Antifascistas neoyorquinos acorralan a Vox

El show de Vox en Nueva York tuvo que cambiar varias veces su ubicación por la oposición de activistas neoyorkinos. El dúo Abascal-Espinosa de los Monteros trató de salvar los muebles ante unos 30 simpatizantes hardcore.

Ivan Espinosa de los Monteros
Espinosa de los Monteros junto a Abascal en el Congreso, en una imagen de archivo.
7 mar 2020 13:43

Unas cortinillas de terciopelo granate cubren el ventanal trasero del restaurante cubano Floridita en Harlem. A escasos centímetros, de un lado, un surtido de botellas de diferentes licores a medio consumir; del otro lado, una bandera de España colgada con unas bridas de plástico. Bajo ese seductor fondo, una barra de bar. Y del frente, el dúo Abascal-Espinosa de los Monteros tratando de salvar los muebles ante unos 30 simpatizantes hardcore que acudieron a un mitin tras dos cancelaciones en 48 horas. Con tan esperpéntica imagen hay que preguntarse, ¿cómo puede ser que acaben los líderes del tercer partido en votos en España dando un mitin en Nueva York en un local con aspecto de burdel de carretera provincial?

Vox ya estuvo de visita en NYC a principios de marzo de 2019 en plena campaña para las elecciones generales tras pocos meses de su sorpresa en las andaluzas. En aquella visita hicieron un pequeño mitin en el restaurante Socarrat, decorado muy typical Spanish con imágenes antiguas de falleras y de guitarras flamencas. Al evento se  opusieron un grupo de activistas antirracistas, antifascistas y anarquistas, que con cantos desde fuera y pasando panfletos desde dentro intentaron educar al público sobre lo que Vox realmente es y a los vecinos sobre la naturaleza de un establecimiento connivente con el odio y las ideas de extrema derecha.

Una protesta en marzo de 2019 protesta abrió los ojos a muchos activistas neoyorquinos del auge y la institucionalización de la extrema derecha en España

Aquella protesta, aunque modesta, abrió los ojos a muchos activistas neoyorquinos del auge y la institucionalización de la extrema derecha en España. Pero también facilitó un precedente y un interés para actuar contra Vox de nuevo con un claro objetivo: minimizar la diseminación y normalización del ideario que promulga el partido.

Su escenario ideal era conseguir que el mitin programado para el 4 de marzo de 2020 en el Centro Español de Queens se cancelase. Para ello la estrategia más razonable era convencer a los administradores del local de que no podían dar un altavoz a quien propaga el odio y el miedo, de que es tarea de todos. 

Pese a la vacilada de Espinosa de Los Monteros, y tras muchos intentos de los activistas fue finalmente la presión de Simon Doubleday, profesor de historia medieval española en Hofstra University y socio del Centro Español, la que terminó por convencer a los administradores de que era mejor cancelar. Nunca sabremos si fue por convicción política o por miedo a que socios y amigos dejasen de ir al club a comer sus deliciosas gambas al ajillo, pero el asunto es que tres días antes del evento Vox descubrió que no era bienvenido. El Centro Español de Queens se erigió antifascista.

Tras quedarse sin techo, Vox NYC anunció en Twitter “la necesidad de buscar otro local”. Dos días después, apenas 26 horas antes del evento, Vox confirma nueva ubicación. Y aunque está a más de veinte minutos de viaje del local original, el nuevo local tiene mayor aforo y es más céntrico. Espinosa de los Monteros, capataz del marketing voxiano, vende la reubicación como una “necesidad” para ampliar aforo, y aprovecha para mofarse de los activistas por darles publicidad gratuita. 

Pero éstos contraatacan. Pronto descubren que el local pertenece a la Women's National Republican Club (WNRC), la asociación de mujeres del Partido Republicano más antigua del país. ¿Iba a dejar tan respetada institución de defensa de los valores de la democracia liberal que se manchase su imagen hospedando a la extrema derecha de un pequeño país del sur de Europa?

Vox aseguró que la cancelación en la WNRC se produjo por “amenazas violentas de grupos de izquierda radical”, algo que puede colar en España pero no en Nueva York

Menos de 24 horas después, 5 horas antes de la hora del evento y sin levantar mucho polvo la WNRC anuncia que cancela. Y mientras los activistas celebran, Vox segura que la cancelación se hace por seguridad frente a “amenazas violentas de grupos de izquierda radical”. Y eso quizás cuele en España, pero ¿cómo justificarán ante su séquito neoyorquino semejante humillación por los los judeo-masónico-marxistas?

Así que Abascal ya se tira al barro con un all-in digno de macrofiesta a las seis de la mañana:

—Iván, ¿cómo está el percal?

—Pues mira Santi, lo único que queda es la parte trasera de una tienda de vinilos en Brooklyn, una mezquita en el Bronx y un restaurante cubano en Harlem… ¿Nos retiramos o qué?

—¿Retirarnos? ¡Jamás, Iván! ¡Jamás! Éntrale al cubano que seguro que quiere.

Y el cubano acepta. Pero los organizadores de Vox en Nueva York, temerosos de que los activistas provoquen una tercera y definitiva cancelación, deciden mantener la ubicación en privado para revelarla una hora antes del comienzo, como unos punkies que temen que la Policía les chape una rave. 

El mitin finalmente se celebró en el restaurante Floridita de Harlem, decorado de rojigualdo y frente a un muy modesto público, dejando a muchos simpatizantes desorientados y decepcionados con la desorganización y tanto cambio de ubicación.

Pero el mitin de Floridita quedará como una victoria de las militantes antiracistas y antifascistas, como un símbolo de las vergüenzas de este partido, y como una constatación de que su odio y su intolerancia no tienen cabida aquí. Vox, you shall not pass!

Extrema derecha
Del “opresor” a la opresión: estrategias frente al auge transnacional de la extrema derecha

La extrema derecha se ha apropiado de la estrategia que otrora emplearon las mujeres para generar políticas públicas dirigidas a visibilizar y combatir la violencia ejercida contra ellas sistemáticamente por el hecho de pertenecer a esa categoría.

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