Espionaje
Dani, el segundo policía infiltrado en el activismo catalán destapado por La Directa

La Directa destapa a un agente de la Policía Nacional que estuvo infiltrado durante tres años en movimientos sociales de Catalunya, y que pasó por espacios libertarios en Madrid y País Vasco.
Policía infiltrado La Directa
A la izquierda, el agente D. H. P. durante su paso por la escuela de policia de Ávila. En la imagen de la derecha se pueden apreciar los tatuajes que se hizo entre 2020 y 2021. La Directa
30 ene 2023 13:43

“Conocí a Dani una noche de junio de 2020 en la plaza de las Palmeres del barrio de Sant Andreu. Era una persona muy bromista, risueña y cercana, con quien era fácil conectar, y a las chicas se nos acercaba con un flirteo gracioso. Dormí con él varias veces y en tres ocasiones mantuvimos relaciones sexuales”. Quien habla es Joana, una de las ocho mujeres con las que Daniel Hernàndez Pons, agente de la Policía Nacional, mantuvo relaciones con el objetivo de infiltrarse en los movimientos sociales de Catalunya, según destapa un extenso reportaje realizado por La Directa. 

Según detalla el reportaje, Hernández Pons se infiltró en el centro social La Cinètika en junio de 2020. No es el primer agente de la Policía Nacional infiltrado en los movimientos sociales descubierto por La Directa, que hace siete meses publicó cómo otro agente, Marc Hernández Pon, llegaba también en junio de 2020 al movimiento independentista catalán. “Después de una larga y minuciosa investigación, la Directa ha podido confirmar que estamos ante una operación de introducción de múltiples espías en el activismo, bajo la batuta jerárquica del ministro de Interior español, Fernando Grande-Marlaska”, señala La Directa en su reportaje.

Dani apareció por primera vez en el gimnasio del centro okupado La Cinètika, en el paseo Fabra i Puig de Barcelona, en junio de 2020. Por entonces tenía 31 años. “Decía que había encontrado la dirección por internet mientras buscaba un sitio económico donde entrenar”, explica una de las activistas del espacio. Fue el inicio de una rápida infiltración en los movimientos sociales del barrio, facilitada por una estrella del caos tatuada en su rodilla, camisetas con simbología antifascista, pendientes y un peinado en cresta adecuado para su nuevo contexto anarquista. Aun así, de vez en cuando alguna persona le mencionaba que, a su llegada, alguien había desconfiado de él porque no se sabía nada de su pasado. “Se lo tomaba deportivamente, con una sonrisa. Dani siempre ha sido muy bromista”, explica a la Directa Jaume, pseudónimo que usa para el reportaje una persona que hasta hace una semana se consideraba el mejor amigo del policía infiltrado.

Según ha confirmado La Directa, la identidad real de Daniel Hernàndez Pons responde a las mismas iniciales: D.H.P. El diario señala que ha comprobado su identidad real gracias a los errores cometidos por el infiltrado, por los que han podido acceder a datos en abierto sobre su pasado y presente, y a través de una prueba pericial fisionómica que compara las fotografías de su paso por la escuela de policía de Ávila entre los años 2018 y 2019 con imágenes suyas como activista en Barcelona.

La Directa detalla cómo este policía infiltrado visitó en varias ocasiones el centro social okupado La Casika de Móstoles y acudió también al primer encuentro libertario celebrado en Vitoria en 2021, en Errekaleor

Durante su tiempo como infiltrado, Daniel participó en las manifestaciones contra la entrada en prisión de Pablo Hasél en febrero de 2021, en varias concentraciones para evitar desahucios, en uno de los cuales se enfrenta a un trabajador de Desokupa, y fue multado por 600 euros —que no pagó— por otra movilización. También ha visitado espacios autogestionados en Madrid y País Vasco. En concreto, La Directa detalla cómo este policía infiltrado visitó en varias ocasiones el centro social okupado La Casika de Móstoles y acudió también al primer encuentro libertario celebrado en Vitoria en 2021, en Errekaleor.

La Directa explica que, para explicar las ausencias que conllevaba la doble vida que llevaba, el infiltrado afirmaba que trabajaba como ayudante de un instalador de aire acondicionado o que se iba por unos días a visitar a su familia en Baleares o a un amigo en Tarragona. 

Relaciones sexoafectivas como estrategia de infiltración

Según explica el reportaje de La Directa, el policía infiltrado encadenó relaciones con varias mujeres participantes en los movimientos sociales de la ciudad, una de ellas durante un año, y que le sirvieron de puente para introducirse en los colectivos del barrio.

“A través de todas ellas puso los pies en diversos proyectos y espacios políticos”, se lee en el reportaje de La Directa. Entre ellos enumera las proyecciones de cine en La Cinèteka, el grupo de trabajo del mismo centro social para elaborar una guía para prevenir y actuar ante violencias patriarcales, se sumó a la gira del movimiento zapatista por Catalunya y se metió en la Coordinadora Antirrepresiva de Sant Andreu. “Una buena oportunidad para ver a todo el mundo que militaba en el barrio”, explica Iris, una de las ocho mujeres que se relacionaron con el agente infiltrado con las que ha hablado La Directa. 

Otra relación sexoafectiva con una activista de Ciutat Vella le facilitó su entrada a otros espacios, como la Kasa de la Muntanya. Y Rut, con quien mantuvo seis meses de relación, le facilitó llegar a CGT.

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