Marxismo
Entender el capitalismo y el fascismo: en memoria de Moishe Postone

Moishe Postone realizó una atenta revisión de las categorías fundamentales que Marx construye en El Capital para dar cuenta de la lógica profunda que guía el funcionamiento de nuestras sociedades y del particular modo en el que percibimos el mundo en una sociedad organizada por y para las mercancías.

Moishe Postone
Moishe Postone, en Madrid en 2012. Diego González
Integrantes del Grupo de lectura de Marx de la Universidad Complutense de Madrid, coordinado por Carlos Castillo Mendoza.
14 abr 2018 06:00

Hace unos días hemos tenido noticia del fallecimiento de Moishe Postone, profesor en la Universidad de Chicago y autor de Tiempo, trabajo y dominación social, una contribución decisiva a la renovación, académica y política, del pensamiento de Marx desde el punto de vista de la corriente conocida como “crítica del valor”. Son varios los trabajos de Postone que han sido traducidos al castellano, y la variedad de temas abordados da buena cuenta de sus principales contribuciones para pensar nuestro mundo. Es un retrato que también se corresponde con la impresión que nos dejó en 2012, cuando visitó Madrid, y que dejó una interesantísima entrevista colectiva publicada por Diagonal.

Como lector de Marx, Postone articula un discurso teórico de altos vuelos y presenta una propuesta interpretativa de gran profundidad. Su punto de partida sería, en sus propias palabras, leer El Capital como una “crítica del trabajo en el capitalismo”, rompiendo así con el “marxismo tradicional”, que habría reducido la teoría de Marx a una “crítica del capitalismo desde el punto de vista del trabajo”, o dicho de otra manera, a una glorificación del trabajo como actividad y de los trabajadores (en masculino) como sujeto de la Historia. Estas palabras son probablemente la mejor descripción sintética que se puede hacer de lo que supone la "crítica del valor", y también da cuenta de la ambivalencia que atraviesa El Capital.

En su obra, Postone realiza una atenta revisión de las categorías fundamentales que Marx construye en El Capital (mercancía, valor, trabajo…) para dar cuenta de la lógica profunda que guía el funcionamiento de nuestras sociedades y del particular modo en el que percibimos el mundo en una sociedad organizada por y para las mercancías. En esa revisión da una especial importancia a dos cuestiones: por un lado, a la dualidad concreto-abstracto con la que Marx define la mercancía como una forma social constituyente de nuestra realidad; por otro, la compleja red de temporalidades que teje el capital como relación de dominación y en la cual quedamos atrapados.

De esta manera, al comprender el tiempo de trabajo —y el tiempo de vida en general— como la “materia prima” del desarrollo del capital, no estamos hablando de una mera operación intelectual sino de una realidad que se nos presenta como “objetiva”, y que la teoría de Marx trata de explicitar y esclarecer. Dicho de otro modo, Postone trata de mostrar que esta dominación a través del tiempo no es fortuita ni natural, sino el producto de una relación sostenida por mecanismos identificados con precisión, tales como la mercantilización de casi todo lo necesario para vivir, el sometimiento del tiempo vital a las lógicas del trabajo asalariado o los avances tecnológicos que no están orientados a liberarnos de la necesidad de trabajar sino a consolidar las cadenas que nos atan al salario. Postone plantea, además, que las formas concretas del capital están determinadas, condicionadas, por las lógicas abstractas, y portan el germen de éstas en su seno, y no son recuperables, tal cual las encontramos, para la construcción de un mundo post-capitalista.

En todo caso, este no es exactamente un análisis pesimista, aunque sea amargo. Su lectura de El Capital revela, o quizás ilumina de modo diferente, una gran grieta en la dominación capitalista, que tal vez sea la de siempre. Sea como fuere, Postone no habla de “la tendencia decreciente de la tasa de ganancia” —tal como ha insistido la economía marxista tradicional— sino de la crisis del trabajo, una crisis contradictoria en la que, a pesar de que el empleo es cada vez más escaso, cada vez trabajamos más y dependemos más del salario y del reconocimiento que nos otorga. Esta paradoja implica también el acrecentamiento de los tiempos “superfluos” durante los cuales no somos productivos para el capital pero tampoco dueños de nuestras vidas porque, o bien estamos en desempleo y el tiempo que nos sobra no tiene sentido y no lo podemos disfrutar, o bien somos empleados en puestos inútiles, privados de nuestro tiempo y cada vez peor pagados.

Por lo demás, la crisis del trabajo tiene múltiples ramificaciones en el seno del orden económico, y también abre oportunidades políticas: al hacerse visibles los contrasentidos e injusticias inherentes a la organización capitalista de los tiempos sociales, también surge la posibilidad de pensar en otros modos de reparto del trabajo y de disfrute del tiempo. Se abre la posibilidad de construir otra sociedad.

En este sentido, si el marxismo tradicional pensaba la crítica del capitalismo básicamente como una crítica de la dominación y la desigualdad de clase, el marxismo de Postone criticará ese reduccionismo para poner en el centro la crítica de la “producción” y el trabajo capitalista. En sus derivaciones políticas, este giro conceptual permitirá criticar al marxismo productivista e incluir la dimensión de los límites ecológicos del planeta o las desigualdades de género y etnia en un plano tan importante como el de la clase.

Otra cuestión abierta por el legado teórico de Postone es su permanente advertencia contra la celebración irreflexiva de "lo concreto" frente a “lo abstracto”. Esta advertencia constituye una aguda ampliación del listado de efectos producidos por el fetichismo de la mercancía. Y, a partir de ella, Postone nos ha dejado reflexiones sobre al menos dos problemas acuciantes para la teoría social y la acción política.

El primero es el fascismo. Postone ha tratado de analizar cómo se articula políticamente con la dialéctica concreto-abstracto propia de la relación de capital. En síntesis, plantea que el fascismo parte de la constatación de dos realidades. Una, la existencia de una tensión entre “lo concreto” (la diferencia, lo particular, lo “material”) y lo abstracto (la igualdad, lo universal, lo “inmaterial”). Otra, el hecho de la subordinación de las realidades concretas a las lógicas abstractas propias de la modernidad capitalista. Sin embargo, a partir de ahí el fascismo procede explotando el “fetichismo” de lo concreto, al mismo tiempo que trata de identificar las lógicas abstractas con sujetos o entidades específicos. El fascismo juega por tanto con la ilusión de que los problemas políticos y sociales producidos por la dinámica capitalista son fáciles de resolver, ya que basta con purgar a esos sujetos o entidades específicos. En el caso del antisemitismo moderno (mejor digamos judeofobia), “los judíos” constituirían ese sujeto que personificaría la lógica abstracta del capital. En el caso de discursos actuales como el de Trump, la recuperación de los “trabajos americanos” frente a los países extranjeros que están robando “nuestra” riqueza (China, México).

El segundo problema es el del antiimperialismo. Esta cuestión es específicamente discutida en un artículo recientemente traducido y publicado en Encrucijadas, pero se trata de una cuestión sobre la que Postone ha hablado con frecuencia. Su tesis es que tras el colapso de la Unión Soviética la izquierda ha quedado atrapada en un antiimperialismo de viejo cuño que se sigue orientando según el esquema bipolar de la Guerra Fría y que, en vez de sustentar sus posiciones políticas en un análisis sólido de la evolución del capitalismo global y de las relaciones internacionales, cae (de nuevo) en el error fetichista de convertir a “Estados Unidos” e “Israel” en la personificación concreta de las dinámicas impersonales de la dominación capitalista.

Como decíamos, todas estas vertientes de su obra fueron apareciendo durante la estancia de Postone en Madrid. Además, en nuestras conversaciones informales con él descubrimos que tenía un afilado sentido del humor, un poco socarrón, y que era un polemista de modales exquisitos. En todos los casos mostró sus amplios conocimientos, su rigor intelectual, su capacidad pedagógica y su firme compromiso político. A partir de ahora le vamos a echar en falta, pero por suerte nos deja un inmenso legado. El suyo era un pensamiento vivo y vivificante, que abre nuevos caminos, plantea nuevas preguntas, y ofrece nuevos horizontes de acción. Gracias, Moishe, por dejarnos pensar contigo.

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#13885
16/4/2018 10:23

Para dejar de ver el mundo como si viviéramos en la Guerra Fría, en binario (USA vs. anti-USA), recomendar este texto de Postone http://www.encrucijadas.org/index.php/ojs/article/view/224/182

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#13707
14/4/2018 11:41

Algo sobre Moishe:
13/07/2017 :: Europa
Tras las huellas del imperialismo: el movimiento 'antideutsche', Israel y el neofascismo (I)
x Iván Carrasco Andrés
Los 'antideutsche', corriente de la “izquierda” alemana, ondean la bandera de Israel y la de EEUU junto a la bandera anarquista y antifascista

Una imagen surrealista pero cierta

Imaginen un movimiento de izquierda que se declara antifascista, anticapitalista y llama a la revolución comunista; pero, al mismo tiempo, ondea la bandera de Israel y la de EEUU junto a la bandera anarquista y antifascista. Además, en su recorrido por las calles grita consignas como, “Abajo Alemania, por el comunismo, solidaridad con Israel”, “Alemania nunca más. Quitad el derecho de existir a Alemania” o “Hazlo de nuevo, bombardero Harris” (en alusión a las bombas lanzada sobre la ciudad de Dresden en 1945 por los aliados). Por si fuera poco, en sus publicaciones apoyan abiertamente y con vehemencia las políticas militaristas de EEUU en contra de los países árabes (como la invasión a Irak en el 2003); al mismo tiempo, promueven la solidaridad incondicional para con el estado de Israel que se traduce en recolectar dinero para enviárselo a las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel); y, por otra, en exigir al estado alemán apoyo económico, militar y político para el estado colonialista y terrorista de Israel.

Esta imagen que se antoja inverosímil es, en realidad, un retrato muy claro y preciso de una peculiar corriente de la “izquierda” alemana que se autodenomina como antialemanes (antideutsche). Los antialemanes controlan periódicos y revistas como Konkret, Bahamas, Jungle World; incluso tienen editoriales como la ça ira Verlag, perteneciente al gupo antialemán ISF (Initiative Sozialistisches Forum). En ciertas ciudades alemanas tienen bares; negocios en donde el hecho de portar una kufiyya se convierte en un “obstáculo” para entrar al local y es tomado como pretexto para ser insultado y tachado de antisemita. Si bien numéricamente no son una mayoría, sus publicaciones y posturas políticas tienen bastante eco e influencia en ciertos sectores de la izquierda alemana, incluido partidos como Die Linke y el SPD. Además, existen colectivos y organizaciones que promueven la ideología antideutsche como Bak-Shalom, quienes se autodefinen como un “grupo de trabajo contra el antisemitismo, antisionismo, antiamericanismo y contra el anti capitalismo regresivo...” (1). Hay quienes opinan, como el periodista y analista geopolítico Hauke Ritz, que los grupos antideutsche podrían ser usados por agencias de seguridad, alemanas o extranjeras, como grupos de soft power (2).

Por todo ello, parece no solamente lícito, sino sumamente importante, preguntar por este movimiento tan peculiar que, en su supuesta radicalidad, termina legitimando y apoyando las políticas imperialistas de los dos estados que han sido definidos históricamente por su belicismo, injerencismo, expansionismo y por su violación sistemática a los derechos humanos dentro y fuera de sus fronteras.

¿Cómo es posible, desde las pretendidas posiciones antinacionales y anticapitalistas, reivindicar al estado de Israel y al estado Norteamericano, así como sus políticas imperialistas?, ¿nos encontramos ante un discurso y una práctica política más radical que las de la izquierda comunista anticapitalista y antiimperialista?, o quizá, ¿estos grupos constituyen la punta de lanza de nuevas formas de manipulación ideológica y social dentro de la izquierda?

¿Existen en América Latina, en los movimientos sociales, en las universidades, o en los partidos políticos, estas posiciones?

En las siguientes líneas y entregas, intentaremos dar una imagen general del movimiento antideutsche para responder a dichas preguntas.

Orígenes y referentes

Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la izquierda alemana discutió en torno a la reunificación de ambos países. Un sector minoritario de la misma, ligado al KB (Kommunistischer Bund o liga comunista), se opuso con ahínco a la reunificación argumentando que, de llevarse ésta a cabo, Alemania volvería a ser una nación imperialista que no tardaría en convertirse en un 4o Reich. Pues, según ellos, en la identidad alemana existiría, de forma inherente e irrebasable, un racismo y una mentalidad imperialista, que constituirían la esencia del “ser alemán”. Esta izquierda minoritaria, de la cual surgirán los antideutsche, llevaban ya, para 1990, algunos años haciéndole críticas al resto de la izquierda por su supuesto antisemitismo, antisionismo, antiamericanismo y por el presunto olvido del nazismo dentro de la historia alemana. Al grito de “Nunca más Alemania” (Nie wieder Deutschland), estos grupos salían a las calles para confrontar y violentar las manifestaciones de la izquierda antiimperialista. Mientras la gran mayoría de la izquierda realizaba protestas a favor de la paz, los antialemanes mostraban su total y enérgico apoyo a los ataques de EEUU sobre Irak durante la guerra del golfo de 1990-91.

Entre sus precursores teóricos pueden destacarse los siguientes: Jean Améry, Eike Geisel, Wolfgang Pohrt y Moishe Postone. En este artículo sólo nos enfocaremos en el primero y en el último.

Jean Améry, un ensayista y filósofo austriaco, publicó en 1969, dos años después de la guerra de los seis días (3), un artículo en la revista Die Zeit titulado, “El antisemitismo respetable”. En dicho artículo, Améry critica a la izquierda marxista por ser, a su juicio, antisemita. El antisemitismo que Améry observa en la izquierda en general, y en la izquierda alemana en particular, se deriva de la falsa identificación que hace entre el antisionismo y el antisemitismo. Pues, para Améry, el antisionismo, lejos de ser una crítica al estado de Israel por su política colonialista, violatoria de los derechos humanos y aliada al imperialismo norteamericano, es una forma más del antisemitismo que termina por desear la aniquilación de los judíos. Por eso, llega a decir que, “el antisemitismo está contenido en el anti-israelismo y en el anti-sionismo como la tormenta en las nubes” (4), de ahí que, según él, bajo la fachada de combatir al sionismo, algo que sería respetable para la izquierda, sea, en realidad, una excusa y una fachada para reeditar el odio nazi hacia los judíos.

En el mismo texto se encuentra una crítica no desarrollada hacia la izquierda antiimperalista; crítica que desliga los factores geopolíticos y económicos de la existencia del estado de Israel, llegando a decir que dicho estado no es ni puede ser visto como un aliado estratégico del imperialismo norteamericano, así como “los estados árabes no pueden ser vistos como razonablemente progresistas” (5). Améry concuerda con lo expresado por Robert Misrahi al hacer la siguiente cita, “El antisionismo es fundamentalmente un fenómeno reaccionario que, cuando habla deIsrael, se esconde bajo consignas revolucionarias, progresistas y anticolonialistas” (6).

Moishe Postone es, quizá, el autor más conocido dentro de la izquierda marxista a nivel internacional por su lectura de Das Kapital desde el horizonte de la Wertkritik.Postone ofrece una lectura que busca actualizar la radicalidad del pensamiento de Marx al retomar los conceptos de mercancía, valor, fetichismo de la mercancía, trabajo abstracto, alienación, etc. Para él, la radicalidad de Marx consistiría en haber descubierto y descrito la función del “sujeto autómata”, el capital, cuya forma social se basaría en el trabajo abstracto productor de valor y mercancías. Al ser este sujeto el verdadero agente por el cual existen y se reproducen las relaciones capitalistas, los obreros y los capitalistas serían una personificación, o representantes terrenales de aquella, aunque real, abstracción. A partir de este razonamiento, Postone intenta explicar el antisemitismo, pues, si se parte de la diferencia entre el valor de uso y valor de cambio de la mercancía, el antisemitismo identificaría a los judíos con las características que definen al valor, esto es con: lo abstracto, universal, inasible, etc.Según Postone,

Cuando se examinan las características específicas del poder atribuido a los judíos por el moderno anti semitismo -abstracción, intangibilidad, universalidad, movilidad- se descubre que ellas son todas las características de la dimensión del valor de la forma social analizada por Marx. Además, esta dimensión, como el supuesto poder de los judíos, no aparece como tal sino siempre en la forma de un soporte material, la mercancía. (7)

Además, esta identificación avanzaría al establecer a los judíos como la personificación del dinero, y más concretamente del capital financiero; pero, iría incluso más allá al personificarlos como el capital mismo e identificarlos con lo totalmente destructivo, al respecto escribe Postone,

De acuerdo a esta interpretación, los judíos fueron identificados no únicamente con el dinero, con la esfera de la circulación, sino con el capitalismo mismo... Los judíos no fueron vistos únicamente como representantes del capital (pues en ese caso los ataques antisemitas habrían sido más específicos en términos de clase). Ellos devinieron la personificación de lo intangible, destructivo, lo inmensamente poderoso de la dominación internacional del capital en tanto forma social alienada.(8)

Para Postone, la teoría crítica de la forma valor permitirá entender, desde la contradicción valor/valor de uso y trabajo concreto/trabajo abstracto, la biologización-personificación del lado abstracto de la mercancía en el judío, por una parte; y, por otra, la biologización-personificación del lado concreto de la mercancía en el ario. Por eso, según Postone, el nazismo podría entenderse como una revolución “anticapitalista”, caracterizada por su odio a lo abstracto y, frente a ello, la reivindicación de lo concreto, de la comunidad (como Volksgemeinschaft) y, así,entonces, los campos de exterminio habrían sido pensados como campos de exterminio del valor mismo. Postone finaliza diciendo,

Auschwitz, no como la toma del poder por los nazis en 1933, fue la verdadera “revolución alemana”, el intento de derrocar, no solamente un orden político, sino una forma social existente. Con esta hazaña, el mundo habría estado seguro de la tiranía de lo abstracto. En el proceso, los nazis se “liberaron” de la humanidad. Los nazis perdieron la guerra contra la Unión Soviética, [Norte]América e Inglaterra. Ganaron, en cambio, la guerra, su “revolución”, en contra de los judíos europeos.(9)

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Bibliografía

Améry, Jean, Der ehrbare Antisemitismus, http://www.zeit.de/1969/30/der-ehrbare-antisemitismus

Bak-Shalom, Grundsatzerklärung des BAK Shalom, http://bak-shalom.de/index.php/materialien-des-bak-shalom/wir/

Hagen, Patrick, Die Antideutschen und die Debatte der Linken über Israel,http://www.trend.infopartisan.net/trd0405/t030405.html

Postone, Moishe, Anti-semitism and National Socialism, https://libcom.org/library/anti-semitism-national-socialism-moishe-postone

RT, Antideutsche oder Allzudeutsche?, https://www.youtube.com/watch?v=UiuRixvPf0o

Notas:

(1) Véase su declaración de principios en la página, http://bak-shalom.de/index.php/materialien-des-bak-shalom/wir/.

(2) En entrevista con la cadena rusa de noticias RT, el analista Hauke Ritz se pregunta sobre la función del movimiento antideutsche y sus posibles nexos con agencias de seguridad. Véase el siguiente link, https://www.youtube.com/watch?v=UiuRixvPf0o&. (1:35 a 2:23 mm)

(3) La guerra de los seis días, o guerra de Junio de 1967, fue un conflicto bélico que involucró al estado de Israel en contra de los estados de Egipto, Jordania, Irak y Siria. Como consecuencia de esta guerra, el estado de Israel aumentó sus fronteras al ocupar los territorios de Egipto (península del Sinaí y franja de Gaza), Jordania (franja de Cisjordania) y Siria (los altos del Golán). Con esta guerra, el estado de Israel mostró su afán expansionista, belicista y su carácter colonialista en tanto fuerza de ocupación.

(4) Améry, Jean, Der ehrbare Antisemitismus, http://www.zeit.de/1969/30/der-ehrbare-antisemitismus.p. 2. Ésta y las traducciones que siguen son nuestras.

(5) Ibíd., p. 3.

(6) Ibíd., p. 3.

(7) Postone, Moishe, Anti-semitism and National Socialism, https://libcom.org/library/anti-semitism-national-socialism-moishe-postone.

(8) Ibíd.

(9) Ibíd.

Texto completo en: https://www.lahaine.org/tras-las-huellas-del-imperialismo

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