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Globalización
Jean Ziegler: “La Europa de hoy no es más que un mercado, el terreno donde juegan las multinacionales”
Jean Ziegler, profesor de Sociología, relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008 y actual vicepresidente del Comité Consultivo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, hace una denuncia del capitalismo desde el “cerebro del monstruo”.
“Aquí vives en el cerebro del monstruo, es aquí donde tienes que luchar”, le dijo el Che Guevara a un joven Jean Ziegler en Ginebra (Suiza) cuando, tras la Conferencia Mundial sobre el Azúcar en 1964, mostró su voluntad de acompañarlo a hacer la guerra de guerrillas que extendiera la revolución por el mundo. Amigo del revolucionario y presidente de Burkina Faso Thomas Sankara, asesinado en 1987, defiende la rabiosa actualidad del “Discurso sobre la deuda” pronunciado por este poco antes de ser asesinado tras un golpe de Estado.
Nacido en Thun, Suiza, en 1934, profesor de Sociología en la Universidad de Ginebra y la Sorbona, y doctor en Derecho y Ciencias Económicas y Sociales por la Universidad de Berna, Ziegler lleva toda una vida haciendo oír su voz crítica e incómoda también en los pasillos y salones del Parlamento federal suizo (1987-1999) y la Organización de las Naciones Unidas, donde no ha dudado en denunciar la violencia estructural del sistema capitalista, el sistema de hambre, injusticia y desigualdad establecido por las oligarquías financieras que gobiernan el mundo, la deuda pública como sistema de dominación neocolonial hacia los países del sur o el dominio depredador de la banca y los fondos buitre. Relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008, no duda en calificar el hambre en el mundo como un crimen contra la humanidad evitable y con responsables claros.
Autor de 17 libros —entre ellos El libro negro del capitalismo (2002), Los nuevos amos del mundo y aquellos que se les resisten (2004), El imperio de la vergüenza (2006) y Destrucción masiva, geopolítica del hambre (2012)—, acaba de publicar Hay que cambiar el mundo (Foca, 2018), una crítica de la ONU desde dentro, un testimonio de los juegos de poder de quienes dominan el mundo y un alegato a seguir en pie contra el “orden mortífero del mundo”.
Ziegler es hoy vicepresidente del Comité Consultivo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU desde el año 2009, un puesto desde el que sigue denunciando el canibalismo del sistema capitalista. Un día antes de cumplir 84 años, responde a nuestras preguntas.
Usted tiene una gran experiencia en el seno de la ONU. En su opinión, más de 70 años después de su creación, ¿cuál es el balance? ¿Sigue la ONU siendo útil? ¿Todavía es posible reformarla?
Absolutamente sí. El multilateralismo que propugna es vital. Es evidente que la ONU se encuentra agónica y necesita urgentemente ser reformada. Ya no responde a los grandes desafíos de nuestros tiempos, carece de medios propios para poder detener los terribles conflictos que asolan el mundo.
Ante todo hay que reformar sus estructuras decisionales, hay que democratizar el Consejo de Seguridad y conseguir que los Estados trabajen por el interés colectivo más allá de sus propios intereses políticos o ideológicos. En 2005 Kofi Annan elaboró un informe con recomendaciones dirigidas a superar las fallas de la ONU. Aún son válidas, pero falta la voluntad y el coraje que se necesitan para implementarlas.
Es inadmisible que un puñado de Estados privilegiados pueda decidir el destino del mundo en función de sus propios intereses políticos, económicos y geoestratégicos
Países claramente agresores se sientan como miembros en el Consejo de Seguridad de la ONU, supuesto garante de la paz y la seguridad internacionales. ¿Es posible dar al Consejo de Seguridad su verdadera función?
Precisamente, vemos las situaciones que las grandes potencias con derecho a veto siguen bloqueando: Siria, Palestina… y muchos otros conflictos. A día de hoy, este monopolio ejercido por los más poderosos no tiene justificación posible. Debe establecerse un nuevo equilibrio de poderes, distinto al impuesto por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Ha llegado el momento de que el Consejo de Seguridad se abra al resto de países. La paz y la seguridad internacionales pasan por que su garantía sea efectivamente una responsabilidad colectiva. Es inadmisible que un puñado de Estados privilegiados pueda decidir el destino del mundo en función de sus propios intereses políticos, económicos y geoestratégicos.
Como miembro del Comité Consultivo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, ¿cuál es el balance en materia de derechos humanos de la Unión Europea en estos años de crisis, aumento de la extrema derecha, cierre de fronteras...? ¿Nos dirigimos hacia el abismo?
En efecto, la UE, al traicionar sus propios valores fundacionales, está cavando su propia tumba. La Europa de hoy no es más que un mercado, el terreno donde juegan las multinacionales. Una institución que busca maximizar sus beneficios mientras cierra los ojos ante las políticas antimigratorias ignominiosas practicadas por algunos de sus Estados miembros: Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia. Esta progresiva deshumanización amenaza con enterrar la formidable herencia de la civilización europea.
Usted también ha sido relator especial de las Naciones Unidas por el derecho a la alimentación. A menudo se nos presenta el hambre en el mundo como una fatalidad, pero usted es claro: cada muerte por hambre es un crimen. ¿Cuáles son los mecanismos de este crimen y quiénes son los responsables?
Sí, repetiré esta frase las veces que haga falta. Cada cinco segundos muere un niño menor de diez años a causa del hambre. El noma es una enfermedad terrible que gangrena la cara de los pequeños malnutridos. No obstante, según la FAO [Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura], hay recursos para nutrir sobradamente a más del doble de la población mundial. Esto es absurdo. Otro ejemplo. En marzo de 2017, el Programa Mundial de Alimentos tan solo logró recaudar 270 millones de los 4.000 millones de euros que reclamaba para paliar el hambre en los países asolados por la guerra en África. Mientras, los Estados occidentales siguen vendiendo armas a los gobiernos de esos mismos países para que masacren a su propia población. ¿No es aberrante? Son la hipocresía, la desidia y la inacción de Occidente las responsables de esta masacre.
Hemos llegado a un punto en el que las oligarquías del capital financiero son más fuertes que los Estados más poderosos y ejercen una verdadera dictadura sobre el mundo
¿Cuáles son los mecanismos que permitirían poner fin a este crimen y por qué no se aplican?
Sería suficiente con la voluntad de introducir algunas reformas estructurales: prohibir la especulación bursátil sobre los alimentos de base, poner fin al dumping agrícola europeo sobre los mercados africanos, desendeudamiento total de los países más pobres a fin de que puedan invertir en la agricultura, etc.
Si, como explica, las multinacionales controlan más del 50% del PIB mundial y la oligarquía financiera concentra el poder económico y político, ¿cuál es el papel de los Estados? ¿Dónde queda la democracia?
Hemos llegado a un punto en el que las oligarquías del capital financiero son más fuertes que los Estados más poderosos y ejercen una verdadera dictadura sobre el mundo. La realidad es que vivimos en una democracia más bien simulada.
¿Cómo se usa la deuda como el principal instrumento de dominación de los países del sur? ¿Es un nuevo tipo de colonialismo?
Sí, a través de la deuda se implanta un sistema de dependencia económica y de clientelismo que perpetúa el sometimiento y la explotación de los países del Sur. Los países esclavizados por la deuda son incapaces de desarrollarse económica y socialmente de manera autónoma, no pueden disponer ni disfrutar de sus propias riquezas y recursos. También en el plano de las relaciones internacionales se convierten en marionetas de los Estados acreedores.
También en el seno de Europa vemos el impacto de la deuda, y vimos cómo Grecia, después del “no” de su pueblo, acabó por firmar el memorándum. ¿Es posible oponerse al pago de la deuda y desobedecer el orden de los mercados? En ese caso, ¿cómo hacerlo?
No es imposible, a través de la resistencia se crea una identidad, una conciencia colectiva sobre lo que es justo. Grecia mantuvo con dignidad una posición inquebrantable denunciando las consecuencias que las medidas regresivas exigidas por Bruselas tendrían sobre el bienestar de su población, especialmente sobre los más pobres. Fuera de la UE hay Estados que se han opuesto al pago de la deuda odiosa. En Ecuador, por ejemplo, una auditoría de la contraída por los anteriores gobiernos reveló en 2006 que la mayor parte de esta era ilegítima. El Gobierno de Correa se negó a pagar.
En España, el Partido Socialista y el Partido Popular modificaron en 2011 la Constitución para garantizar el pago de la deuda antes que los gastos sociales. ¿Cómo califica esta medida?
Totalmente inaceptable e incomprensible. Se sabía el impacto que dicha medida produciría en una población ya empobrecida por la crisis económica y especialmente en las clases más desfavorecidas. Resulta evidente que esta reforma fue contra el bien común.
Estamos en un momento crucial: o acabamos con el orden caníbal del mundo o bien este acaba con nosotros
En un informe de finales de 2016, usted defendía “leyes que pongan freno a las actividades predadoras de los fondos buitres”, y ponía como ejemplo las leyes belga y británica. ¿Cuál es el balance hoy?
Las actividades de los fondos buitre, que especulan con la deuda contraída por los países más pobres del mundo, son totalmente inmorales e inaceptables. Compran en el mercado secundario deuda pública a un precio irrisorio para luego reclamar al Estado la totalidad de la deuda contraída, más los intereses y los gastos procesales. Sus beneficios oscilan entre el 30-2000%.
El acoso a numerosos Estados africanos y latinoamericanos durante años fue ignorado hasta que llegó el caso argentino. El Gobierno Kirchner se negó a pagar las cantidades exorbitantes reclamadas por la deuda argentina emitida durante la crisis de 2001 y adquirida a un precio muy inferior. Los fondos buitre buscaron amparo en los tribunales estadounidenses y el caso llegó a la ONU. Pero con Macri en el poder, los poderes financieros consiguieron la rendición de Argentina, que capituló después de años de lucha. Macri pagó a los fondos buitre a costa de condenar a gran parte de su población a años de pobreza. Los fondos buitre ahora también buscan que la Corte Constitucional belga declare la nulidad de la ley que pone límites a las cantidades que pueden reclamarse a los países beneficiarios de la ayuda de cooperación al desarrollo belga. Actúan como depredadores. Invierten enormes cantidades de dinero en lobbies para forzar el cambio de las leyes y conseguir que los tribunales decidan a favor de sus intereses especulativos.
Usted dice que nacionalizar los bancos no es una cuestión ideológica... ¿Es una necesidad?
No es una proposición comunista o extremista, sino una necesidad. En Francia, en 1944 el general De Gaulle nacionalizó los bancos tras la liberación. Y De Gaulle, lo recuerdo, era católico, de derechas y oficial de carrera.
¿Cómo oponerse a lo que usted ha llamado “el orden caníbal del mundo” impuesto por el sistema capitalista global? ¿Aún hay esperanza, después de todo?
Estamos en un momento crucial: o acabamos con el orden caníbal del mundo o bien este acaba con nosotros. Yo soy optimista. Existe una nueva sociedad civil mundial, una miríada de movimientos sociales, de frentes de resistencia que se oponen a la violencia estructural que encarna el sistema capitalista. Creo que el despertar de las conciencias aún es posible. Y que está muy cerca.
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NO ES NINGUNA BANALIDAD QUE SE INCLUYA EL SALARIO SOCIAL EN LA CONSTITUCION ESPAÑOLA. DESAPARECERIAN LOS COMEDORES SOCIALES Y SE AUMENTARIA EL CONSUMO Y CONSIGUIENTEMENTE EL EMPLEO.
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Necesitamos una izquierda que nos libre de la UE. Un contenedor de movimientos sociales, alejado del contenedor de pijos que es el partido No Logro.