Hemeroteca Diagonal
Kosova y el derecho de los Estados

Kosova declaraba su independencia el 17 de febrero. La bienvenida dada al nuevo país por EE UU y diversos países de la UE evidenciaba una vez más el doble rasero a la hora de reconocer el derecho a la autodeterminación.
Hemeroteca Diagonal
6 mar 2008 14:08

Salta a la vista que la independencia de Kosova ha suscitado entre nuestros expertos políticos una manifiesta hostilidad. No deja de ser sorprendente que a esas gentes poco les importe, sin embargo, y pese a las apariencias, lo que sucede en ese pequeño país del interior de los Balcanes. Porque en los hechos su única preocupación parece ser el efecto que un reconocimiento de la independencia kosovar tenga en el maltrecho debate nacional que acosa al Estado español.

En ese magma, que no es sino el de una miserable discusión, despunta por doquier un teledirigido argumento: el de que, a la hora de encarar eventuales derechos de autodeterminación y secesión, hay que respetar escrupulosamente lo que dicen las leyes de los Estados, de tal suerte que si, como sucede en casi todos los lugares, esas leyes rechazan tales derechos se impone acatar sin más semejante opción. Poco relieve se le concede entonces a todos los demás datos que se supone nos deberían atraer a la hora de evaluar la condición de un conflicto y su posible resolución. Si no ha lugar a preguntarse desde cuándo el territorio o la población objeto de litigio forman parte del Estado en cuestión, tampoco interesa saber si los ciudadanos afectados –o sus antepasados– fueron consultados al respecto. Pueden obviarse, por lo demás, los avatares recientes del conflicto, como puede eludirse lo que a algunos nos parece importantísimo: el hecho de que casi todos los Estados que conocemos han surgido de forma violenta e impositiva.

Conviene que planteemos de forma cruda alguna de las secuelas de semejantes omisiones, y que por una vez lo hagamos obviando el escenario kosovar (y con él las numerosas tramas de intereses que lo acompañan). Imaginemos un caso que, por desgracia, nada tiene de extremo: el de que un gobierno dictatorial decida acometer un genocidio en toda regla contra la población de una parte del territorio del Estado correspondiente. Si el único criterio que manejamos, o al menos el principal, a la hora de encarar un escenario como el mencionado es el que nace de lo que rezan las leyes de ese Estado, parecerá servida la conclusión de que, como quiera que lo suyo es que esas leyes corten de sajo cualquier horizonte de autodeterminación y secesión, a las víctimas del genocidio en cuestión no les quedará otro remedio que acatar su vinculación, de por vida, a la entidad estatal cuyo gobierno hizo lo que hizo. Mal que bien esto es lo que ocurre en estas horas –por rescatar un ejemplo entre muchos– en Chechenia, un país incorporado manu militari, luego de 80 años de operaciones de conquista, al imperio ruso, privado de un derecho a la autodeterminación que los dirigentes bolcheviques se comprometieron a reconocer antes de 1922, sometido a la deportación del grueso de sus habitantes en 1944 y víctima de dos sangrientas guerras asestadas, en los últimos tiempos, por el imperio del norte. ¿Es de recibo que personas sensatas afirmen sin sonrojo que hay que aceptar que Chechenia tiene por fuerza que formar parte de Rusia porque así lo dicen las normas legales de esta última?

Autodeterminación

Vaya, con todo, un segundo ejemplo que da cuenta de una situación dramática que, al menos en lo que hace a lo que ahora tenemos entre manos, se antoja muy relevante: el del reconocimiento de un Estado palestino. Uno tiene derecho a preguntarse en virtud de qué extraño razonamiento ha de ser Israel el que determine si ese Estado debe cobrar cuerpo o no. Pues bien, la razón de fondo remite a esta discusión que ahora nos convoca. Como quiera que Israel ocupa —sabido es que ilegalmente, conforme a lo que rezan las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas— los territorios que deberían servir de asiento a ese Estado palestino, de la decisión de los gobernantes israelíes depende que el reconocimiento correspondiente sea o no una realidad.

Obsérvese lo que hay por detrás: el designio de acatar que es la legislación interna de un Estado la que debe dar alas —o por el contrario cerrar el camino— a una eventual independencia permite, ni más ni menos, que Israel, ocupante ilegal de territorios en los que violenta de manera sistemática los derechos más básicos, tenga en su poder una plena capacidad de decisión sobre el destino de sus víctimas. Seamos claros en nuestra conclusión: el principio que ahora es objeto de nuestra atención, y que blanden la abrumadora mayoría de nuestros todólogos, obedece al designio de poner el cerrojo a cualquier perspectiva de secesión. Ello es así, claro, porque resulta raro, rarísimo, que un Estado reconozca el derecho de autodeterminación de los territorios o las poblaciones que lo integran. Limitémonos a señalar que, hasta donde llega nuestra sabiduría, ese reconocimiento sólo se hizo valer, con evidente carga retórica, y en el pasado, en los casos de la Unión Soviética, de Checoslovaquia y de Yugoslavia, y sólo se manifiesta hoy con razonable claridad en Canadá.

Reflexionemos un momento sobre lo que en los hechos se nos está diciendo, las más de las veces con meridiana y obscena claridad: aun en el caso de que una mayoría de catalanes, gallegos o vascos declare con firmeza su deseo de abandonar el Estado español, a esos díscolos ciudadanos no les quedará otro remedio que permanecer de por vida dentro de aquél. Al respecto, por cierto, y tras olvidar que no consta que a los habitantes de Cataluña, de Galicia o de Euskadi —o de cualquier otro lugar— se les haya preguntado en momento alguno si deseaban vivir en España, se invoca con desparpajo que la decisión en lo que se refiere a estas cuestiones habrá de recaer, en el mejor de los casos, sobre el conjunto de la población española, que podrá aplicar al efecto su rodillo uniformizador. Entiendo que muchas gentes defiendan eso. Lo que me cuesta más trabajo aceptar es que semejante opción tenga, hablando en propiedad, algo que ver con la democracia.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Albania
Albania Albania: más de 30 años de democracia corrompida
El Partido Socialista de Edi Rama se mantiene en el poder gracias a un sistema de redes clientelistas y una desilusión que ha hecho que más de la mitad de la población se haya resignado.
Serbia
Serbia La multitudinaria manifestación contra el presidente Vučić termina en Belgrado con 22 personas arrestadas
Los organizadores dicen que ha acudido un millón de personas, mientras que las autoridades serbias calculan 100.000. La marcha ha sido la culminación de cuatro meses de protestas diarias contra la corrupción del gobierno serbio.
Balcanes
Balcanes Fake News, censura e injerencia extranjera: los Balcanes son especialmente vulnerables a la desinformación
Gobiernos como el serbio fomentan la difusión de bulos y el control de los medios. Y en toda la región son habituales las narrativas nacionalistas y una retórica antioccidental impulsada por agentes externos como Rusia.
Medio rural
Medio rural A esperanza da xestión colectiva fronte ao espolio: os comuneiros de Tameiga contra o Celta
Mentres varios proxectos industriais tentan privatizar e destruír os ecosistemas galegos, algúns grupos de veciños e veciñas organizadas fan oposición social construíndo alternativas comunitarias. Ás veces, tamén gañan ao xigante.
Ourense
Ourense Ourense organízase para loitar contra patrullas de extrema dereita nos barrios máis empobrecidos da cidade
A veciñanza e os movementos sociais responden ao discurso do medo promovido por Frente Obrero e sinalan a súa estratexia de criminalizar a pobreza e sementar odio en contextos de exclusión e abandono institucional.
O Salto medra contigo
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar Altri
Queremos investigar os responsables políticos e empresarias do que podería ser o maior atentado ambiental da historia recente de Galiza.
Medio ambiente
Medio ambiente Iberdrola proxecta un parque eólico que pon en risco un dos maiores xacementos fortificados de Galiza
A Xunta vén de declarar a utilidade pública para o parque eólico Castro Valente, a pesar de que a súa construción está suspendida cautelarmente polo Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.

Últimas

O Teleclube
O Teleclube 'O Teleclube' alucina no deserto con Óliver Laxe e 'Sirat'
Laxe leva o seu cuarto premio de Cannes, esta vez en competitición, polo seu novo filme que explosiona na gran pantalla.
A Catapulta
A Catapulta O tempo, o espazo e a poesía de Estíbaliz Espinosa
A poeta visita A Catapulta para conversar sobre o seu traballo e a súa traxectoria literaria

Recomendadas

Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.
Filosofía
Brais Arribas, filósofo “Non se trata de empoderar senón de disolver o poder”
Durante a conversa, o profesor reflexiona sobre a saúde da filosofía galega, o poshumanismo, as novas masculinidades ou a experiencia da pandemia.