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Antiespecismo
Peter Singer: “Es una tragedia que la preocupación por el sufrimiento de los animales no sea más importante”
El pasado 23 de mayo, acudí a una conferencia del filósofo Peter Singer en el CNAM (Conservatoire National des Arts et Métiers) en París. Especializado en ética aplicada y en temas relacionados con los derechos de los animales no humanos, se define a sí mismo como un utilitarista consecuencialista. Cree en la necesidad de un altruismo eficiente que nos incite a ayudar a quienes más necesitan ayuda para evitar el sufrimiento y la muerte impuesta y para promover su felicidad.
Hay quien lo considera el filósofo más influyente en vida del siglo XXI. Hay quienes critican, en parte y por diferentes motivos, su propuesta de altruismo eficiente para aplicar el bien a una mayoría. Lo cierto es que marcó la historia de los derechos de los animales con la publicación de su libro, Liberación animal, hace casi 50 años, en 1975.
Habló de especismo, de discriminación y de nuestra responsabilidad para cambiar la realidad de los animales no humanos en un momento en el que no se conocían tanto como hoy las prácticas ejercidas en la explotación animal. Tampoco estaba reconocida por la ciencia la capacidad de sentir dolor y placer de la mayoría de los animales. Sin embargo, Peter Singer explicó las maneras en las que criamos a algunos de estos animales para explotarlos y cómo los capturamos para encerrarlos en zoos, o acuarios, o para torturarlos en laboratorios.
Tuve la oportunidad de charlar con Peter Singer tras la conferencia y acordó responder a cinco preguntas que le planteé días después. Al elaborarlas para Infoanimal tuve en cuenta lo que podía interesar saber a nuestros/as lectores/as, a personas que os preocupáis por mejorar este mundo especialmente para los animales no humanos. Quise compartir algunas preocupaciones actuales, reflexionar sobre un activismo eficaz y analizar por qué, sabiendo todo lo que sabemos, no se extiende la empatía más fácilmente y por qué no hay más personas que rechacen la explotación de animales. Este es el resultado de la entrevista.
A menudo, a las personas veganas nos dicen: “No comáis animales, pero dejad que los demás comamos lo que queramos”. El concepto de libertad en este argumento podría justificar otras formas de violencia hacia los seres humanos (violación, pedofilia, etc.). ¿Somos libres para hacer lo que queramos a otros animales? Por qué / por qué no.
Estas personas dirían que la violación y la pedofilia violan los derechos humanos, pero como los animales no tienen derechos humanos, somos libres de hacer con ellos lo que queramos. Por eso es esencial argumentar que el límite de los seres con estatus moral —o si se prefiere, de los seres con derechos— no es el límite de nuestra especie. Eso es especismo y, de hecho, es simplemente un grupo dominante desestimando los intereses de aquellos a quienes domina, como los racistas y los hombres blancos, tan a menudo, han desestimado los intereses de los negros y de las mujeres.
Como dijo Jeremy Bentham hace más de 200 años: “La pregunta no es ¿pueden razonar o pueden hablar? Si no, ¿pueden sufrir?” El único límite válido de nuestra preocupación moral por los demás es el límite de la sintiencia, es decir, el límite fuera del cual no hay experiencias conscientes de dolor o de placer.
Algunos consideran a Henry Spira como uno de los defensores de los animales más eficaces del siglo XX. Se interesó por primera vez en los derechos de los animales mientras cuidaba del gato de un amigo: “Empecé a preguntarme si era apropiado abrazar a un animal mientras le clavaba el cuchillo y el tenedor a otro”. A menudo se dice que si la gente supiese cómo viven los animales en granjas o lo que sucede en los mataderos, se volverían veganos/as al instante. Sin embargo, cada año se publican muchas investigaciones, realizadas en diferentes granjas, en diferentes países, que muestran el mismo tipo de abuso, el mismo tipo de lesiones, de enfermedades y situaciones que todo el mundo condena, pero la gente no deja de comer animales. Ni siquiera las personas que viven cerca de un matadero se vuelven veganas, aunque tienen que aguantar las consecuencias directas de ello, como olores insoportables y agua contaminada. Incluso pueden escuchar los gritos de animales desesperados a punto de morir a diario. Entonces ¿por qué crees que no cambian sus hábitos? ¿Algunas personas no tienen el valor para admitir todo el sufrimiento que causamos? ¿Hay personas incapaces de cuestionarse a sí mismas? ¿Cómo puede un sabor ser más poderoso que la empatía? ¿Crees que la gente es adicta a la carne?
Todas estas son buenas preguntas, pero no sé la respuesta. Estoy seguro de que hay muchos factores: la costumbre, el conformismo con lo que hacen los demás y un conservadurismo generalizado sobre lo que comemos. Es una tragedia que la preocupación por el sufrimiento de los animales no sea más importante que estos factores.
“El único límite válido de nuestra preocupación moral por los demás es el límite de la sintiencia”.
Muchos estudios señalan la interconexión del antiespecismo con otros movimientos. ¿Crees que luchar para acabar con la violencia contra los animales no humanos beneficia a otras luchas como la de la comunidad LGTBIQ+, el feminismo y el antirracismo? Al fin y al cabo, comparten el mismo enemigo: la dominación, la discriminación y el sufrimiento que de ello se deriva. ¿Podríamos decir que al poner fin a la violencia contra los animales no humanos podríamos poner fin a otras formas de violencia?
No, eso es demasiado fuerte. Poner fin a un tipo de violencia no acabará con toda la violencia. Deberíamos poner fin a la violencia contra los animales no humanos por su propio bien. Si hacemos eso, podríamos descubrir que es parte de un proceso más amplio que lleva a una reducción de la violencia de todo tipo, incluida la violencia doméstica, la violencia entre bandas y la violencia contra miembros de la comunidad LGTBIQ+.
En una entrevista reciente, Marta Tafalla, profesora de ética y estética de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), habla de la hipótesis de la autodomesticación desde una perspectiva interesante. Aparentemente, en el proceso de domesticar animales no humanos, es posible que también nos hayamos domesticado a nosotros mismos. En ambos casos podría haber habido una selección de los individuos menos agresivos. Además, dado que controlamos la vida de los animales no humanos domesticados y cubrimos sus necesidades, estos pierden facultades cognitivas y sensoriales. No necesitan estar tan atentos, no están en peligro y no necesitan buscar comida. En el caso de los seres humanos, también hemos perdido capacidades sensoriales, sobre todo en la actualidad, en las zonas urbanas. No utilizamos nuestros sentidos plenamente porque tampoco los necesitamos para sobrevivir. Nuestra capacidad para pensar también puede verse atrofiada. Desde el momento en que nacemos en nuestra sociedad, todo está estructurado en función de lo que debemos hacer, cuáles deben ser nuestros propósitos, etc. Hay poco espacio para la espontaneidad y la exploración. Se nos impone un estilo de vida con una serie de opciones y lo concebimos como el único a seguir. Si te sales de la norma (fuera del rebaño) y pruebas otras formas alternativas de vivir, a menudo eres rechazado/a. Me pregunto, ¿qué opinas sobre este enfoque? ¿Y si nos estamos perdiendo formas de vivir mucho más placenteras? ¿Cómo sería nuestra sociedad si dejásemos de criar animales domesticados, es decir, si dejásemos de dominar a la mayoría de animales no humanos?
Soy escéptico acerca de estas afirmaciones, especialmente con respecto a nuestra capacidad de pensar. El “efecto Flynn” sugiere lo contrario y está respaldado por evidencia empírica.
¿Cómo podemos presionar a los gobiernos locales y estatales para que actúen a favor de los derechos de los animales no humanos y no cedan ante las presiones de lobbies como, por ejemplo, el cárnico y el de la caza? En relación a esto ¿qué te parece la iniciativa Plant Based Treaty?
En las sociedades democráticas, especialmente aquellas que tienen sistemas de votación que utilizan la asignación de preferencias o la representación proporcional, podemos contrarrestar los lobbies persuadiendo a más personas para que voten a partidos políticos que tengan políticas sólidas a favor de los animales y del medio ambiente. Para hacer esto, debemos informarles con precisión sobre lo terrible que es la cría intensiva para los animales que se comen y para el clima de nuestro planeta, así como para el medio ambiente a nivel local y para la salud pública. No será fácil hacerlo, pero no veo otra manera.