Urbanismo
En contra de la ciudad inteligente (II)

Las empresas detrás de las ciudades inteligentes: ¿Propaganda o control?
Drew Dizzy Graham

Es un escritor y experto en urbanismo estadounidense. Ha pasado los últimos veinticinco años explorando la intersección entre tecnología, diseño y cultura, con un énfasis especial en la computación ubicua.

Fue seleccionado en el año 2013 como Senior Urban Fellow en el centro LSE Cities de la London School of Economics y anteriormente impartió clases en el Programa de Telecomunicaciones Interactivas de la Universidad de Nueva York y en el programa de Diseño Urbano de Bartlett University College London.
Entre sus obras destacan Everyware: The Dawning Age of Ubiquitous Computing, Urban Computing and Its Discontents, y los superventas Against the Smart City y Radical Technologies: The Design of Everyday Life.

6 may 2024 04:00

En octubre de 2022 lanzamos nuestra primera convocatoria de Lovework , una oportunidad única para que autores o colectivos nos propusieran un texto para que fuera traducido, publicado online y difundido en otra comunidad lingüística. Como cooperativa orientada al procomún, uno de nuestros pilares es la creación activa de un común interlingüístico mediante la selección de textos que traducimos pro bono y que publicamos bajo una licencia libre en nuestro blog, compartiendo así ideas inspiradoras y significativas allende las fronteras lingüísticas. Esto es precisamente lo que llamamos lovework; literalmente, el trabajo que amamos.

Así fue como Adam Greenfield y su Against the Smart City llegó a nuestro buzón digital. Adam estaba sorprendido de la poca atención que había generado su libro (y también Radical Technologies ) en el mundo hispanohablante, ya que sí existían traducciones a otros idiomas, pero no a español. Echamos un vistazo y sin quererlo, nos zambullimos de cabeza en las ciudades inteligentes, la tecnología y la miríada de oportunidades y peligros que entrañan. Basta con rascar la superficie de internet para darse cuenta de que las smart cities o ciudades inteligentes ya no son algo del futuro, sino que están aquí, por todas partes, e incluso han llegado a permear el entramado gubernamental de nuestro país  e incluso a nivel europeo . «Sí, muy bien» - pensarás, «pero ¿qué es una ciudad inteligente?» Hemos dividido el primer capítulo de En contra de la ciudad inteligente en dos partes para facilitar la lectura. He aquí la segunda:

Al igual que las tecnologías implicadas, que son idénticas en todas las ciudades inteligentes (ya sea Masdar o Minneapolis[1]), la mayoría de las instituciones también se repiten en las dos versiones de la historia como fabricantes, vendedoras e integradoras de los sistemas correspondientes.

Las empresas más destacadas que participan en esta labor son IBM Corporation en  Armonk (Nueva York), Cisco Systems en San José, y Siemens AG, con sede en Múnich. Estas corporaciones internacionales actúan como «integradores de sistemas» o «integradores de soluciones», incorporando equipos y programas informáticos (hardware y software) a propuestas empresariales de alto nivel como la City Cockpit[2] de Siemens, el paquete de software Intelligent Operations Center[3] de IBM o los numerosos proyectos de «infraestructura digital inteligente» que Cisco comercializa bajo la categoría Smart+Connected Communities[4]. (A pesar de ser mucho más pequeño, incluyo a Living PlanIT[5] en este grupo porque su Urban Operating System[6] es prácticamente equiparable a las propuestas anteriores, y porque es uno de los proyectos principales que más defienden y autopromocionan el concepto de ciudad inteligente).

Detrás de todo esto existe un segundo nivel de actividad, ocupado por empresas como Samsung, Intel, Philips e Hitachi. Salvo contadas excepciones, al menos hasta la fecha, estos agentes no han propuesto ideas muy imaginativas a la hora de contextualizar su labor en este ámbito —y, desde luego, nada tan espectacular como los arrolladores vídeos conceptuales y elaboradas instalaciones interactivas creadas por sus socios más involucrados en el tema. Aun así, también han optado por encuadrar sus productos en el discurso establecido de la urbanidad inteligente, recurriendo a los mismos tropos para atraer la atención y empleando un lenguaje idéntico para explicar las supuestas ventajas de sus productos y servicios.

Si bien es posible identificar unos antecedentes intelectuales evidentes[7], todo apunta a que el concepto de ciudad inteligente en su forma contemporánea tiene su origen en estas empresas, y no en un grupo, institución o persona individual reconocida por sus aportaciones a la teoría o la práctica de la planificación urbana. Es decir, las empresas que enumeramos aquí son, en una proporción asombrosa, responsables de la creación tanto de los sistemas técnicos en los que se basa la ciudad inteligente como de la retórica que los integra en un mismo conjunto conceptual[8]. Aunque puede que esto no sea una circunstancia particularmente notable según los estándares vigentes en la industria, la profunda implicación de agentes comerciales a gran escala en la gestación de ideas sobre el diseño y el acondicionamiento de las ciudades sí que lo convierte en algo poco común en la historia del urbanismo. Es como si las obras fundacionales en el campo del urbanismo del siglo XX hubieran sido escritas de forma colectiva por United States Steel, General Motors, Otis Elevator Company y Bell Telephone[9] en lugar de Le Corbusier o Jane Jacobs.

Si este tipo de retórica goza de atención y de credibilidad entre las personas a cargo de la toma de decisiones, el público en general y demás personas expuestas a ella, y si influye de alguna manera en la asignación de los escasos recursos presupuestarios —y los datos actuales sugieren que es así— es sumamente importante determinar qué es exactamente lo que se está diciendo. ¿Cómo definen estas empresas la ciudad inteligente? ¿Y cuál es, exactamente, la naturaleza de la propuesta de valor que creen estar ofreciendo?

Jeremy Lanfranchi

De todas las empresas involucradas en este sector, IBM ha sido la más explícita (y la más dispuesta a invertir su propio capital) a la hora de comunicar su planteamiento de ciudad inteligente al público general. A partir de mediados de 2009 apareció una serie de carteles publicitarios llamativos[10] en emplazamientos destacados de todo el mundo, en los que se afirmaba, entre otras cosas, que los sistemas de IBM «reducirían el tráfico en un 20 %», «prevendrían delitos antes de que se produjeran», y prometían «una seguridad pública más inteligente para un planeta más inteligente».

Si estos anuncios suscitaban tu interés, se te invitaba a descubrir más al respecto en la página web de IBM Smarter Cities. En esa página se podía leer una descripción general que definía la propuesta de IBM como un desarrollo localizado de tecnología que «sincroniza y analiza los avances entre sectores y organismos a medida que éstos se producen, otorgando a los administradores una información contrastada que les permite anticiparse a los problemas [y] gestionar el crecimiento y el desarrollo de una forma sostenible, que minimice las interferencias y contribuya a aumentar el bienestar de la gente»[11].

Siemens siempre ha estado asociada a la fabricación y el desarrollo de grandes sistemas de infraestructura a escala local (como centrales eléctricas, alumbrado público, vagones de metro, plantas depuradoras y otros sistemas con un número relativamente menor de clientes potenciales), por lo que no es de extrañar que su empeño por explicar la ciudad inteligente no haya estado tan dirigido al público en general. Sin embargo, en comparación con el pragmatismo básico de la definición de IBM, la propuesta de Siemens tiene un carácter desproporcionadamente grandioso y es que, de entre todas las grandes empresas integradoras de tecnología, es la que tiene las ambiciones más explícitas y de más largo alcance. Tal y como afirman, «dentro de varias décadas, las ciudades contarán con un sinfín de sistemas informáticos autónomos e inteligentes que conocerán a la perfección los hábitos y el consumo de energía de sus usuarios, ofreciendo un servicio inmejorable[12]». (La insinuación evidente es que la mayor parte de esos sistemas se diseñarán y desarrollarán en Múnich).

Al ser el fabricante de los routers por los que discurre la mayor parte[13] del tráfico mundial de Internet, Cisco Systems sacaría claramente provecho de la intensificación masiva del flujo global de bits en un planeta poblado por ciudades inteligentes. Desde su punto de vista, y a pesar de su falta de experiencia a dicha escala, existe una lógica muy convincente tras su defensa institucional del concepto: cuanto mayor sea el nivel de mediación de la vida urbana cotidiana a través de dispositivos y servicios en red, mayores serán sus beneficios. Por esa razón la descripción que hace Cisco de este ámbito es ecuménica e integral. Su unidad de negocio Smart+Connected Communities define una ciudad inteligente como aquella que presenta «una integración impecable de servicios públicos y privados, prestados a través de una infraestructura de red común a personas particulares, gobiernos y empresas»[14].

Existe una lógica muy convincente tras su defensa institucional del concepto: cuanto mayor sea el nivel de mediación de la vida urbana cotidiana a través de dispositivos y servicios en red, mayores serán sus beneficios.

De todas las que he encontrado, la definición de Cisco es la única que parece imaginar una infraestructura explícitamente abierta y compartida. Es más, describe a la mayoría de las partes implicadas, en lo que considero el orden correcto de precedencia. Es cierto que omite mencionar toda forma de expresión colectiva que no sea de carácter comercial o gubernamental y, lo que es más preocupante, también suprime la importantísima distinción entre la prestación de servicios pública y privada. Y aun así, al contrario que el resto de las empresas integradoras, el panorama que describe se asemeja más a las ciudades heterogéneas y multifacéticas que conozco.

El planteamiento de Cisco sugiere, cuanto menos, una visión más atractiva de la vida urbana que la que ofrece la iniciativa más modesta y joven de todas las que he analizado: Living PlanIT, con sede en New Hampshire y concebida deliberadamente para forjar «el eslabón perdido entre los sectores inmobiliario y tecnológico[15]». (Si bien esta afirmación es algo menos apasionante que la retórica utópica propuesta por el resto de diseñadores de ciudades inteligentes, desde luego tiene el mérito de ser honesta). Living PlanIT presenta la ciudad inteligente como un lugar en el que «se mantiene de forma permanente una imagen completa del estado, el uso y el funcionamiento de los edificios», lo que permite «una optimización constante de la energía, los recursos, el medio ambiente y los sistemas de apoyo y comodidad para sus ocupantes»[16].

Este discurso es interesante por su enfoque ceñido a los sistemas de edificios y equipamientos. La principal innovación en este caso es la integración de todos los edificios en un entramado que gestiona los flujos de toda la ciudad. Sin embargo, aún está por ver cómo Living PlanIT pretende conseguir esto a gran escala —por no mencionar la cuestión de cómo salvar la distancia entre esta visión, relativamente conservadora, y las pretensiones plasmadas en el modelo de PlanIT Valley.

Aproximadamente doce años después de la inauguración de New Songdo, su particular visión sigue siendo ejemplo ineludible en cualquier conversación sobre urbanismo tecnológico. Pese a un repertorio sobradamente documentado de tropiezos, vacilaciones y fallos de ejecución, la retórica de la ciudad inteligente conserva en cierto modo un extraordinario nivel de credibilidad. Hoy en día el concepto sigue suscitando un interés envidiable en la prensa generalista y ocupa un lugar destacado en los programas de gobiernos locales y grupos urbanísticos de todo el mundo. Además, según parece, constituye un argumento empresarial lo bastante convincente como para seducir a un participante de la talla de Microsoft (el mastodonte de Redmond proclamó en julio de 2013[17] el lanzamiento de CityNext, su proyecto de emprendimiento en este ámbito).

A pesar de todo este torbellino de acontecimientos, el corpus de ideas subyacente sigue acusando una preocupante falta de concreción. Cualquiera que se esfuerce por entender lo que la ciudad inteligente presagia (ya sea por un interés abstracto o de manera particular, en la medida en que afecta a su propia comunidad) no tiene mucho en lo que ahondar, ya que tan solo puede acudir a los comunicados de prensa autocomplacientes, los artículos aduladores en blogs y los reportajes superficiales que siempre parecen acompañar al fenómeno.

Marc-Olivier Jodoin

Ante esto, en otoño de 2011 comencé a leer detenidamente todo el material, en cualquier formato posible, que los principales defensores de las ciudades inteligentes utilizaban para convencer a sus clientes potenciales, al público en general y a otras partes interesadas. Este material incluía publicidad, páginas web, vídeos promocionales y ejemplares de muestra, documentos en PDF y folletos impresos dirigidos sobre todo a socios institucionales, documentación de empresas promotoras y el tipo de material de marketing barato que te llevas como por atracción electrostática cuando acudes a una feria o a un evento similar.

He examinado entrevistas y otros comunicados públicos de cargos ejecutivos de las empresas implicadas, he analizado informes emitidos por consultorías que analizaban los modelos de negocios a favor de las ciudades inteligentes y he escudriñado las propuestas de normas técnicas anunciadas por consorcios del sector. Me abrí paso a través de presentaciones interactivas, escuché en silencio varias llamadas en conferencia, envié correos electrónicos a representantes de ventas y solicité fichas técnicas. Mi objetivo durante todo este proceso era alcanzar una comprensión de la ciudad inteligente más detallada que la que existe en la actualidad, y para ello tenía que diseccionar las diversas propuestas, entender mejor los principios y filosofías subyacentes y dilucidar el modelo de ciudad y de funcionamiento que entrañan.

Al final de esta investigación pude captar una idea aproximada de la ciudad del siglo XXI que las empresas embarcadas en esta curiosa aventura imaginan: cómo creen que funciona, qué aspectos consideran importantes y, más sutilmente, el hecho de que la conciben como una unidad, como una singularidad en lugar de como una pluralidad. Me gustaría compartir aquí mis impresiones sobre esta peculiar iniciativa, con la esperanza de que os resulten esclarecedoras.

Quizás objetéis que estoy siendo tediosamente literal o deliberadamente obtuso en todo lo que viene a continuación. Tal vez os parezca que no tiene sentido analizar a fondo algo que, a fin de cuentas, no es más que material promocional, o que no es justo suponer que las empresas quieren decir exactamente lo que dicen cuando lanzan este tipo de contenido al mundo. Es posible que creáis que he interpretado estas declaraciones de forma tendenciosa e incluso hostil, pero considero que tenemos que responsabilizarnos del lenguaje que elegimos para describir y comentar el trabajo que hacemos, y que es el lenguaje el que, con demasiada frecuencia, enmascara las premisas que conferimos a una tarea determinada. Este imperativo se aplica tanto a quienes desarrollan tecnología urbana como a cualquier otra persona. Si el término «lugar» encaja realmente con la bella definición del geógrafo Yi-Fu Tuan (que lo describe como «un campo de cuidados»)[18], entonces no cabe duda de que el lenguaje que utilizamos para construir nuestros lugares es importante. Así pues, no veo ninguna razón para no guiarme por las palabras de los arquitectos y quienes defienden la ciudad inteligente, y esto es lo que nos ofrecen.

Nos guste o no, en la actualidad parece probable que nuestras ciudades se vean cada vez más involucradas en las técnicas de conciencia y respuesta de red. Nuestros entornos urbanos se transformarán cada vez más en lo que los geógrafos Rob Kitchin y Martin Dodge denominan «código/espacio»[19], es decir, unos lugares cuyas oportunidades se activan mediante el funcionamiento misterioso de sistemas informáticos, hasta el punto de que son incapaces de funcionar según lo previsto en caso de que dichos sistemas fallen. Y si esta transformación va a estar, en cierto sentido, condicionada por la retórica de la ciudad inteligente, será mejor que nos familiaricemos más a fondo con todo lo que esto implica.

Así que ¿qué tipo de lugar es la ciudad inteligente?


NOTAS

[1]     Alexander, Steve. «IBM wants Minneapolis to become a 'smarter city'» [IBM quiere que Minneapolis se convierta en una «ciudad más inteligente»], Minneapolis Star Tribune, 6 de junio de 2011.

[2]     Siemens Corporation. «Collective Intelligence: City Cockpit, Real-Time Government», [Inteligencia Colectiva: City Cockpit, gobernanza en tiempo real], primavera de 2011.

[3]     IBM Corporation. «Intelligent Operations Center» [Centro de operaciones inteligente], 6 de marzo de 2012.

[4]     Cisco Systems. «Cisco and Lake Nona Unite to Create First U.S. Iconic Smart+Connected Community in Orlando, Florida» [Cisco y Lake Nona se unen para crear la primera comunidad icónica Smart+Connected en Orlando, Florida], 24 de octubre de 2012. Véase también VentureBeat. «Cisco helps build first U.S. 'Smart+Connected' city of the future in Lake Nona, Florida» [Cisco ayuda a construir la primera ciudad «Smart+Connected» del futuro en Lake Nona, Florida], 23 de octubre de 2012.

[5]     En mi opinión, el hecho de que no sólo hayan jugado con la escritura de su nombre sino que lo hayan encontrado en un juego de palabras dice todo lo que hay que saber sobre este asunto.

[6]     Living PlanIT. «Urban Operating System: Overview» [Urban Operating System, una visión general]

[7]     En la prehistoria de la ciudad inteligente pueden identificarse al menos dos tendencias o corrientes intelectuales distintas: por un lado, la idea de un entorno instrumentado capaz de responder en tiempo real a las necesidades de su población, y por otro, el uso de datos empíricos para determinar la asignación planificada de los recursos públicos. Asocio la primera a los proyectos de Cedric Price y Archigram en el Reino Unido a principios de los años sesenta, mientras que la segunda encontró su máxima expresión histórica en el trabajo de Stafford Beer en el Chile de Allende y el NYC-RAND Institute de Nueva York de los años setenta. (Véase la sección 4). Ya en la década de los cincuenta se produjeron unos avances paralelos fascinantes en la Unión Soviética, pero apenas se supo de ellos en Occidente hasta hace muy poco. Wilken, Rowan. «Calculated Uncertainty: Computers, Chance Encounters, and 'Community' in the Work of Cedric Price» [Incertidumbre calculada: Ordenadores, encuentros fortuitos y «comunidad» en la obra de Cedric Price], Transformations número 14, marzo de 2007; Archigram Archival Project. EXP, Centro de Investigación para la Práctica Experimental de la Universidad de Westminster, en curso; y Spufford, Francis. Red Plenty, Faber and Faber, Londres, 2011.

[8]     Cuando han surgido planes comparables fuera de la industria, estos han provenido casi exclusivamente de facultades académicas de ingeniería y tecnología, y no de la planificación urbana, políticas públicas u otras disciplinas dedicadas a los estudios metropolitanos. Por ejemplo, véase Mostashari, Ali, Friedrich Arnold, Mo Mansouri y Matthias Finger. «Cognitive cities and intelligent urban governance» [Ciudades cognitivas y gobernanza urbana inteligente], Network Industries, Volumen trimestral 13, número 3, 2011.

[9]     Como es lógico, los intereses comerciales siempre han promovido unos modelos de vida urbana favorables a sus fines, como el famoso Futurama de General Motors en la Feria Mundial de 1939. La participación de General Motors, Standard Oil de California, Mack Trucks, Firestone Tire Company y Phillips Petroleum en la creación de un urbanismo estadounidense supeditado al automóvil cuenta con abundante documentación. Véase el excelente resumen en Wikipedia.

[10]   Véase Office. «IBM: Designing a Smarter Planet» [IBM: Diseñando un planeta más inteligente].

[11]   IBM Corporation, «Welcome to the Smarter City» [Os damos la bienvenida a la ciudad más inteligente]

[12]   Siemens Corporation. Página web: «Sustainable Buildings - Networked Technologies: Smart Homes and Cities», [Edificios sostenibles - Tecnologías en red: Hogares y ciudades inteligentes, otoño de 2008.

[13]   International Data Corporation. «Worldwide Quarterly Enterprise Networks Tracker: Top Five Worldwide Layer 2/3 Ethernet Switch Vendors» [Análisis trimestral de redes empresariales a nivel mundial: Los cinco principales proveedores mundiales de conmutadores Ethernet de capa 2/3], 23 de agosto de 2012.

[14]   Cisco Systems. Página web: «Smart+Connected Communities» [Comunidades inteligentes y conectadas]

[15]   Living PlanIT. Comunicado de prensa: «Living PlanIT's CEO Steve Lewis selected by the World Economic Forum as a Technology Pioneer 2012» [Steve Lewis, CEO de Living PlanIT, elegido por el Foro Económico Mundial como Pionero Tecnológico 2012]

[16]   Living PlanIT. «Living PlanIT at Cisco C-Scape» [Living PlanIT en el Cisco C-Scape], primera versión, julio de 2011.

[17]   Mlot, Stephanie. «Microsoft CityNext Aims To Build 'Smart Cities'» [La CityNext de Microsoft pretende construir «ciudades inteligentes»], PC Magazine, 11 de julio de 2013.

[18]   Tuan, Yi-Fu. «Space and Place: The Perspective of Experience», [Espacio y lugar: La perspectiva de la experiencia], University of Minnesota Press, Minneapolis, 1977.

[19]   Kitchin, Rob y Martin Dodge. «Code/Space» [Código/Espacio], The MIT Press, Cambridge MA, 2011.



Arquivado en: Tecnología Urbanismo
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