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Laboral
Trabajo indigno, trabajo decente
Trabajo digno es un oxímoron. Quizá por eso, me gustaría pensar, el Convenio 189 que adoptó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2011 no establece categorizaciones morales de este tipo, sino que se limita a titularse “Trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos”. La decencia, cuestión de mínimos y de derechos laborales, es lo que trata de regular este tratado internacional cuya ratificación España lleva once años postergando. En Italia y Portugal está en vigor desde 2013 y 2015 respectivamente. Aquí, con más de una década de retraso, por fin se votará en las Cortes Generales el 9 de junio.
Será un día histórico, un día de celebración. La votación implicará abrir la puerta a una equiparación de derechos que llevan vulnerándose desde que este sector laboral comenzó a regularse y la propia legislación dejó por escrito una discriminación naturalizada e histórica. No es únicamente cuestión de abusos por parte de empleadores, y esto es algo que desde las organizaciones tienen muy claro. Es la propia ley la que lo permite y alienta, al margen de voluntades particulares.
El Convenio 189 señala la necesidad de una plena incorporación del sector al Régimen General de la Seguridad Social, eliminando “sistemas especiales” que vulneran el derecho a una prestación por desempleo
Entre otras cosas, el Convenio 189 señala la necesidad de una plena incorporación del sector al Régimen General de la Seguridad Social, eliminando “sistemas especiales” que vulneran el derecho a una prestación por desempleo. También acaba con el despido por desistimiento. Se terminó lo de irte a la calle con un despido libre amparado por una figura que alega pérdida de confianza en el empleado y que deja sin trabajo a miles de mujeres de un día para otro, sin previo aviso. Ni un “mañana no hace falta que vengas” más.
Mientras Yolanda Díaz anunciaba estar trabajando en la nueva ley sobre trabajo del hogar, las asociaciones denunciaban llevar más de un año sin que la ministra les concediese una reunión para escuchar su situación y reclamaciones de primera mano
La victoria no es amarga pero sí cautelosa. La ratificación ha sido la reivindicación en boca de muchas y se ha llevado a los medios de comunicación, a las plazas de los barrios y ahora, al Congreso de los Diputados. Sin embargo, el 9 de junio empezará una nueva batalla dirigida a la verdadera implementación del Convenio, porque de nada servirá este sí de boquilla si no se dota de los recursos económicos y mecanismos necesarios para su verdadera puesta en marcha. Hará falta mucho dinero y también voluntad política, pero para los colectivos de trabajadoras del hogar la experiencia es un grado y saben que tras un triunfo puede haber una enmienda, como la 6777 que pospuso su incorporación al régimen general hasta el 2024. Durante los próximos meses será necesario el desarrollo de nuevas normativas estatales que se adapten a los requisitos del Convenio, y las trabajadoras del hogar esperan ser llamadas en calidad de expertas. Sin embargo, mientras Yolanda Díaz anunciaba estar trabajando en la nueva ley sobre trabajo del hogar, las asociaciones denunciaban llevar más de un año sin que la ministra les concediese una reunión para escuchar su situación y reclamaciones de primera mano.
Un par de días antes de la ratificación del Convenio 189 tendrá lugar también en la Cámara Baja el debate sobre la proposición de ley del PSOE cuyo objetivo principal es, ni más ni menos, abolir la prostitución. Desde el Colectivo de Prostitutas de Sevilla alertan de que la persecución del proxenetismo no coactivo y la criminalización del consumidor de prostitución tendrán un impacto muy negativo para las propias trabajadoras sexuales. Figurar en el contrato de alquiler de una casa donde se ofrezcan servicios sexuales podrá conllevar penas de prisión, mientras que la penalización del cliente las obligará a trabajar en lugares más alejados y en situaciones de mayor desprotección. A ellas tampoco las han llamado para formar parte del desarrollo de normativas que, supuestamente, velan por su seguridad y bienestar.
Es curioso que durante la misma semana se vaya a debatir en el Congreso la legislación sobre las vidas y los cuerpos de las chachas y las putas, en su inmensa mayoría mujeres migrantes, sin haberlas tenido en cuenta durante el proceso. Aunque en el imaginario colectivo ambos trabajos representan los extremos de lo que normativamente una mujer debe y no debe ser, la decente y la indigna, estas categorías estancas son transitadas continuamente y sus fronteras son más porosas de lo que muchos creen.
El trabajo del hogar y el trabajo sexual son compatibilizados por muchas mujeres según la demanda y la época, como parte de estrategias y muchas veces de proyectos migratorios. Hay trabajadoras sexuales que han sido cuidadoras internas durante años y abandonaron el sector para empezar a recibir clientes
El trabajo del hogar y el trabajo sexual son compatibilizados por muchas mujeres según la demanda y la época, como parte de estrategias y muchas veces de proyectos migratorios. Hay trabajadoras sexuales que han sido cuidadoras internas durante años y abandonaron el sector para empezar a recibir clientes. Sin embargo, cuando las jornadas de más de 60 horas y las condiciones de aislamiento les mermaban hasta sus capacidades sociales y las sumían en la ansiedad y la depresión, nadie hablaba de la necesidad de “reinsertarlas en la sociedad”. Ahora que son trabajadoras sexuales, son llamadas a retornar a los parámetros de la normalidad. Es decir, a esos contratos precarios de tres meses en sectores feminizados, como la limpieza y el cuidado, que ofrecen ciertos proyectos de ONG y que las abocan a volver al lugar de donde han venido cuando finalizan. Lo que llaman “alternativas a la prostitución”.
Durante la próxima semana, en el Congreso se debatirá y se votará el presente y futuro de muchas, y mientras tanto, la ILP Regularización Ya sigue con su recogida de firmas. La derogación de la ley de Extranjería es la piedra angular que tanto trabajadoras del hogar como trabajadoras sexuales señalan como imprescindible para que sus condiciones mejoren sustantivamente. Si hay que abolir algo, que sea el control migratorio, suelen decir. La dignidad no reside en la naturaleza del trabajo, pero la decencia tampoco se encuentra en un sistema que te obliga a permanecer en situación administrativa irregular durante, mínimo, tres años. Cualquier medida que vaya encaminada a incidir sobre sectores laborales compuestos mayoritariamente por población migrante será papel mojado si no se interviene desde ahí. De lo contrario, como bien comentaba Ninfa de Afemtras en una jornada organizada por Derecho a la Escucha, estarán intentando vaciar las calles para llenar sus cocinas (y sus cuartos de servicio).