Fútbol
Fenix Trophy: el placer de jugar y la amistad por encima de todo

Sin más ayudas económicas que el apoyo de algunos ayuntamientos, el Fenix Trophy echó a andar con un presupuesto muy bajo y tratando de reducir los gastos al máximo, incluyendo vuelos en aerolíneas de bajo coste y el hospedaje y comida a cargo del club anfitrión en cada partido. Ya se han celebrado dos ediciones de este singular torneo internacional de fútbol aficionado.
Un partido del Fenix Trophy
Un partido del Fenix Trophy. Foto cortesía del club Cuenca-Mestallistes.

El Fenix Trophy surgió como surgen las mejores ideas: cuando el caos y la incertidumbre rompen las certezas del día a día y cualquier locura parece posible. Fue en el año 2020, con la pandemia del coronavirus descontrolada y el fútbol amateur completamente paralizado. Sin la necesidad de dedicarse a los problemas habituales de gestionar un club de la séptima división italiana, los directivos del Brera FC empezaron a pensar en nuevos proyectos.

“Nunca nos hemos sentido muy cómodos en el ambiente del fútbol amateur local”, cuenta a El Salto el mánager del Brera, Leonardo Aleotti. “Disfrutamos del fútbol por el propio placer de jugar y, al terminar los partidos, nos gusta tener un tiempo para juntarnos, comer y beber. Siempre invitamos al equipo rival, aunque suelen mirarnos como si estuviéramos ofreciéndoles cocaína y se marchan enseguida. Se nos ocurrió que, en otros países de Europa, debía de haber clubes que sintieran el juego de la misma manera que nosotros y ahí surgió la idea de reunirlos en un mismo torneo que entendiera el fútbol como una diversión y una oportunidad de intercambio cultural”.

Podía parecer una locura y lo era mucho más si uno se paraba a pensar en las implicaciones logísticas o el presupuesto necesario para llevarlo a cabo. La gente del Brera, por el contrario, estaba acostumbrada a sacar adelante los proyectos más inverosímiles. Como en el año 2000, cuando fundaron el club con la pretensión de convertirse en el tercer equipo de Milán, por detrás de Inter y Milan, y recuperaron el histórico estadio Arena Cívica, el más antiguo de Europa; o cuando llevaron su proyecto de integración un paso más adelante, al formar el equipo íntegramente con jugadores inmigrantes, de 13 nacionalidades diferentes y con idiomas, religiones y culturas diversas. También cuando decidieron colaborar con la prisión de Opera, en Milán y crear un equipo formado por reclusos.

“No queríamos un torneo en el que jugar un partido se viviera como tener que ir a la oficina”, dice Leonardo Aleotti, mánager del Brera FC e impulsor del Fenix Trophy

En el caso del Fenix Trophy, empezaron por buscar por Europa clubes con características similares a su filosofía. “Se trata del mismo deporte, pero, realmente, el fútbol profesional y el amateur son mundos completamente distintos, que se mueven por mecanismos muy diferentes”, afirma Aleotti. “En el amateurismo no hay tensión, ni presión; tampoco los problemas mentales derivados de ello, porque no están en juego tu sueldo o tu puesto de trabajo. No queríamos un torneo en el que jugar un partido se viviera como tener que ir a la oficina. Buscábamos clubes con esta misma filosofía y el primero con el que nos pusimos en contacto fue el Cuenca-Mestallistes de Valencia”.

Paradójicamente, el propio Cuenca-Mestallistes había vivido también su particular catarsis durante la pandemia. “El club fue fundado en 1925, tomando el nombre de la calle Cuenca, donde nació”, explica David Laguía, actual presidente. “En su momento funcionó como filial del Valencia y luego siguió compitiendo en las ligas locales. Hasta que, durante la pandemia y con las crecientes críticas a la gestión de Peter Lim al frente del Valencia, vimos la necesidad de reivindicar el vínculo entre ambos clubes y que el Cuenca-Mestallistes fuera una especie de refugio sentimental para quienes creemos que los socios deben tener voz en la gestión de un club. Lo debatimos y terminamos cambiando los estatutos para amoldarlos a los criterios del llamado fútbol popular”.

En ese proceso de refundación, el Cuenca-Mestallistes logró que los apadrinara un referente histórico del Valencia como Mario Kempes y fue precisamente este hecho lo que llamó la atención de la gente del Brera. “Lo que buscábamos era que cada club se distinguiera por alguna característica”, asegura Aleotti. “No todos tienen que formar parte de lo que se conoce como fútbol popular. Nos fijamos en clubes nuevos, pero con una importante masa de aficionados, como el FC United of Manchester, e históricos como el Cuenca-Mestallistes. Otros nos llamaron la atención por su proyecto artístico, por su multiculturalidad o por su objetivo integrador”.

“Para un club como el nuestro, tener que financiar viajes por Europa u organizar la visita de otros clubes, aun buscando reducir al máximo los costes, resultaba muy complicado”, resume David Laguía, presidente del Cuenca-Mestallistes

El principal problema para los diferentes participantes pasaba por las dificultades que implica un torneo de estas características. “La idea nos gustó, pero al principio estábamos un poco expectantes, porque, para un club como el nuestro, tener que financiar viajes por Europa u organizar la visita de otros clubes, aun buscando reducir al máximo los costes, resultaba muy complicado”, resume David Laguía. “La clave fue cuando el United of Manchester se sumó al torneo. Porque se trata de un club ya asentado, que nació por el rechazo de los hinchas a la compra del Manchester United por parte de la familia Glazer, pero que cuenta ya con una gran cantidad de seguidores, capaces de parar a nivel social el lanzamiento de la Superliga en el Reino Unido. Porque, en las manifestaciones que hubo en Manchester contra este proyecto, aquellos que iban de verde y amarillo eran hinchas del FC United”.

Sin más ayudas económicas que el apoyo de algunos ayuntamientos implicados, como el de Valencia, el torneo echó a andar con un presupuesto muy bajo y tratando de reducir los gastos al máximo, incluyendo vuelos en aerolíneas de bajo coste y el hospedaje y comida a cargo del club anfitrión en cada partido. “Cada equipo siempre tiene más facilidad para encontrar un hotel o un restaurante a mejor precio en su propia ciudad —comenta Aleotti—, es una manera de ahorrar, pero, al mismo tiempo, también una manera de estrechar el vínculo entre los clubes. El anfitrión recibe a los visitantes y los acompaña, hasta que los despiden en el aeropuerto”. David Laguía confirma esta idea: “En los días de partido convives con el equipo rival. Cuando llegamos a Hamburgo había como 80 aficionados esperándonos. Hemos podido ver cómo funcionan otros clubes, cómo se organizan. En Alemania o en Inglaterra, por ejemplo, son más comunitarios, la gente se presta más a participar”.

Los mayores problemas fueron surgiendo a medida que avanzaba el torneo. “Nuestro viaje a Amsterdam coincidió con un cierre de fronteras en el país por la pandemia y no pudimos ir. Fue imposible encontrar nuevas fechas y al final no se disputó el partido”, lamenta el italiano.

Laguí, por su parte, también recuerda algún incidente ocurrido al Cuenca-Mestallistes. “Cuando vino el Praga Raptors cayó el diluvio universal en Valencia. Fueron las dos horas que más ha llovido desde mil ochocientos y pico y hubo que suspender el partido. Los rivales tenían el vuelo a la mañana siguiente. Hablé con ellos, cada uno de nuestros jugadores habló con su jefe y pudimos organizarlo para jugar al día siguiente por la mañana”.

La fase final se disputó el pasado junio, reuniendo en la ciudad italiana de Rimini a los ocho equipos participantes. “Fue muy emocionante ver todo lo que se había montado”, valora Laguía. “La verdad es que, participar en el torneo fue una osadía y un atrevimiento por nuestra parte, pero creemos que ha sido un gran acierto —prosigue—. La experiencia que hemos vivido, tanto los jugadores, como los aficionados y los propios directivos ha sido muy positiva. Y vincular la ciudad de Valencia y nuestro club con una iniciativa tan singular también ha tenido su efecto. Hoy mismo había una foto nuestra en la web de la BBC junto a la noticia de la salida a venta del Liverpool”.

“La idea es extender el torneo a otros países”, cuenta Aleotti. “Siendo optimistas, creo que podríamos llegar a reunir a 20-30 equipos, así que tenemos que buscar la manera de hacerlo sostenible a largo plazo. Todavía estamos en fase experimental, en modo ensayo y error y con la idea principal de consolidar el torneo, pero sí nos gustaría incluir, más adelante, un torneo de categoría femenina”.

La primera edición del torneo coincidió en el tiempo con el lanzamiento fallido de la Superliga y esta segunda ha arrancado cuando se han iniciado conversaciones para buscar un acuerdo entre la UEFA y los grandes clubes europeos que evite la división. Puede que haya similitudes entre todos estos torneos continentales, pero Leonardo Aleotti remarca también las diferencias. “Se nos puede considerar como una Champions League pequeña, pero tenemos principios muy diferentes. Nosotros no ganamos dinero con el Fenix Trophy, lo hacemos por la pasión por el fútbol, por los aficionados y por la amistad”.

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jamtmiranda
jamtmiranda
20/11/2022 17:22

Desde luego, una gran noticia. Volver a los orígenes del deporte, una competencia sana entre equipos, fuera del negocio económico.
Lo dicho, una gran noticia.

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