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Juncker se olvida de la mujer y el colectivo LGTBI

El presidente de la Comisión Europea dio un discurso triunfal en el debate sobre el estado de la Unión. Pero se olvidó de los colectivos que no ven ninguna mejora en esta Unión Europea. 

Juncker SOTEU
Juncker durante el debate sobre el estado de la Unión en 2016
Feminismos y Lgtbi en la Secretaría de Podemos Europa
22 sep 2017 12:30

La Europa moderna, de valores y derechos es, además, igualitaria. O al menos eso cabría pensar por la falta de minutos y saliva que dedicó a este tema en concreto el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el pasado 13 de septiembre, en el debate sobre el estado de la Unión ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Nos llamó mucho la atención, dado el tono tan positivo y orgulloso que utilizó al describir la remontada que está dando la Unión Europea (UE) a nivel económico. Celosas de este optimismo vemos imprescindible contrastar su discurso y hablar de lo que olvidó el señor presidente.

Una de las líneas más importantes de su discurso fue el incremento de la inversión en industria militar y armamentística. Se le escapó señalar sus consecuencias, esta industria militar fomentará más conflictos armados donde las mujeres y las niñas sufren de violencias específicas, como la violencia sexual, y otros crímenes de guerra. Conflictos que hacen que estas mujeres y niñas lleguen a Europa por otras vías que no son, en la gran mayoría de los casos, las vías de los hombres, sino las vías del tráfico de personas, el abuso y la explotación o la trata. Según datos del EUROSTAT, las mujeres y las niñas son las principales víctimas de la trata de seres humanos: 68 % mujeres, 17 % hombres, 12 % niñas y un 3 % niños. Una realidad que se agudizará con la construcción de la Europa fortaleza de vallas y externalización de fronteras a países que no respetan los Derechos Humanos, como Turquía, cuyo presidente cada día más autoritario, Recep Tayyp Erdogan, ha asegurado en repetidas ocasiones que la igualdad entre géneros va contra los dictados de la naturaleza y que nuestro papel debe ser únicamente el de parir.

Otra línea fundamental fueron los tratados comerciales en clave neoliberal y la creación de un “FMI europeo”. Iniciativas que, además de socavar la soberanía popular, privatizarán servicios públicos y apuntalarán las recetas austericidas y de recortes, siendo las mujeres las principales afectadas; por una parte por una re-hogarización de la reproducción para garantizar la supervivencia de la 'economía real', y por otra parte porque las mujeres continúan concentradas en empleos a tiempo parcial y ello se traduce en una adquisición también parcial de derechos sociales. Todo ello contribuye a perpetuar la feminización de la pobreza, con más riesgo en madres de familias monoparentales y en mujeres de edad avanzada, visible en datos que al político luxemburgués se le olvidó citar entre auto-felicitaciones por el 'crecimiento'. En esta Europa sólo el 44,1% de las mujeres trabajan a tiempo completo, la disparidad entre sexos en materia de ingresos durante los años activos ha aumentado en un 41 % y la brecha de las pensiones entre hombres y mujeres en el conjunto de la UE asciende al 40,2%.

Pero, sin duda, la ausencia más preocupante en su discurso fue no mencionar la violencia machista en una UE, donde una de cada tres europeas mayores de 15 años ha padecido alguna vez violencia sexual o psicológica. Un 33% de las mujeres de Europa hemos admitido haber sufrido violencia física o sexual y un 55% haber sido acosadas sexualmente. Estos datos se deben analizar de manera conjunta con un sondeo realizado por la Comisión Europea sobre las actitudes y percepciones de los ciudadanos comunitarios ante la violencia contra la mujer, realizado en 2016, que dio como resultado que el 27% de los ciudadanos de la UE justifica este abuso sexual en determinadas circunstancias. Tampoco debemos olvidar que la mitad de las mujeres víctimas de asesinato lo han sido a manos de su pareja, allegado o familiar. Dato que rompe el tópico de que son unos “locos, extraños o borrachos”.

Juncker no gastó ni un segundo en hablar sobre la violencia machista y contra la comunidad LGTBI

No olvidemos, como ha hecho Juncker, la violencia contra la comunidad LGTBI. La situación de vulnerabilidad y de falta de derechos que sufren en esta UE, donde la propia Agencia de Derechos Fundamentales daba a conocer el año pasado que casi la mitad de personas encuestadas del colectivo LGTBI evitan ciertos lugares por miedo a ser agredidos, amenazados o acosados. Además, para más inri, la utilización de expresiones ofensivas hacia este colectivo, por parte de los políticos, está generalizada y admitida en gran parte de los países de la UE.

Da la impresión, señor Juncker, que usted está mirando a otra Europa, desde arriba y para los de arriba. Es necesario que escuche más a las de abajo. Necesitamos urgentemente un plan B para esta Europa, porque la desigualdad se ha convertido en el pilar de la economía neoliberal, donde el crecimiento es el objetivo a conseguir a costa del bienestar, que curiosamente, siempre es el de las mujeres y del colectivo LGTBI.

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