Pobreza
Carta de una madre: “Las personas en riesgo de exclusión social no somos ciudadanas de segunda”

Escribo desde la individualidad de mi caso y el de mi hija, pero también desde un grito colectivo que ha de empezar a emerger porque, como yo, estoy segura que muchas mujeres están atravesando esta situación y necesitan soluciones. 


23 jul 2020 06:00

Tengo 43 años, vivo en Torrevieja y tengo una hija de 15 años con la que formo una familia “monoparental”. Me independicé siendo muy joven porque mi estabilidad económica me lo permitía. Disfrutaba de un trabajo fijo en un comercio. Con el tiempo empecé a tener problemas de salud relacionados con mi trabajo que me impedían realizar ciertas tareas. Tuve que someterme a una operación, lo que me causó una incapacidad permanente para mi oficio habitual, así que dejé de trabajar en la empresa.

En ese momento tuve que elegir entre recibir una pensión por la incapacidad o la prestación que me correspondía por desempleo. Después de asesorarme, elegí la pensión y, como el INSS recurrió, al final me quedé sin pensión, sin prestación por desempleo y sin trabajo. Decidí continuar formándome para tener más posibilidades de acceder a un empleo que me permitiera salir adelante con mi hija. Pero, de nuevo, la salud jugó en mi contra: me detectaron un cáncer. Pueden imaginar el estigma que supone tener problemas de salud para encontrar un trabajo y cuando tienes que pasar un reconocimiento médico. 

En el último año solo he trabajado cinco días y en localidades diferentes a la mía

A día de hoy me encuentro en una situación precaria y en riesgo de exclusión social. En el último año solo he trabajado cinco días y en localidades diferentes a la mía. Mi hija y yo residimos en una casa adquirida con una hipoteca en pleno boom inmobiliario y que actualmente no está valorada ni siquiera en lo que me resta de hipoteca. He intentado hablar con el banco para encontrar una solución pero no aceptan la dación en pago y me instan a que venda mi casa. ¿De verdad creemos que, sobre todo tras una crisis del sector inmobiliario, la solución a mi problema es (mal)vender mi vivienda? 

He solicitado trabajo en multitud de ocasiones y sigo haciéndolo, me he presentado además a bolsas de empleo público convocadas en municipios cercanos, porque en mi propia localidad no se fomenta el empleo público. La situación provocada por el Covid-19 ha deteriorado mi estado económico, porque sí, señores y señoras de las instituciones, mi situación también es provocada por el Covid-19.

¿Qué sucede con los que ya arrastrábamos dificultades? ¿Acaso el estado de alarma no provoca que no podamos salir a buscar trabajo, entre otras cosas, y nuestra vida se vea afectada por ello?

Uno de los requisitos para acceder a algunas ayudas que adjudica la administración es que exista una causa-efecto entre la pandemia mundial y el estado en el que se encuentre la persona solicitante pero, ¿qué sucede con los que ya arrastrábamos dificultades? ¿Acaso el estado de alarma no provoca que no podamos salir a buscar trabajo, entre otras cosas, y nuestra vida se vea afectada por ello? Con el estado de alarma se han paralizado muchas de las gestiones que se han empezado a recuperar con la desescalada, sin embargo, mientras los Centros Comerciales abrían, el Labora y el SEPE continuaban cerrados y el servicio telefónico dejaba mucho que desear. 

Cuál es la sorpresa cuando salen ofertas de empleo y se denota la falta de criterios con perspectiva de género para “no dejar a nadie atrás”, pero los requisitos no tienen nada que ver con este objetivo. Una vez más, Torrevieja intenta rescatar el turismo pero sin ofertas de empleo enfocadas hacia este sector. Tras la apertura de las playas, la Generalitat Valenciana puso a disposición de la ciudadanía un número de puestos de trabajo como vigilantes de las mismas. Uno de los requisitos es ser menor de 30 años bajo el argumento de “dar oportunidades a los jóvenes”.

No me malinterpreten, que las personas más jóvenes dispongan de un trabajo digno y se las ayude a acceder al mercado laboral me parece un derecho que se debe cumplir. Mi crítica va hacia lo desamparadas que quedamos el resto de personas en una gran mayoría de situaciones, sobre todo las que nos encontramos en precariedad y más las mujeres, que protagonizamos la feminización de la pobreza y muchos más problemas derivados del género para encontrar un trabajo.

Mientras los Centros Comerciales abrían, el Labora y el SEPE continuaban cerrados y el servicio telefónico dejaba mucho que desear

La violencia económica existe, igual que la psicológica, y estas dos no son menos peligrosas que la violencia física. Abraham Maslow dibujó una pirámide de las necesidades en la que, sobre la base, descansan las Necesidades Básicas o Fisiológicas entre las que se encuentran la alimentación y el descanso. Esta teoría pretende explicar las motivaciones de las personas: la pirámide hay que escalarla desde abajo y solo cuando completas un nivel puedes pasar al siguiente.

Se habla mucho del empoderamiento femenino, pero, en mi caso y en el de mi hija, no podremos empoderarnos como mujeres hasta que encontremos independencia económica y cubramos nuestras necesidades básicas. Respecto a la responsabilidad en el cuidado de mi hija por parte del padre, hace un año que le interpuse una demanda por no cumplir con sus obligaciones de pago de dietas y todavía no he recibido respuesta. 

Se habla mucho del empoderamiento femenino, pero mi hija y yo no podremos empoderarnos hasta que encontremos independencia económica y cubramos nuestras necesidades básicas

Mi hija, con 15 años, ya sabe lo que es ir a un banco de alimentos. El Ayuntamiento de Torrevieja dice entregar casi 800.000€ en comida a diferentes familias en situación de vulnerabilidad. He tardado en acceder a esta ayuda económica porque mi situación no era, según ellos, derivada del Covid-19. El procedimiento consistía en presentar la solicitud en el plazo de un mes y la administración te ingresaba la cuantía mensual correspondiente, en mi caso alrededor de 300 euros. Entregué la documentación el 15 de mayo y al mes me llamaron sin darme una solución, por lo que la trabajadora social me puso en contacto con una ONG para que, al menos, pudiera recoger alimentos.

Referenciaré, llegadas a este punto, el Capítulo XV de la Ley 26/2018 de la Generalitat, de derechos y garantías de la Infancia y la adolescencia, referente al derecho a una alimentación adecuada. En el Artículo 79 de este Capítulo se especifica que “la Generalitat velará por el cumplimiento del derecho a una alimentación saludable de niños, niñas y adolescentes para garantizar la suficiente ingesta de alimentos y asegurar la calidad nutricional de los menús que se ofrecen a la población infantil y adolescente con el objetivo de fomentar una vida sana y lograr un desarrollo integral, que combata el sobrepeso y la obesidad infantil”. ¿Dónde está el cumplimiento de esta ley? 

Mi hija, con 15 años, ya sabe lo que es ir a un banco de alimentos

La primera vez que acudimos a la recogida de alimentos en pleno estado de alarma, en el economato, no nos dieron nada de fruta y verdura y la calidad de la comida no era muy buena. La segunda, por fin, pudimos traer a casa una variedad de alimentos razonable para cumplir con la nutrición. Los productos cárnicos, según la hoja en la que se especifica el lote de productos a recoger, están congelados y envasados al vacío. Sin embargo, el lugar en el que se entregan no está preparado para mantener estos alimentos, lo que significa que, cuando acudes a recogerlos y los traes a casa, la cadena del frío se ha roto y debes usar esos alimentos al momento.

La recogida se realiza cada 2 semanas, en el caso de la fruta y la verdura es complicado mantenerla en buen estado y poder cumplir con una dieta diaria variada durante 14 días. Se supone que las listas están preparadas por especialistas y acorde con el número de personas que forman la familia, pero no sé hasta qué punto es así realmente. Pongo un ejemplo sencillo: si, en lugar de 3 botes grandes de legumbres en conserva, a mi hija y a mí nos dieran 6 pequeños, podríamos distribuir mejor el lote y cumplir con nuestra nutrición.

Además, tampoco se tiene en cuenta si las personas solicitantes son vegetarianas o veganas. Continúo haciendo referencia a la Ley 26/2018, en cuyo Artículo 82, referente a “los criterios de diversidad en los menús”, se especifica que “los alimentos que se proporcionen en todo tipo de menús y eventos para la infancia o la juventud garantizarán la igualdad en la diversidad, ya sea por razones médicas, religiosas o culturales, ofreciendo alternativas”.

Parece que, si te quejas, por muy lógico que parezca el reclamo, “no estás pasando tanta hambre”

A pesar de que la ley contemple las alternativas y la variedad, parece, entonces, que para algunas personas tener ciertos valores en sociedad es un privilegio, que comer ciertas marcas (y no hablo de un jamón 5 jotas) es un privilegio, que comer es un privilegio. Parece que, si te quejas, por muy lógico que parezca el reclamo, “no estás pasando tanta hambre”. Parece, entonces, que se cuestiona siempre tu situación, que lo que haces es aprovecharte, pero no he visto cuestionar a los bancos cuando se les “rescató”. Según la Ley 9/2003, de 2 de abril, para la igualdad entre mujeres y hombres de la Comunidad Valenciana, la propia Generalitat se encargará de garantizar un pago de alimentos reconocidos para las hijas e hijos menores de edad. Mi hija, por el momento, no ha visto garantizada su alimentación.

Me pregunto, además, dónde queda la salud mental y qué cuidado le brindamos. Se nos exige estar dentro del modelo social y, además, ser estables emocionalmente pero, cuando una persona se encuentra en una situación de esta magnitud, ¿cómo podemos conseguirlo? ¿Qué herramientas desarrolla el Estado para favorecer nuestra estabilidad?

Se me ocurren algunas soluciones: revisión de las puntuaciones en la bolsa de empleo y en sus ofertas teniendo en cuenta la perspectiva de género; medidas de conciliación para las familias monoparentales, tanto en empleo público como privado; ayudas bono cheque en vez de banco de alimentos; creación de empleo y tener en cuenta el factor edad, brecha de género y brecha de edad; fomento la red asociativa de mujeres y reactivación al parado de larga duración.

Como ejemplo de buena praxis, nombraré las bases de la bolsa de empleo del Ayuntamiento de Los Montesinos para un trabajo en la piscina municipal. Mi objetivo no es otro que poder acceder a un empleo remunerado que me dé las oportunidades necesarias para poder desarrollar mi vida y la de mi hija dignamente. Conseguir que de verdad se tenga en cuenta a todas las personas que atravesamos situaciones precarias.

Si les ha parecido duro estar tres meses en confinamiento, no se olviden de que las personas en situación de precariedad vivimos en un estado de confinamiento permanente

Estas medidas sólo se podrán aplicar a través de la voluntad política. Pido que, como representantes de los intereses de la ciudadanía, trabajen de verdad para ofrecer soluciones a las personas que, como yo, estamos en una situación precaria y en riesgo de exclusión social. Si les ha parecido duro estar tres meses en confinamiento, no se olviden de que las personas en situación de precariedad vivimos en un estado de confinamiento permanente. No somos ciudadanas de segunda. Un país que no duda en rescatar a bancos, no puede olvidarse de las personas. No piensen ni por un segundo que nos van a dejar atrás, porque seguimos hacia delante y reclamando lo que nos pertenece. No vamos a callar más.

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