Francia
François Ruffin, el electrón libre del Frente Popular amenazado por la marea lepenista

El inspirador del nombre de la alianza unitaria de la izquierda rompe con la Francia Insumisa de Mélenchon antes de una difícil segunda vuelta en su circunscripción en Amiens.
François Ruffin
François Ruffin. (CC BY-NC)

La campaña de las elecciones legislativas francesas ha sido una montaña rusa informativa. Pocas figuras lo ejemplifican mejor que François Ruffin, de 48 años. Este mediático diputado desde 2017, e impulsor en 2016 de la Nuit Débout —un tímido intento para reproducir el 15-M en Francia—, arrancó la campaña como una estrella de la gauche. Tras la temeraria decisión del presidente Emmanuel Macron de convocar los comicios anticipados, Ruffin tuvo el 9 de junio la brillante idea de bautizar como “Nuevo Frente Popular” la reanudación de una alianza unitaria de las izquierdas. La épica del pasado rimaba con la urgencia de un presente en que la ultraderechista Reagrupación Nacional amenaza con hacerse con las riendas de la Asamblea Nacional y el Ejecutivo.

Miles de personas se concentraron el día después en la Plaza de la República en París haciendo proclamas de “Frente Popular”. Ruffin asistió a esa manifestación del 10 de junio siendo aclamado por los participantes. Dirigentes afines propusieron que uno de los lemas de la nueva coalición fuera “Ruffin, primer ministro”. Aunque esa negociación culminó con un acuerdo entre la Francia Insumisa (afines a Podemos o Sumar), el Partido Socialista, los verdes y los comunistas, se decidió dejar vacío el rol de líder. Y postergar para más adelante el debate sobre el nombre del primer ministro en un hipotético Gobierno de izquierdas.

Tres semanas después, Ruffin afronta el final de la campaña en una posición bastante menos óptima. Después de haber sido segundo en su circunscripción con el 34% de los votos en la primera vuelta, superado por la aspirante de la extrema derecha Nathalie Ribeiro Billet, necesita una remontada en la segunda vuelta de este domingo si no quiere quedarse fuera de la Asamblea, lo que podría suponer su retirada de la política. El caso de Ruffin refleja dos de los puntos débiles del Nuevo Frente Popular: el poco peso en los territorios rurales y periurbanos, así como la ausencia de un líder.

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La poca implantación en los territorios rurales y periurbanos

La coalición progresista “tiene un electorado básicamente urbano”, recuerda la politóloga Agathe Cagé, presidenta de la consultoría Compass Label. Ella pone como ejemplo París, donde obtuvo más del 50% de los votos en la primera vuelta en nueve circunscripciones “y podría terminar con hasta 14 o 15 diputados de un total de 18”. Una dinámica parecida se reproduce en Lyon, Burdeos, Rennes o incluso en Marsella, a pesar de que esta última es la principal gran ciudad con una mayor presencia de la derecha radical.

En cambio, otra historia es la situación de la izquierda en la llamada “Francia periférica”, según el discutido término del geógrafo Christophe Guilluy. Las fuerzas progresistas sufren en esos territorios rurales y periurbanos, en que ha penetrado el canto de las sirenas del lepenismo. Fabien Roussel, secretario general del Partido Comunista, quedó eliminado desde la primera vuelta en una antigua cuenca minera del norte. Aunque fue durante décadas una circunscripción comunista, ahora salió elegido allí un diputado RN. Ruffin se enfrenta a una dinámica parecida en su circunscripción en Amiens. La ciudad natal del presidente Emmanuel Macron, sobre todo su periferia, también se caracteriza por el auge de la extrema derecha.

Como la líder de Sumar, Ruffin da una gran relevancia a las cuestiones laborales. Mantiene una buena relación con líderes sindicales, como Sophie Binet de la CGT

“Se trata de una circunscripción históricamente de izquierdas. Con un perfil de izquierda social como el mío, creo que podemos ganar”, explica a El Salto este periodista y documentalista que ha ganado un gran peso en el seno de la gauche desde su llegada a la Asamblea en 2017. “Pero esto se debe asimismo por nuestra implantación local —se presenta con la etiqueta del micropartido Picardie debout!—, lo que no es el caso de la mayoría de los aspirantes progresistas” en el norte de Francia, lamenta Ruffin, quien se reunió en mayo en Madrid con la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Como la líder de Sumar, Ruffin da una gran relevancia a las cuestiones laborales. Mantiene una buena relación con líderes sindicales, como Sophie Binet de la CGT. La lucha contra la desindustrialización que hizo estragos en el norte de Francia, así como la defensa y la encarnación de los trabajadores del sector de los cuidados, representan dos de las principales preocupaciones del autor de documentales como Merci Patron ! —sobre el multimillonario Bernard Arnault y el cierre de fábricas textiles— o J’veux du soleil, que trataba sobre la revuelta de los chalecos amarillos.

Diálogo de sordos con la Francia blanca lastrada por la desindustrialización

Su figura ha ganado en relevancia en los últimos años hasta el punto de hacerle sombra a Jean-Luc Mélenchon, el líder de la izquierda insumisa con quien mantiene unas tensas relaciones. Una de las principales discrepancias entre Mélenchon y Ruffin consiste en cuál debería ser el electorado preferencial que intente seducir la izquierda: los jóvenes y los habitantes de la banlieue, según el primero, o las categorías populares de los territorios rurales y periféricos, según el segundo. “Si el partido de Le Pen adopta una línea económica para gustar a las élites empresariales —así ha sucedido durante esta campaña en que ha renunciado a algunas de sus medidas sociales más emblemáticas—, la izquierda tendrá una oportunidad a medio plazo para reconciliarse con el electorado popular”, afirma Ruffin.

A corto plazo, sin embargo, está prácticamente perdida la batalla para recuperar a esos votantes, con ganas de infligir un revés a Macron a través del voto de castigo que representa el lepenismo. “Ruffin es un falso”, asegura Sarah, de 59 años, un habitante de Ailly-sur-Somme, una localidad de la periferia de Amiens donde la ultraderecha obtuvo casi el 50% de los votos el 30 de junio. “Quiero que gane el partido de la señora Le Pen. Estoy harta de la situación actual”, afirma sin morderse la lengua esta mujer, de 59 años y que lleva varios años en el paro. Ella muestra resentimiento contra la clase política, así como las personas migrantes. Es un discurso paradigmático entre los votantes lepenistas.

“Cuando repartimos propaganda electoral con nuestras propuestas —derogación de la impopular reforma de las pensiones, incremento del salario mínimo hasta 1.600 euros o vinculación de los salarios con la inflación—, mucha gente nos responde: ‘Pero no podemos acoger toda la miseria del mundo’”, explica Pascal Hebert, de 44 años, mientras distribuye panfletos del candidato de Picardie Débout ! en uno de los barrios más modestos de Amiens. La apuesta de la izquierda insumisa por incorporar las reivindicaciones antirracistas y la denuncia de la violencia policial “ha generado envidia en una parte de las categorías modestas blancas. Consideran que la izquierda insumisa solo habla de Gaza y no se interesa por ellos”, explica Pablo Pillaud-Vivien, redactor jefe de la revista Régards.

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“Mélenchon es un lastre”, según Ruffin

Según este periodista, bien informado sobre las bambalinas de la gauche, “hay una verdadera preocupación en el equipo de Ruffin sobre cómo irá la segunda vuelta. Por este motivo, ha tomado distancias con Jean-Luc Mélenchon”. Después de las tensiones internas que han afectado la campaña del Frente Popular —en varias circunscripciones se enfrentan diputados insumisos con insumisos disidentes—, el líder de Picardie Débout!, y uno de los nombres preferidos por los franceses para ejercer como primer ministro en caso de un Gobierno del Frente Popular, rompió con la dirección de la Francia Insumisa, poco antes de una incierta segunda vuelta.

“Jean-Luc Mélenchon es un lastre”, declaró el jueves Ruffin. En el caso de que salga elegido diputado, dejará de formar parte del grupo parlamentario de los insumisos y probablemente se integrará al de los comunistas. Otros insumisos disidentes, como Clémentine Autain, harán lo mismo. “No ayuda al resto comportándose como lo está haciendo. Unas elecciones tan peligrosas no son el momento para rendir cuentas personales. Él es el primero que se pone en peligro”, reaccionó Mélenchon, sobre la escisión liderada por una de las figuras más mediáticas de su movimiento.

Con la convocatoria de elecciones Macron empujó la izquierda a una campaña marcada por la épica antifascista y la movilización de la sociedad civil, pero sigue presente el huevo de la serpiente de la división.

Aunque resulta significativa al tener lugar poco antes de unos comicios en que la extrema derecha podría quedar como primera fuerza en la Asamblea, no sorprende demasiado la ruptura de las relaciones entre Mélenchon y uno de los disputados más mediáticos de la izquierda insumisa. Venía cociéndose desde hacía tiempo, siendo el 7 de octubre uno de los momentos de evidentes discrepancias entre ambos.

De hecho, la plataforma lanzada el 10 de junio para recoger firmas a favor de un Frente Popular había sido preparada desde hacía tiempo por el equipo de Ruffin para crear una alianza unitaria con sectores de los verdes, comunistas, socialistas e insumisos disidentes para las presidenciales de 2027. Así forzar a Mélenchon que renunciara a sus posibles aspiraciones para esos comicios. La decisión de Macron de convocar las legislativas anticipadas obligó a cambiar ese plan. Empujó la izquierda a una campaña marcada por la épica antifascista y la movilización de la sociedad civil, pero en que sigue presente el huevo de la serpiente de la división.

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corduba79
7/7/2024 15:31

¿La líder de SUMAR? Creía que había dimitido de ese cargo...

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anadaviesrodriguez
7/7/2024 15:05

Hala, venga, rupturas, escisiones antes incluso de haber ganado nada. La izquierda tiene un problema que es incapaz de resolver, sus egos, su ausencia de líderes generosos que de verdad representen a las clases populares y no a ellos mismos...España tiene ejemplos de manual; y encima esta alianza con Macron, si se creen que les va a servir para parar al enemigo creo que se equivocan. La extrema derecha todavía no ha demostrado sobre la práctica que son tan egoistas, ineficaces y traidores a sus principios. Eso ya lo han demostrado la izquierda, el centro, la derecha clásica...¿Un tipo de izquierdas va a tragar por ese pacto con Macron cunado ha protagonizado medidas absolutamente derechistas? Pero que esté tranquilo : no creo que vaya a cambiar mucho con la extrema derecha...sus programas, su racismo...pura palabrería, ellos se adaptarán a lo que quiera el mercado y se pasarán el programa y los principios por donde se lo han pasado todos los demás.

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pipe49
6/7/2024 20:56

Los antivalores del capitalismo como el individualismo egocéntrico impregnan todo y a todos. Luchar desde dentro del sistema contra el sistema es un esfuerzo prometéico con altas posibilidades de fracaso. Si no se tiene una fuerte conciencia colectiva ese esfuerzo está condenado de antemano al fracaso. Ruffin me recuerda a ...? MásErrejón, YoDíaz, Carmena "el Ayuntamiento soy yo"? La lista es larga y los destrozos ocasionados a los intereses de las clases populares lo son más.

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