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Océanos
Dinamarca prolonga la detención de Paul Watson a pesar de la presión internacional
El tribunal de Groenlandia ha decidido extender la detención del activista medioambiental Paul Watson hasta el 2 de octubre. Esta medida retrasa aún más su proceso judicial, tras su arresto el pasado 21 de julio mientras navegaba por el Ártico para interceptar el nuevo barco ballenero japonés Kangei Maru, que se dedica a la caza de ballenas de aleta, una especie en peligro de extinción.
Watson, conocido por su lucha contra la caza ilegal de ballenas y otros habitantes marinos, enfrenta cargos relacionados con una solicitud de captura emitida por Japón en 2012, que había expirado en dos ocasiones antes de ser renovada en junio de este año. Japón lo acusa de herir a un tripulante con una bomba fétida y de causar daños a un barco ballenero en 2010 durante una operación de protesta contra la caza de ballenas en la Antártida. La extradición solicitada por el gobierno japonés podría llevar a Watson, de 73 años, a enfrentarse a una posible condena de hasta 15 años en prisión en Japón.
Tras la audiencia en Nuuk, el abogado de Watson, Jonas Christofferson, expresó su desacuerdo con la decisión: “El marinero japonés que supuestamente fue herido no estaba presente, por lo que no pudo haber sido alcanzado por una bomba fétida… Las otras acusaciones, como cortar una red y entrar en propiedad privada, solo resultarían en una multa según la legislación japonesa y groenlandesa. No hay justificación para mantener a alguien detenido”. El equipo legal de Watson ha anunciado que recurrirá la decisión.
Durante la audiencia, la fiscalía presentó un vídeo de poco más de cuatro minutos filmado por la tripulación japonesa. Sin embargo, el tribunal no permitió que se mostraran las pruebas que, según Watson y su equipo, podrían exonerarlo: material audiovisual grabado desde un helicóptero y un bote inflable durante el incidente. Esta es la segunda vez que se rechazan dichas pruebas desde su arresto.
Watson, conocido por su estilo directo, se mantiene firme en su defensa. “Si nos dejaran mostrar nuestras pruebas, no habría caso”, afirmó durante su comparecencia en el tribunal. “Llevo 50 años utilizando la cámara como mi mejor herramienta, y mis acusadores han sido quienes han violado las leyes internacionales y australianas. Japón fue el agresor en esta situación, y ellos tenían la capacidad de evitar el choque. Todo esto es un ajuste de cuentas por el programa Whale Wars”. En un comunicado escrito desde la prisión, Watson también se cuestiona si esto es parte de una estrategia “para esperar a que se calmen la indignación pública y las protestas, con la esperanza de extraditarme discretamente a Japón”.
Apenas diez días después de la detención de Watson, Japón aumentó su cuota de captura de ballenas de aleta, añadiendo 59 ejemplares a su lista de caza para este verano, lo que no solo es preocupante pues podría conducir potencialmente a la “sobreexplotación”, sino que refuerza las sospechas de que su arresto podría tener motivaciones políticas.
Watson y su equipo legal argumentan que las acusaciones son un intento de silenciar su activismo y enviar un mensaje disuasorio a otros que se opongan a las actividades balleneras de Japón. “Quieren dar un escarmiento y dejar claro que no se puede interferir con su caza de ballenas”, declaró Watson.
El activista, conocido por sus tácticas controvertidas, que él mismo describe como “no violencia agresiva” prioriza no causar daño a nadie, y lleva décadas enfrentándose a las flotas balleneras junto con sus equipos. Cofundador de Greenpeace y fundador de Sea Shepherd, estableció en 2022 la Captain Paul Watson Foundation para continuar su labor de proteger a las ballenas mediante acciones directas no violentas, haciéndose quizás más conocido a nivel mundial gracias a la serie de televisión Whale Wars, donde se documentaban sus confrontaciones en alta mar para detener la caza ilegal de cetáceos.
Paul Watson, solo la punta del iceberg en la protección de la vida marina
La caza de ballenas es un tema controvertido en la legislación internacional. En 1986, la Comisión Ballenera Internacional (IWC) impuso una moratoria global sobre la caza comercial de ballenas para proteger sus poblaciones. Se permiten excepciones, como la caza de subsistencia por comunidades indígenas en Alaska y Groenlandia, que deben seguir cuotas estrictas para asegurar la sostenibilidad.
Sin embargo, Japón se retiró de la IWC en 2019 y reanudó la caza comercial, alegando “fines científicos” dentro de su zona económica exclusiva. Islandia y Noruega también desafían la moratoria con sus propias cuotas. A pesar de estas prácticas, muchos países y organizaciones trabajan en la protección de ballenas y sus hábitats.
En cuanto a la lucha legal contra la caza de ballenas, el activista Paul Watson ha tenido precedentes importantes. En 2014, la Corte Internacional de Justicia dictó que Japón había violado la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas con su programa JARPA II en la Antártida. Australia había demandado a Japón en 2010, alegando que JARPA II no cumplía con los requisitos de “investigación científica” estipulados por la Convención. La Corte concluyó que el programa, aunque presentado como investigación científica, no cumplía con los objetivos científicos y ordenó a Japón suspender las actividades relacionadas con JARPA II y detener nuevas capturas de ballenas.
Mientras la presión internacional por su liberación crece, su entorno sostiene que su arresto busca silenciar la lucha en defensa de los habitantes de los océanos, pero Paul Watson es solo la punta del iceberg en la protección de la vida marina. Desde el grupo We the Free en Escania, al sur de Suecia, se valoran positivamente los retrasos en la extradición, considerando que esto brinda una oportunidad para que el juez revise los vídeos que podrían exonerar a Watson. “Esperamos que este sea el primer paso hacia su liberación”, señalan. Además, ya están planificando nuevas acciones de protesta, incluyendo manifestaciones y una campaña para que la gente exprese su apoyo a Watson y su quipo con flores, poemas y pancartas en embajadas japonesas y danesas.