cintura política ni calidad democrática. No está capacitado para dirigir nada con el dinero de los madrileños”, opina Lorenzo Álvarez de la asociación de Las Tablas. Para Guillermo Zapata, su antecesor en la Junta Municipal de Fuencarral-El Pardo, “su posición en la lista no tiene que ver con la gestión, sino con los conflictos internos del PP”. El periodista Diego Casado recuerda que “las listas en Madrid las hace Ayuso”, y Ramírez no estuvo bien posicionado cuando el año pasado el partido se incendió por dentro. “Él apoyo tímidamente a Pablo Casado y eso no le ha ayudado para nada, aunque era la posición de la mayoría de los concejales del Ayuntamiento. Si Almeida tenía que dejar caer a un concejal, era este, aunque intuyo que acabará en un buen puesto, como ha estado a lo largo de toda su carrera”, sostiene el editor de Somos Chamberí.

De estos cuatro años, a Javier Ramírez le quedará al menos un feliz recuerdo. El 22 de mayo de 2021 se volvió a casar con la que era su exmujer, Victoria Wharrier Palacios, 'paracaidista' del PP destinada en ayuntamientos de los municipios de Majadahonda o Pozuelo de Alarcón. El enlace se celebró en los jardines de Cecilio Rodríguez del parque del Retiro, rodeados de pavos reales y con el alcalde José Luis Martínez Almeida oficiando la ceremonia, como detallaba la crónica publicada en la revista 'Hola'. Entre la lista de invitados, los afines a Pablo Casado eran mayoría. Escogió el bando equivocado en la guerra que se iba a librar meses después en el Partido Popular. “Me gusta saber que dejo una parte de mí mismo en cada campo de batalla a cambio de un poco de gloria”, dijo Ramírez, citando al almirante Blas de Lezo, en la entrevista que concedió a Somos Chamberí en 2019. Una declaración épica y trascendental con algo de impostura, porque Ramírez es muy terrenal. “Hace unas semanas, recién acabado el invierno, apareció muy bronceado, y nos dijo que venía de Cuba, de asistir a una feria de puros”, cuentan desde el Ayuntamiento. “Es que es un personaje”, remacha uno de sus compañeros del PP.

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