Historia
Sudáfrica: a treinta años del proceso democrático

El año 1990 fue el origen del proceso de cambios que transformaron el país africano de una república oligárquica y racista en una república democrática plurinacional.

Winnie Mandela, Nelson Mandela y Joe Slovo,
Winnie Mandela, Nelson Mandela y Joe Slovo, dirigente comunista sudáfricano, y ministro de vivienda de Sudáfrica.
1 nov 2020 06:17

Este año de 2020 se cumplen treinta del origen del proceso de cambios político-institucionales en la República de Sudáfrica (RSA) que hicieron que el país pasase de ser una república oligárquica de sufragio censitario basado en la discriminación racial a una república democrática plurinacional, todo ello en un proceso de cuatro años lleno de escollos que más de una vez estuvieron a punto de hundirlo. Nos queda en la memoria colectiva la imagen de abril de 1994, de miles de personas negras en todos los colegios electorales haciendo fila para ir a votar por primera vez en su vida, pero hasta llegar a ese momento la transición sudafricana fue un auténtico vía crucis.

En 1989 el gobierno sudafricano era consciente de su derrota política. Ese mismo año, como consecuencia de la derrota militar frente a las tropas cubanas en la batalla de Cuito Cuanavale, en Angola, la RSA dejaba Namibia, antigua colonia alemana ocupada por los sudafricanos desde 1918, en manos de sus habitantes, de mayoría negra, que podían votar por primera vez y lo harían por el SWAPO, el partido-guerrilla de inspiración marxista. El ejército sudafricano, después de quince años de aventuras militares por todo el África austral, volvía a meterse dentro de las límites de su país, donde la situación no era mejor.

Los intentos del presidente Pieter Botha de ampliar la base social del apartheid con una nueva constitución habían quedado revolcados por las movilizaciones populares

El aparato represivo estaba intacto, dado que la capacidad de la guerrilla del MK no era suficiente como para plantear seriamente una derrota militar del régimen. Pero la economía estaba seriamente tocada, tanto por el efecto de las sanciones internacionales como por la constante parálisis de la producción causada por las huelgas y movilizaciones. El desgaste político era feroz. Los intentos del presidente Pieter Botha de ampliar la base social del apartheid con una nueva constitución que integrara a asiáticos y mestizos habían sido neutralizados por las inmensas movilizaciones populares de los años 83-87, y la alianza formada por las fuerzas políticas ANC (el nacionalismo africano) y el SACP (el Partido Comunista) junto a un frente social de masas como el UDF o un sindicalismo movilizador como la COSATU hacían de Sudáfrica un país casi ingobernable. La RSA era también diplomáticamente hablando un apestado internacional, y hasta británicos y norteamericanos empezaban a escaquear en sus siempre discretos apoyos. A punto de ganar la guerra fría a una URSS débil y desorientada, la Sudáfrica blanca ya no era el bastión anticomunista y rico en minerales estratégicos tan imprescindible que había que mantener.

Así las cosas, el cambio era inevitable, y vino propiciado por la casualidad. El presidente Pieter Botha sufría en 1989 algunos episodios de problemas cardiovasculares. Un sector de su partido, el Nacional, aprovechó esta coyuntura para apartarlo del cargo y poner en su lugar a Frederik De Klerk, mucho más abierto a negociar la voladura controlada del apartheid.

Manifestación contra el apartheid, Londres, 1969.
Manifestación contra el apartheid, Londres, 1969.


La operación, para la oligarquía blanca, estaba clara: salvar el sistema económico y el poder del gran capital a cambio de un nuevo sistema político más integrador que no lo cuestionara. El proceso que se dará a lo largo de cuatro años de negociaciones, con la bendición de las grandes potencias, es el de, de un lado, el bloque de la burguesía blanca, pertrechada en un aparato de estado intacto pero deslegitimado, y del otro, el bloque popular representado por el movimiento de liberación nacional anteriormente mencionado. En medio, jugando a no perder pequeños privilegios que aportaban cuarenta años de apartheid, una clase obrera blanca que ejercía el papel de mano de obra cualificada, una casta burocrático-militar recelosa a compartir el poder y unas élites africanas queriendo ejercer de clase media donde no era posible pero intentando conservar las migajas que les cedía el racismo institucional.

Cartel del régimen sudafricano indicando un área acotada a población blanca.
Cartel del régimen sudafricano indicando un área acotada a población blanca.


El origen del proceso lo marcó el anuncio en febrero de 1990 de la legalización de las organizaciones anti-apartheid prohibidas por décadas, como el ANC y el Partido Comunista, y la liberación de los presos políticos, incluyendo numerosos cuadros de alto nivel, como Nelson Mandela, así como la vuelta al país de los exiliaos. El gobierno sudafricano mostraba su voluntad de proceder a una negociación real con las organizaciones representativas de la mayoría negra del país, pero haciéndolo desde la legalidad vigente (“De la ley a la ley, a través de la ley”, como dijese Torcuato Fernández Miranda), aunque esa presumible posición de fuerza se reveló bien temprano como una espada de Damocles, ya que el gobierno de De Klerk estaba obligado a cerrar el proceso de cambios en una legislatura, puesto que que sería internacionalmente inasumible que las siguientes elecciones fuesen -otra vez- solo para blancos.

Los movimientos del ANC, magistralmente dirigido por Mandela, hicieron que cada vez que este pagaba un tributo de sangre a causa de las fuerzas desestabilizadoras, el gobierno De Klerk acabase haciendo concesiones

Así, en 1991, mientras el ANC seguía manteniendo la actividad armada de la MK y pedía que siguiesen las sanciones internacionales mientras no se desmantelase el apartheid, el gobierno empezaba a derogar leyes tanto del llamado “petty apartheid” (las segregacionistas de la vida cotidiana) como del grande (Ley de Áreas de Grupos, Ley de la Tierra), organizándose negociaciones que llevaron a la rúbrica en septiembre de un Acuerdo Nacional de Paz, suscrito por 31 organizaciones políticas, siendo entonces cuando la MK suspende la actividad armada, y llegando a noviembre de ese año con la formación de CODESA (Convención para una Sudáfrica Democrática), foro multipartidista que consensuaría el nuevo marco político-institucional.

El camino estuvo lleno de obstáculos, con grandes estallidos de violencia interétnica en la población negra, motivados tanto por el recelo de las viejas autoridades de los bantustanes (estados negros presuntamente soberanos dentro de la RSA) a perder el poder sobre su comunidades como por la competencia entre el Inkhata (nacionalistas zulús) y el ANC, así como las provocaciones de los sectores más bunkerizados del ministerio del Interior que querían provocar una estrategia de tensión que justificara una vuelta atrás en el proceso democratizador. Ahí brilló con especial fuerza la autoridad moral de Nelson Mandela, que sin renunciar a la lucha armada fue capaz de contener, mal que bien, a las masas del ANC para que no cayesen en las provocaciones.

Liberación de Nelson Mandela en 1990.
Liberación de Nelson Mandela en 1990.


En cambio, hubo parálisis, como en julio de 1992, cuando el ANC se retiró de las negociaciones en protesta por una de las muchas masacres de sus militantes a manos de Inkhata. Mandela dirigió entonces las movilizaciones de masas contra los bantustanes, haciendo caer una por una las autoridades de los mismos. O en abril de 1993, cuando terroristas de la ultraderecha blanca asesinaban a Chris Hani, secretario general del Partido Comunista.

En realidad, los movimientos del ANC, magistralmente dirigido por Mandela, hicieron que cada vez que este pagaba un tributo de sangre a causa de las fuerzas desestabilizadoras, el gobierno De Klerk acabase haciendo concesiones que no tenía pensado hacer, pero a las que se veía obligado para evitar que el proceso se viniese abajo. La incapacidad gubernamental tanto para mantener el orden público como para recular en el proceso hizo que acabase cediendo más de lo que la oligarquía hubiese querido. En noviembre de 1993 ya operaba una nueva Constitución provisional y una Administración Ejecutiva de Transición, que ejercía la labor gubernamental en sustitución del gabinete anterior. El apartheid estaba muerto.

Chris Hani, líder comunista, asesinado en 1993.
Chris Hani, líder comunista, asesinado en 1993.


En abril de 1994, con una participación del 87%, se celebraban las primeras elecciones democráticas, por sufragio universal, de la Historia sudafricana, y el ANC las ganaba con un 62% de los votos, haciendo de Nelson Mandela presidente de la RSA desde 1994 hasta 1999, sin presentarse a la reelección. Hasta pocas semanas antes de la votación siguió la violencia incontrolada de Inkhata, las maniobras de los últimos bantustanes por sobrevivir y los intentos del nacionalismo boer de armar un estado blanco en parte del territorio del país. De nada les sirvió. La victoria popular fue incontestable.

Se abrió entonces un nuevo proceso que era, acabado ya el apartheid político, el de acabar con el apartheid social y económico, que provoca que la riqueza sudafricana esté escandalosamente concentrada en manos de la minoría blanca. El contexto político de la época, el del mundo unipolar de los ’90, no favoreció precisamente la aplicación de políticas redistributivas audaces, aunque no fue solo esa la causa: las mieles del poder hicieron que el ANC y el SACP rebajasen mucho el espíritu transformador. En cambio, la RSA tiene hoy en día el sistema de protección social más generoso del continente, aunque todavía muy por debajo de unos estándares deseables. El permanentemente prometido giro a la izquierda del ANC nunca acaba de materializarse y el crédito político de la resistencia corre camino de agotarse, en un país donde la demografía va mucho más rápido que en la vieja Europa.

Hay quien dice que hay dos Mandela: el luchador revolucionario que duró hasta que salió de la cárcel en 1990, y el reformista traidor que ha duró hasta su muerte. Es una visión tan ridícula como falsa

Para concluir, cabe subrayar que el gran mérito de la transición sudafricana fue el del movimiento de liberación que, combinando negociación con lucha de masas, fue capaz de obligar a la oligarquía blanca a ceder mucho más de lo que estaba dispuesta en primer término, y lo hizo sin que el país entrase en caos. En 1994 estaban servidas casi todas las condiciones para que la RSA se fragmentara en miles de trozos, como una Somalia austral, y ese no pasó gracias a la fortaleza política del movimiento de liberación y a la autoridad moral y la astucia de Nelson Mandela y su equipo.

Marcha del movimiento de resistencia afrikaner.
Marcha del movimiento de resistencia afrikaner.


Hay quien dice que hay dos Mandela: el luchador revolucionario que duró hasta que salió de la cárcel en 1990, y el reformista traidor que ha duró hasta su muerte. Es una visión tan ridícula como falsa. El proceso de negociación que se desarrolló desde la salida de los presos políticos y la legalización de la oposición en 1990 hasta las elecciones de 1994, fue un auténtico via crucis cuyo resultado bien pudo ser una salida “a la española”, una amnistía por amnesia, un simple reconocimiento del derecho a voto de todos los sudafricanos mayores de edad y nada más, y no fue así. Mandela se puso al frente de una negociación en la que obtuvo el fin de las independencias ficticias de los bantustanes, una nueva constitución, la plena igualdad legislativa, y las herramientas constitucionales para garantizar la verdad sobre la represión, en lugar de echar tierra encima. Se sentaron las bases para posteriores avances. ¿De verdad hay quien cree que en 1994, con el país a punto de estallar en mil trozos por las luchas interétnicas, en plena ola neoliberal en el mundo unipolar, era posible organizar un proceso revolucionario socialista en Sudáfrica? ¿Cuánto iba a durar esa revolución social con un aparato represivo del estado intacto y en manos de los blancos? ¿Cuánto sin una intervención militar norteamericana? ¿Cuánto sin separarse el país en algunos cantones gobernados por señores de la guerra?

Asesinato de un presunto partidario del ANC por partidarios zulúes del Partido de la Libertad Inkatha, agosto de 1990. Retrato: Greg Marinovich.
Asesinato de un presunto partidario del ANC por partidarios zulúes del Partido de la Libertad Inkatha, agosto de 1990. Retrato: Greg Marinovich.


A treinta años del origen del fin del apartheid sudafricano, no está de más recordar que esto no era solo una obra de ingeniería social del nacionalismo afrikaner, madurada por décadas, sino una expresión muy notable de la concepción liberal anglosajona de la democracia: sufragio censitario, comunitarismo, religiosidad. Frente a eso, el movimiento de liberación fue capaz de imponer una república multirracial, plurinacional y plurilingüística. Tengámoslo presente cuando de la caverna vuelven a asomar las orejas las mismas bestias que en los años 80 no veían tan mal el apartheid sudafricano, como tampoco ven hoy en día tan mal el israelí.

Nortes
Artículo publicado en Nortes: Sudáfrica: a treinta años del procesu democráticu. Publicado con permiso por El Salto.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Historia
Historia Euskadi, Octubre de 1934
Bizkaia y Gipuzkoa fueron, tras Asturies, Catalunya y las cuencas mineras de León y Palencia, dos de los principales focos de la huelga general revolucionaria de la que se cumplen ahora 90 años.
Historia
Xuan Cándano “A partir del atentado de la calle Correo, ETA empezó a ser cuestionada en la izquierda”
A los 50 años de la que fue la primera matanza indiscriminada de ETA, Xuan Cándano publica ‘Operación Caperucita. El comité Karl Marx y el atentado de la calle del Correo’.
#73363
2/11/2020 19:49

Sería interesante recordar la contribución cubana a la liberación de Sudáfrica, en efecto a principios de los 90 el ejército sudafricano invadió Angola que ante la inoperancia de las organizaciones internacionales recibió de inmediato la ayuda militar cubana. Ante la aplastante derrota militar sufrida por Sudáfrica estos pidieron negociar, la parte cubano-angoleña aceptaron a condición de evacuar Namibia y de liberar a todos los prisioneros en Sudáfrica, ante lo inevitable estos accedieron, evacuaron Namibia y liberaron los prisioneros entre ellos Mandela, era el inicio del fin del apartheid. No es por nada que Mandela fue a Cuba en su primera visita al exterior. Estas cosas a los plumillas de los masmedias se les "olvida".

0
0
#73193
1/11/2020 13:45

La historia se repite como farsa y para muestra está que ahora el nuevo Mandela sea un MAGAzolano llamado Leopoldo López.

1
0
Banco Popular
Gareth Gore “El Opus tiene archivos guardados con información realmente personal sobre personas influyentes”
El periodista británico vino a España a investigar la caída del Banco Popular y se encontró con una historia de ingeniería financiera, poder y auge de una élite de extrema derecha protagonizada por el Opus Dei.
México
México Biopiratería, una amenaza constante a la biodiversidad y los saberes ancestrales en México
El extractivismo de las especies autóctonas y los conocimientos de los pueblos indígenas plantea un desafío para las comunidades, expuestas a tener que defender este patrimonio inmaterial ante los bufetes legales de las multinacionales.
Derecho a la vivienda
Especulación inmobiliaria Qué hay detrás de las movilizaciones por el derecho a la vivienda de este 13-0
La crisis de vivienda vuelve a marcar la agenda política con acusaciones cruzadas entre el Gobierno central, las administraciones autonómicas, los partidos políticos y las organizaciones sociales.
Análisis
Análisis Las fronteras selectivas: discriminación en los movimientos y migraciones globales
Los países poderosos implementan políticas que protegen sus intereses estrechos, seleccionando a los migrantes en función de su capacidad de “adaptarse” a la sociedad receptora o basándose en criterios raciales, culturales y religiosos.
Líbano
Líbano Israel convierte el Sur de Líbano en zona militar mientras continúa su política de expulsión de población
El estado sionista presenta como “guerra contra Hezbollah” el ataque contra posiciones de los cascos azules de la FINUL, la destrucción de centros de bomberos y la expulsión de centenares de miles de civiles desvinculados de la milicia libanesa.

Últimas

Formación El Salto
Formación El Salto Del Magreb al Golfo Pérsico: ¿cómo informar(se) sobre el llamado mundo árabe?
El Salto Formación trae para octubre el primero de sus cursos orientados a la información internacional. Una propuesta en la que revisaremos de forma crítica cómo (nos) informamos sobre los países árabes y otros estados históricamente relacionados.
Ocupación israelí
Según una Comisión de Investigación de la ONU Israel destruye de manera “deliberada y sistemática” el sistema sanitario de Gaza
Un nuevo informe de la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU sobre los Territorios Palestinos Ocupados muestra la destrucción deliberada y sistemática del sistema sanitario de Gaza por parte de Israel.
AGANTRO
Agantro O número 262 dunha rúa no Porto
Nunha casa do Porto estudantes de todo o mundo entrelazan culturas e lembranzas, deixando nas súas paredes un rastro de convivencia e cambio continuo.
Comunidad El Salto
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate ‘El Estado feroz’, el primer libro de Pablo Elorduy
El responsable de Política de El Salto firma este ensayo donde recoge la historia política de las últimas dos décadas y la “restauración del orden tras el estallido de lo inesperado”.
Más noticias
Opinión
Opinión Recuperar Samil non era isto
Pouco queda do proxecto orixinal para a recuperación do ecosistema dunar da praia máis grande de Vigo e as actuacións que se están desenvolvendo van na dirección contraria, ignorando os indicadores da emerxencia climática en favor da urbanización.
Energía
OCUPACIÓN ISRAELÍ De Kutxabank a Siemens Gamesa: la complicidad vasca con el greenwashing en el genocidio de Israel
Las relaciones entre la embajada israelí, las administraciones públicas vascas y la filial vasca de Repsol, Petronor, sirven de trampolín para “programas de ayudas, cooperaciones y alianzas".
Opinión
Opinión El principio del fin de Israel
Un año después, las llamas del genocidio aún están encendidas, pero después de décadas de persecución y derramamiento de sangre, podemos estar asistiendo al inicio del fin del proyecto colonial de asentamiento en Palestina.
Xunta de Galicia
Investigación A empresa vinculada ao PP que fixo o informe sobre a AP-9 levou 620.000 euros en contratos a dedo da Xunta
O Goberno de Alfonso Rueda elixiu a Eptisa entre 2018 e 2022 para máis de 96 encargos sen concurso público. Esa consultora traballa para Audasa, concesionaria da autopista do Atlántico, e tivo como alto cargo ao exconselleiro Tomás Pérez Vidal.
Austeridad
Reglas fiscales ¿Tenemos un plan para la gente y las futuras generaciones?
VV.AA.
Si el Gobierno aspira a una transición ecológica justa completa, también debe asegurar que el gasto público sea coherente a la hora de garantizar derechos e invertir en bienestar.

Recomendadas

Congreso de los Diputados
Congreso ¿Por qué España debe computar las condenas de los presos de ETA en Francia?
Por derechos humanos, para evitar que Europa aperciba a España o porque, como reconoce Grande-Marlaska, la transposición de la directiva se realizó de modo “no correcto”. Hay presos que cumplen dos veces castigo por el mismo delito.
Culturas
Jumko Ogata “Nuestros activismos también se tienen que nutrir de las propuestas de sanar traumas colectivos”
Jumko Ogata Aguilar traduce uno de los libros más populares de bell hooks como puente entre las formas de organización de las mujeres negras en Estados Unidos y los espacios de mujeres negras y racializadas en el mundo hispanoparlante.
Laboral
Laboral Las bajas por salud mental de origen profesional se clasifican sistemáticamente como comunes
En 2023, en la Comunidad Autónoma del País Vasco solo constaban 21 bajas por cuadros psicosociales de origen profesional (el 0,01%), informa UGT Euskadi tras pedir el dato a las mutuas.