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Estados Unidos
Trump compromete 60 años de ‘paz americana’ con el cierre de la USAID y la ayuda al exterior
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha desmontado seis décadas de política de cooperación internacional en poco más de una semana. El 20 de enero, congelaba por 90 días casi toda la ayuda exterior y el 3 de febrero anunciaba el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la mayor agencia estatal de cooperación del mundo y uno de los pilares del llamado “soft power” de la principal potencia mundial.
Desde el lunes, las oficinas y las cuentas en redes sociales de la USAID permanecen cerradas. Sus trabajadores han recibido por correo electrónico la orden de no acudir a las oficinas. El propio secretario de Estado, Marco Rubio, asumía las funciones de interventor de la agencia, una decisión orientada, según la prensa estadounidense, a un posible trasvase de funciones a este departamento.
Elon Musk, impulsor del cierre de la USAID, definía esta agencia en un mensaje en redes como “un nido de víboras marxistas de la izquierda radical”
El principal impulsor del cierre de la USAID es el milmillonario Elon Musk, recientemente ungido como secretario del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que calificó la agencia como un “cesto lleno de gusanos sin ninguna manzana”. El dueño de X definía la USAID en un mensaje previo en esta red social como “un nido de víboras marxistas de la izquierda radical”.
El propio Trump, que ha dado señales contradictorias sobre el futuro de la agencia, ha calificado el objetivo de la USAID como “bueno” aunque esté lleno de “lunáticos radicales”. Rubio incidió en sus declaraciones que no se trata de una agencia independiente y que debe estar alineada con los intereses nacionales.
Entre el poder blando y la ayuda humanitaria
Desde su nacimiento en 1961, en tiempos de John F. Kennedy, la misión de la USAID ha sido acompañar la política exterior de Washington con programas de alimentos, salud, educación, infraestructuras, seguridad, capacitación o erradicación de cultivos ilícitos. De los 43.000 millones de dólares que distribuyó en todo el mundo la USAID en 2023, el 40% (unos 16.000 millones) se dirigió a Ucrania, en temas de “apoyo macroeconómico”, según el portal de asistencia externa del Gobierno de Estados Unidos. Otros 3.300 millones de dólares de la USAID terminaron en Israel y otros 1.500 millones en Egipto, otro aliado en la región. Precisamente estos últimos dos países son de los pocos que se han salvado de la congelación de las ayudas. El futuro de la cooperación con el resto de destinatarios, incluida Ucrania, está en suspenso desde el día en que llegó Trump al poder.
Las críticas a la USAID por servir a los intereses de Estados Unidos y por sus vínculos con los servicios de inteligencia hicieron que la agencia fuera expulsada de Ecuador y Bolivia en 2013. En los años 90, la USAID apoyó el programa de Alberto Fujimori que esterilizó a decenas de miles de mujeres pobres e indígenas en Perú, una práctica que también impulsaron en Bolivia los Cuerpos de Paz de Estados Unidos en los años 60. Y no hay que remontarse tan lejos. Venezuela ha denunciado recientemente a esta organización por estar detrás de la financiación de la primarias del partido opositor Plataforma Unitaria Democrática, de Edmundo González Urrutia y Corina Machado.
“Lejos de hacer que EE UU sea más seguro, fuerte y próspero, la suspensión de la financiación socava los intereses fundamentales de EE UU en una medida difícil de comprender”, critican desde WOLA
Pese a que Trump aclaró unos días después que no se cortarían las ayudas que “salvan vidas”, centenares de organizaciones que reciben financiación de la USAID para sus programas de salud o alimentos han tenido que suspender sus operaciones o aceptar la incertidumbre sobre el futuro de su trabajo sobre el terreno. Para muchas ONG, es cuestión de días o semanas que los fondos con los que disponen se acaben. Y ha quedado claro, tras la decisión del 20 de enero, que no van a llegar más, al menos en tres meses.
Según ProPublica, una “sala de prensa sin fines de lucro que investiga los abusos de poder”, las ONG financiadas por EE UU alrededor del mundo se han visto obligadas a detener por completo sus operaciones, a rechazar pacientes y despedir personal. A pesar del anuncio de Trump de que habría excepciones en el fin de las ayudas, no se ha producido ninguna contraorden que anule la suspensión de los fondos ni las ONG saben cómo pedir esa exención. Para esta web, se trata del “cambio más importante y de mayor alcance en la política humanitaria estadounidense desde el Plan Marshall para reconstruir Europa después de la II Guerra Mundial”.
Desde el Gobierno hablan de una suspensión de 90 días en la ayuda exterior. En un comunicado emitido el pasado 29 de enero afirmaban que ya estaba dando resultados: “Estamos erradicando el despilfarro. Estamos bloqueando los programas progresistas. Y estamos exponiendo actividades que van en contra de nuestros intereses nacionales. Nada de esto sería posible si estos programas permanecieran en piloto automático”.
Un regalo para los enemigos de EE UU
Las consecuencias de la congelación de la ayuda exterior, según la Coordinadora española de Organizaciones para el Desarrollo, pueden ser “nefastas para millones de personas en situaciones muy extremas”. La decisión de Trump, critican, atenta contra los acuerdos asumidos en el marco de Naciones Unidas por el que los países más ricos se comprometen a aportar la financiación necesaria “para luchar contra la pobreza y el aumento de las desigualdades”.
Desde esta coordinadora de ONG advierten que la misma dinámica de recorte de la cooperación internacional también se está dando en España, donde las partidas destinadas a la ayuda al desarrollo están cayendo “de manera muy preocupante” en algunas comunidades autónomas y ayuntamientos.
Desde la Coordinadora de ONG para el Desarrollo advierten que la misma dinámica se está dando en España, donde las partidas de ayuda al desarrollo están cayendo en “de manera muy preocupante”
La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) apunta que tras la orden ejecutiva del 20 de enero han quedado en suspenso más de 2.000 millones de dólares destinados a países latinoamericanos y del Caribe. La cancelación, matizan, va más allá de los “esfuerzos de desarrollo y derechos humanos” y afecta de lleno a programas que WOLA ha “criticado históricamente”. En concreto, esta organización de derechos humanos independiente se refiere a ayudas militares y policiales, programas de capacitación y la erradicación de drogas. “Lejos de hacer que Estados Unidos sea más seguro, fuerte y próspero, la suspensión de la financiación y la incertidumbre sobre los fondos futuros socavan los intereses fundamentales de Estados Unidos en una medida difícil de comprender”, critican.
Bajo la perspectiva de WOLA, el recorte de ayuda humanitaria a los países de América Latina y el Caribe debilitan los esfuerzos “para abordar las razones por las que millones de personas” migran hacia el Norte huyendo de conflictos armados, la narcoviolencia, la pobreza y la inseguridad. Y no se trata solo de cuestiones humanitarias. Para WOLA, la congelación de la ayuda es “un regalo exquisitamente envuelto para los adversarios regionales de los Estados Unidos, desde dictadores hasta narcotraficantes, pasando por traficantes de seres humanos y rivales de gran potencia como China”.
Polémica por el procedimiento
La suspensión de la ayuda exterior y los planes de cerrar USAID no solo han enfrentado críticas por la intención de terminar con uno de los pilares de la intervención de Estados Unidos en el exterior y por las consecuencias humanitarias directas de esta decisión. La forma en la que se ha presentado el plan también ha despertado una ola de críticas ya que desafía el orden constitucional de Estados Unidos.
En este país, la apertura y cierre de agencias estatales, como es el caso de la USAID, dependen del Congreso y no de la Casa Blanca. Según el analista Steve Vladeck, en la CNN, la decisión de cerrar este departamento sin contar con el Congreso supone un movimiento sin precedentes por parte de un presidente que, desde el 20 de enero, ha estado poniendo a prueba los límites de su cargo. “Nunca hemos visto a un presidente intentar destruir básicamente una agencia que el Congreso ha defendido”, señaló.
El escándalo volvió a estar relacionado con Elon Musk, después de que dos altos funcionarios de seguridad de la USAID intentaran negarle el acceso a los sistemas de la agencia y a los datos de la plantilla. El pasado sábado, el personal de DOGE intentó entrar físicamente en la sede de la USAID en Washington. Ante la negativa del personal de seguridad al carecer de permisos para ello, los agente de Musk amenazaron con llamar a la policía. Los dos funcionarios de la USAID que intentaron frenar a los hombres de Musk han sido despedidos de sus puestos. Uno de ellos era el director general de seguridad de la agencia.