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Galicia
Monstruos en la academia: esta es la nueva ola de estudios ‘queer’ en Galicia
Un punto de encuentro para toda la investigación queer que se está haciendo en Galicia: esto es la última edición de la revista académica Galicia 21. Ánxela Lema (Universidad da Coruña) y Danny Barreto (Colgate University) editan un monográfico en el que confluyen algunas de las voces investigadoras en temas queer más influyentes y prolíficas de la actualidad. Tras la invitación de la publicación a editar un número, vieron una oportunidad para juntar, visibilizar e internacionalizar los estudios queer en Galicia y sobre Galicia.
Este número de Galicia21 constituye una de las primeras y más contundentes aportaciones académicas aa unos estudios queer gallegos. El trabajo de les auteres recogides en el monográfico está esparcido por diferentes universidades, monográficos y congresos. Los encuentros entre elles suelen depender de la voluntad por estar al día de las investigaciones y avances de les compañeres y la faceta más activista de les auteres. Esta revista cumple de manera más formal este propósito de encontrar un lugar de encuentro.
La definición de un campo de estudios queer es un tema que genera infinidad de conversaciones dentro y fuera de la academia. Aquí, añadimos además el apellido “gallegos”. Es bien cierto que a la hora de investigar o documentarse la mayor parte de publicaciones refieren al ámbito estatal o a una comparativa entre ambas.
Danny Barreto, en conversación sobre la relación entre ambos conceptos, reflexiona: “Galicia —como la palabra queer— es un término con lindes borrosas”. Los paralelismos entre ambas se encuentran en la resistencia a las hegemonías culturales, lingüísticas y sexuales, pero también existen tensiones. Barreto apunta a una visión heteropatriarcal de la galleguidad y una pretensión y connotación cosmopolita de lo queer como los principales obstáculos hasta hoy para hablar de una Galicia queer. El volumen de Galicia21 pretende “centrar la Galicia queer para entender y celebrar el dinamismo, las complejidades y las especificidades de ella”.
Es importante para poder hablar del territorio, la cultura y la lengua que nos son propias, hablar específicamente desde y sobre ese contexto. La necesidad de unos estudios queer gallegos viene de la necesidad de hablar sin tener que “traducirnos, sin tener que contextualizarnos con miles de notas a pie de página para un público ajeno a la realidad”. La Galicia queer puede y debe contarse por sí misma, sin necesidad de situarse en relación al Estado español ni a la cisheteronorma.
Lema y Barreto incluyen perspectivas novedosas. Vienen a demostrar que hay estudios queer más allá de lo literario y lo cultural. Está en marcha la construcción —o la puesta en papel— de un pensamiento crítico y teórico queer desde otros ámbitos de estudio. Voces como Daniela Ferrández en la historia o Daniel Amarelo en la lingüística son algunos de los ejemplos más potentes. Una de las tesis más claras sobre la que se asientan todas estas investigaciones es la huida del esencialismo normativo. El empleo del término queer pretende referir esa amplitud y referir así a todas las disidencias. Los estudios queer gallegos traen consigo un cambio de paradigma y epistemología. En palabras de Ánxela Lema: “Queer es lo que hace tambalear todos los sistemas. Todos los sistemas normativos: el capacitista, el gordófobo, el monógamo…”. No hay intención de legitimarse.
Lema señala como uno de los principales problemas de estos estudios la dificultad y necesidad de tejer puentes entre disciplinas. Especialmente, “cuando ciertos sectores tienen tasas altísimas de precariedad y no pueden pensar en escribir un artículo” o “ni siquiera le llega el call for papers”. Por eso decidieron incluir las artes escénicas en el monográfico mediante un cuestionario a referentes cuir del sector en Galicia, como puede ser Nuria Vil, recién nominade a los mestre Mateo por su obra audiovisual Delincuente. Fue una manera de optimizar el espacio y dejar sobre el papel una lista de referentes.
La precariedad y la brecha de clase que excava con el ámbito académico es tema de eterno debate, desde la academia y el activismo. En conversación con Lema, salen los nombres de teóricas militantes como Valeria Flores, que habla de “maneras torcidas o excéntricas de hacer teoría” con las que comulga. También Vir Cano preguntó si “es posible hacer una militancia académica” y se contestó con otra pregunta: “¿Cómo no hacer frente a la heteronormatividad, a la misoginia y a las ansias de ‘asepsia teórica’ en un espacio en el que se negocian algunos de los claro-oscuros por los que transitan nuestros modos de vida, de amar, de desear?”.
La academia no es un lugar neutral ni aséptico, pero es un espacio donde se produce conocimiento y establecen teorías que tendrán repercusión directa sobre nuestras vidas. No debe abandonarse el espacio, pero ¿cómo disminuir la brecha entre la clase a la que perteneces y el aula desde la que la investigas? Ánxela Lema sitúa la clave en la honestidad y en el equilibrio; no abandonar los espacios de militancia y no tratar a las personas queer como un objeto de estudio. El trabajo académico es una vía para cuestionar el sistema e intentar no reproducir sistemas de desigualdad. Para Danny Barreto, academia y activismo son “las dos alas de un mismo pájaro”.
El elitismo académico entra a veces por ranuras como la del lenguaje. Sin caer en el paternalismo, es común que tesis y ensayos empleen un lenguaje que no está al alcance de todes. Ánxela Lema cree que el lenguaje debe servir para hacer estas aportaciones más accesibles. No cree en la creación de dos esferas distanciadas por la capacidad de entendimiento: “El mérito está en tener un discurso complejo y saber transmitirlo de la manera más sencilla”. Ambes editores hacen hincapié en la necesidad de visibilizar este trabajo y bajar la ciencia a la tierra para poder acercarla a la mayor gente posible.
En la actualidad, Lema y Barreto mencionan varias urgencias. Coinciden en un punto importante: hacen falta grupos de investigación específicos y financiación para que estos grupos puedan desarrollar su actividad. Les investigadores queer sobreviven trabajando en otras cuestiones porque los estudios queer no se conciben como una disciplina en sí misma. El contexto sociopolítico dificulta la solución de este problema y presenta muchos otros.
Barreto menciona el avance de la ultraderecha, del terfismo y del extractivismo como una amenaza directa sobre las vidas queer que hace difícil pensar en un futuro. Esto hace estos estudios más necesarios que nunca “para resistir a estas múltiples formas de opresión”. No obstante, “no hay grupos de estudios financiados por el Ministerio dedicados única y exclusivamente a los estudios queer en la Galicia”, como apunta Lema Paris, y esto afecta también a los niveles de cansancio, tiempo y energías que restan para dedicarse a ellos.
Es innegable que los estudios queer gallegos son una realidad más tangible en el ámbito académico tras esta entrega. Se están dando avances a pesar de todas las dificultades y hay suficiente gente, mucha de ella recogida en este volumen de Galicia 21, empujando para tirarlos para adelante. La lucha por un cambio de paradigma continúa. Existirá un futuro gallego queer; seguiremos caminando.