Laboral
Las Marchas de la Dignidad buscan romper el letargo electoral

El sábado 27 de mayo, más de 300 colectivos se vuelven a dar cita en Madrid para celebrar las terceras Marchas de la Dignidad bajo el lema: pan, trabajo, techo, igualdad.

Marchas de la Dignidad
Las Marchas de la Dignidad, a su entrada a Madrid por plaza de Castilla. David F. Sabadell

@econocabreado.bsky.social

Coordinador de la sección de economía

26 may 2017 17:20

“Tras un periodo plagado de citas electorales que a mucha gente le hicieron concebir esperanzas de que mediante nuevos gobiernos sus problemas pudieran solucionarse, hemos comprobado que esto no ha sido así”. Con este claro argumento empieza el llamamiento emitido por la coordinadora de las Marchas de la Dignidad para convocar a esta tercera manifestación que recorrerá las calles de Madrid el sábado 27 de mayo, después de una “semana de lucha” en la que se han organizado concentraciones frente a grandes empresas, como Ferrovial o el Grupo Prisa, o frente al Ayuntamiento de Madrid.

El 25 de febrero de 2014, cinco personas partían andando desde Barcelona camino a Madrid. Así comenzaban las Marchas de la Dignidad. Tan solo tres días después, 500 personas partieron de Iruña y algo más de 200 empezaban su camino desde Asturies. En total seis columnas recorrieron el Estado en unas marchas, organizadas por más de 150 colectivos sociales, que entraron en Madrid el 22 de marzo.

Más de un millón de personas abarrotaron el paseo de Recoletos y todas las calles aledañas. Mientras el entonces secretario general del Sindicato Andaluz de Trabajadores y ahora diputado en el Congreso, Diego Cañamero, gritaba a la multitud con voz quebrada “hace falta la revolución pacífica de los pueblos”, la Unidad de Intervención Policial empezaba a desplegarse y a barrer a los manifestantes.

Todavía faltaban 20 minutos para las nueve de la noche, hora en la que oficialmente acababa la protesta. Tras esos minutos, la policía empezó a cargar contra las personas que, perplejas, veían como una protesta con tono festivo se convertía en una batalla campal de balas de goma. La peor parte se la llevó un grupo de personas que, queriendo emular el 15M, desplegó unas carpas en Recoletos con la intención de acampar. Detenciones, asambleas multitudinarias y nuevas manifestaciones marcaron los días siguientes.

Han pasado tres años desde aquel 22 de marzo. En este tiempo se han producido unas elecciones municipales, otras provinciales –alguna más en el caso de Cataluña– y hemos sido llamados dos veces a las urnas para elegir presidente del Gobierno.

Hay una desmovilización en las calles empujada por la entrada en las instituciones. Después de dos años de que eso ocurriera, vemos que no ha servido para nada
Pero, tal y como denuncia Mireia Herreros, una de las portavoces de la coordinadora, “hay una desmovilización en las calles empujada por la entrada en las instituciones. Después de dos años de que eso ocurriera, vemos que no ha servido para nada, y es más, la situación y la emergencia social ha empeorado”.

Las Marchas siempre se han definido como una herramienta para la unificación de luchas. “No se trata de unificar centrales sindicales ni plataformas con jefes en despachos, se trata de ir a buscar a la gente que está en huelga, la que está en un desahucio, la que lucha por la sanidad o por pensiones dignas, a los estibadores y a todos los que están luchando en ese mismo momento”, explica Ángeles ‘Nines’ Maestro, activista de Red Roja y una de las portavoces de las Marchas.

Las luchas han cambiado y, por lo tanto, las exigencias de las Marchas también. La manifestación de 2014 exigía trabajo estable y renta básica, el no pago de la deuda, servicios públicos de ca­li­dad y el fin de la represión y el recorte de libertades.

En 2015 nuevas luchas se unieron a las demandas anteriores. Nuevos colectivos, como los afectados por la hepatitis C, se adhirieron a una convocatoria que ya sumaba a más de 300 organizaciones. Los acuerdos comerciales y tratados de libre comercio entraron de golpe en nuestro vocabulario. Los efectos del Tratado transatlántico entre Europa y Estados Unidos (TTIP, por sus siglas en inglés) afectaban de una manera transversal a muchas de las luchas. Las Marchas añadieron la exigencia de acabar con las negociaciones secretas que la Comisión Europea mantenía con la Administración estadounidense, lo que, unido a la protesta contra los recortes impuestos por Bruselas, las llevó a focalizar la protesta “contra la dictadura de la Troika”.

El año siguiente no hubo Marchas. “En 2016 las Marchas también se vieron afectadas por ese periodo de ilusión electoral y desmovilización en las calles”, explica Maestro, “pero por otro lado nos reforzamos mucho con las luchas de los estudiantes y las de empresas, como el caso de Coca-Cola, que dieron un impulso a las Marchas que seguramente veamos en la manifestación de este año”, sentencia.

Al igual que en años anteriores, las Marchas han aglutinado a nuevas plataformas ciudadanas. Los colectivos antimilitaristas que rechazan las políticas de la OTAN y el expendio militar por parte del Estado o la lucha por la defensa de las pensiones han irrumpido con fuerza en esta convocatoria.

“El recorte en las pensiones que está sufriendo Grecia, que demuestra que no hay una salida social posible dentro de esta Europa, y las exigencias de la OTAN de aumentar al 2% del PIB nuestro gasto militar, han despertado a colectivos sociales que han unido sus reivindicaciones a las nuestras”, matiza Maestro.

Además de la defensa de las pensiones, la manifestación de este año exigirá la derogación de las reformas laborales para conseguir un empleo estable, salarios dignos y avanzar hacia una renta básica.

Como cada año, el no pago de la deuda y el rechazo a organizaciones supranacionales como el Fondo Monetario Internacional son peticiones centrales de la protesta, del mismo modo que lo ha sido en años anteriores la defensa de los servicios públicos. Andrés Bódalo y el joven Alfon, que está cerca de cumplir dos años privado de su libertad, también son parte de las demandas de las Marchas, que exigen la libertad para los presos encarcelados por luchar y la derogación de la Ley Mordaza.

Las marchas de la igualdad

“Nos han quitado tanto que nos han quitado hasta el miedo. A las mujeres se nos ha quitado el miedo a señalar a las personas que son piezas de un engranaje patriarcal que nos explota, somete, ridiculiza y nos mata”. Así explicaba Herrera el carácter feminista de las Marchas que cierran sus peticiones declarando estar “contra el feminicidio: nos queremos vivas, ni una menos”.

Tras la masiva manifestación del 8 de marzo, como respuesta a unas cifras de violencia machista que no paran de crecer, las Marchas también recogen la necesidad de que las luchas tengan a las mujeres en el centro.

“Creemos que el feminismo es un tema clave, y no solo por la violencia machista, que también, sino también porque si algo ha puesto de manifiesto la crisis es como recae siempre antes y con mayor fuerza sobre las mujeres”, explica Maestro sobre la necesidad de unir todas las luchas en estas marchas, sin abandonar ninguna de ellas. “Con la unificación de luchas no llamamos a abandonar ninguna, al contrario, pero lo que sí decimos es que cuando los palos nos vienen del mismo lado, deberíamos responder juntos”.
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