Francia
Francia se ensaña con los más desfavorecidos con su nueva batería de recortes

“No debemos olvidar la historia de Grecia”. El primer ministro galo, François Bayrou, recordó el martes 15 de julio uno de los mayores traumas en la historia reciente de la izquierda europea: el referéndum del ‘Oxi’ con el que el pueblo griego desafió los recortes impuestos por la Troika, del que recientemente se cumplieron diez años. “Un Gobierno de la izquierda y la extrema izquierda pidió a la gente que votara que ‘No’ el domingo, pero el jueves siguiente tuvo que aceptar todo lo que le exigían”, aseguró con cierta malicia el veterano dirigente centrista.
Bayrou hizo ese recordatorio para insistir en una nueva fórmula del clásico discurso thatcheriano There is no alternative (No hay alternativa). Su mensaje básicamente consistió en decir que mejor hagamos nosotros ahora los recortes, en lugar de dejar que otros nos los impongan desde fuera. El responsable del Ejecutivo francés presentó a principios de esta semana un agresivo tijeretazo de cara a los presupuestos del 2026. Esas cuentas comportarán un recorte del gasto público de más de 30.000 millones de euros y “un ajuste” total de cerca de 44.000 millones. Si se convierten en una realidad —no está nada claro que la Asamblea Nacional los apruebe—, representarán una de las peores baterías de austeridad en la historia reciente de Francia.
Una deuda que equivale al 113% del PIB
El primer ministro adoptó un tono dramático y catastrofista para intentar que la opinión pública claudique ante ese tijeretazo. “Estamos en la última etapa antes del precipicio y que nos veamos aplastados por la deuda”, aseguró refiriéndose al endeudamiento del país, equivalente al 113% del PIB. Es un porcentaje elevado, pero inferior al de Estados Unidos (124%) o Italia (135%). “Nos enfrentamos a una situación que ya sufrieron nuestros vecinos españoles, italianos y griegos”, añadió, obviando el hecho de que la prima de riesgo francesa es de 70 puntos en estos momentos, mientras que en esos países superó los 500 en los peores momentos de la crisis del euro.
La delicada situación actual en Francia es fruto de ocho años de políticas neoliberales de Macron
La retórica dramática de Bayrou no solo ha resultado un fracaso de cara a la opinión pública —una amplia mayoría de los franceses se oponen a las principales medidas anunciadas—, sino también un ejercicio de deshonestidad intelectual. El primer ministro obvió un aspecto neurálgico en la crisis presupuestaria gala: la delicada situación actual es fruto de ocho años de políticas neoliberales de Macron. Han dejado un pobre balance de un déficit público del 5,8% a finales del 2024 y una raquítica previsión de crecimiento para este año del 0,6% del PIB.
Congelación generalizada (menos del gasto militar)
A pesar de ello, el actual borrador de los presupuestos insiste en tres de los pilares de un fallido macronismo: políticas antisociales, aumento del gasto militar e indemnidad para los más ricos; es decir, oposición total a cualquier subida fiscal para esas categorías. “Estamos ante una situación propia de un final de régimen, en que se intenta reducir el déficit, pero sin saber cómo hacerlo ni tomar ninguna gran medida”, explica a El Salto el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble. El texto presupuestario de Bayrou resulta lo contrario de radical. Es pura ortodoxia macronista.
Como si hubieran reemplazado a los miembros del Gobierno por una inteligencia artificial low cost, su principal medida consiste en hacer un copia y pega de las partidas de los presupuestos de este año, que ya habían supuesto una disminución de más de 30.000 millones del gasto. Se trata de una prórroga presupuestaria, pero sin ninguna actualización en función de la inflación o el crecimiento de la economía. Solo un ministerio se salva de esa congelación generalizada: el de Defensa, con un aumento de 6.700 millones para 2026.
Está previsto que el gasto militar sea de 64.000 millones en 2027, en lugar de 2030, como estaba planeado. Si cumple, el presidente habrá doblado durante sus diez años en el Elíseo esa partida, que era de 32.000 millones en 2017
“Para ser libres en este mundo, tenemos que ser temidos. Y para que nos teman, hace falta que seamos potentes”, afirmó el pasado domingo 13 de julio Macron durante el tradicional discurso en el Ministerio de Defensa, en la víspera de la fiesta nacional. Con esas palabras, justificó la necesidad de que Francia intensifique el incremento de las inversiones armamentísticas. Tras los últimos anuncios, está previsto que el gasto militar sea de 64.000 millones en 2027, en lugar de 2030, como estaba planeado inicialmente. Si cumple con esa promesa, el presidente habrá doblado durante sus diez años en el Elíseo esa partida, que era de 32.000 millones en 2017.
“Una degradación” provocada por las bajadas de impuestos
El Ejecutivo francés también pretende congelar las pensiones, ayudas sociales y el salario de los funcionarios. Si llega a cumplirse, esa política resultaría especialmente nociva para las categorías populares. Agravaría la tendencia de los últimos años en que se incrementó de manera significativa la pobreza en Francia. Según datos de Eurostat, el porcentaje de la población gala en una situación muy precaria aumentó del 18,4% al 20,5% entre 2015 y 2024. Francia es uno de los pocos países europeos que experimentó esta tendencia; ya que, en general, la pobreza se ha reducido en suelo europeo.
No obstante, la propuesta más polémica de Bayrou ha sido la posible supresión de dos de los 11 días festivos que hay en Francia —en España son 14—. “Pueden ser el Lunes de Pascua y el 8 de mayo”, afirmó el responsable del Ejecutivo, quien propuso que sea jornada laboral el día de celebración del final de la Segunda Guerra Mundial. “Lo que vamos a pedir a los franceses es que trabajen esos dos días festivos” (sin cobrar más); “como contrapartida”, las empresas deberán pagar al Estado el equivalente de lo ganado, explicó el miércoles la ministra de Trabajo, Astrid Panosyan-Bouvet.
El porcentaje de la población gala en una situación muy precaria aumentó del 18,4% al 20,5% entre 2015 y 2024, según datos de Eurostat
Los recortes incluyen, además, una supresión de 5.000 puestos de funcionarios para el año que viene, así como la voluntad de establecer una nueva regla para solo sustituir a uno de cada tres que se jubilen. Con estas medidas, el Ejecutivo aspira reducir el déficit del 5,4% previsto para finales de este año al 4,6% en diciembre de 2026, y dejarlo por debajo del 3% en 2029. “Somos un país adicto al gasto”, dijo el primer ministro para justificar su apuesta por la austeridad. Esta política, sin embargo, corre el riesgo de debilitar el letárgico crecimiento de su país, en una coyuntura tan inestable como la actual, marcada por la guerra comercial de los Estados Unidos de Donald Trump.
Pese a estos tiempos convulsos, Macron y Bayrou se agarran a sus dogmas ideológicos y evitan entonar el mea culpa. “La degradación estructural observada entre 2017 y 2024 se explica esencialmente por una disminución no financiada de los impuestos y no se debe a una deriva del gasto público”, sostiene el economista Pierre Madec en un informe reciente del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas. “Todas esas reformas han provocado una disminución de 2,5 puntos del PIB en los tributos recaudados durante ese mismo periodo”, añade Madec, quien menciona la reducción del impuesto de sociedades, las exoneraciones de cotizaciones sociales para las empresas o la bajada de la tasa sobre la producción.
Portazo a la “tasa Zucman”
El Gobierno, compuesto por una coalición de partidos afines a Macron y la derecha tradicional de Los Republicanos, hace oídos sordos ante ese diagnóstico. De hecho, se muestra muy reticente ante la posibilidad de aumentar los impuestos a los más ricos para compensar el agujero en las arcas. Durante su comparecencia, Bayrou habló de una “contribución de solidaridad de los más afortunados”, pero en realidad se refería a un tributo creado el año pasado por su predecesor, el conservador Michel Barnier.
La cantinela de la “competitividad económica” ha servido como pretexto discursivo de las reformas neoliberales de Macron desde 2017, con un balance muy pobre
El veterano dirigente centrista se opone, en cambio, a la “tasa Zucman”, diseñada por el prestigioso economista homónimo. Ese impuesto especial, que consiste en hacer pagar un 2% de su patrimonio a las 1.800 familias más ricas del país, fue aprobado en febrero por el Parlamento gracias a una propuesta de ley de los Verdes, pero el Senado lo rechazó el mes pasado. “Debemos reforzar nuestra actividad para atraer más industrias y preservar las ya existentes”, aseguró la portavoz gubernamental, Sophie Primas, para justificar su negativa.
Esta cantinela de la “competitividad económica” ha servido como pretexto discursivo de las reformas neoliberales de Macron desde 2017, con un balance muy pobre. El macronismo es sinónimo de dogmatismo y el rompecabezas presupuestario va camino de convertirse en una crisis política en Francia. Tanto la izquierda como la extrema derecha de Marine Le Pen han criticado los recortes y han amenazado con una moción de censura en otoño, con bastantes posibilidades de fructificar.
Ese escenario abriría la puerta a la elección de otro primer ministro por el presidente —probablemente de su cuerda— o la convocatoria de unas nuevas elecciones legislativas anticipadas, que la ultraderecha afrontaría como favorita, según los sondeos, que deben cogerse con pinzas. Con su proyecto fallido, Macron se ha convertido en uno de los peores modelos para el centro-derecha, de la misma manera que el fracaso de Syriza y Alexis Tsipras supusieron un lastre para la izquierda en Grecia.
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