Franquismo
El aparato propagandístico del franquismo: una imagen de modernidad y estabilidad para acallar las críticas y convencer

La exposición ‘¿25 años de paz? El llavat d´imatge del franquisme el 1964’, visitable en el MUVIM de València hasta octubre, muestra cómo el aparato del franquismo logró difundir el concepto de paz española como sinónimo de “prosperidad económica y estabilidad política”.
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El Museo Valencià de la I.lustració i de la Modernitat (MuVIM) ha estrenado la exposición ¿25 años de paz? El llavat d´imatge del franquisme el 1964. Ainoha J. Vilató

Que el franquismo desarrolló una maniobra excepcional de comunicación política en la España del desarrollismo es un hecho justificado por numerosos investigadores. Ahora, y a lo largo de una buena muestra de imágenes y documentos, la recién estrenada exposición ¿25 años de paz? El llavat d''imatge del franquisme el 1964 en el Museo Valenciano de la Ilustración y de la Modernidad (MuVIM) invita a reflexionar sobre la campaña propagandística oficial, de enormes dimensiones, que estuvo definida por una relevante inversión en diseño gráfico profesional y dirigida por el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne.

El licenciado en Historia del Arte y actual director del MuVIM, Rafael Company, describe la exposición como la muestra de una dictadura cruel que pretendía enseñar al mundo que no lo era. Además, se sitúa firme en la defensa de que el franquismo nunca dejó de ser opresivo en sus más de 40 años. “No podemos ser neutrales en un tema como el franquismo desde nuestra posición de demócratas”, reflexiona.

Las herramientas

“La apelación a la paz produce un efecto casi mágico”. Así justificó el político dirigente de Alianza Popular, Carlos Robles Piquer, el desarrollo de la campaña XXV Años de Paz en sus memorias sobre un político y diplomático español entre el franquismo y la democracia, un volumen autobiográfico al que tituló Memoria de cuatro Españas.

El despliegue propagandístico duró nueve meses y contó con todo el aparato del Estado, desde ministerios hasta diputaciones o ayuntamientos, según la bibliografía y documentos de la época consultados por el equipo a cargo de la exposición. Company cuenta que, durante la investigación, encontraron una carta del gobernador civil de Valencia, nunca antes puesta en valor, dirigida al alcalde de la ciudad, en la que “recuerda” que las indicaciones desde la junta conmemorativa son las de incluir el logo XXV años de paz española en todas las publicaciones de 1964. Como resultado, la exhibición expone algunos libros de fiestas patronales o falleros mediante los que se pueden observar cómo las portadas incluyeron el logo sin una clara justificación artística, indicando que no lo debieron tener en cuenta durante la edición del diseño.

Al entrar en la sala, dos imágenes paralelas definen las dos caras de una misma España. A la derecha el reflejo de un turismo emergente ante el que el Obispo de Canarias Antonio Pildain y Zapiain levantó voces de condena por tanta carne expuesta y moral relajada en una carta pastoral en 1964. A la izquierda, la realidad de un mecanismo intacto de represión listo para ser usado, el garrote vil, método con el que fueron ejecutados en la cárcel de Carabanchel los anarquistas Joaquín Delgado y Francisco Granados en agosto de 1963. Ese mismo año, el asesinato del comunista Julián Grimau, tras un juicio sumarísimo sin garantías y evidentes torturas policiales, movilizó a la opinión pública del mundo occidental sobre la dictadura franquista.

El régimen ya no necesitaba matar a diario para asegurar el silencio de los ciudadanos, para la mayoría de la población bastaba saber que, de tener que hacerlo, lo haría

El sistema represivo se mantenía indemne en una sociedad que se había acostumbrado a vivir bajo el miedo y la violencia estatal. Tal y como relata el catedrático de Historia Antonio Cazorla en XXV años de Paz franquista. Sociedad y cultura en España hacia 1964, se trataba de una población que contaba con una visión “parcial y tendenciosa” de la realidad, impuesta mediante la censura y el control de los medios. El régimen ya no necesitaba matar a diario para asegurar el silencio de los ciudadanos, para la mayoría de la población bastaba saber que, de tener que hacerlo, lo haría.

España había conseguido entrar en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1955 poniendo fin al aislamiento internacional por su consideración de régimen fascista tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, en 1959, el abrazo de Franco con el presidente estadounidense Eisenhower en Torrejón de Ardoz sería clave para el ansiado reconocimiento internacional del caudillo. La Guerra Fría vio en el régimen una forma más de alianza en su lucha contra el comunismo liderada por la Unión Soviética.

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Uno de los carteles propagandísticos diseñados durante la conmemoración de los “25 años de paz franquista” en 1964. Ainoha J. Vilató

Este encuentro venía condicionado por una apuesta estadounidense en suelo español de la que meses antes había nacido el Plan de Estabilización del 59. El proyecto, dictado por el Fondo Monetario Internacional, abandonaba la añorada autarquía nacionalista de Franco y homologaba internacionalmente el régimen desde el punto de vista económico. Company sostiene que Franco “abraza” el Plan de Estabilización de 1959 porque “no le queda otra”. La autarquía había costado decenas de vidas en el país y la miseria era “insostenible”.

España aceptó abrirse al comercio para formar parte del bloque occidental del “libre capitalismo” diseñado por los EE UU mediante un Plan Marshall a medida. Como consecuencia de este aporte económico y militar, la economía general española experimentó un crecimiento positivo que duró hasta 1974, un período de tiempo durante el que se logró el dominio de la inflación permitiendo la apertura del famoso turismo de los años 60.  

El discurso sobre la mujer

Esta entrada estacional de personas abrió las puertas a que una gran parte de la población huyera de los jornales de la miseria agrícola y el desempleo sin la necesidad de emigrar a países europeos en busca de oportunidades. Aunque con el turismo también llegaban las “libertades” y comparativas europeas de la España franquista con el resto del continente. Una cuestión que también ponía en peligro el discurso que, sobre la mujer, ejercía el régimen.

La profesora de historia contemporánea en la Universidad de Zaragoza e historiadora Ángela Cenarro asegura en XXV años de paz franquista. Sociedad y cultura en España hacia 1964 que la llegada del turismo procedente de una Europa del norte desarrollada “desafió abiertamente los patrones morales y de género” que con tanto empeño se forjaron durante las primeras dos décadas de la dictadura. El prototipo de las conocidas nacionalmente como las “suecas”, asegura, “contribuyó a modernizar las concepciones de la feminidad franquista, al presentar como referente a una mujer autosuficiente y más consciente de sus derechos y de su sexualidad”. Aunque recuerda que, “si bien el impacto no fue homogéneo ni geográfica ni socialmente, sí que propició una reflexión sobre cuál era el lugar de la mujer en la sociedad”.

A pesar de que el régimen intentaba vender una imagen de progreso, lo cierto es que las mujeres vivían en una sociedad que las reducía a su papel de madre y esposa según la moral católica

El turismo y la entrada en la ONU, que vivía un contexto, aunque lento, de reconocimiento e igualdad hacia la mujer, propiciaron en España una entrada de década con un cambio significativo. En 1961 se aprobaría una ley “sobre los derechos políticos, profesionales y laborales”, con cierto reconocimiento internacional, pues permitía que las mujeres, entre otras cosas, tuvieran acceso a todos los niveles de enseñanza, aunque esta ley franquista no representaba la realidad de la mujer española. A pesar de que el régimen intentaba vender una imagen de progreso, lo cierto es que las mujeres vivían en una sociedad que las reducía a su papel de madre y esposa según la moral católica.

Turismo
Historia Cuando los turistas compraban botijos
Imágenes, carteles, revistas de viajes o postales turísticas vendieron durante años un boom que no era el de sol y playa, sino el del edén rural del campo español. Lo primitivo se volvía encantador a ojos de la industria y de quienes viajaban, mientras el régimen de Franco intentaba maquillar la miseria de la población que allí vivía.

Un buen ejemplo de ello se encuentra en la integración del Servicio Social de la mujer dentro de la Sección Femenina de Falange con la intención de someter a la doctrina falangista a todas las mujeres mediante una formación profundamente católica y nacionalista. El Servicio Social era de obligado cumplimiento para las solteras de entre 17 y 35 años y consistía en una formación total de seis meses distribuida en dos fases. Pilar Primo de Rivera hace referencia a esta formación en Recuerdos de un vida como “una fase formativa en el triple aspecto moral, doméstico y social, y otra de prestación consistente en el desempeño de trabajo o funciones de interés nacional” que carecían de remuneración alguna. Y, aunque la no realización de este “deber nacional” no estaba sujeta a sanciones, era necesario demostrar haberlo cumplido para muchas cuestiones de la vida sujetas a derechos fundamentales, como la obtención del pasaporte, el acceso a un trabajo remunerado, el carné de conducir o la postulación para puestos públicos, entre otros. En definitiva, el documento se convirtió en requisito indispensable para la incorporación de la mujer a la sociedad.

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Escultura que representa la represión que la policía ejerció sobre los manifestantes en la ciudad de Barcelona en 1976 y basada en una de las fotografías de Manel Armengol. Ainoha J. Vilató

Una imagen de modernidad

El régimen se adentró en 1964 dispuesto a celebrar sus cuarto de siglo en el poder con una imagen de modernidad que le sirviera, a su vez, para luchar contra las posibles percepciones negativas fuera de las fronteras en torno a la dictadura. Sin embargo, la represión por las huelgas de Asturias de 1962, extendidas por la mitad norte del país, la reunión de Múnich de ese mismo año, las posiciones más tolerantes de un sector de la Iglesia y las ejecuciones a principios de década continuaban arrojando evidencias de que el régimen no había dejado de reprimir social, cultural y económicamente a su población.

En la reunión de Múnich antiguos franquistas y personalidades políticas de centro-derecha y centro-izquierda defenderían que solo una España democrática podría entrar en el mercado común. Al encuentro no asisten representantes del Partido Comunista, un hecho que cancela por completo el monótono discurso del caudillo basado en que la única alternativa al comunismo es su régimen totalitario. La propaganda franquista tituló el encuentro de “contubernio” y no dudó a la hora de castigar a sus asistentes con la cárcel o el exilio. 

Los creadores de la exposición ¿25 años de paz? El llavat d´imatge del franquisme el 1964 reconocen una inteligencia política y una gran capacidad técnica a quienes la perpetraron, por conseguir, entre otras cosas, esconder la hambruna de las últimas décadas

Por el contexto político y social, los creadores de la exposición ¿25 años de paz? El llavat d´imatge del franquisme el 1964 reconocen una inteligencia política y una gran capacidad técnica a quienes la perpetraron, por conseguir, entre otras cosas, esconder la hambruna de las últimas décadas.

El Doctor en Historia del Arte Ramón Vicente Díaz del Campo reflexiona en el libro XXV años de Paz franquista. Sociedad y cultura en España hacia 1964 sobre la campaña propagandística en la que se logró difundir el concepto de paz española como sinónimo de “prosperidad económica y estabilidad política”. “Supuso un giro en la dialéctica del franquismo, ya que a partir de esa fecha no se recurrió al concepto de cruzada, que fue desapareciendo paulatinamente para dejar paso a un discurso más conciliador y optimista”.

La Junta Interministerial, mediante convocatoria de un concurso de carteles, premió en enero de 1963 el diseño de Julián de Santamaria. La exposición del MuVIM cuenta ahora con el cartel original ganador que el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid ha cedido para la ocasión. Además, una réplica de grandes dimensiones, hecha en cerámica artística y expuesta en el museo, recuerda el alcance que la propaganda franquista ha tenido en la España actual rememorando la existencia del diseño en la fachada de un edificio situado en una provincia de Valencia en pleno s. XXI.

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Los diseños que se usaron en la campaña propagandística de 1964 se asimilaban a los de las grandes campañas publicitarias de multinacionales de la época. Ainoha J. Vilató

La elección del cartel no estuvo exenta de polémica, pues hay que recordar que se trataba de una dictadura “bien engrasada” y, en consecuencia, sucesos como la amenaza a diseñadores y creativos publicitarios pueden resultar muy creíbles. Rafael Company cuenta que es posible que el diseño del cartel fuera fruto de una amenaza del ministerio de Información y Turismo, cuando Manuel Fraga llamó al orden y, de forma bastante tajante, le comentó que era una pena que no hubiera participado porque no volvería a trabajar en España. Por lo que cabe la posibilidad de que esta obra de arte fuera producto de la presión de la misma dictadura.

La exposición nace a consecuencia de la proclamación de Valencia como capital del diseño 2022 y cuenta con material procedente tanto del coleccionismo privado como del público. La entrada es gratuita y se podrá visitar hasta el 2 de octubre de este año. El museo también ofrece la posibilidad de visitas guiadas.

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