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Sindicato de Inquilinas de Madrid
Es por todos/as sabido que la legislatura de Ahora Madrid va llegando a su fin. Tras este primer intento de asalto a las instituciones desde “abajo”, no son pocas las voces críticas e inconformistas con estos años de gobierno. Por eso, desde aquí, tratando de dejar a un lado la crítica moralista, proponemos un conjunto de apuntes constructivos desde lo político para hacer frente la actual situación de Madrid.
Entre las cosas en las que podemos coincidir con el sector Ganemos del municipalismo madrileño, se encuentran algunos de los análisis que ellos y ellas mismas han desarrollado sobre los innumerables límites y despropósitos de la gestión de gobierno de Ahora Madrid.
Tal vez por su posición privilegiada, o tal vez por el escepticismo con el cual iniciaron esta historia, han sabido realizar un diagnóstico afilado sobre algunas cuestiones. Sin embargo, existen algunos elementos que a nuestro parecer dificultan la posibilidad, tanto de profundizar en la crítica, como de plantear posibles escenarios de acción que nos permitan desarrollar los espacios políticos antagonistas en Madrid.
En primer lugar, consideramos, que los problemas mostrados por un proyecto como el de Ahora Madrid, no se encuentran únicamente en la falta de voluntad o de ambición por parte de algunos de sus dirigentes, abandonados al posibilismo de Podemos. Para nosotras hacer política en clave electoral posee contradicciones propias que no pueden explicarse a través de traiciones o personalismos.
Con esto no queremos decir que no se hubiera podido hacer más, ni que el proyecto de este ayuntamiento no haya sido decepcionante —enfrentándolo simplemente a sus propias aspiraciones—, sino más bien, que Ahora Madrid se ha mostrado como una expresión de los límites consustanciales de la política entendida como política electoral.
En segundo lugar, entendemos que precisamente por entender los problemas del gobierno de Carmena como un problema de quién hizo qué —o más bien de quién no hizo qué— ha encaminado a ciertos sectores del municipalismo a repensar de nuevo la aventura electoral para las elecciones de 2019. Cabe preguntarse a estas alturas qué ha cambiado para que la hipótesis electoralista se vea reforzada. Después de confirmar que el camino no tenía salida, se decide empezar otra vez desde el principio.
Encontrarnos en estos momentos discutiendo sobre una posible candidatura para 2019 ejemplifica perfectamente la dificultad de pensar lo político por fuera del marco electoral. El momento exige reflexividad y capacidad de reacción y nosotras creemos que empezar el debate desde como pensar una candidatura municipal limita extremadamente las posibilidades. Sería un error, bajo nuestro punto de vista, tomar decisiones fundamentadas en la memoria muscular o en la rutina y aún peor en la autojustificación retrospectiva.
Entender la práctica de abajo hacia arriba no es únicamente una cuestión ética, sino de extremada necesidad. Una vez, alguien le dijo a Pablo iglesias que si Podemos hubiera ganado las elecciones generales, les habría pasado lo mismo que a Syriza en Grecia. En Madrid no hemos tenido que hacer ciencia ficción.
La intervención de las cuentas del ayuntamiento y el posterior acuerdo presupuestario con Montoro sin que se produjera absolutamente ningún movimiento de resistencia, es el reflejo de que el municipalismo madrileño no cuenta con base social alguna. No es solo que la propia candidatura no sea una expresión de los movimientos sociales, es que los movimientos ni si quiera muestran interés en la agenda del gobierno municipal y por supuesto no se movilizan para respaldarlo.
Sin embargo, hacer un llamamiento ahora a reanudar la relación y al cuidado de los movimientos sociales, para así poder contar con su apoyo en los momentos difíciles, no es solo poco práctico sino un error que ahonda en tratar a los movimientos como instrumentos de la política; la política debe ser directamente producida por los movimientos. Solo a través de una construcción organizativa sólida que integre las diferentes luchas en un sujeto autoorganizado y múltiple podrán plantearse agendas ambiciosas y radicales.
Una nueva candidatura iniciada con la intención de, esta vez de verdad, representar a los movimientos en las instituciones municipales, caería de nuevo en los mismos errores. Para ser la cuña institucional de los movimientos sociales es necesario, a nuestro modo de ver, al menos ser una expresión de los movimientos sociales. De nuevo la casa por el tejado.
A nuestro juicio, la metáfora de un pie dentro de las instituciones y otro fuera junto a los movimientos sociales, no refleja bien las implicaciones de la política electoral —y menos aún cuando en realidad ya tienes uno y medio—. Pero no se trata de incurrir en una falta moral, jugar en serio a las intrigas palaciegas tiene implicaciones específicas en las personas y en las prácticas políticas que hay que valorar estratégicamente.
La imposición de una temporalidad concreta (la política en dosis de cuatro años), el aprendizaje y el desarrollo de las militantes enfocado exclusivamente a ciertas tareas relacionadas con la gestión estatal y la relación con los medios, así como el gasto de energía, ilusión e imaginación empleados, pueden terminar con los dos pies en el mismo charco.
La participación en procesos electorales y más aún, la entrada en instituciones de gestión estatal, solo podría entenderse para nosotras, como un medio instrumental, excepcional y extremadamente delicado, que impulsara nítidamente la producción de núcleos de poder popular. De lo contrario, este tipo de repertorio político solo puede entenderse como un fin en sí mismo, como una huida hacia adelante de un espacio político que se ha visto derrotado al poner a jugar sus hipótesis. Hay mucho qué perder y no nos queda claro qué hay por ganar.
Nosotras defendemos la idea de construir una organización política cuyo objetivo político sea un pueblo poderoso. El poder popular para nosotras es la creación de instituciones propias que nos den capacidad de intervenir sobre nuestras propias vidas, la generación de estructuras productivas que mejoren nuestras vidas aquí y ahora y la constitución de una red que nos permita estar juntas y fuertes, interviniendo sobre conflictos de manera organizada y efectiva, para que las diferentes luchas puedan retroalimentarse y avanzar.
Si la propuesta política pasa por un “dejadnos a nosotros/as, que lo vamos a hacer mucho mejor”, nosotras quedamos fuera y si la apuesta electoral posee otra clase de objetivos que de alguna manera contribuyan al reforzamiento de la organización, a pesar de ser una apuesta digna de atención y empeño, dudamos que esta sea la manera de empezar un proyecto semejante y más aún que este sea el momento.
Si por el contrario es posible iniciar un debate honesto y no precocinado sobre cómo desarrollar la organización y el poder popular, que aproveche las oportunidades que ofrece el momento histórico, puede ser el comienzo de un proyecto ilusionante.
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ciao
Hola. Soy un votante huérfano, de izquierdas. ¿Podríais especificar donde esta la izquierda transformadora? ¿Se va a crear un nuevo partido? A poder ser antes de las municipales, gracias.
Buen artículo, es prioritario prevenirnos contra la inercia. Si hay una posibilidad de construir un poder propio, será sabiendo crear herramientas y discursos que den un hilo conductor a nuestras victorias, y parece claro que la batalla electoral no va a ser una de ellas.