Guerra en Ucrania
Los países europeos tratan de remodelar el “plan Trump” para Ucrania mientras Rusia aumenta sus ataques
El plan de “paz a través de la fuerza” para terminar con la guerra de Ucrania, que comenzó en 2014 y se recrudeció en febrero de 2022 ha tomado forma en la última semana y la firma de un acuerdo puede ser inminente. Tanto, que el equipo del presidente ucraniano Volodimir Zelensky parece dispuesto a dar la foto a Trump en el simbólico “día de Acción de Gracias” estadounidense, que se celebra este jueves, 27 de noviembre. La incógnita no es tanto saber si Zelensky buscará esa fotografía, sino si Putin accederá a la firma, toda vez que del acuerdo presentado la semana pasada se han caído algunos puntos sustantivos.
Cerrar la carpeta Ucrania es uno de los puntos de la agenda de Donald Trump que, desde el comienzo de su mandato, se propuso dejar Ucrania como un asunto europeo para focalizarse en la pugna con China. A pesar del plan del magnate inmobiliario neoyorquino, la oposición a la idea inicial de 28 puntos mostrada entre bambalinas por los líderes de las potencias europeas ha obligado a EEUU a reformular la hoja de ruta, considerada, por los analistas internacionales, una concesión a Putin.
Las conversaciones, que tuvieron lugar en Ginebra durante el fin de semana, han reunido a Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU, con Zelensky. Desde la perspectiva de este último, aceptar un acuerdo se antoja como poco menos que una obligación. En octubre de este mismo año, Trump repitió un rapapolvo contra Zelensky que, aunque no tuvo la repercusión del show para TV de marzo, evidencia las presiones crecientes contra un líder al que el presidente estadounidense no sitúa en el mismo nivel jerárquico que a Vladimir Putin.
La cuestión de fondo atañe a múltiples partes pero, especialmente, al propio gabinete de Trump, en el que se encuentran representantes del llamado aislacionismo estadounidense, encabezados por el vicepresidente JD Vance, y otro sector, que lidera en este momento Rubio, más proclive a mantener la línea imperialista de intervención, continuista de la enarbolada por la Administración de Joe Biden.
La disonancia es elevada hasta el punto de que ayer, 25 de noviembre, mientras se seguía discutiendo sobre el contenido de las reuniones en Suiza, la agencia Reuters informaba de que el secretario del Ejército de EEUU, Daniel Driscoll, afín a Vance, había programado otra reunión con emisarios rusos y ucranianos en Abu Dabi. A última hora de la tarde, hora española, la Casa Blanca anunciaba que había “detalles delicados, pero no insalvables” que no permitían anunciar el entendimiento,
El primer acuerdo de 28 puntos ya ha sido modificado en partes esenciales durante las reuniones en Ginebra. Pero, en esos cambios, favorecidos por los países europeos, está el posible descarrilamiento del acuerdo, dado que Vladimir Putin podría rechazar lo que a priori estaba destinado para seducirle e integrarle de nuevo en el circuito económico y político global.
El presidente ucraniano no se puede permitir ser quien se levante de la mesa de negociación; por tanto, la cuestión estriba en saber si las modificaciones que pretenden introducir sus principales baluartes (Alemania, Francia, Reino Unido y los halcones de la Comisión Europea) convencerán a Putin de que no hay acuerdo posible.
El canciller alemán, Friedrich Merz, ha sido uno de los líderes europeos que han rechazado más o menos abiertamente el plan. En declaraciones recogidas tras la cumbre del G20 de Sudáfrica, Merz explicó: “Hablé con el presidente Trump (...) Le dije que podíamos estar de acuerdo en algunos puntos, pero que había otros en los que no, y le dije que coincidíamos plenamente con Ucrania y que la soberanía de este país no debía verse comprometida (...) Creo que no es posible acordar los 28 puntos”.
Fabien Mandon, jefe del Estado mayor francés, alertó el 18 de noviembre de que Rusia planea una confrontación contra los países europeos en 2030
Este martes ha tenido lugar una nueva reunión de la llamada “coalición de los dispuestos”, en la que se han reafirmado los principios anteriores sobre el necesario respeto de la soberanía ucraniana sobre todo el territorio que está nominalmente bajo su bandera y las garantías de seguridad para tratar como un ataque a la “comunidad transatlántica” cualquier agresión a Ucrania después de firmado el acuerdo.
No obstante, como señalaba Axiosen la tarde del 25 de noviembre, el propio equipo de Zelensky es proclive a aceptar concesiones territoriales, así como a pasar pantalla, por el momento, en el asunto de la integración en la OTAN. Un titular del medio Politico, del grupo prosionista Axel Springer, situaba el marco de la cuestión: “La sombría decisión de Zelensky: aceptar el acuerdo de paz de Trump o confiar en sus inestables amigos europeos”.
Putin quiere algo que haga pasar por una victoria; Zelensky no tiene ninguna opción buena, y en Europa siguen sonando tambores de guerra. Tanto que uno de los dispuestos, Emmanuel Macron, anunció ayer los trámites para la vuelta del servicio militar obligatorio en Francia. Fabien Mandon, jefe del Estado mayor francés, alertó el 18 de noviembre de que Rusia planea una confrontación contra los países europeos en 2030.
Avances bajo ataques a Kiev
La jornada del 25 de noviembre ha estado marcada por los discretos avances en las conversaciones; más discretos después de cada intervención de los líderes europeos, y por una implacable campaña de ataques llevada a cabo por Rusia, ansiosa de que el acuerdo siga las directrices establecidas por Washington DC y no sea tuneado por los países de la Unión Europea.
En la madrugada del lunes 24 al martes 25 de noviembre, Rusia atacó Kiev con misiles y drones, y acabó con la vida de, al menos, siete personas. Se trata del ataque más cruento contra población civil desde que, la semana pasada, un bombardeo en Ternópil dejara 39 víctimas mortales.
El plan estadounidense recoge que Ucrania tendrá que acomodar en su Constitución una renuncia explícita al ingreso en la OTAN
El plan de Moscú es meridiano. Se trata de hacer ver que domina la situación en el frente y de disuadir a Zelensky de que haga valer el apoyo de la Unión Europea frente a los deseos de Trump de terminar una guerra que, en el frente interno, puede servir para acallar los escándalos del caso Epstein. Según informa el blog especializadoSlavyangrad, los medios ucranianos ya han avanzado que Estados Unidos ha advertido a Ucrania de la posibilidad de perder todo el Donbass en los próximos doce meses.
Lo que está encima de la mesa es una amenaza por parte de la Casa Blanca de recortar el apoyo en inteligencia y el suministro de armas a Ucrania en caso de que no se acuerde el plan de paz. Por esa razón, Zelensky se ha mostrado, al menos en público, conforme con el plan actualmente en discusión, que considera que tiene “muchos de los elementos correctos”.
El plan presentado por Trump
Después de varios meses de inconcreciones, el plan de 28 puntos presentado por EEUU permite esbozar el escenario post bélico preferido por Trump y Vance y las disonancias que introduce la Unión Europea en su papel autoasignado de protector de Ucrania. Los aspectos subrayados de discusión tienen que ver con las constantes del conflicto. Por supuesto, la línea de demarcación territorial es una de las claves; otra significativa es la posible adhesión de Ucrania a la Alianza Atlántica (OTAN) y, en tercer lugar, están asuntos de la entrada en vigor del alto el fuego o el posible levantamiento de las sanciones —ya van 19 paquetes— impuestas por la UE.
En lo que sí coinciden las versiones europeas y estadounidense es en que Ucrania es elegible para formar parte de la Unión Europea
El punto 21 del acuerdo inicial estadounidense es el que trata sobre la cesión territorial en el plan divulgado la semana pasada. Este establece que Crimea, Lugansk y Donetsk —desde 2014 controladas en su mayor parte por Rusia— serán reconocidas como rusas de facto, también por los Estados Unidos. En el caso de Kherson y Zaporiyia, se congelaría el frente tal y como esté en el momento de la firma del acuerdo. Fuera de esos cinco territorios, Rusia se vería obligada a la retirada de sus tropas del territorio ucraniano. Los informes desde Ginebra indican que esta serie de cesiones territoriales han sido modificadas, pero no se explicita si se trata de un retoque del mapa o si, como pretenden los países europeos, no se tratará de ninguna cesión en el documento final.
La contrapropuesta europea, a priori con el beneplácito de Kiev, y elaborada por Reino Unido, Alemania y Francia, han trascendido en dos versiones distintas, publicadas en las últimas 48 horas por The Telegraph y por Reuters. Aunque esos dos documentos se diferencian en algunos puntos sustanciales, diferencias que se pueden cotejar en un artículo de Le Grand Continent, ambos coinciden en que no se hablará de territorios hasta la entrada en vigor del alto el fuego.
Otra cuestión fundamental desde el inicio de la guerra como es la ampliación de la OTAN, a la que Zelensky ha optado desde su presidencia, quedaría zanjada definitivamente con el plan estadounidense, que recoge que Ucrania tendrá que acomodar en su Constitución una renuncia explícita al ingreso en la Alianza y que la propia OTAN introducirá en sus estatutos una disposición que estipule que Ucrania no será admitida como miembro en el futuro. Ese es otro de los puntos fundamentales para Putin que las potencias europeas no quieren incluir.
En lo que sí coinciden las versiones europeas y estadounidense es en que Ucrania es elegible para formar parte de la Unión Europea. Hay, sin embargo, discrepancias en torno a la democracia en el interior del país. Mientras Estados Unidos apuesta por una convocatoria de elecciones en los doce meses posteriores a la implementación del acuerdo, los países europeos no ponen fecha para esos comicios.
Zelensky ha defendido que las elecciones se celebrarán cuando no rija la ley marcial y la convocatoria prevista para la primavera de 2024 pasó sin fecha de sustitución en el calendario. Una de las cuestiones que suena como música de fondo de las discusiones es un caso de corrupción que salpica al entorno del presidente ucraniano. El 10 de noviembre, la Oficina Nacional Anticorrupción y la Fiscalía Especial Anticorrupción destapaba un caso de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito en torno a la empresa estratégica Energoatom, empresa nuclear estatal.
En cualquier caso, la discrepancia de fondo estriba en la futura neutralidad de Ucrania; si es impuesta, como pretende EEUU o puede ser revisada. Ninguna de las potencias, no obstante, contempla que Ucrania pueda acceder a armamento nuclear. En el caso de la energía militar civil, el acuerdo estadounidense establece que la central de Zaporiyia será dirigida por la Agencia Internacional de la Energía y la producción se repartirá entre Rusia y Ucrania.
La permanencia o no de tropas de la OTAN en Ucrania como “garantía de seguridad” de Ucrania contra probables rupturas del alto el fuego o ante una eventual reapertura del conflicto por parte de Rusia es otro de los puntos calientes del posible acuerdo.
“Estamos cerca”, fueron las palabras de Trump en la tarde del 25 de noviembre. De llegar, el acuerdo se habrá alcanzado después de que Putin haya rechazado todos los llamamientos al alto el fuego de su colega estadounidense y de que la UE, con el beneplácito de Biden, instase a combatir a Ucrania por la soberanía de todo su territorio en los primeros compases de la segunda fase de la guerra. Aunque las cifras son poco claras,The Wall Street Journalestimó hace ya un año que 280.000 combatientes (200.000 rusos y 80.000 ucranianos) han muerto en Ucrania desde el 24 de febrero de 2022.
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