Extrema derecha
Medios de desinformación y responsabilidad en el ascenso de la ultraderecha

Presumir que quienes votan a la extrema derecha lo hacen por la “desinformación” de los medios masivos es de una exasperante indulgencia ante el auge de unos valores canallescos absolutamente rechazables.
Giorgia Meloni Mitin Vox - 2
Giorgia Meloni en un mitin por la candidatura de Macarena Olona en Andalucía
6 oct 2022 08:47

Pese a que era una victoria anunciada, el resultado de las elecciones italianas y la victoria en las mismas de la ultraderecha está produciendo y va a seguir produciendo ríos de tinta de las causas y consecuencias de estos resultados no excepcionales en el contexto electoral europeo actual. Entre las causas principales del progresivo crecimiento de la ultraderecha a nivel nacional y continental, se  ha venido destacando la responsabilidad de los medios de comunicación en el denominado “blanqueamiento” de este tipo de partidos, resultando en una normalización que les otorga legitimidad democrática y ascensos electorales. Esta argumentación, sin ánimo de erigirme en defensor de la situación mediática continental y mucho menos nacional, me parece una infantilización flagrante de la sociedad, que dificulta un análisis preciso para responder debidamente a la intolerancia ultraderechista.

Es cierto que los grandes medios de masas y en especial la televisión, que es prácticamente el único medio al que acude un sector de la población de edad bastante avanzada, son instrumentos de los grandes conglomerados económicos dueños de estos y, por ende, están sujetos a sus intereses. No obstante, pensar, por un lado, que apoyan la efervescencia electoral de partidos de ultraderecha sería lógico si pudiera suponer un aumento de sus beneficios o intereses empresariales, cuestión bastante discutible en una situación de mercado que generalmente responde con miedo a sus proposiciones económicas mayoritariamente antiglobalistas, apoyadas en su ideológicamente nuclear ultranacionalismo. La otra razón de los medios de comunicación para favorecer a los partidos ultras europeos se explicaría en clave defensiva, si se llevara a cabo ante el miedo a un vuelco electoral hacia la izquierda. Si bien el ambiente político actual no avala esta hipótesis, podría comprenderse en una coyuntura en la que la pandemia principalmente y la guerra en Ucrania posteriormente han motivado un aumento de participación del estado en la política económica de sus respectivos países.

Atribuir al “blanqueamiento” en los medios, la responsabilidad en el auge de las formaciones ultraderechistas, supone eludir otros enfoques necesarios. En primer lugar, se elude la responsabilidad individual de los votantes

De cualquiera de las maneras, atribuir tamaña responsabilidad en el auge de estas formaciones ultraderechistas a los medios de comunicación supone eludir otros enfoques necesarios. El primero es eludir la responsabilidad individual de ese votante que, sea por una u otra causa, acaba otorgando su voto a estas formaciones. Esta elusión de la responsabilidad no se puede comprender sin la presunción de idiocia de todos o buena parte de esos votantes que “no saben” lo que están votando y se dejan manipular por los medios. Bien al contrario, hay una creciente exhibición pública de actuaciones hirientes y vergonzantes hacia la dignidad humana de migrantes, pobres, mujeres, personas LGTBI claramente vinculados a este tipo de posición ideológica comprendidos y apoyados por buena parte de sus votantes. Saben lo que hacen y lo apoyan, ergo el problema es otro. Presumir que los mismos no se dan cuenta o asumen esta situación por la “desinformación” de estos medios masivos es de una exasperante indulgencia ante el auge de unos valores canallescos absolutamente rechazables. Los resultados de Brasil son una muestra más de la aceptación de la inhumanidad como forma de gobierno por grandes grupos sociales.

La realidad social en la que vivimos es la que es y si queremos poner fin a estas estructuras políticas y sociales intolerantes y a su ausencia de valores de humanidad debemos asumir con toda la crudeza la realidad en la que vivimos y de la gente que nos acompaña. Los ejercicios de autoengaño tienen la misma eficacia que el cordón sanitario en los partidos del Norte europeo.

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