Antiespecismo
Animalidad y Palestina, reflexiones para la liberación

En la charla “Animalidad y Palestina, reflexiones para la liberación”, celebrada en Valencia el pasado 27 de septiembre de 2025, se subrayó cómo la “animalización” de la población palestina, empleada como justificación para la violencia y el despojo ejercidos contra ella, se puede relacionar con la explotación de los animales no humanos. Desde Gaza hasta Cisjordania, colectivos como Sulala y Baladi demuestran que la lucha por la justicia pasa por rechazar las jaulas y las fronteras que limitan la libertad de todos los habitantes del territorio.
El evento tuvo lugar en el centro cultural Escola Meme, una asociación colaborativa que está recuperando una antigua casa de campo para activarla como espacio abierto a la ciudadanía.
Organizada por las entidades Euka! Col·lectiva y Vegan Cycling Culture, la presentación estuvo a cargo del activista Frasco Fernández, que explicó la labor que realizan en Palestina las dos asociaciones cuya finalidad es la defensa de todos los animales: Sulala en Gaza y Baladi en Cisjordania.
“Mi esperanza es que algún día, amando y entendiendo a los animales, quizás los humanos lleguemos a entendernos y a aceptarnos”. Sa’eed Al-Err, fundador de Sulala
Sulala Animal Rescue, también conocida como Sulala Society, es un refugio de animales fundado por Saeed Al-Err en 2006 en la Franja de Gaza. Además de operar como protectora y centro veterinario para animales callejeros, la organización busca concienciar a la población sobre el respeto los demás animales. Con este objetivo, voluntarias de Sulala visitan guarderías, jardines de infancia y escuelas locales para promover la empatía a través de la educación.
A día de hoy, a pesar de los ataques armados, los habitantes de Gaza se han hecho cargo del cuidado de sus animales. Muchas personas han acogido animales callejeros, mientras que otras participan en operaciones de ayuda para rescatarlos de entre los escombros, negándose a abandonarlos y asegurándose de compartir con ellos la comida y el agua disponibles.
Baladi es la asociación animalista establecida en Cisjordania dedicada al cuidado y rescate de animales callejeros y a la difusión del veganismo. Su fundadora, Ahlam Tarayra, activista por los derechos de la mujer y por la liberación animal, lo resume con firmeza: “Vivir bajo ocupación no es excusa para abusar y explotar a otras criaturas”. Un grupo de voluntarias de Baladi creó Vegan in Palestine, una entidad que, dentro de Baladi, tiene como objetivo específico construir comunidad y organizar a las personas veganas como colectivo. Hoy, Vegan in Palestine se ha convertido en una organización dinámica que organiza encuentros y actividades solidarias, proporciona recursos y apoyo a personas veganas y realiza el acompañamiento a quienes deciden emprender el camino del rechazo a la explotación animal.
La filosofía de Vegan in Palestine es que toda criatura merece una vida digna y respetuosa. Creen firmemente en la justicia y la paz para su pueblo, como palestinos, pero también para los demás seres humanos y no humanos del mundo. Mantienen la convicción de que el veganismo es el futuro y, desde su identidad palestina, enfocan su activismo en minimizar el daño a los animales y al medio ambiente.
Si bien los beneficios para la salud de una dieta basada en plantas no deben desacreditarse, la motivación principal para el veganismo son las preocupaciones éticas sobre la explotación y la violencia de la sociedad contra los animales: “Imaginamos un mundo, y en particular nuestra patria, como un lugar sin fronteras ni jaulas para humanos y animales. Buscamos crear un mundo donde amemos y cuidemos a quienes compartimos nuestra tierra, ya sea proporcionando alimento y refugio a los animales callejeros en Palestina o garantizando que nuestra sociedad tenga conocimiento y acceso a alimentos vegetales adecuadamente nutritivos”.
Vegan in Palestine y Baladi - Equipo de Rescate Animal de Palestina es una entidad que ha logrado un notable reconocimiento público por generar debates nacionales que no solo critican el trato que la sociedad local da a los animales, sino que también ofrecen alternativas a las prácticas crueles contra los animales, teniendo en cuenta las diversas sensibilidades culturales, para que sean compatibles con las religiones locales. Además de las campañas de difusión en redes sociales, también llevan a cabo talleres virtuales y presenciales sobre el veganismo, su historia, su compatibilidad cultural, política y religiosa, y su conexión con un mundo más compasivo, pacífico y justo.
Según la asociación Baladi, la explotación de los animales constituye una herramienta de ocupación colonial: “Animal es una categoría en la que empujamos a ciertos cuerpos cuando queremos justificar la violencia contra ellos, razón por la cual la liberación animal debería preocupar a todos los que están minorizados. Mientras los animales sigan oprimidos, mientras “animal” signifique algo degradante, nunca seremos libres”. Aph Ko, escritora, activista vegana y productora de medios digitales.
Animalizar a determinados colectivos humanos significa desposeerlos de valor; en declaraciones ante la ONU, el embajador de Israel calificó a la población palestina como “animales horribles e inhumanos”. Los palestinos se asimilan a los animales, de manera que lo que escandaliza a los medios occidentales es el número de personas asesinadas. Esta percepción sugiere que podría haber un número aceptable de víctimas, al igual que ocurre con las muertes de animales no humanos, que importan cuando se trata de especies que están en peligro de extinción y corren el riesgo de desaparecer, pero sin tener en cuenta el valor de la vida de cada individuo.
“La colonización añadió una connotación racial a “animal” y utilizó esto como justificación para brutalizar a diferentes seres a nivel mundial”. Aph Ko
El rechazo a usar a los demás animales no es un concepto moderno ni occidental; de hecho, la alimentación tradicional palestina se basa, en un gran porcentaje, en vegetales, pues la agricultura familiar es la base de su subsistencia. En cuanto a prescindir por completo de los productos de origen animal, el Rig Veda y el Atharva Veda, libros sagrados del hinduismo, introducen el concepto “ahimsâ” (no violencia) en la India, en el año 1500 a.C. Según algunas interpretaciones, este principio debe incluir a todos los animales.
La colonización a lo largo de la Historia introdujo la explotación animal en sociedades eminentemente agrícolas. Cuando los conquistadores españoles llegaron a Mesoamérica encontraron una tierra rica en cultivos en la que no existía la ganadería de cerdos, ovejas o vacas, pero en la sociedad occidental el consumo de carne era un símbolo de status social; por ende, se trasladaron animales domesticados en gran número para establecer explotaciones ganaderas en los territorios conquistados.
La consecuencia más devastadora de esta nueva industria de la carne fue que su extraordinaria expansión vino acompañada por un declive igualmente extraordinario de las poblaciones indígenas. En su afán por producir los “buenos alimentos” para garantizar su supervivencia, los españoles destinaron grandes áreas de tierras para el pastoreo con menosprecio de los usos que dichas tierras tenían antes de su llegada. Los enormes rebaños a menudo invadían las tierras de cultivo de los indígenas, destruyendo así su principal fuente de subsistencia. Esta situación se volvió tan grave que, en una carta dirigida a la Corona, un funcionario español expresó: “Sepa vuestra señoría que si se permiten los ganados, será el fin de los indios…”
En las primeras épocas de la colonización, muchos de los pueblos indígenas comenzaron a sufrir de desnutrición, lo cual, a la postre, debilitó sus defensas ante las enfermedades introducidas por los europeos y provocó la aparición de patologías como la intolerancia a la lactosa. Otros sencillamente perecieron de hambre tras ser sus cultivos pisoteados o consumidos por los animales, o usurpados para dedicarlos a la siembra de cultivos españoles. Pasado un tiempo, y ante la escasez de opciones, las poblaciones originarias se vieron obligadas a consumir alimentos europeos.
De este modo, la explotación animal se convierte en arma de guerra, en instrumento de dominación, ocultando al mismo tiempo que, a lo largo del mundo y de la Historia, han sido abundantes las comunidades cuya cultura asumía el respeto hacia los animales no humanos. Incluso en situaciones límite, como el genocidio que se está ejecutando en Gaza, hay grupos de personas que no les olvidan. Ghina Nahfawi, activista animal libanesa, declaró a The New Arab: “Gaza ha enseñado al mundo el verdadero significado de la humanidad, demostrando que no hay excusa para descuidar o dañar a los animales. Incluso en el peor momento posible, han encontrado la manera de cuidar y proteger a estos seres vulnerables”.
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