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Guerra en Ucrania
La guerra que se respira en Lviv
Lviv (Lwów en polaco o Leópolis en español) es la ciudad ucraniana que está recibiendo la mayor cantidad de refugiados que buscan cruzar a Polonia. Aquí se siente la guerra de una manera peculiar. Aunque buena parte de sus más de 700.000 habitantes está siguiendo sus rutinas normales y los comercios de esta ciudad con pasado polaco y austrohúngaro están abiertos, hay check points en algunos puntos de la ciudad y se pueden ver militares por toda la ciudad cargando en sus espaldas los fusiles AK47.
Todos los recintos militares tienen decenas de sacos de arena en sus puertas, como si en cualquier momento tuvieran que armar una trinchera y repeler el ataque enemigo. También se han cubierto algunos monumentos con esponjas y cartones, y en algunos vecindarios se realizan rondas nocturnas. Hay cócteles molotov en casi todos los edificios.
En Lviv se está montando un tipo de turismo de guerra para las decenas de periodistas que están llegando hasta este punto
A los visitantes se les informa de dónde están los refugios subterráneos en caso de que suenen las alarmas. Los que estamos alojados en el centro de la ciudad tendríamos que ir a una iglesia que en estos días ha cobrado protagonismo porque reúne las fotos de los soldados caídos en el frente de batalla. Kiev no informa de su número, Moscú dijo que fueron 2.800 a inicios de marzo. Hay una parte con propaganda plañidera en el inicio de este homenaje a los soldados hecha con pájaros de origami y fotos de niños que dicen que la guerra les ha arrebatado a sus padres. Al final del pasillo, sin embargo, se van acumulando fotos de soldados muertos sin mayor manipulación. Solo sus retratos, la mayoría con semblante serio, flores y velas.
Esta iglesia está en el recorrido que el centro internacional de medios sugiere hacer a los periodistas. La lista incluye una demostración de la elaboración de un cóctel mólotov en la terraza de la filmoteca. Eso hace pensar que, en paralelo a la guerra, que se libra lejos de allí, en Lviv se está montando un tipo de turismo de guerra para las decenas de periodistas que están llegando hasta este punto.
Pero dejando de lado esa ilusión de guerra que mucha prensa sigue con devoción, las alarmas siguen sonando en esta ciudad. La madrugada del viernes sonó la sirena que alertaba de un ataque aéreo porque la ciudad vecina de Lutsk fue bombardeada. Esto fue un cambio en la estrategia rusa y una afrenta para Europa, porque la guerra cada vez está más cerca de sus fronteras. Las autoridades ucranianas han confirmado los ataques a Lutsk, situada a 87 kilómetros de Polonia, y contra Ivano-Frankivsk, a 153 kilómetros de Rumanía. Los objetivos fueron fábricas, instalaciones militares y el aeródromo de Lutsk.
Además, la crisis humanitaria que se vive en Lviv es palpable en las estaciones de trenes, en los teatros convertidos en albergues, en las paradas de buses improvisadas donde están llegando autobuses que van directos hasta Varsovia o a otras ciudades europeas, pero solo se pueden subir quienes tienen 3.000 o 4.000 grivnas (entre 90 y 120 euros). La mayoría de personas trata de encontrar un espacio en los vehículos humanitarios que no cobran nada por recorrer los más de cien km que separan Lviv de Przemysl, la primera ciudad del lado polaco.
En el estadio de Lviv se ha habilitado un centro para que las personas más vulnerables puedan descansar antes de seguir su viaje hacia Europa. En este último sitio, la voluntaria Ivanna Herus, de 35 años, dice que ha llegado a hacer alguna jornada de 24 horas escuchado relatos de terror. A la pregunta de cuál es la historia más impactante que ha oído responde: “La historia más dolorosa para mi fue la de una mujer que estaba sacando todo lo que podía de su casa mientras esta se incendiaba”, cuenta y asegura que llegó desprovista de ropa de invierno. “Estas personas no saben nada de su futuro, mucha gente no tiene nada. Podrán ir a cualquier país de Europa, pero esa no será su casa”.