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Estados Unidos
“En los próximos años veremos lo que pasó en Charlottesville como un punto de inflexión”
Jalane Schmidt es activista del colectivo Black Lives Matter y una de las luchadoras contra la cultura de segregación racial en Estados Unidos.
Heather Heyer, activista antirracista, murió el 12 de agosto en Charlottesville (Virginia) tras ser atropellada por un coche conducido por James Alex Fields, un joven de 20 años relacionado con movimientos supremacistas blancos. La colisión dejó heridas a otras 19 personas.
El atentado de Charlottesville ha puesto sobre la mesa el ascenso de la extrema derecha en Estados Unidos a partir de la llegada a la presidencia de Donald Trump y la lucha por parte de los movimientos antirracistas para acabar con la segregación en este país, aún vigente en el sistema penal y la actuación policial estadounidenses. Hablamos con Jalane Schmidt, miembro del movimiento Black Lives Matter en Charlottesville.
¿Cómo se ha llegado a la situación que se vive hoy en Charlottesville? ¿Qué ha llevado a este crecimiento de la extrema derecha?
El problema es que este movimiento de derechistas ha crecido mucho en los últimos 18 meses con la campaña del presidente Trump. Él básicamente ha impulsado a los movimientos de ultraderecha a asaltar a gente. Desde que él es presidente, estos movimientos de extrema derecha se han hecho aún más violentos. Es parte del clima político general que se ha activado tanto a nivel nacional como a nivel local, como hemos visto, por ejemplo, en Portland, Berkeley y otros sitios. Incluso en New Haven, Connecticut, se han visto manifestaciones de la extrema derecha, manifestaciones de odio. Esto es cada vez más común aquí.
En Charlottesville, los manifestantes antirracistas fueron atacados por miembros del Ku Klux Klan y otros movimientos fascistas, ¿cuál fue la respuesta policial ante estas agresiones?
Bueno, el problema es que, después de las manifestaciones, los derechistas asaltaron a mucha gente, pero la policía no intervino, en la mayoría de los casos no detuvo los ataques. La policía no ha protegido al público, lo que es parte del problema. En la pasada manifestación del día 8, convocada por el Ku Klux Klan, la policía, por el contrario, atacó a los manifestantes de izquierdas. Nos atacó con gas pimienta, arrestos y agresiones. Parece que la policía dedica la mayor parte de su fuerza bruta contra los activistas de izquierda y protege a la extrema derecha. No está defendiendo a los ciudadanos.
De hecho, Black Lives Matter, movimiento en el que tú participas, nació ante la impunidad de los asesinatos de personas negras por parte de la policía. ¿No ha habido cambios respecto a las actuaciones policiales contra la población negra?
La policía ahora ejerce aún más fuerza contra la población negra. Por ejemplo, en nuestra ciudad, Charlottesville, el 80% del llamado stop-and-frisk, que es cuando la policía para y detiene a gente en la calle sin una orden judicial, son a gente afroamericana. En Charlottesville, solo el 19% de la población es afroamericana, y aun así suponen el 80% de este tipo de detenciones. Así que, mucho antes de estas manifestaciones, ya había problemas con la policía, aquí y en gran parte de Estados Unidos. La policía utiliza más fuerza de la necesaria contra gente negra, desarmada, y sin que exista ninguna razón para ello.
En Charlottesville hay un pasado marcadamente esclavista y hoy aún se ven en sus calles monumentos que homenajean a generales confederados que defendían el esclavismo. ¿Fue allí el movimiento segregacionista especialmente fuerte?
En la época de la guerra civil, en Charlottesville y en el resto del condado, más de la mitad de la población estaba esclavizada, en concreto el 52%. En los años 20 del siglo pasado, se erigieron monumentos en homenaje a los confederados. La memoria pública oficial era, y todavía es, rendirles homenaje. Es un mecanismo de represión contra los negros que se puso en marcha sobre todo entre los años 20 y los 50 para imponer la segregación racial en nuestros espacios públicos. Había parques, por ejemplo, con estos monumentos, que eran diseñados solo para los blancos y parques más alejados del centro de la ciudad que eran para los afrodescendientes. Son monumentos al racismo, a la segregación, al llamado Jim Crow [leyes que promulgaban la segregación racial]. Es una forma de decir a la población afrodescendiente que no contamos como ciudadanos ni tenemos valor como seres humanos.
La retirada de la estatua al general confederado Robert E. Lee fue uno de los orígenes de los enfrentamientos en la ciudad. ¿Qué ha pasado con esta estatua?
En este momento hay un grupo de personas ricas, blancas y republicanas que han presentado una denuncia ante la retirada de estos monumentos. Ahora la ciudad está obligada a ejercer una defensa contra esta denuncia. Es una lucha política, pero también legal, en la que tiene mucha influencia cuánto dinero y horas de abogados se puedan invertir. El 30 de agosto la ciudad defendió ante la juez la retirada de estos monumentos. La juez dictaminará si la ciudad tiene que mantenerlos o puede retirarlos. Ocurra lo que ocurra con el veredicto, la extrema derecha seguro que va a regresar con más fuerza todavía, ya sea para celebrar la victoria, si la juez decide mantener los monumentos, o con manifestaciones de protesta si su decisión supone su retirada. Muy pronto, seguramente en septiembre, volverá a haber manifestaciones derechistas, ya han prometido que van a regresar.
Tras lo sucedido en Charlottesville, la respuesta de Trump fue acusar de violentos a Black Lives Matter y a los activistas antifascistas. Una respuesta que ha sido aplaudida por David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, organización que suena al siglo pasado pero que sigue existiendo. ¿Qué presencia tiene este grupo en Charlottesville?
El Ku Klux Klan surgió en Charlottesville en los años 20, igual que en el resto de Estados Unidos. En Charlottesville, la gente de dinero era miembro del Ku Klux Klan, pero en esos años no tenía mucha fuerza aquí. Después, en los años 50 y 60, hubo algunas acciones del clan, quemando contenedores frente a las casas de activistas.
Ahora hay otros grupos como Alt-Right, ¿hasta qué punto tienen fuerza y por qué han crecido tanto?
Antes de Trump estos grupos estaban presentes en internet, donde tenían sus conversaciones. Ahora, con Trump en la presidencia, no tienen ninguna vergüenza en salir en público. Aquí en Charlottesville hay un grupo de ellos que son los organizadores de la manifestación del día 12 de agosto. Y ese grupo, que es pequeño, tiene amigos por todo el país entre los que se encuentra incluso el presidente. Están creciendo porque no tienen vergüenza, porque ya tienen a su amigo en la Casablanca.
En un artículo publicado recientemente insistías en que la confrontación en EE UU está aumentando, ¿qué representa Charlottesville en la lucha contra el racismo?
Eso creo que es un punto de la historia. En los próximos años vamos a mirar lo que ha pasado en Charlottesville como un punto de inflexión. Lo creo porque todos los políticos que se habían aliado con Trump ya están lanzando críticas y, tras los comentarios que hizo sobre la tragedia de Charlottesville, le han abandonado.
Hay mucha gente cercana a Trump y con mucha influencia que sigue con esa línea de racismo, y esto es un gran problemaPero en el entorno cercano de Trump sigue habiendo figuras de la extrema derecha. Hasta hace poco tenía como asesor a Steve Bannon, pero aún se ve cerca del presidente a otros personajes como Stephen Miller.
Sí, ese es un gran problema. En los círculos más cercanos a Trump todavía sigue gente como Steve Bannon o Stephen Miller. Bannon [despedido de la Casablanca el 18 de agosto] era antes editor de Breitbart, una web derechista que, como dice el mismo Bannon, es la plataforma de Alt-Right. Miller es miembro de Proud Boys [organización de hombres de extrema derecha cofundada por Gavin McInnes, también uno de los fundadores de Vice Magazine]. Por supuesto, también está Jeff Sessions, secretario de Justicia, quien tiene una gran historia de racismo a sus espaldas. Hay mucha gente cercana a Trump y con mucha influencia que sigue con esa línea de racismo, y esto es un gran problema.
En cuanto a los medios de comunicación, ¿qué papel crees que han tenido? ¿Está ganando peso en los medios estadounidenses el discurso racista?
Yo no veo los medios de extrema derecha y no sé si son más racistas que antes pero, ciertamente, la campaña de Donald Trump, cuando fue candidato, estuvo muy bien respaldada por los reportajes emitidos en medios como Fox News. Ahora parece que Rupert Murdoch —el dueño de Fox News— y sus hijos no están de acuerdo sobre la dirección que tiene esta cadena de televisión.
Frente a este panorama, ¿cómo se puede combatir el racismo?
Para contrarrestar el crecimiento de la extrema derecha hace falta un esfuerzo de la comunidad. Por ejemplo, aquí, en Charlottesville, trabajamos coordinados con una coalición formada por gente de Black Lives Matter y de una organización que se llama SURJ —Showing Up for racial Justice, que es una organización de blancos de izquierdas—, con clérigos —algunos de ellos progresistas—, estudiantes… Trabajamos con esta coalición y con otra gente de buena voluntad de la comunidad. Juntos estamos organizando una manifestación contra los derechistas. Para impedir su crecimiento hay que organizarse en todas las localidades, y para eso es necesario hacer reuniones, estar entrenado… Lleva mucho trabajo contrarrestar el racismo, pero ellos han jurado que van a regresar, y nosotros estamos listos.