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Hemeroteca Diagonal
“Querían llevarme al espacio exterior”
El año en que el gobierno yanki realizaba su primera prueba nuclear con una bomba H., Sun Ra fue enviado al planeta Tierra.
Cuenta la leyenda que Sun Ra –quien carecía de certificado legal de nacimiento– aterrizó en la Tierra un día señalado aunque impreciso, proveniente del espacio exterior. Algo debió fallar en los radares de la astronave que le trajo, porque en vez de caer en algún lugar a orillas del Nilo, como hubiese sido tal vez su deseo y su sino hacía indicar, fue a dar de bruces en el estado más racista del imperio Estados Unidos; “I never come back to Alabama”, se lamentaba por su vuelta de 1965 en un blues sobrecogedor J. B. Lenoire.
Cuando Sony cumplió ocho años la tumba de Tutankamón fue abierta en Luxor, un descubrimiento que le marcó de por vida
De esta forma obtuvo Sonny Blount (también conocido como Le Sony Ra) la nacionalidad estadounidense, para lo cual tuvo que responder cara a las autoridades al apelativo de Herman Poole Blount y admitir haber nacido (posiblemente en 1914) no en Saturno, su planeta de origen, sino en Birmingham (Alabama), no obstante apodada “The Magic City”.
Cuando Sony cumplió ocho años la tumba de Tutankamón fue abierta en Luxor, un descubrimiento que le marcó de por vida. Creció indagando en las noticias sobre egiptología que se publicaban, estudiando en las revistas las fotografías de las fastuosas tumbas. Al mismo tiempo que gastaba horas en museos y bibliotecas, frecuentando librerías donde suministraran material sobre egiptología y esoterismo, se echa de paso al bolso revistas sobre ciencia ficción y viajes interplanetarios. Lee sobre ancestrales ritos y mitos, sobre utopías que estima posibles gracias a los avances en las investigaciones espaciales. Doble interés por lo futuro y lo pretérito.
Él mismo aseguraba haber tenido una abducción en toda regla: unos simpáticos extraterrestres le recibieron una mañana sentados en su cama: “Querían llevarme consigo al espacio exterior. Buscaban a alguien con una mente como la mía”. Durante la década de los ‘40, Sonny Blount irá curtiéndose con una serie de trabajos como pianista de variedades, participando en espectáculos de baile y striptease, al tiempo que va dejando caer su nombre en algunas oscuras grabaciones de rythm’n’blues y doo-woop, capitaneando combos pintorescos que acompañan a vocalistas no menos extravagantes, de The Cosmic Rays a Jo Jo Adams o Yochanan, el “vocalista de la era espacial”. Durante ese periodo de rodaje por los clubs de Chicago, entre 1946-1947 Sonny Blount ocupó el banco del pianista en la orquesta de Fletcher Henderson.
La fundación del primer Space Trio puede fijarse en 1951-52 alrededor del núcleo formado por el propio Sun Ra al piano, el saxofonista barítono Pat Patrick y el baterista Robert Barry. John Gilmore, el prodigioso saxo tenor, se incorpora en 1954, lo mismo que James Spaulding y poco después el trombonista Julian Priester. El saxofonista alto Marshall Allen, actual sucesor de Sun Ra como director de una Arkestra que continúa tocando esporádicamente por todo el planeta, explotando el legado y una fama merecida, no se unió hasta 1958.
Al tiempo que se va produciendo la transmutación de una orquesta de swing en una auténtica ‘arkestra’ de ‘jass cósmico’, quien ya se hace llamar Sun Ra entra en relación con un personaje determinante, Alton Abraham, precoz lumbrera, un outsider como él. Interesados en esoterismo, egiptología y en exponer las conclusiones de sus ideas en fórmulas y aforismos luego publicados en panfletos y fanzines, conectaron tan de mil amores que Abraham se convirtió durante este periodo en el manager de la Sun Ra Arkestra, contratando actuaciones, sugiriendo músicos que podían incorporarse y piezas de repertorio idóneas para ser reinterpretadas por la banda a su exótica manera, adquiriendo equipos de grabación de saldo y confiado a la empresa saturnina.
Ambos fundarán El Saturno, sello discográfico independiente y autogestionado, absolutamente alejado de las pautas del mercado discográfico, en el que irán apareciendo durante cerca de 20 años los álbumes registrados por la Arkestra.
A través de sesiones maratonianas de improvisación colectiva, durante la década de los ‘60 la Arkestra eleva el vuelo a combinaciones más arriesgadas, alejándose de métricas y patrones al uso. Su sonido se vuelve selvático y torrencial; las piezas, liberadas de minutaje comercial, ven alargadas su duración conforme la improvisación va ganándole terreno a la composición; y si la partitura escrita es cada vez más corta, los desarrollos se vuelven más largos, misteriosos y exuberantes. En dos palabras, la Arkestra entra en sideral trance.
La propia imagen de la banda adquiere también por esta época su glamour característico. Reciclando el vestuario de una compañía de ópera, aparecen por primera vez tocando en directo vestidos con túnicas ad hoc para rituales mitológicos, ropajes y abalorios galácticos coronados por asteroides que parecían sacados de los efectos especiales de una película de ciencia ficción de serie Z. Una mezcla de orientalismo, moda egipcia y futurista: “El vestuario es música. Los colores despliegan sonidos musicales”.