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Bolivia
El poder y sus perpetuidades
En las últimas semanas diferentes medios y personas en redes sociales vienen hablando de Evo Morales y cómo los políticos de la izquierda llamada bolivariana tienden a aferrarse de forma autoritaria al poder. Venga, me sumo que está interesante la cosa.
En ese binarismo desde el que se leen los procesos políticos de las excolonias, con sus pueblos subalternizados, y todo lo que ello implica en los imaginarios racistas sobre sus simbologías e incluso sus instituciones (aún cuando fueron asumidas por los criollos con tal de emular a Europa) es esencial el lugar de enunciación. Europa se ve a sí misma cuna de la democracia, se piensa que sus sistemas políticos son los únicos válidos. Pero no solo se piensa desde los poderes, sino que requiere de todo tipo de tecnologías discursivas para perpetuar esos imaginarios que la ponen por encima. Uno de ellos es evidente, y ahí están las contradicciones discursivas que le permiten señalar los males del resto para negar/ocultar/minimizar los propios —y eso que en los males del resto tiene mucho que ver la mano de la propia Europa.
Hablamos de perpetuidad y el ansia de poder de determinadas figuras políticas (lo cual es criticable), que de alguna forma solo se pone el foco en las de un espectro político (la izquierda) negando tantos otros casos (la derecha) donde se reproducen las mismas lógicas de ansia de poder por medio de otros instrumentos y en otros niveles. ¿O nos vamos a creer que solo hay unos que quieren el poder y otros cederlo?
Antes de eso se puede afirmar varias cosas. La primera es que ha sido un error el nulo o poco trabajo que se ha hecho desde determinados movimientos políticos de partido de izquierdas en varios países de América Latina a la hora de generar nuevos rostros, otras figuras políticas que descarguen presiones y responsabilidades a medios plazos, pero que permitan seguir con la línea ideológica y los principios marcados. En política siempre hay que regenerar rostros y personalidades. Es bueno para esos ellxs y para el saneamiento del sistema. La credibilidad es esencial. Esto, por otro lado, no es meramente un problema de la izquierda. Los lideres de izquierdas en gobiernos siguen teniendo como principales opositores los mismos líderes de la derecha. En Bolivia, por ejemplo, el principal candidato de la oposición para ser presidente ha sido Carlos Mesa, quien ya fuera presidente entre el 2003 y el 2005 justo antes de la llegada de Evo Morales.
Ha sido un error el poco trabajo que se ha hecho desde las izquierdas en varios países de América Latina a la hora de generar nuevos rostros. Este no es meramente un problema de la izquierda.
La segunda cosa que se puede mencionar es que si hay algo difícil es ser de izquierdas en América Latina. Ha estado controlada en gran medida por instituciones regionales conservadoras (por ejemplo, la OEA) ampliamente financiadas desde Estados Unidos, cuya lista intervencionista en el continente es amplia e innegable, y con unos intereses geopolíticos evidentes con tantos recursos naturales necesarios para mantener las riquezas del norte (ahora sabemos que en Bolivia está la mayor reserva de litio del mundo).
El FMI y la OTAN siempre miran para el sur. Esto, que no justifica nunca la tiranía de otros, sí ayuda a explicar los ejercicios que se llevan al límite para resguardar los “logros” obtenidos a la hora de alcanzar puestos de poder. Es decir, la izquierda siempre ha tenido que hacer un esfuerzo más grande, en todo tipo de niveles, para conseguir esferas de poder y hacerlas valer. Jugar en ese límite puede llevar, ha llevado y llevará a que se termine por hacer mal uso, e incluso abuso, de las herramientas institucionales democráticas transformándolas en no democráticas. De nuevo, esta transformación de lo democrático en no democrático ni define a la izquierda latinoamericana ni la derecha está exenta de ello.
Señalados estos puntos que considero relevantes, el problema es cuando absorbemos esos discursos y entendemos que el problema del poder y su perpetuidad se reduce a personajes concretos y no a modelos políticos. Se señala cómo diferentes políticos han buscado la forma de alargar sus mandatos, de volver a ser reelegidos cuando la Constitución de esos países no lo permitía o buscando apoyos en referéndums.
Occidente, que se autoconsidera el culmen de la civilización, los derechos y las libertades, tiende a generar una trampa con la que se permite ratificarse como la valedora de derechos mientras que el resto los pone en peligro. Lo que no te dice es que el marco en el que se define lo que es válido y lo que no, también lo han creado ellos. Y claro, así todo es más fácil. Establecido bajo un amplio abanico de formas, te dicen que democracia solo hay una, y es la suya.
De esta forma lo señala Sirin Adlbi Sibai en su libro La cárcel del Feminismo (Akal, 2016) para hacer ver que el llamado campo de la libertad, aun siendo amplio desde su propia lógica, termina siendo una cárcel para el resto. Existen unos márgenes validados por la concepción de democracia impuesta desde occidente. Estando fuera de esos márgenes pueden parecer muy estrechos y pueden traducirse en una trampa.
Lo que no se problematiza entonces es que la perpetuidad del poder no corresponde a personas concreta, ni siquiera a modelos ideológicos con mayor o menor legitimidad desde occidente, sino a un sistema global económico, político y social. Existe un orden internacional que lleva bastante tiempo perpetuado. Querer reducir el problema a que una persona tenga ansias de poder termina siendo una bofetada a todo un sistema ideológico que acapara todas las estructuras de poder y lo lleva haciendo mucho tiempo. Así, si le damos una vuelta al análisis, vemos por ejemplo cómo en los países occidentales —su amplia mayoría— desde hace mucho tiempo, hayan tenido mayor o menor alternancia de figuras políticas, todas y cada una de ellas han estado dentro del mismo marco ideológico, económico y político. Es decir, todos han tenido que aceptar el capitalismo y la figura del estado, pensado como estado-nación en su mayoría, para poder llegar al poder y ser legitimados para ejercerlo.
Existe un orden internacional que lleva bastante tiempo perpetuado. En general en los países occidentales todas y cada una de las figuras políticas han estado dentro del mismo marco ideológico, económico y político
Siendo esto así no pasa nada porque en Estados Unidos desde su independencia se hayan alternado en el poder dos únicos partidos. Ambos, económicamente hablando, anclados en el capitalismo. Nadie se escandalizaba en Madrid porque hasta hace poco más de cuatro años un mismo partido gobernara durante más de veinte años bajo los mismos marcos ideológicos. ¿Nos atrevemos a considerar alternancia política el paso de Uribe-Santos-Duque? ¿Cuál es la alternancia ideológica real de quienes dirigen el FMI o el Banco Mundial?
Las personas importan, y mucho, pero importa tanto o más el contenido político que representan. Nos podemos preguntar si nos gobiernan personas o todo un sistema estructurado validado como único posible. ¿Cuáles son realmente los poderes que gobiernan y qué ansias tienen de perpetuarse? ¿Quiénes los ponen en cuestión? ¿Y qué pasa cuando lo hacen?
Al final la alternancia política es solo exigida dentro de los márgenes del orden global capitalista, racista y machista definido desde un lugar concreto. La verdad es que, desde hace 500 años ese orden poca alternancia ha tenido.