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Libertad de información
Txema Guijarro: “Julian Assange estuvo condenado desde el minuto cero, y lo que estamos viendo es una condena pública, una tortura”
El pasado 10 de diciembre, coincidiendo con el día internacional de los derechos humanos, se dio luz verde a la extradición a Estados Unidos del periodista y fundador de WikiLeaks Julian Assange. Un previsible jaque más, dentro de esta persecución y tortura psicológica, a la que viene siendo sometido el periodista desde hace once años. La defensa deberá ahora recurrir ante la Corte Suprema británica, en un plazo máximo de 14 días, y en el caso de no prosperar, deberá hacerlo ante el Tribunal de Magistrados. El argumento principal de la defensa, que consistía en desacreditar la capacidad de Estados Unidos para garantizar unas condiciones dignas que pudieran proteger su salud física y mental en suelo estadounidense, parece no haber sido suficiente para detener su posible extradición.
Su abogada y pareja Stella Morris reveló el mismo día que salió la última resolución, que Assange sufrió un derrame cerebral el pasado 27 de octubre, cuando compareció en vídeo durante el juicio de apelación para conseguir su extradición ante el Tribunal Supremo, según un artículo publicado en el Daily Mail. Una prueba más del deterioro que sufre, relacionado con las condiciones de encierro, acoso y tortura psicológica prolongada que ha padecido durante todos estos años.
Guijarro fue testigo de la persecución y el deterioro progresivo del fundador de WikiLeaks, y de las distintas fases por las que pasó, pues estuvo implicado de manera directa en la defensa de Julian Assange desde la embajada de Ecuador en Londres
En primer lugar, en 2010, estuvo en prisión preventiva y después bajo arresto domiciliario en Reino Unido, a petición de la fiscalía de Suecia, donde fue acusado de varios delitos sexuales. Una causa que quedó finalmente archivada. Posteriormente, en 2012, por miedo a ser extraditado a Estados Unidos, donde estaba acusado de desvelar crímenes de guerra, huyó en búsqueda de protección a la embajada de Ecuador del Reino Unido. Allí permaneció encerrado como asilado político durante siete años, cuando sería espiado por la CIA. En 2019 fue expulsado de la embajada, tras perder su condición de asilado político, con la llegada al gobierno de Ecuador de Lenin Moreno, siendo trasladado por las autoridades británicas a una celda de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres, llamada “la Guantánamo Británica”. Julian Assange cumplió este 2021 50 años, lo que quiere decir que lleva más del 20% de su vida encarcelado de una u otra manera.
El pasado 4 de enero, parecía que la defensa se había apuntado un tanto, con el anuncio de una resolución que se decantaba por la no extradición a Estados Unidos, por motivos de salud y existiendo un alto riesgo de suicidio por parte del periodista. La apelación presentada por la fiscalía estadounidense ante la Corte Suprema consiguió de nuevo revertir la situación el pasado viernes. De esta manera se está generando un bucle de apelaciones, que mantienen al periodista en un limbo jurídico interminable.
De lo que no hay duda, es que Julian Assange ha sufrido “una persecución política de libro, sin ningún tipo de garantía jurídica”, según Txema Guijarro, diputado de Unidas Podemos en el Congreso, el cual actualmente ejerce como Secretario General del Grupo Parlamentario Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común. Guijarro fue testigo de la persecución y el deterioro progresivo del fundador de WikiLeaks, y de las distintas fases por las que pasó durante su estancia en la embajada, ya que trabajó para el gobierno ecuatoriano de Rafael Correa, y estuvo implicado de manera directa en la defensa de Julian Assange desde la embajada de Ecuador en Londres, siendo parte del equipo que hizo posible la protección del periodista durante el tiempo que estuvo en dicha delegación diplomática.
Para este diputado, la última resolución simplemente es otra muestra de fuerza más, que viene a representar este callejón sin salida, donde está en juego no solo la vida del periodista sino también nuestros derechos básicos ciudadanos y nuestras relaciones con quienes sustentan el poder. La opinión de Guijarro es que defender a Assange, tomar partido en este caso, es de importancia histórica, para evitar sentar un precedente en el que la democracia quede herida de muerte.
Cuando abandonaste tu trabajo para el Gobierno ecuatoriano, ¿creías que la evolución del caso llegaría hasta el punto en el que estamos hoy y que iba a durar tanto tiempo el proceso?
Yo estuve trabajando en el caso desde principios del 2011 hasta el 2014. A partir de ese momento me nombraron subsecretario en la cancillería, donde cambié de funciones. Me desvinculé del caso en agosto de 2015, cuando abandoné Ecuador, pero hasta ese momento siempre me mantuve de alguna manera involucrado, ya que llevaba mucho tiempo implicado. Pero efectivamente las cosas han evolucionado mucho desde el inicio hasta ahora, desde luego el parteaguas definitivo, sin duda, fue la llegada del presidente Lenin Moreno al Gobierno, lo que condicionó y cambió, de manera determinante, los factores que permitían o hacían posible el asilo diplomático de Assange en Londres.
¿Cuándo fue la última vez que estuviste en contacto con Assange, y qué seguimiento habéis dado a este caso en Unidas Podemos desde que el periodista abandonó la embajada?
Personalmente, la última vez que hablé con Julian, fue en condición de amigo y creo que fue en 2017. Él estaba todavía en la embajada, el gobierno acababa de cambiar, luego ya después de que se produjera un cambio de gobierno entraron las reglas de Lenin y ya fue imposible ir a verlo. Yo ya estaba fuera de Ecuador, era diputado en Madrid y fui a verle en condición de amigo, como camarada, y también efectivamente, como representante del grupo parlamentario de Unidas Podemos, para tratar de darle un cierto apoyo y un cierto seguimiento, que es lo que hemos intentado a lo largo de estos años. Desde entonces, el contacto que he tenido con él es de manera indirecta, a través de gente que trabaja con él, abogados, su compañera Stella; pero hace al menos cuatro años que no hablo con él de manera directa.
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¿Cómo fue evolucionando el acoso y la falta de privacidad dentro de la embajada?
Como ya sabéis, por aquel entonces habían empezado a cambiar mucho las cosas. El asilo diplomático tiene varias fases. Tal y como yo lo viví, diría que hay una primera fase, cuando yo estuve allí, de mayo hasta noviembre de 2012. Digamos que esos meses de inicio fueron muy movidos, en cuanto a que se especularon con varias posibilidades, con varias salidas y de alguna manera “la agenda Assange” se movió bastante. Pero a partir de finales de ese año entramos en un páramo largo, un stand off, como dicen los ingleses, donde las cosas no se movieron.
Se empezó a pudrir una situación donde no había ningún tipo de novedad política fuera de la embajada. Luego además, en ese momento se produce un cambio a una tercera fase mucho más peligrosa, que es cuando la empresa de seguridad que trabajaba para la cancillería y para la embajada, pues empieza no sólo ya a desviar información a la CIA, sino a facilitarle un canal directo, por el cual la CIA puede acceder a cualquier tipo de información visual, de video y audio, etc., de todo lo que está ocurriendo en la embajada. Ahí empieza una nueva fase donde el acoso, que ya venía de antes, se multiplica. Por supuesto ya una fase final, donde el acoso ya se produce desde el propio gobierno ecuatoriano y del señor Lenin Moreno, y sus allegados, que acaban por hacer imposible las condiciones del asilo, y se efectua la entrega vergonzosa que ya se conoce.
¿Y cuándo se entera usted de que la empresa de seguridad UC Global trabaja con “el enemigo”?
Yo me enteré años después por los abogados de Julian, que llevan el caso, como sabéis (en gran medida) está ahí el despacho de Baltasar Garzón. Fue gente de su equipo, la que en su momento me trasladaron tres años después, que se había abierto el caso en la Audiencia Nacional, que ellos estaban inmersos en el mismo, y me explicaron cuáles eran los contenidos de esa instrucción que se estaba llevando a cabo, y todo lo que eso significaba.
Al igual que en Francia se lanzó la propuesta de reconocer a Assange como asilado político, ¿se ha llegado a considerar desde el grupo parlamentario de Unidas Podemos lanzar una propuesta similar en territorio español, teniendo en cuenta que aquí legislativamente existe la figura de refugiado político?
El problema es que para poder plantear políticamente una alternativa de estas características, hay que tener una opción de poder dar cobijo. Al fin y al cabo, el asilo político o diplomático, en realidad es un hecho jurídico de facto. Un estado soberano decide dar protección a una determinada persona, porque considera verosímiles determinadas amenazas sobre su persona. En este caso, el Estado español nunca ha tenido la posibilidad de facto de ofrecer ningún tipo de asilo, porque no está en nuestro territorio y no está en ninguna de nuestras premisas diplomáticas.
Hemos sabido que la defensa recurrirá la resolución de extradición en un plazo máximo de 14 días ante el Tribunal Supremo, y que posteriormente, si esto no prospera, recurrirá ante el Tribunal de Magistrados. ¿Cómo se podría evitar que este caso se quede bloqueado en un bucle infinito de apelaciones, que impidan que Julian Assange pueda ser liberado?
Yo ahí, distinguiría dos cuestiones. Por un lado, Julian Assange estuvo condenado desde el minuto cero, y lo que estamos viendo, desde hace muchos años y en adelante, es una condena pública, “una tortura”, donde la propia condena es su propio estatus permanente de limbo jurídico político, que lo mantiene literalmente encerrado, aprisionado desde hace más de 11 años, cuando no tiene ningún delito formal por el cual se le puede estar acusando. Más allá de unas especulaciones que aparecieron por parte del gobierno norteamericano, una vez fue sacado de su asilo político. Lo cual, por cierto, hace todo esto mucho más sospechoso.
A Julian Assange ya le han amargado su existencia y su vida a lo largo de estos años. Todo lo que vaya a ocurrir en este sentido es ahondar en esa misma tortura y en esa misma condena vital
El aparato militar norteamericano lo condenó en el año 2010, y lo que estamos viendo desde entonces es la secuencia, que visto con la perspectiva histórica, permite entender esa condena. A Julian Assange ya le han amargado su existencia y su vida a lo largo de estos años. Todo lo que vaya a ocurrir en este sentido es ahondar en esa misma tortura y en esa misma condena vital.
Por otro lado, el sistema británico es tan garantista y tiene esa lógica de pesos y contrapesos tan fuerte, donde efectivamente al final uno nunca termina de ver cuál es la última instancia de apelación. En estos años que llevo siguiendo el caso, siempre tuve la sensación de que esto era una especie de juego de muñecas de Matrioskas, donde nunca terminas de encontrar el último elemento, con esa sensación de infinitud, que ahonda en esa lógica de condena en la que está inmerso Julian desde hace más de diez años, que le mantiene en esa inestabilidad vital en la que se encuentra.
¿Podría existir realmente una vía de escape ante esta situación?
No me cabe ninguna duda de que en algún momento se lo llevarán a Estados Unidos. No han invertido todos estos años, todos esos recursos y personas, para perseguir a un solo hombre, a una sola organización, y a un solo ejemplo (porque es lo que es: un ejemplo) para llegar ahora y rendirse. Van a hacer todo lo que tengan que hacer para conseguirlo. En ese sentido, el puño de hierro que cae sobre Julian desde hace tantos años, seguirá notando su gravedad hasta el final. La única vía de escape, y es donde tienen puesta la confianza los abogados de Julian (por lo menos con los que yo he hablado), es que precisamente el caso español que se estaba investigando en la Audiencia Nacional (en referencia al espionaje cometido por la empresa española de seguridad UC Global) suponga un elemento nuevo que haga reconsiderar la situación en los tribunales británicos. Al fin y al cabo, lo que está investigando ahora mismo la Audiencia Nacional es que efectivamente los aparatos de inteligencia norteamericanos hicieron un esfuerzo continuado, no ya solo por seguir a un sujeto de interés, sino (de alguna forma) por violar los secretos de las comunicaciones abogado-cliente a Julian Assange, las cuales fueron monitorizadas por la CIA.
El aparato norteamericano dice que está siguiendo de forma “legal” a este señor. Sin embargo, claramente ellos mismos (si se demuestra lo que se está investigando en la Audiencia Nacional) habrían estado violando ese secreto de las declaraciones abogado-cliente, con lo cual, a una persona perseguida por su administración no podría ser juzgada, puesto que se han violado todos sus derechos como ciudadano que está siendo juzgado. Esta esperanza, que es en la que más capital han depositado los abogados de Julian, yo en eso soy pesimista. Tiendo a pensar que (como ya he dicho) no ha llegado ese aparato norteamericano hasta este punto como para ahora rendirse. Van a hacer todo lo que tengan que hacer, y creo que además tienen todo atado y muy bien atado. Es decir, hay un tratado de extradición EEUU-Reino Unido, y ahí no hay organismo internacional, ni tribunal internacional que pueda inmiscuirse en el cumplimiento de la aberración que se va a producir.
No me cabe ninguna duda de que en algún momento se llevarán a Assange a Estados Unidos. No han invertido todos estos años, todos esos recursos y personas, para perseguir a un solo hombre, a una sola organización, y a un solo ejemplo para llegar ahora y rendirse
La defensa ha utilizado el caso del ciudadano español David Mendoza para tratar de justificar que Estados Unidos no cumplirá los acuerdos de extradición, ¿por qué cree que eso no ha sido suficiente para evitar la extradición? ¿Quiere decir esto que Estados Unidos realmente cumplirá ahora con las condiciones que fije con la justicia británica?
Yo creo que el juicio de la historia será preclaro. Cuando los juristas dentro de algunos años (confío en que esto se pueda llegar a estudiar) vean el caso objetivamente, verán que ha habido una persecución política de libro. En ese sentido, lo duro y lo deprimente, es que algo tan evidente para mí, y seguro que para tantos juristas también, no lo ha sido para las distintas instancias que han llevado a cabo esta persecución. Han querido vender permanentemente la idea, colocando unos determinados marcos que han terminado por desvincular la propia causa, de que Julian es un loco, un radical enloquecido… básicamente lo que quieren es tapar al mensajero, y eso precisamente es lo que el resto de ciudadanos y ciudadanas no nos podemos permitir.
Es necesario que denunciemos, como estáis haciendo vosotras y como están haciendo otros muchos, que esta persecución es una persecución política, sin ningún tipo de garantía jurídica. Este señor fue condenado políticamente hace once años, y lo que estamos viendo ahora es el despliegue de su condena. La señal a navegantes que envía la historia triste, que quieren construir entorno a Assange, es que ellos son los que controlan y todo aquel que los desafíe y quiera arrojar algo de luz sobre las cloacas en las que ellos se mueven, será fulminado y acabado, no solo políticamente sino también vitalmente.
Para cerrar ya la entrevista, y regresando al inicio. Según tu opinión, ¿a qué crees que se debe este silencio mediático que hay entorno al caso Assange?, ¿por qué apenas hay movilización social sobre este caso en este país?
Entre otras cosas porque ha habido una cierta complicidad mediática que ha logrado tapar el caso. Aunque sí que me consta que hay muchos activistas mujeres y hombres en España que han puesto mucho trabajo y esfuerzo en este caso. Es cierto que, si te fijas, el caso Assange está rodeado, en muchos sentidos, por españoles y españolas que en algún sentido le han puesto voluntad y ganas para tratar de dar luz y arrojar justicia en este caso. En este sentido, mi caso es solo uno más, hay un gran grupo de españoles que han estado durante estos años militando en la causa de Julian Assange.
¿Por qué no ha sido más extendido? Pues porque yo creo que también en España hay un problema con los medios de comunicación, y con la credibilidad que estos medios tienen, y cómo se manejan las políticas de comunicación en este país. Yo sí que creo que la ciudadanía española es suspicaz entorno a los grandes medios, que están muy desprestigiados, pero eso no impide el hecho de que haya un cierto secuestro de la información en España, en el sentido de que las agendas mediáticas que se ponen encima de la mesa están fabricadas y responden a unos determinados intereses políticos de determinadas élites. No hay un periodismo honesto en ese sentido, o por lo menos dentro de los grandes medios, eso sin duda ha contribuido a silenciar el caso.
Pero es verdad, o al menos eso trato de advertir y reclamar, aunque sea un cierto clamor en el desierto, cuando hablo con otros compañeros y compañeras, el hecho de que lo que nos estamos jugando aquí es de dimensiones históricas. Si salimos derrotados en esta batalla, no es que Julian termine en una cárcel de dimensiones penosas, es que la libertad de información, la libertad de expresión y la democracia se van a resentir como ya se están resintiendo, precisamente por la amenaza de estos aparatos sobre la voluntad de otras organizaciones por alcanzar mayores cotas de libertad.
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