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Fiestas populares
Les fogueres populars i combatives reivindican su espacio en la fiesta de Alacant
Tras dos años de parón por la pandemia, la ciudad de Alacant ha podido reencontrarse con su fiesta por excelencia: les Fogueres de Sant Joan. Celebradas entre las noches del 20 al 24 de junio —esta última, momento de la cremà o quema de monumentos—, en estas fiestas la población se reúne en tradicionales barracas o queda para ver las mascletàs, un espectáculo pirotécnico no exento de polémica por su lugar de celebración: la Plaça dels Cavalls o Plaza de los Luceros ya tuvo que ser restaurada y la oposición política al alcalde de Alacant (Luis Barcala, PP) sigue demandando el cambio de ubicación del espectáculo pirotécnico para proteger la plaza más emblemática de la ciudad, demanda que este año no ha sido respondida.
Este año habrá 180 hogueras —monumentos— y alrededor de cincuenta barracas en la ciudad de Alacant. Aunque las cifras no son desdeñables, hay quien todavía no encuentra su espacio en la dinámica tradicional de las fiestas: ese fue el origen del nacimiento de les fogueres populars i combatives d'Alacant hace unos 13 años. “Varios colectivos de la ciudad de Alacant las impulsaron al percibir que no había ninguna alternativa al modelo de ocio de Les Fogueres tradicional, que es la fórmula de botellón y poco más”, expresa Natalia, una de las integrantes del colectivo de la iniciativa, que anualmente cierra una programación de conciertos, charlas y otros encuentros.
Entre las actividades de este año, se encuentra la celebración de l'Espai veïnal la Cantonà, un espacio que cumple un año de ocupación en el barrio de Carolinas y que servirá como 'racó' durante la celebración de estas fiestas alternativas, en la que se ha cedido espacios en la programación a distintos colectivos de la ciudad. Durante estos cuatro días, habrá charlas —la Mostra del Llibre Anarquista ha organizado una conversación con Carlos Taibo el próximo miércoles—, conciertos, olletas populares e incluso torneos, además de, por supuesto, la tradicional cremà de la hoguera, que en el caso de Les fogueres populars i combatives es itinerante.
De hecho, la hoguera fabricada de manera colectiva por el grupo tiene incluso más trayectoria —un par de años más— que las propias Fogueres populars i combatives. La Mesa de Carnaval (la Meca), el colectivo que organiza los carnavales de la ciudad —una fiesta que en sus orígenes tenía un carácter también alternativo, crítico y popular— lleva alrededor de una quincena fabricando la hoguera, un monumento itinerante que se sacaba a pasear por la ciudad en un carro con un objetivo de crítica local. “Al igual que el objetivo de los carnavales es hacer una crítica global, les fogueres siempre han sido una oportunidad para focalizarse en el territorio”, expresa Natalia.
Un monumento diferente
Otro de los aspectos fundamentales de les Fogueres populars es que intentan retomar los orígenes de la fiesta. “En la propia construcción de la hoguera, el corcho ha invadido un oficio, una práctica tradicional que se hacía con madera, con cartón, con cosas que no valían o de las que te querías deshacer”, explica Natalia. Ahora, continúa, pocos talleres utilizan madera. “Esto nos parece muy grave, porque una reflexión que hacemos es que si las hogueras se quemaran de día nos escandalizaríamos con todo el humo negro que hay, sería considerado un delito contra el medio ambiente”. Por eso, desde les Fogueres Populars i Combatives reivindican las denominadas “fogueres sense fum negre”, realizando todo el proceso de fabricación del monumento “con materiales que encontramos y reutilizamos (palés, sillas, cartón...) y reivindicando esta manera tradicional de hacer los monumentos, con todo el simbolismo que conlleva esa filosofía”.
Más allá de los materiales y el proceso, otro de los aspectos en los que trabajan en la fabricación de la hoguera —que les lleva entre uno y dos meses— es la presencia de una crítica a los poderes políticos. “Actualmente las hogueras no suelen ser nada dañinas en cuanto a crítica, y reproducen todos los estereotipos con un humor muy burdo, muy rancio y conservador que siempre pone en el foco a las mismas personas y los mismos colectivos”. El origen de satírica de estas fiestas ha quedado relegado por la expresión meramente estética, “cuestionando poco a las instituciones y a los propios políticos, cuando es el objetivo original de las fiestas: que el pueblo exprese qué le parece bien y qué no de cómo está funcionando su entorno y sociedad”, defiende Natalia. Por eso, dice, desde su espacio intentan “poner el foco en las políticas locales y señalar a los políticos que hacen de su posición un chiringuito”.
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De hecho, este año la hoguera está enfocada en la denominada ordenanza de la vergüenza, que criminaliza a las personas sin hogar y a las trabajadoras sexuales planteando sanciones económicas por ocupar el espacio público sin ofrecer alternativas habitacionales ni desarrollando políticas sociales fuertes. “Hemos tematizado la hoguera en Alicante ciudad sin ley, con unos sheriffs que controlan el percal, representando La Plaça dels Cavalls, y señalando a Barcala por su nefasta gestión en los asuntos sociales de la ciudad de Alicante con apoyo de ciudadanos y Vox, con una Bellea trans representada en la Hoguera para poner un poco de justicia en la situación”, describe la integrante del colectivo.
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Minorías, desmovilización y dificultades
Natalia reconoce, no obstante, que son una minoría. “Hay una desmovilización general que también está afectando a esta fiesta. Sabemos que somos una minoría, pero también somos personas que vivimos aquí y no encontramos un sitio donde estar en la fiesta”, resume. Define el proceso como una lucha, porque a las dificultades económicas —no tienen subvenciones— se suman las democráticas y las derivadas del cansancio colectivo. “Pero sabemos que si no creamos nosotras la alternativa, la alternativa no va a existir”.
Por eso sus planes pasan por intentar acercar la preparación de la hoguera popular i combativa a más personas, hacer contactos estratégicos con asociaciones de vecinos y jóvenes para aproximar la práctica y la actividad, “que además es un proceso muy divertido”. La premisa es clara: “Aunque seamos una minoría, necesitamos estos espacios”.