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Fiscalidad
Carlos Cruzado (Gestha): “Tenemos un sistema fiscal que le viene muy bien a los rentistas”
Posiciones ideológicas que confrontan totalmente la necesidad de un sistema fiscal justo y que mantenga un estado de bienestar ganan adeptos entre los más jóvenes e, incluso, alcanzan la presidencia de algunos países. Los grandes grupos mediáticos en España le declaran la guerra a todo aquel que pretenda que los ricos y las empresas —que se sientan en sus juntas directivas y rodean los artículos con sus banners de publicidad— paguen más impuestos. Y la mil veces pronunciada reforma fiscal que haga el sistema más justo y progresivo nunca llega. Las medidas fiscales tomadas, tanto a nivel estatal como los acuerdos internacionales de lucha contra la elusión de impuestos, acaban siendo tiritas que no son capaces de parar la sangría de ingresos tributarios que pierden los Estados por culpa de la evasión fiscal y la corrupción asociada.
En medio de todo ello, los dos técnicos de Hacienda Carlos Cruzado y José M. Mollinedo publican un libro bajo el inquietante titular Los ricos no pagan IRPF (Capitán Swing, 2024). Un repaso a los agujeros negros de nuestro sistema fiscal y de las instituciones que deberían velar porque se cumpla y sea justo. Como portavoces del Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha) se recorren platós de televisión y todo espacio donde se les permite llevar esas ideas de fiscalidad justa a las masas y generar una conciencia sobre la necesidad de un sistema fiscal progresivo y unas administraciones fuertes en la lucha contra el fraude y la evasión fiscal. Cruzado recibe a El Salto para dar claves sobre el panorama político y mediático que rodea a los impuestos.
Tengo que empezar por algo de actualidad. Esquerra Republicana ha propuesto que sea el Govern el que recaude el 100% de sus impuestos. ¿Cómo afectaría al resto del Estado y, sobre todo, al sistema fiscal?
Afectaría de una forma radical. Habría que replanificar y redibujar el esquema fiscal del régimen común. Salvo en Euskadi y Navarra, todo el sistema de financiación autonómica daría un vuelco. Desde luego, a la hora de enfrentarnos y de llegar a ese acuerdo de nuevo modelo de financiación, supondría un cambio radical. Es cierto que tal y como está la Constitución y la ley orgánica, en principio, parece complicado de encajar. Se tendría que modificar la Constitución y la Ley Orgánica de Financiación. Además, estamos hablando de que Catalunya, junto a Madrid y Baleares, son las únicas que aportan más de lo que reciben.
Si quitamos a una de las pocas que aportan, el desequilibrio entre comunidades podría ser mayor y el principio de solidaridad de la Constitución salta por los aires.
Claro. Aunque ellos también hablan de un fondo de solidaridad en el que aportarían la parte de los servicios del Estado no transferidos, pero habría que ver cómo planean hacerlo. Pero, de todas formas, va a ser muy complicado. El Gobierno no está por la labor, la ministra ya ha salido a decir que no. En el acuerdo ya se ha visto cuáles han sido sus posiciones y se habla de facilitar o mejorar la autonomía de la financiación, pero habrá que ver en qué se traduce todo eso. Desde Catalunya quieren seguir hablando de forma bilateral, mientras que el Gobierno sigue queriendo que haya multilateralidad a la hora de abordar el problema de la financiación autonómica.
Hay muchos ejemplos en los últimos años que refuerzan esa idea que ha calado en buena parte de la ciudadanía de que hay una doble vara de medir por parte de la Administración tributaria
Durante todo el libro narráis historias en las que la Agencia Tributaria o el Ministerio de Hacienda siempre llegan tarde, avisan antes de actuar, lo que le da espacio a esos evasores para hacer sus declaraciones complementarias… Siempre se les deja margen y se salvan. ¿Qué pasa con la Agencia Tributaria y Hacienda? ¿Van más lentos que nadie?
Muchas veces sí, desde luego. Y sobre todo cuando nos referimos a problemas con las grandes fortunas. Desgraciadamente, vemos estas cuestiones demasiadas veces y así lo explicamos en el libro. El principio de justicia fiscal del artículo 31 de la Constitución no solamente se tiene que aplicar a la hora de legislar, a la hora de establecer el sistema fiscal, sino también a la hora de aplicarlo. Y en este sentido, hay muchos ejemplos en los últimos años que refuerzan esa idea que ha calado en buena parte de la ciudadanía de que hay una doble vara de medir por parte de la Administración tributaria.
Vemos que en muchas ocasiones son el alto funcionariado del Estado, también en las instancias judiciales. O sea, no parece que sea una cuestión del partido que esté en cada momento.
Hasta ahora lo hemos visto con los distintos gobiernos. En el libro analizamos la amnistía fiscal del Partido Popular en 2012, la que hizo Montoro, pero también incluimos como amnistía las actuaciones de la Agencia Tributaria en 2010 con la Lista Falciani, que fue con el Gobierno socialista. O sea que, efectivamente, gobierno tras gobierno, podemos ver ejemplos de este comportamiento que, desde nuestro punto de vista, no es siempre el que debería tener la Agencia Tributaria.
¿Existe algo así como unas cloacas fiscales del Estado?
Hemos visto algunos casos en lo que ha habido cuestiones que han quedado en la oscuridad. Lo vimos en algunas actuaciones que se hicieron en el caso del Rey emérito, pero también lo vimos en el juicio de Urdangarin. Ahí vimos actuaciones de la Fiscalía con la Inspección de la Agencia Tributaria y aquellos informes que controlaba el director de la Agencia. Por no citar el caso de Cemex, la multinacional cementera que fue sancionada por un importe de unos 300 o 400 millones de euros. La dirección de grandes contribuyentes intentó que esa sanción desapareciera o que quedara muy minorada. La inspectora que llevaba el caso la mantuvo y fue cesada de su puesto. A partir de ahí hubo muchas dimisiones en cadena hasta llegar a dimitir el director general de Inspección. Fue un escándalo y hasta se pidió una comisión de investigación en el Congreso de parte de la oposición, pero que quedó en nada, sin cerrar o sin aclarar. Todo eso muestra un retroceso en cuanto a la idea o la imagen de independencia que debería tener la Agencia.
Si tenemos ese déficit de efectivos, es normal que tengamos también un nivel de economía sumergida de fraude fiscal muy superior al del resto de países
Si miramos a nuestros vecinos, ¿es más permisiva nuestra Agencia Tributaria que la de otros países europeos?
Si nos comparamos con Francia o con los países de nuestro entorno, lo que lo que sí que vemos es que tenemos un déficit de inversión en efectivos frente a otras agencias. Según los últimos datos de la OCDE, tenemos la mitad de efectivos, por número de habitantes y por número de contribuyentes, y se invierte la mitad que la media europea y de los países de la OCDE. Por tanto, si tenemos ese déficit de efectivos, es normal que tengamos también un nivel de economía sumergida de fraude fiscal muy superior al del resto de países.
Tenemos las SICAV, tenemos unos tipos impositivos a las rentas del capital que son más bajas que las rentas del trabajo. ¿Tenemos un sistema fiscal que está hecho a medida para los rentistas?
Sino a medida, desde luego, tenemos un sistema fiscal que le viene muy bien a los rentistas. De hecho, el título del libro hace referencia a una frase que en su día pronunció José María Aznar, en el 98, y que en el 2018, 20 años después, volvió a repetir Pedro Sánchez. Los datos lo que nos dicen es que los ricos no tributan, no por el IRPF. En el libro vamos un poco más allá y analizamos el resto de impuestos que deberían grabarles. Desde luego, el de Sociedades, que ya hemos visto lo que ocurre con las grandes empresas y los tipos impositivos reales a los que acaban tributando. Los rendimientos del capital que, efectivamente, pagan una escala inferior a la de los rendimientos de trabajo o de actividades económicas. Pero también si hablamos de impuestos sobre la riqueza. Lo que vemos en España es esa competencia fiscal a la baja entre comunidades autónomas, dado que los impuestos sobre la riqueza básicos, sucesiones y patrimonios, están transferidos.
Según los datos de la encuesta del CIS, parece que tras la pandemia ha aumentado un poco la conciencia fiscal. Sube ligeramente la gente que dice que pagamos poco, aumenta los que creen que pagamos regular y disminuye la gente que cree que pagamos mucho. Pero, ahora, vuelven los casos de corrupción que salpican al bipartidismo. ¿Cómo crees que afectan estos casos de corrupción a esa conciencia social sobre los impuestos?
La corrupción afecta mucho, sin duda. Esa sensación que tienen los ciudadanos de que la corrupción es alta en España influye sin duda en el nivel de conciencia fiscal, en el cumplimiento fiscal por parte de los ciudadanos de a pie. Y no solo la corrupción, también la forma en la que los partidos políticos se enfrentan a ella. Los partidos políticos tienen bastante responsabilidad en que esa corrupción afecte a la conciencia fiscal. Las élites políticas y las empresariales deberían dar ejemplo. Pero, en cambio, lo que vemos es como se intentan minusvalorar los delitos fiscales, los problemas fiscales de sus afines y, claro, eso no mejora para nada la conciencia fiscal de la población.
De los datos del CIS, nosotros destacamos siempre la transversalidad de determinadas opiniones. Si analizamos el anexo de los encuestados en función del partido al que votaron en las últimas elecciones, vemos que hay cuestiones e ideas mayoritarias en todos ellos y que a veces chocan con lo que los partidos a los que votan han planteado. Por ejemplo, un porcentaje muy alto de ciudadanos, cerca del 70%, piensan que el sistema no es justo porque no paga más quien más tiene. También hay una mayoría de ciudadanos que piensan, casi el 90%, que existe mucho fraude fiscal y un 60% que piensa que la administración no hace lo posible por evitarlo. Todas esas ideas son muy transversales y lo piensan casi todos los votantes de todos los partidos.
Tocáis el tema de los youtubers en el libro. En ese mundo, están triunfando posturas neoliberales o incluso anarcocapitalistas, donde se señala a todo impuesto como un robo y que está calando mucho en la gente joven. Libros como el vuestro o medios como El Salto no tenemos fácil lo de llegar a esos públicos tan jóvenes. ¿Cómo crees que podríamos llegar a ellos y que podríamos hacer para que entiendan la necesidad de un sistema fiscal justo?
Pues es cierto que es muy complicado. Con estas figuras, los youtubers, que tienen muchísimos seguidores entre los jóvenes y que muchos de ellos tienen este mensaje en el que se desprecian los impuestos. Pero claro, ellos no hablan de la otra parte de los impuestos. Siempre que se habla de impuestos se debe mostrar lo que pasa con ellos y su recaudación, hablar de cómo se financia la sanidad, la educación pública. Ellos ponen el foco en la corrupción, que es una lacra, pero si vemos a grandes cifras los presupuestos se van a pensiones y a prestaciones por desempleo, que son precisamente las transferencias más redistributivas. Pero sí, es complicado llegar a la gente joven con el tema de los impuestos, pero es necesario. Menos mal que sí que hay algunos, como Ibai Llanos, que sí que hablan de la necesidad de pagar impuestos para tener buenos servicios públicos.
Luego vemos como gente como Milei o Bukele llegan a presidencias con esos discursos que arrastran a la gente joven.
No sé si son mayoritarias, pero desde luego están arrastrando a muchos jóvenes. Es necesario hacer mucha pedagogía. Es complicado, pero hay que hacerla. Y, desde luego, la responsabilidad de los políticos es importante en esa necesidad de dar ejemplo. Además, como siempre señalamos, echamos en falta medidas de sanción y coercitivas, sobre todo a los grandes patrimonios con los que el Código Penal es demasiado indulgente.
Luego hay otro tema: el fraude que implica a personas famosas. Cuando han salpicado a deportistas como Messi o Cristiano Ronaldo, o a cantantes como Shakira, vemos como la gente les aplaude al salir de los juicios. Y Shakira podrá ser buena cantante y todo lo que tú quieras, pero no hay que olvidar que los que más tienen deben contribuir más. El ejemplo que dan es malísimo y eso complica más el tema de concienciar a la gente joven.
En España, las campañas mediáticas contra los impuestos han sido muy virulentas
La otra pata fundamental en esa guerra ideológica sobre la conciencia y la justicia fiscal: los grandes grupos mediáticos. En los últimos años hemos visto una ofensiva brutal por parte de los grandes medios contra el impuesto a la banca, a las energéticas o el impuesto de solidaridad a las grandes fortunas y, en general, contra toda medida que haga el sistema fiscal más justo y progresivo. Es muy complicado contrarrestar ese mensaje si a la población se le bombardea desde muchos medios diferentes.
En ese sentido, creo que si salimos de España no es igual. En España, las campañas mediáticas contra los impuestos han sido muy virulentas cuando se habla de gravar más a las empresas y las grandes fortunas, que quizás no se dan en otros países. Aquí, cada vez que hay una de estas propuestas, salen en tromba todos los empresarios millonarios del país para posicionarse en contra del impuesto. Unos magnates, como los banqueros, quejándose con todo un ruido mediático que les acompaña mientras ponen de manifiesto los supuestos problemas para el sistema, que luego siempre vemos que no son tales. En España hay un ruido mediático que no nos deja oír aquello que realmente es importante.
Un ejemplo claro es la enorme campaña que se ha hecho contra el Impuesto de Sucesiones. Se ha demonizado el impuesto con argumentos que no son ciertos, que son falaces. Vemos que es falso lo de las renuncias y otros tantos argumentos que manifiestan estos medios.
Vemos una onda de debates fiscales fuera de España que aquí están bloqueados por los medios
Y todo ello mientras en el seno de la OCDE y otras instituciones internacionales se está debatiendo y aconsejando a los Estados que no reduzcan el impuesto de sucesiones porque es uno de los más efectivos para luchar contra la desigualdad. Porque precisamente la desigualdad cada vez preocupa más a estas organizaciones. El propio FMI ya ha señalado que la desigualdad es uno de los principales factores que lastrará la economía y el crecimiento. Por lo tanto, vemos una onda de debates fiscales fuera de España que aquí están bloqueados por los medios. Se están planteando temas por parte de estas organizaciones o, incluso, por gobiernos conservadores que aquí, debido a la polarización política, los propones y te tachan de comunista.
Acabáis el libro hablando de esa reforma fiscal que nunca llega. ¿Por qué se está retrasando tanto?
Falta voluntad política. Todos los gobiernos, de un signo u otro, hablan de fiscalidad pensando en el ciclo electoral, siempre llevan las luces cortas. Hemos visto durante años esas promesas de bajar impuestos que luego no se cumplen o cosas como aquella famosa frase de Zapatero de “bajar impuestos es de izquierdas”. Por lo que falta afrontar el debate con responsabilidad y sin estar pensando en las próximas elecciones. Las medidas fiscales que se están tomando son parches que están mirando ya al siguiente proceso electoral. Si hablamos de pactos de Estado de educación o de justicia, pues deberíamos hablar de un gran pacto de Estado fiscal. Algo que, con el actual clima político, parece imposible. Además, debemos acordar qué Estado queremos, de qué dimensión. Desde ahí, diseñar el sistema fiscal que sea suficiente y que sea justo.
Todos los gobiernos, de un signo u otro, hablan de fiscalidad pensando en el ciclo electoral
En junio tenemos las elecciones europeas. ¿Qué nos jugamos en materia fiscal en los comicios europeos?
Nos jugamos mucho. A la vista de esa ola política populista, donde Trump podría volver a ganar en EE UU, lo que vemos en Francia según las encuestas o lo que está ocurriendo en Argentina. Son discursos que tienen en común su crítica al sistema y, en definitiva, al estado de bienestar. Son partidos que venden la idea de que bajando impuestos se recaudará más y será suficiente para mantener el estado de bienestar, pero no es cierto y eso sí que es una evidencia. Y si bajamos la recaudación, se reducirá el gasto social.
Llevamos unos años, sobre todo desde los Papeles de Panamá, que parece que las instituciones europeas empezaron a preocuparse por el tema de la fiscalidad y la evasión de impuestos con, por ejemplo, la creación del Tax Obserbatory que dirige Gabriel Zucman. Pero eso puede cambiar con esta nueva ola de partidos y eso puede marcar algunos de los debates que hay ahora, como el impuesto a los milmillonarios que ha propuesto el propio Zucman, la implementación del 15% mínimo en el impuesto de sociedades y otras medidas que van encaminadas a que las grandes fortunas y empresas paguen lo que le corresponda y donde les corresponda. Pero estos debates están ahora mismo muy parados y habrá que ver lo que ocurre en las próximas elecciones europeas.
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