We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Tecnología
¿Están la tecnología y la ciencia al servicio del bien común? ¿usted qué opina?
En un tiempo donde cada vez se habla más de tecnología, siempre es interesante fijarse qué es lo que suscita en realidad este término en nuestra sociedad, en las personas que nos rodean. Porque, a fuerza de hablar de IA, robots, big data, vacunas o incluso de otros términos más políticos (y menos habituales) como obsolescencia programada o tecnologías libres, ponemos el foco en el instrumento y lo alejamos de las personas que lo emplean, lo disfrutan o lo sufren.
El debate sobre la neutralidad tecnológica lleva abierto desde finales del siglo XIX, o incluso antes. Pero no fue hasta el siglo XX cuando la tecnología se convirtió en un elemento central de reflexión para pensadores y pensadoras, al mismo nivel que conceptos como la belleza, la ética o el modelo social. Pero ese debate estaba lejos de la calle. Era un debate de intelectuales, apartado de las personas comunes que habíamos sido cegadas por el resplandor de unos elementos que tenían más en común con la magia que con lo cotidiano. El aparato de marketing y generación de necesidades creadas que llevaba aparejado el capitalismo imperante hizo el resto.
En un tiempo donde cada vez se habla más de tecnología, siempre es interesante fijarse qué es lo que suscita en realidad este término en nuestra sociedad.
A finales del siglo XX y ya en el XXI, son demasiados los dilemas morales que nos traen los avances científicos y tecnológicos como para que se pueda seguir mirando para otro lado. Los grandes medios de comunicación, en su afán por titulares jugosos, llevan al foco público estos dilemas (en general con muy poco rigor científico y no poco amarillismo). Quién no recuerda la clonación de la oveja Dolly... Pero han venido más, como los avances en reproducción asistida, la manipulación genética o, en los últimos tiempos, la inteligencia artificial. Se ha ido formando, así, una cierta cultura tecnológica en la sociedad, que fluctúa según la coyuntura entre cierto tecno-optimismo y cierta desconfianza en algunas tecnologías.
En el Estudio de Percepción Social de la Ciencia de la FECYT, a partir de una muestra de población española, se realizan preguntas sobre aspectos muy variados de la ciencia y la tecnología. La mayoría de estas preguntas se realizan desde el inicio de las publicaciones y unas cuantas, además, se interesan en aspectos que relacionan la tecnología con los derechos humanos, la participación ciudadana o la desigualdad. Nos hemos querido parar en tres de esas preguntas que pensamos que son las que mejor reflejan la relación entre tecnociencia y sociedad, la participación en las decisiones tecnocientíficas y la tecnología para el bien común.
La primera pregunta está formulada de forma que hay que elegir la respuesta entre ventajas, desventajas o ni ventajas ni desventajas ante la siguiente afirmación:
¿Piensa que el progreso científico aporta más bien ventajas o desventajas para el siguiente aspecto?: La reducción de diferencias entre países ricos y pobres.
Llama la atención como, desde 2002, la tendencia a considerar que el progreso científico aporta ventajas para la reducción de diferencias entre países ha sido de descenso casi continuo. Llegó a su máximo en 2004 con un 60,8%, pero en 2022 se situó en 25,9%, solo un poco por encima del mínimo histórico de 2020 (un 23,2%). En cambio, el porcentaje de quienes veían más desventajas se ha mantenido mucho más estable, en torno a un 35%, con un máximo en 2018 de 51,4% y el mínimo en 2018 con un 27,5%.
En la siguiente pregunta que seleccionamos hay que valorar de 1 (muy en desacuerdo) a 5 (muy de acuerdo) la siguiente afirmación:
Mientras se desconozcan las consecuencias de una nueva tecnología, ¿se debería actuar con cautela y controlar su uso para proteger la salud y el medioambiente?
La media de valoraciones se ha mantenido con pocos altibajos un poco por encima del 4, excepto en el año 2020, donde hubo un pico de 4,43. En 2022 la media fue de 4, la menor de la serie histórica, aunque con poca diferencia en general. A pesar de todo, es un valor muy alto, lo que viene a indicar un deseo de la sociedad de aplicar el principio de cautela, que a veces cuesta aplicar por la presión de ciertos intereses, casi siempre comerciales (y que acaban beneficiando a una minoría, cuando no perjudicando a un número considerable de personas que no suelen tener tanta voz).
La tercera pregunta seleccionada también era de valorar entre 1 (muy en desacuerdo) y 5 (muy de acuerdo), en este caso la siguiente afirmación:
¿Los ciudadanos deberían desempeñar un papel más importante en las decisiones sobre ciencia y tecnología?
Sin tener una aceptación tan grande como la pregunta anterior (una media de 3,43 sobre 5), sí se observa una leve tendencia a aumentar en los últimos años.
Los datos de cada pregunta se han extraído directamente de cada estudio, año a año, y se pueden ver aquí agrupados.
Para poner la mejora de la vida en el centro de la toma de decisiones sobre tecnología, se hace necesario un enfoque basado en el bien común.
Las respuestas a estas preguntas pensamos que reflejan una percepción sobre la tecnología con elementos de cierta desconfianza o, por lo menos, de cierto deseo de control social en lo que respecta a la ciencia y la tecnología. Tampoco dejan en buen lugar el papel de la ciencia y la tecnología como herramienta para acabar con la desigualdad entre países. Las encuestas de 2020 se levantaron de julio a octubre, con lo que se había pasado ya por los peores momentos de la pandemia de COVID19, por lo que pensamos que este evento influyó en el pico de desventajas del progreso científico para la reducción de diferencias entre países, así como en el pico de acuerdo con el principio de cautela ante una nueva tecnología.
Para poner la mejora de la vida en el centro de la toma de decisiones sobre tecnología, se hace necesario un enfoque basado en el bien común, aplicado de forma inclusiva, participativa y sostenible. Lo que llamamos progreso científico tiene que ser una herramienta para promover y apoyar a los DDHH, a los servicios básicos y para favorecer una mejor distribución de oportunidades. Lógicamente, acompañado de una divulgación de esos conocimientos que disipe bulos y fomente el debate, que nos permita tomar decisiones de forma más crítica tanto individual como socialmente.