Magreb
Elecciones presidenciales en el Magreb: incerteza en Túnez, apatía en Argelia

El sábado 7 los argelinos tienen una cita con las urnas, semanas después llegarán los comicios a Túnez. La ciudadanía irá a votar en un ambiente electoral marcado por el autoritarismo y los intentos de exclusión de candidatos opositores.
Abdelmadjid Tebboune
Abdelmadjid Tebboune, presidente de Argelia.
Túnez
5 sep 2024 06:00

Con un escaso mes de diferencia, Túnez y Argelia celebrarán próximamente sus elecciones presidenciales en un otoño políticamente caliente en la región del Magreb. Los presidentes de ambos países, el argelino Abdelmajid Tebún, y el tunecino Kais Said, aspiran a la reelección con expectativas diferentes. Mientras que la victoria de Tebbún en los comicios del próximo 7 de septiembre se da por descontada, Said se enfrenta a un incierto panorama electoral el 6 de octubre después de que los tribunales hayan readmitido a varios candidatos con una popularidad significativa que habían sido excluidos por la Junta Electoral.

Las elecciones en Argelia y Túnez, dos países históricamente con muy buenas relaciones, presentan también algunos puntos en común. Sus dos veteranos presidentes —Tebún tiene 78 años, Said 66— se enfrentan a la reelección en un contexto muy diferente al de su primera victoria hace cinco años. Entonces, en Argelia el movimiento de protesta del hirak se movilizaba en las calles cada semana para pedir cambios en el país, pero declinó presentar un candidato a las presidenciales. En Túnez, había una transición democrática en vigor y fueron unas elecciones justas y libres, las últimas antes del “autogolpe” de Said en 2021.

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Tebún, el candidato del sistema

“Tebún tiene una buena relación con el Ejército, que es quién siempre ha controlado la política en el país. Pero ahora el margen de libertad se ha estrechado incluso en comparación con la época de Bouteflika. El control sobre la sociedad es total”, comenta un analista político argelino que prefiere guardar el anonimato. Además, Tebún cuenta con el respaldo del FLN, el antiguo partido único, de todos los medios de comunicación y del aparato del Estado. El otro gran aliado de Tebún ha sido el precio del gas natural y del petróleo, que le han permitido comprar la paz social con medidas como aumentos salariales o la creación de un nuevo subsidio de paro para los jóvenes, aunque solo sea de 100 euros al mes.

Así las cosas, la única duda del próximo sábado es cuál será la participación, con una clara tendencia a la baja en la última década, muestra del escepticismo y la apatía que reina entre la población. En las elecciones legislativas de 2021, tan solo el 23% de los electores acudió a la cita con las urnas. El hecho de que se avanzaran los comicios, previstos para diciembre, y la campaña se haya celebrado en plenas vacaciones de verano no ayuda precisamente a movilizar a la ciudadanía.

Ante la negativa del régimen a satisfacer sus demandas de nombrar una Junta Electoral independiente y de liberar a las decenas de presos de conciencia que languidecen en las cárceles, varios partidos opositores declinaron presentar su candidatura a las presidenciales. Sin embargo, dos formaciones históricas, el progresista Frente de Fuerzas Socialistas (FFS), y el islamista Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP), a diferencia de anteriores elecciones presidenciales, esta vez han optado por concurrir a la cita con las urnas. Sus líderes, Youcef Aouchiche (FFS) y Adellali Hassani Cherif (MSP) serán los dos únicos candidatos que competirán con Tebún.
Desde la llegada del multipartidismo en Argelia la mayoría de formaciones han alternado fases de colaboración con el régimen con otras de boicot electoral

“Durante meses, buena parte de los partidos opositores estuvimos discutiendo la posibilidad de presentar una candidatura conjunta. Pero, desgraciadamente, no fue posible lograr un acuerdo”, explica Zoubida Assoul, una exjueza que lidera el partido Unión por el Cambio y Progreso. Finalmente, ella decidió presentar candidatura, pero no pudo pasar la criba de la Junta Electoral, que estableció unos requisitos de recogida de apoyos difíciles de cumplir para los partidos más pequeños. “Era consciente que las elecciones no serían justas y transparentes, pero el boicot solo favorece la consolidación del régimen. Es mejor intentar generar una dinámica de cambio en la campaña”, reflexiona sobre el dilema que debe abordar la oposición en cada contienda.

Sea como fuere, la suerte ahora está echada. “La presencia del FFS y el MSP solo servirá para maquillar lo que será una farsa electoral”, sostiene Laurence Thieux, profesora de la Universidad Complutense de Madrid especializada en Argelia. “No existe un sistema de partidos sólido porque sus propuestas de cambio no tienen credibilidad. El régimen argelino siempre ha sido muy hábil a la hora de cooptar y neutralizar a los partidos”, añade Thieux. Desde la llegada del multipartidismo en Argelia a finales de los años 80, la mayoría de formaciones han alternado fases de colaboración con el régimen, con la recompensa a veces de alguna cartera ministerial, con otras de boicot electoral.

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Inesperada competición en Túnez

Hasta finales de agosto, todo parecía indicar que las elecciones en Túnez seguirían el mismo camino que las de Argelia. El año pasado, el régimen de Said encarceló a una veintena de opositores, entre ellos los líderes de algunos importantes partidos, como Rachid Ghannouchi, el histórico líder de los islamistas de Ennahda. Por si no fuera poco, en julio, en pleno proceso de inscripción de candidaturas, arrestó o condenó en un solo día a seis aspirantes. Tres semanas más tarde, otros dos aspirantes. el rapero Karim Gharbi y Safi Said, segundo en intención de voto, se sumaron a la lista. Así las cosas, todo parecía indicar que no habría una competición real.

El ISIE, la Junta Electoral, repleta de afines a Said, había retenido a tan solo dos candidatos de los 17 que presentaron su candidatura. Se trata de dos ex diputados del Parlamento disuelto en 2021 poco conocidos para la mayoría de tunecinos: el liberal Ayachi Zammel y Zouhair Maghzaoui, de ideología panarabista y hasta hace poco un defensor del presidente. La interpretación mayoritaria era que el régimen quería dos candidatos de perfil bajo para dar una apariencia de falsa competición electoral. Y es que Said parece ser consciente de que, ante su incapacidad de enderezar la economía del país, su popularidad ha menguado de forma significativa los últimos meses.

Sin embargo, a finales de agosto saltó la sorpresa. La Asamblea General de la Corte Administrativa revisó la decisión de la Junta Electoral y de un tribunal de primera instancia y decidió readmitir en la carrera presidencial a tres candidatos de peso: los ex ministros Abdelatif Mekki (islamista) y Monzer Sneidi (conservador laico) y Emad Daimi (socialdemócrata). “La Corte Administrativa es un tribunal que tiene un historial de veredictos desfavorables al Gobierno, incluso bajo el régimen de Ben Ali. Es el tribunal más independiente del país”, comenta Inés Jaibi, una experta legal del think tank TIMEP. Por otro lado, algunas informaciones recientes apuntan que podría haber disensiones en el seno del Ejército respecto al apoyo que ha proporcionado a Said. De hecho, el presidente hizo una remodelación gubernamental la semana pasada y cesó a varios uniformados. Ambas decisiones muestran que Said no controla todos los aparatos del Estado, y que el cambio político en el país ya no se percibe como una quimera.

Durante los últimos meses se ha intensificado la represión de la prensa, por lo que han desaparecido de la parrilla televisiva los programas de debate político y toda voz crítica con Said

La pregunta ahora es hasta qué punto estos candidatos podrán competir en pie de una mínima igualdad con Said y si el régimen respetará los resultados en caso de derrota. Para Mekki, que fue uno de los candidatos condenados en julio por haber falsificado firmas de apoyo, la campaña se presenta complicada. Aunque se halla en libertad, el juez decretó que mientras se resuelve su apelación no podía salir del país, ni tampoco aparecer en los medios de comunicación o expresarse en las redes sociales.

Igualmente, los tribunales del circuito penal, que sí controla Said, podrían procesar o condenar a otros candidatos durante la campaña. También se ha especulado en la posibilidad de que la Junta Electoral posponga los comicios. Por otra parte, durante los últimos meses se ha intensificado la represión de la prensa, por lo que han desaparecido de la parrilla televisiva los programas de debate político y toda voz crítica con Said.

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Kader
19/10/2024 10:49

Un análisis digno de un periodista de Prisa, me sigue sorprendiendo la ignorancia con la que se trata a los países del norte de África por parte de licenciados en periodismo hasta aquellos militantes de la izquierda, calificar un país que construye alrededor de 100 000 pisos sociales anuales de rentista y comprador de paz social es ridículo, citar una fuente de un analista anónimo más de lo mismo , el mismo discurso que la Vanguardia o El País, mejor que vuestro corresponsal se instale en Rabat y se suma al gremio sionista

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